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Personajes petrerenses (I): Don Miguel Amat Maestre

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La historia de los pueblos suele estar llena de grandes incomprensiones y de innumerables olvidos. Por desgracia, la condición humana es tal que los mínimos avatares sociopolíticos de un determinado momento hacen que toda la obra de un hombre o de una generación quede aniquilada por la moda imperante del momento, y se eleven a categorías superiores valores determinados que no hubieran, sin esas circunstancias, salido a la luz del día. Pero ese es el ritmo de la historia, marcado a golpes de péndulo, de olvidos y de exaltaciones. Con frecuencia, una comunidad cree haber cumplido su cuota de gratitud hacia el personaje famoso nacido entre ellos, cuando se le hace una estatua, se le dedica una calle o se rotula con su nombre un colegio o un parque público. Al cabo de poco tiempo, porque las estatuas o las lápidas no hablan ni comen, se irá difuminando su memoria de entre sus coterráneos y, cierto día, otro busto y otro nombre sustituirán a los anteriores. Lo dicho: es la historia; pero ¡ay del pueblo que se queda sin historia, porque estará condenado a tener que inventársela!

Y viene todo esto a cuento porque Petrel es un pueblo rico, mimado, si se quiere, por los dioses de la historia, que le han dado un exuberante patrimonio de hechos, hombres y situaciones que harían feliz al más exigente de los historiadores de la cultura. No es ahora mi intención hacer un recorrido por esas parcelas en las que el nombre de Petrel aparecería con suma frecuencia. Y sin embargo, como casi todo rico, desconoce el alcance de sus riquezas por la misma abundancia de ellas. Y Petrel olvida con frecuencia a los hombres que hicieron ese patrimonio. Hoy mismo viven entre nosotros poetas, estudiosos de nuestras costumbres que son ya historia, y por nuestra suerte, viva historia de este pueblo que debería estar más orgulloso con su suerte.

Como debería estarlo de un hombre que tuvo al alcance las estrellas y quedó sólo en uno de los mejores abogados de su tiempo, poeta laureado en múltiples ocasiones, autor de una docena de libros y de más de un centenar de artículos periodísticos de evidente categoría, hábil político y fogoso orador, hombre de unas creencias religiosas viscerales, hombre bueno, en suma, cuyo uno de los no mayores méritos es el haber sido el amantísimo tío materno que durante cuatro años condicionó intensamente la formación literaria y humana del que luego se llamaría «Azorín». Me estoy refiriendo a don Miguel Amat Maestre, de quién Petrel colocó su nombre a una calle y a un parvulario, pero del que no se tiene en la Biblioteca un solo libro suyo, y del que sólo un reducidísimo número de sus paisanos recuerda su valía. Posiblemente, no sea suficiente con haberle dedicado una calle y un parvulario, tal vez haya llegado el momento en el que la Corporación Municipal se decida a hacer una recopilación y publicación de su obra. No solamente sería un descubrimiento para los azorinistas, que tendrían así una fuente de información preciosa sobre los primeros influjos literarios y humanos en el joven Martínez Ruiz, sino también la obra del que puede considerarse el primero de los escritores petrelenses. Creo que valdría la pena el esfuerzo.

Aunque es mi deseo dar a conocer en extensión la vida y obra de don Miguel, su relación con Azorín y su posterior evocación en la obra de éste, dadas las características de esta publicación de fiestas, me limitaré a entresacar lo más fundamental de su vida dejando para otra ocasión los puntos restantes.

2.            –              VIDA DE DON MIGUEL AMAT

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D. José Amat Maestre, hermano mayor de Don Miguel.

De Miguel Amat ya se han escrito algunas páginas. La mayoría de esas referencias, cuando no displicentes, son claramente erróneas y siempre olvidadizas de su amplia obra. Los críticos azorinianos (1) se han acercado a don Miguel por ser éste el reflejo del espejo que da vida a la figura de Pascual Verdú, el tío atormentado que recorre algunos capítulos de la novela «Antonio Azorín». Sin duda, y a pesar de la ocultación de datos, de la manipulación de otros y exageración de los que fue mínimo, los más amplios documentos nos los proporciona él mismo, tan preocupado por su fama, a través de las cartas a su sobrino José Martínez Ruiz, del escrito que él llama «Mi biografía» y de otros múltiples datos diseminados en sus poemas. Sale así a la luz una vida apasionada y apasionante a la que, si la suerte le hubiera sido un poco más favorable, hubiera sido una de las más fecundas del siglo XIX.

En el Archivo Municipal de Petrel se conserva una lista de electores del año 1.890 en la que, con el número 1 del distrito del Santísimo Cristo, aparece el nombre de don Miguel Amat y Maestre, y los siguientes datos: vive en la calle Cuatro Esquinas, n.° 2, ha nacido el 4 de Febrero de 1.838 en Valencia, es viudo, de profesión abogado y hace 26 años que vive en Petrel. Paga al año 525 pesetas por contribución territorial. (Sólo don Ramón Maestre Rico, alcalde durante varios años, y dueño de una extensa plantación de uva para vino, le supera en contribución).

Esta relación de electores despeja de una manera definitiva la incógnita sobre el lugar y fecha de nacimiento, y en la que si bien era fácil determinar su cuna, puesto que el mismo don Miguel afirma en múltiples ocasiones haber nacido en Valencia, no todos los estudiosos de Azorín lo confirman, y en cuanto al año de su nacimiento he encontrado desde los que lo sitúan en 1.837 hasta los que lo hacen en 1.844.

Fue el segundo de los hijos del matrimonio de unos ricos hacendados de Petrel: Miguel Gerónimo Amat Peiró y Dolores Maestre, quien aportó al patrimonio una considerable fortuna. En el Libro Padrón de 1.842, tomo 2, del Arch. Municipal se encuentra una relación de la hacienda (2) de este matrimonio que posee dos casas, un horno de pan (en Petrel en esa época había cuatro hornos, tres de ellos en la calle Hoyos y uno en la calle Constitución) y múltiples tierras plantadas con olivares y viñedo. Todo esto le convierte en uno de los mayores contribuyentes, pero tal patrimonio aumenta en los seis años siguientes de modo importante con dos casas más, una en la Plaza de la Constitución, 11, y otra en la calle Cuatro Esquinas, 2 (aquella será por mucho tiempo de los descendientes de don Enrique Amat y todavía conserva hoy su estructura externa y el reloj de sol en su fachada, y esta última fue la heredada por don Miguel y la que describió «Azorín» en varios de sus libros, cuyo solar ocupa hoy el edificio del Banco Popular). Además, 46 tahullas más de tierra, con casa de campo, todo ello valorado en 30.760 reales de vellón y 1.583 de renta anual. No obstante, a partir de 1.856, el patrimonio de don Miguel Gerónimo desciende como consecuencia de la venta de algunas propiedades antes de trasladarse otra vez la familia a Valencia, y el último año que paga contribución, 1.864, año de su muerte, es ya el n.° 16 de la lista de contribuyentes.

Eran, a pesar de lo que pudieran parecer estas cifras, malos años para Petrel. Es significativa la instancia (3) que el alcalde envía al gobernador quejándose de lo mucho que pagan de impuestos por la contribución de consumos. Dice en ella que en 1.845 el pueblo tenía 645 vecinos, pero que «hoy, en 1.851, tiene 532 vecinos, (es decir, cabezas de familia, contribuyentes; en realidad, la población, según consta en el Padrón es de 2.165 hab.) Tal baja es ocasionada por las continuas y extremadas sequías que se han experimentado en los años últimos, las que han promovido también el decaimiento de la mano de riqueza y, por consecuencia, la baja de consumo en las especies afectadas, pues la generalidad se alimenta con legumbres, verduras y otras sustancias.

De esos 532 -continua la carta- una tercera parte habita en sus casas de campo. Elda tiene doble vecindario, y su riqueza es triplicada, pues su término, es la mayor parte de regadío, está situado en la carretera y, por consiguiente, es de gran consideración el consumo de las especies afectadas, y sin embargo, de impuesto de consumo paga sólo 26.000 reales de vellón; esto es, 7.000 reales más que Petrel, pero si esta villa (Petrel) tiene una mitad de vecinos y una tercera parte de riqueza, ¿por qué no paga 12.000 r.v., que es lo que paga Agost, que tiene igual vecindario, igual riqueza e iguales circunstancias, y no 19.000 r.v. que es lo que paga ahora?».

El matrimonio Amat-Maestre tuvo tres hijos: José, Miguel y Enrique. (4) La familia residía largas temporadas en Valencia y allí fue donde nacieron los tres niños. Miguel nació en la madrugada del 4 de Febrero de 1.838 y fue bautizado dos días más tarde en la Iglesia catedral. Poco sabemos de los primeros años de su vida, adivinamos por sus poemas que se sintió bastante desligado de su padre, hombre de carácter y naturaleza fuerte, y tampoco parece que estuvira muy unido a sus hermanos; sí, en cambio, buscó todo ese cariño en la madre, mujer enfermiza que desde la terrible epidemia de 1.834 venía padeciendo las secuelas del cólera, y a cuya memoria dedica frecuentes y emocionados poemas. (5)

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D. Miguel Amat Maestre, en la época de estudiante de Derecho en Valencia

Parece, por determinados testimonios de los censos electorales de 1.844 a 1.855, aunque ciertamente confusos, que la familia, que había vivido en Valencia entre 1.837-1.844, residió durante esos años en Petrel y regresó a Valencia cuando los dos hijos mayores decidieron estudiar la carrera de Derecho. Miguel hizo unos estudios brillantísimos y se licenció a los 22 años, siendo el encargado de pronunciar el discurso de gracias en el acto de investidura, (Julio de 1.859).

De esa época son los primeros poemas conocidos. Poemas según dice, en los que alterna el valenciano y el castellano: «Al centenar de Gandía» o los poemas a Delia, su primer amor, del que nada sabemos sino las tópicas descripciones físicas que hace de ella en los dos poemas conservados; amor platónico, que por lo que se descubre entre líneas, ni siquiera ella conocía, o bien no le correspondía. No obstante, parece ser una ilusión bastante pasajera, porque pronto comenzaron los poemas en los que hace referencia a Carmen Broqués.

En Noviembre de 1.859 Valencia celebró sus primeros Juegos Florales, certamen literario de fecunda tradición medieval que empezaban de nuevo a proliferar en toda España con el movimiento romántico. Los de Valencia, celebrados a la par que los de Barcelona, fueron auspiciados por el poeta y erudito mallorquín Mariano Aguiló. Amat consiguió la Flor de Oro y Plata por su «Oda a la Conquista de Valencia». El nombre de los poetas premiados en el certamen: Teodoro Llorente, Víctor Balaguer, Querol y Fernando León-Vera, exponen bien claro la alta calidad del mismo. De nuevo Amat fue el que pronunció, con su fácil y encendida elocuencia, el discurso de cierre de los Juegos Florales.

No era la primera vez que obtenía un galardón poético; su relación con la poesía fue prematuro. En la «Breve Reseña Histórica del actual renacimiento lemosín en Valencia», inserta en la edición de «Rimas» de 1.892, dice que sus primeras composiciones fueron en valenciano y que no publicó un tomo de poesías en dicha lengua porque se le extraviaron al ocurrirle el primer ataque de su enfermedad. Lo cierto es que su obra en «lemosín», como él llama al valenciano, es poco numerosa, y lo que es peor, demuestra un escaso conocimiento léxico-gramatical de la lengua. (6)

Amat fue nombrado en 1.859 Secretario General de la Academia de Legislación y Jurisprudencia de Valencia. En 1.860 se doctoró en Derecho Civil y Canónico por la Universidad de Madrid, fue asiduo colaborador de revistas científicas y literarias, y todavía tuvo tiempo de preparar oposiciones para la Audiencia de Valencia, quedando en segundo lugar.

Sin embargo, ese futuro prometedor se rompe bruscamente en el verano de ese mismo año, cuando la familia sufre los estragos de la epidemia de cólera que asóla la capital levantina. Como consecuencia de ella, muere su hermano Pepe, también abogado que había empezado a destacar, y a él le queda definitivamente como secuela una enfermedad de tipo nervioso cuyas crisis, más o menos frecuentes, le sumirán al final de su vida en una profunda locura.

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D. Miguel Gerónimo Amat Peiró, padre de Don Miguel Amat.

La familia se traslada a Petrel, y en 1.864, en un intervalo de tres meses, muere su madre el 20 de Julio y su padre el día 3 de Noviembre. Será su hermano Enrique quien lleve ahora la dirección de la hacienda paterna, mientras que sus continuos viajes a Madrid y Valencia, para ser atendido por los mejores médicos, no dan resultado inmediato. A partir de 1.866 algo empieza a cambiar en su espíritu. Se siente animado para desarrollar su labor de abogado y abre un despacho en Petrel. Colabora en algunas revistas y periódicos de la comarca y especialmente en «Las Provincias» de Valencia, y en una de sus frecuentes visitas a la ciudad levantina se casa con Carmen Broqués Laplace, «señora de altas prendas», nacida también en Valencia, de familia noble venida a menos.

Tiene 30 años; comienza de nuevo a vivir. Su matrimonio con Carmen debió ser feliz a juzgar por los poemas, pocos, que se conservan en el libro «Rimas». A finales de 1.867 nace su único hijo, Miguel. Sus colaboraciones en «Las Provincias» son reproducidas en «La Gaceta Economista» de Madrid y le granjearon indudable prestigio, especialmente sus artículos sobre las «Causas de la despoblación de los montes de España. Sus fatales consecuencias para la agricultura y salubridad y seguridad pública. Sus remedios.» que levantaron una gran polémica sobre la desamortización de la propiedad forestal, pero cuando parecía haber encontrado el camino de su estabilidad emocional, de nuevo el mazazo de la tragedia se abate sobre él. El 27 de Julio de 1.869 muere su esposa tras dolorosa y larga enfermedad. Esto pudo suponer el derrumbe definitivo, puesto que había estado preparando el traslado de su despacho jurídico a Valencia.

Uno de los más emocionantes y al mismo tiempo de los más sencillos y sinceros poemas de Amat es aquél en el que recuerda la corona de flores de novia, un mechón de su cabello y el ramo de azucenas que llevaba Carmen el día de su boda:

Hoy que triste y lejos de ella,

doliente el alma, no aspiro

su dulcísimo suspiro

ni contemplo su faz bella…

 

¡Qué gratos recuerdos son

los que por mi mente giran

cuando mis ojos os miran!..

 

Al veros, prendas de amor,

su imagen brota en mi mente:

yo os guardaré eternamente

corona, rizos y flores.

Gracias a la ayuda de sus amigos de Alicante, quienes le introdujeron en los círculos literarios y políticos de la capital, pudo superar esta crisis. Y así lo vemos, tras los importantes sucesos históricos de la revolución de «La Gloriosa», iniciar su aventura política, presentando su candidatura como diputado provincial por el distrito de Monóvar (que incluía lo que hoy puede considerarse la comarca del Medio Vinalopó). Las elecciones se celebran los días 2, 3 y 5 de Febrero de 1.871. Don Miguel obtiene en Petrel 288 votos frente a los 275 conseguidos por el otro candidato, don Francisco de Paula Rico. (7)

El 21 de Febrero toma posesión como vocal de la Comisión Permanente de la Diputación. Una de sus primeras actividades la encontramos reflejada en el periódico «El Constitucional» (1 de nov. 1.871), cuando, con ocasión de la terrible epidemia de viruela que afectó a Elda en el otoño de ese año, encabezó con 2.000 reales una suscripción provincial para socorrer a los afectados.

Aunque en su biografía exagera en demasía su labor en la Diputación, «cuyo peso -dice- llevaba casi todo él sólo, tomando parte en las discusiones en que se trataba de los intereses de la provincia o del Estado o del individuo, redactando las exposiciones que se dirigían al Cuerpo Colegislador o a los ministros, y contestando a los periódicos que criticaban los acuerdos de la Diputación o de la Comisión Provincial», lo cierto es que su labor no fue excesivamente relevante. Después de haber leído todas las actas de las sesiones celebradas desde 1.871 a 1.876, he comprobado que faltó con relativa frecuencia; que, efectivamente, se opuso a una cuenta de gastos de 17.000 duros, ocasionada como consecuencia de la visita de los reyes Amadeo y Victoria a Alicante en Marzo de 1.871, (sesión del 3 de Abril), pero sin el dramatismo con el que lo expresa: «Mis compañeros estaban todos pagados. Yo me opuse, y cuando el Presidente dijo «a votar», dije: Vs. votarán lo que quieran, pero yo me marcho a casa, tomo mi pluma y digo al público lo que debo decir. Resultado, que la cuenta quedó reducida a más de la mitad.»

También se opuso, y mucho más levemente, al ferrocarril Alicante-Alcoy, pero su presunción es enfermiza al escribir, con respecto a ello, lo que sigue:

«Todos estaban pagados. A mí nadie se acercó, pero el expediente nunca se despachaba. Maisonnave lo tomó como una ofensa personal y me desafió a mí, que como don Diego, el de «Flor de un día», mataba a las golondrinas con bala y era digno rival en la esgrima de mi maestro valenciano don Francisco Vives, pero mis creencias religiosas no me permitían batirme, y le hice considerar que él tenía una buena esposa y dos niñas como dos ángeles, y yo un pobre niño que quedaría sin padre ni madre si la suerte me era contraria.»

Es evidente que estos recuerdos son desproporcionados con la realidad, porque nada de esto sugieren las Actas, como tampoco su oposición a la construcción del Hospital Provincial de Orihuela en los términos en que se expresa:

«Me llamó el gobernador diciéndome que el ministro deseaba complacer a sus amigos de Orihuela. Me habló Santonja y don Tomás Capdepón, me escribió don Andrés Revaliato (8) (sic), gran cacique moderado y grande amigo de mi padre, brindándome con pasar 15 días en su casa. A todos contesté: mi conciencia me lo impide. Vino la discusión en la Diputación. Hablé, se empató en primera vez, volví a hablar, volvió a votarse, tuve mayoría. No se concedió el hospital a Orihuela.»

Lo sorprendente -y que él oculta- es que la realidad de las Actas notifican que el 2 de Agosto de 1.872 fue suspendido de su cargo juntamente con los diputados que, en la sesión del 30 de Junio de ese año, se opusieron a un pucherazo en las elecciones municipales de Denia. Tal oposición no gustó al gobernador Eladio Lezama, y éste mandó la sustitución de todos los diputados de la Comisión Permanente. Pero lo curioso es que en dicha sesión no estuvo presente don Miguel; de ahí su reclamación confirmando su ausencia:

«Don Miguel Amat y don Antonio Corona, acatando y cumpliendo las expresadas disposiciones deben consignar, sin embargo, que ellos no estaban en dicha sesión y no tienen por ello responsabilidad del acto, y protestan por su suspensión y remplazo por otros señores diputados.» (9)

Pero no valieron coplas. Ambos fueron suspendidos y reemplazados. Amat no volvió a la Comisión hasta el 26 de Marzo de 1.874, tras el paréntesis de la República, y le cupo en suerte ser el Presidente de la Comisión en los conflictivos días del derrumbamiento político y del pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto. Las actas de esas sesiones demuestran palmariamente el talante poco ortodoxo que en estas cuestiones guiaba a don Miguel. (10)

A pesar de todo, el 7 de Enero de 1.875 son cesados todos los diputados y sólo por R.O. del 10 de Junio del mismo año vuelven a ser nombrados para componer la Comisión Permanente, siendo Amat presidente de la misma durante el último trimestre del 75 y primero del 76. El 19 de Julio firma por última vez como diputado antes de que se le conceda un mes de licencia, pero el 12 de Septiembre aparece su puesto vacante por renuncia.

Este fue en realidad su paso por la Diputación y por la política activa, mucho menos importante que lo que reflejan sus escritos, pero sin duda un período que estimará como el más feliz de su vida. Trasladó su despacho de abogado a Alicante, consiguiendo gran fama y espléndido éxito económico. Fue también entonces cuando renació en él su pasión poética, uno de cuyos momentos estelares lo marca el instante de la lectura de un poema de bienvenida a los reyes Amadeo y Victoria, leído en la cena que el Ayuntamiento y la Diputación alicantina celebran en honor de los Reyes el 17 de Marzo de 1.871:

«Don Miguel Amat, abogado de reputación y diputado provincial por Elda, modesto y tímido hasta lo sumo, entrega al señor duque de Tetuán para que lo presente a S.S.M.M., no atreviéndose a hacerlo por sí mismo, unos versos dedicados a la reina e impresos en una gran vitela con preciosos relieves primorosamente ejecutados, que revela un indisputable mérito artístico.» (11)

Pero una vez más, la ingratitud del destino se cebó en este hombre, pues tras la marcha de los reyes, éstos enviaron desde Madrid honores y condecoraciones para casi todos los diputados. Uno de los pocos que no consiguió siquiera una mención fue don Miguel. Quizá lo impidiera aquella oposición a la cuenta de gastos de la que hice referencia anteriormente.

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D. Miguel Amat en su época de diputado. Alicante 1872.

Entró en contacto con los grupos literarios de la capital y se dio a conocer como hábil versificador de temas religiosos. Participaba en las veladas literarias llevadas a cabo en el palacio del Barón de Mayals, don Alejandro Harmsen García, y en la que se reunía cada viernes en la casa del poeta ciego y buen amigo suyo, Juan Vila-Blanco, llamado el «Milton alicantino», en la que intervienen también los poetas Loma Corraldi, Campos Vassallo, Calvo Rodríguez, Nicasio Camilo Jover, Carmelo Calvo…

 

Otro momento estelar es la celebración, el día 8 de Diciembre de 1.872, en la Iglesia de Santa María de Alicante, de una sesión sacro-literaria para conmemorar la fiesta de la Purísima Concepción. (12) El poema leído por don Miguel, «Oda a la Purísima», fue elogiado, al decir del mismo Amat en sus apuntes biográficos, por monseñor Rampolla, Secretario de Estado del Papa León XIII, con estas palabras: «Yo no dudo que llegará un día, si no ha llegado ya, en que pueda decir Valencia a Sevilla: si tú tienes la honra de haber producido el primer pintor de la Inmaculada, yo tengo la honra igual de haber visto nacer bajo mi cielo al primer cantor de la Purísima Virgen.»

Pero el mayor acontecimiento, el mayor éxito de don Miguel, fue con ocasión del certamen poético celebrado en Alicante el 8 de Mayo de 1.876, brillantísimo acto organizado para inaugurar el Teatro Principal, y que era gemelo de los Juegos Florales que habían proliferado en varias ciudades españolas. Se presentaron 162 composiciones a los seis premios establecidos:

1.°,         Corona de Laurel a la mejor Oda a la Patria.

2.°,         Rosa de Oro y Plata a la mejor composición poética a la Virgen.

3.°,         Pluma de Oro y Plata al mejor romance basado en un asunto histórico del Reino de Valencia.

4.°,         Lira de Plata a la mejor composición «A Alicante».

5.°,         Pensamiento de Oro a la mejor leyenda en prosa sobre un episodio de la guerra civil.

6.°,         Pluma de Oro al mejor canto «A la Libertad».

El romance «Don Jaime el Conquistador», de Amat, fue premiado con la Pluma de Oro y Plata, y es justo señalarlo, fue con mucho la mejor composición presentada al certamen. Amat, además de leer diversos fragmentos de su poema, fue el encargado de pronunciar el discurso de agradecimiento, palabras que pese a su brevedad expresan su concepto del arte:

«No existe verdadera civilización de un pueblo si los progresos materiales no van acompañados de los intelectuales y morales; porque la sociedad, lo mismo que el individuo, no vive sólo de pan ni se satisface con el oro, ni siquiera con la ciencia, sino que exige, necesita también de amor, y como expresión del amor, de las bellas artes… que siempre son la aspiración de la humanidad al Infinito; siempre son las misteriosas y purísimas alas del alma para volar a Dios». (13)

El poema, publicado a finales de 1.876, es uno de los mejores libros de Amat. (14) Sobre el núcleo inicial de su otro poema «A la conquista de Valencia», premiado en los Juegos Florales valencianos de 1.859, compone ahora un extenso romance histórico que narra detalladamente las hazañas de don Jaime. El libro, que lleva un prólogo de Jaime Vila-Blanco, era especialmente válido en su momento por el acopio de notas extraídas de Zurita, Boix, Muntaner, poemas trovadorescos… además, por supuesto del valor literario del poema, que consigue momentos de gran lirismo.

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Dº Luisa Maestre Rico, viuda de Ramón de Montengón, casada en segundas nupcias con D. Miguel Amat Maestre. Foto de 1.880.

Su éxito fue fulminante. Envanecido por él, pensó que había llegado el momento de emprender más altos vuelos y, con lo que cree suficiente bagaje, marcha en julio de ese año a Madrid, donde estará hasta 1.883. Pero el haber sido miembro de la Comisión Permanente, el haber colaborado en revistas y periódicos provinciales, el haber tenido un despacho jurídico de prestigio o haber triunfado en unos Juegos Florales, no fueron suficientes, sin duda, para situarle en el puesto al que aspiraba que no era otro que ser diputado a Cortes.

El mismo, en su «biografía», intenta justificar su fracaso: «Si el Sr. Amat no hubiese tenido que abandonar su patria, Valencia, por enfermedades y circunstancias de familia, ya hubiese estado cansado, cuando llegó la revolución de Septiembre, de ser diputado a Cortes en representación de la ciudad del Cid. Pero ¿Por qué no en la provincia de Alicante? Por dos razones: 1.° Porque el Sr. Amat, con una modestia excesiva, no ambicionaba nada, lo cual venía perfectamente a los caciques de la provincia que deseaban la Diputación para ellos o para sus parientes y paniaguados y 2.°, porque los sentimientos de justicia que abrigaba el Sr. Amat, eran incompatibles con la tendencia a la arbitrariedad y al despotismo que dominaban en aquella época y que tantos perjuicios causaron a España. Pero de todas maneras, es verdaderamente de lamentar que un hombre de las condiciones del Sr. Amat no mereciese sentarse en los escaños del Congreso, cuando tanto bien podría haber hecho a la Patria desde ellos.

Lo cierto es que el tiempo político que vivía España estaba lejos de aquél en el que por su ideario y por su posición económica hubiera deseado y no es raro que en un momento determinado deje escapar un reproche que esconde la verdad de su fracaso: «Alguna recompensa merece el ciudadano ilustrado que como el Sr. Amat pone su talento, sus estudios, su vida, pues hasta su vida peligró en aquellos azarosos tiempos de la revolución en que por gentes ignorantes se le llegó a llamar por algunos rojos «enemigo de los pobres»; cuando él estaba defendiendo sus intereses y hubiera dado hasta su existencia por el bienestar de los desgraciados.»

Pasan los años y tan sólo ha conseguido intervenir en el Ateneo durante las sesiones que la institución dedicó en 1.877 a la controversia entre la literatura cristiana y la no confesional. Pero sus ideas radicalmente conservadoras e intransigentes chocaron con la nueva visión que desde hacía unos años se había extendido en la literatura española.

En 1.878 se casó con Luisa Maestre Rico, nacida en Petrel hacia 1.840, hija de José Maestre Pérez y Luisa Rico Marqués. Una hermana de Luisa, Josefa, fue la abuela materna de «Azorín». Así comenzó la relación de Amat con la familia del escritor monovero. Luisa había enviudado de Ramón de Montengón. No tenía hijos. Su matrimonio con Montengón no puede ser considerado como feliz, a pesar de que Luisa era una mujer agraciada y culta, tal como parece exigirlo Montengón en su novela inédita «Eudoxia». El matrimonio con Miguel Amat, que ya tenía un hijo de diez años, no fue tampoco una unión de amor sino de conveniencia social propiciado por ambas familias. El matrimonio vive en Madrid y pasa los veranos en Petrel. De esta época son los primeros recuerdos que tiene el niño Martínez Ruiz de su tío, tal como lo describe en su ya citada novela «Antonio Azorín»:

«En el sofá está sentada una señora que se abanica lentamente; en uno de los sillones laterales está un señor vestido con un traje blanquecino, con un cuello a listitas azules, con un sombrero de jipijapa que tiene una estrecha cinta negra. Este señor se yergue, entorna los ojos, extiende los brazos y comienza a declamar unos versos con modulación rítmica, con inflexiones dulces que ondulan en arpegios extraños, mezcla de imprecación y de plegaria. Después saca un fino pañuelo de batista, se limpia la frente y sonríe, mientras mi madre mueve suavemente la cabeza y dice: «¡Qué hermoso, Pascual! ¡Qué hermoso!».

En la Casa Museo «Azorín» de Monóvar se conservan dos cartas de Luisa Maestre, dirigidas ambas a la madre de «Azorín». En una de ellas, 20-3-1.879, le dice:

«Creo que batallarás mucho arreglando tanta familia, tómalo con paciencia y si no tienes bastante con tres criadas, puedes tener cuatro. No te escribo con letra mía, porque fui a ver al oculista y me aconsejó que no leyera ni escribiera ni hiciera nada que tuviera que fijar la vista; fortuna que ahora, los días de fiesta, tenga a Miguelito a mi disposición, pues Miguel está muy ocupado.

…No sabemos todavía con certeza cuándo será nuestro viaje (a Petrel), pero seguramente será a últimos de Junio, así que se examine Miguelito…»

En la otra, del 6 de Junio del mismo año, le dice que ha comprado ya los encargos que doña Luisa, la madre de «Azorín», le pide y le da detalles de la moda en Madrid: «Los niños como Pepito (el futuro «Azorín»), llevan los trajes lisos y botitas, y las niñas muchas llevan zapatos con dos lazos…»

En cambio, no hay un sólo poema de Amat que haga referencia a su mujer. Tan sólo una estremecedora carta a don Isidro Martínez Soriano, padre de «Azorín», en la que le da noticias de la muerte de Luisa. Está escrita el lunes 27 de Junio, poco después de que fuera enterrada en el cementerio de la Sacramental de Sanjusto. Luisa se había puesto enferma de un pequeño constipado el lunes anterior, pero se le complicó inopinadamente: «ello es que a las 11 de la noche del sábado dejó de existir mi querida e inolvidable Luisa. Dios nos ha enviado esta inmensa desgracia cuando más felices éramos. Cúmplase su santa voluntad. No puedo más. Miguelito se puede decir que ha sabido ahora lo que es perder una madre. Tanto ha sido su sentimiento que por él me dominaba yo lo que podía… No puedo más… Mientras mandé por el viático entró en la agonía y estando en la oración del viático expiró.»

Poco después, cansado, hastiado, hundido por lo que cree una trama contra su valía, vuelve a Valencia a principios de 1.883, donde abandonando todo deseo de carrera política, o incluso su profesión de abogado, intenta sobresalir como escritor de temas científicos y como poeta de temas religiosos. Al poco tiempo, la «Juventud Católica» lo nombra Presidente y «Lo Rat-Penat» lo hace su Vicepresidente. Renueva sus colaboraciones en el diario «Las Provincias», que dirige su amigo Teodoro Llorente, y participa en diversas tertulias literarias, pero su triunfo, a pesar de la exageración de sus palabras, no pasó de unos círculos muy reducidos:

«Así que llegó a Valencia, «El Rat-Penat» (sic), «El Ateneo», «La Juventud Católica», «La Sociedad de amigos del País» y «Agricultura», que lo consideraban como socio hacía un cuarto de siglo, todos celebraron sesiones dedicadas a tan querido patricio, que después de más de 20 años de ausencia volvía a su patria todavía joven a gozar de esta tierra prodigiosísima por tantos motivos.» (Biografía)

Y de pronto, sin aviso, de nuevo la enfermedad se cebó sobre él. El 6 de Septiembre de 1.883 viene a Petrel a pasar un corto mes de vacaciones, pero a mitad del mes se siente enfermo, y lo que parecía algo de poca importancia, «una ligera indisposición, desatendido por estar sólo y las equivocaciones facultativas y las circunstancias de familia, convirtieron en una enfermedad gravísima lo que no tenía ninguna importancia.»

Y así fue, porque aunque por sus propias cartas sabemos que a finales de 1.883 ya se encontraba en Petrel, debió ser muy grave su enfermedad, puesto que su nombre no aparece en el censo hasta 1.887, donde junto al de su hermano Enrique aparecen numerosos datos de don Miguel, de quien se afirma que tiene 50 años, reside en Petrel desde hace cinco, es viudo, propietario y abogado, que vive con su hijo Miguel Amat Broqués, de 19 años, nacido en Petrel, estudiante, que vive en la calle Cuatro Esquinas n.° 2. Con él, y en la misma casa, viven atendiéndoles: Bartolomé Beltrán Reig, casero, de 53 años; Luisa Máñez Brotóns, casera, de 31 años, su esposa; la hija de ambos, Luisa, de 1 año; Vicente Beltrán Montesinos, criado, de 19 años, soltero y jornalero; todos ellos de Petrel, y María Forner Pastor, criada, 57 años, nacida en Muchamiel, residente en Petrel desde hacía 5 años, y que será propiamente su enfermera o cuidadora y la que a pesar de todas las dificultades le acompañará hasta su muerte, aunque en el último año también una tal Atanasia Poveda García, de Petrel, le ayudará en esos menesteres.

Recluido en la casa de la calle Cuatro Esquinas pasa siete terribles años en los que la inconsciencia alterna con breves períodos de lucidez. Hacia 1.891 se inicia una recuperación, una vuelta a la vida. Un día de Junio de 1.892 le visita Benedicto Mollá Bonet, nacido en Petrel, que dirigía en la capital el diario de tendencia católica «El Alicantino». Mollá inserta el 12 de Junio una nota sobre Amat en la que resalta su «ya larguísima y al par casi irresistible enfermedad, tremenda hasta lo increíble» y después de hacer un elogio de sus éxitos anteriores, se pregunta «¿Cómo un hombre así ha llegado a constituirse en el estado en que se encuentra?… la paz, única cosa que pedía todos los días al Ser Supremo. ¡La paz! que ha perdido quizás para siempre.» A partir de entonces es frecuente ver la firma de Amat en poemas, artículos críticos o cartas literarias en la prensa de la provincia. Amat ha renacido a la vida con una pasión: la publicación de todo cuanto ha escrito y escribe desde ese momento.

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Los dos últimos años en los que mantuvo el conocimiento son estremecedores. Es la lucha constante entre el ansia de supervivencia, de permanencia a través de la fama literaria, y la consciencia del ser que muere olvidado por todos y carcomido por una terrible enfermedad psíquica. Alguna de sus cartas a su sobrino son, sencillamente, impresionantes:

«Estoy muy mal. El mal del cerebro ha apretado y todo se pierde. ¡Yo sucumbo sin paz ni sosiego! Todo se pierde.

Saber que tenemos órganos vegetativos y órganos de relación, pues bien, los primeros los tengo buenos, pero sin poder alimentarlos. Los segundos: cerebros, nervios, los tengo dormidos.» 8-XI1-92

«Estoy muy sólo, si te vinieras me harías un gran favor. Me aumenta la inflamación de la cabeza y por tanto los sufrimientos. Vente.» 17-11-92

«Sufro muchísimo. Los calambres a los tobillos y pantorrillas son horribles, horribles. ¿Qué misterio será éste, Pepe?». Sin fecha.

«Paso unas noches terribles y no tengo otro remedio sino estar con la pluma en la mano a todas horas. ¡Qué desgracia!, ¡qué crimen!». Sin fecha.

«Estoy fatalísimo. Muero rabiando.» Sin fecha.

«Tengo el convencimiento de que mi obra (El Amor Cristiano) puede hacer mucho bien, pero se creen todos que está escrita por un loco y ni siquiera me contestan dándome las gracias. Si estuviese afiliado a un partido… No tengo ilusión de nada. ¿Qué han hecho de mí? ¡¡Y muero loco!! No. Muero destruido, descalabrado y envenenado». 19-4-94

«Lo que me sucede, Pepe, es muy extraordinario. Ni tomo más alimento que «gícaras» de caldo y leche, y alguna pequeña galleta, ni duermo más que algunos minutos, y estoy tan débil que hace 26 días que no he puesto los pies en la calle porque no puedo andar.

Pero lo peor es que como no puedo estar quieto, y el pensamiento es tan listo, para distraerme estoy siempre escribiendo: no cualquier cosa sino componiendo versos. Hace cinco o seis días que no he parado en las 24 horas del día más que algunos minutos que a intervalos duermo por las noches.

No sé qué decirte, que vengas o no vengas. Creo que me dará mucho sentimiento verte, pero te quiero tanto y tanto…» 24-6-94

«Mi situación es horrible. No puedo tomar ni caldo ni leche; y sin embargo mi estómago está bueno, pero no funciona porque no le puedo dar alimento. La tirantez, sequedad, dolor y debilidad de la cabeza son irresistibles. Como mi debilidad es tan grande, apenas puedo tenerme en pie, y sin embargo, el deliro, el desasosiego me obligan a andar, para ver si puedo apartar de mi los tristísimos pensamientos que me acosan. Un mar de moscas no me deja tener las manos sobre el papel.

Me quejo al criador de mis grandes sufrimientos y de su impasibilidad y de la tristísima suerte que me espera, sin hijo, (¿qué será de él?), sin amigos, sin médico, sin sacerdote y sin… nadie.» 25-6-94. (15)

Y a pesar de tanta angustia, de tanto dolor, o precisamente para escapar de él, en esos dos años, y sin contar con los largos intervalos invernales en los que la enfermedad le postra en la inconsciencia, escribe cientos de poesías, reordena las anteriores, publica varios libros y folletos; termina, pero no publica, al menos seis libros y folletos más; edita y dirige 13 números de una revista pedagógica «La Educación Católica», manda a periódicos de toda España múltiples artículos sobre la más variada temática.

Como decía más arriba, son los años en los que vive una intensa relación con su sobrino Martínez Ruiz, quien empieza en Octubre de 1.892 a colaborar en la revista de Amat y se convertirá en el guía, único confidente (por encima del hijo) y albacea de su obra. La influencia literaria y humana de don Miguel en el joven «Azorín», que tiene entonces 20 años, es algo que ha de ser estudiado cuidadosamente y rebasa los límites de esta publicación. De Amat, al que constantemente llama «maestro», escribió en «Antonio Azorín»:

«Es alto, su cabellera es larga; la barba la tiene intensa; su cara pálida está ligeramente abotagada. Camina despacio, deteniéndose, apoyándose en los muebles… Viste con traje oscuro, holgado, la camisa es de batista, blanda, sin corbata; calza unos zapatos suizos; lleva los tres últimos botones del chaleco sin abrochar… Verdú es un bello ejemplar de esos hombres-fuerza que cantan, ríen, se apasionan, luchan, caen en desesperaciones hondas, se exaltan en alegrías súbitas… que son buenos, que son sencillos, que son grandes.»

Pero la enfermedad lo va minando velozmente. A finales de 1.894 entra en un proceso irreversible de la enfermedad que lo convierte en un ser demente. En ese grado de inconsciencia, sin apenas comer, caminando por las calles de Petrel sumido profundamente en la locura, se cumplirá, con trágica exactitud, lo que había escrito en su poema «¡Lágrimas!»:

¡Me espanta mi propia sombra!

Corro calles y senderos,

y al volver a mi morada,

como hoja en el árbol, tiemblo.

Que la casa de mis padres

como una tumba contemplo,

y de todos mis criados,

maldiciéndolos, me alejo.

Y a recorrer, jadeante,

calles y caminos vuelvo,

y al ¡ay! horrible que exhalo

con otro contesta el pueblo.

…Pero el dolor intensísimo del destrozado cerebro

no me permite tener la resignación que anhelo…

Apagóse mi mirada,

quedó mi serena frente

como entre tinieblas envuelta

y ni sombra soy

¡Dios mío! de lo que há poco era.

Morirá abandonado de todos sus amigos y familiares, incluso de su hijo, el 26 de Mayo de 1.896. Así lo relata «Azorín»:

«Entonces «Azorín», que sabe que los músculos son los primeros en morir y que cuando ha muerto el corazón y han muerto los pulmones todavía los sentidos perciben en aterradora inmovilidad, entonces «Azorín» se ha inclina¬do sobre Verdú y ha pronunciado con voz lenta y sonora:

¡Maestro, maestro; si me oyes aún, yo te deseo la paz! …Y «Azorín» añade:

¡Ha vuelto al alma eterna de las cosas!»

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Su certificado de defunción especifica que don Joaquín Gil, natural de Sax, domiciliado en la calle Abadía de Petrel, de profesión escribiente, de 28 años de edad, manifestó que don Miguel Amat Maestre, natural de Valencia, de 61 años de edad (realmente, y sin duda ninguna, como hemos visto, tenía 58), abogado, domiciliado en la calle Cuatro Esquinas, falleció el día 26 de Mayo a las 6 de la tarde en su domicilio, a consecuencia de apoplejía cerebral fulminante, de lo cual da parte como encargado por la familia. Más abajo se dice que «se ignora que haya otorgado testamentó», cuando, en realidad, sabemos por sus cartas que hizo y rehizo su testamento varias veces, dejando a Martínez Ruiz como destinatario y albacea de todos sus libros y a su hijo como heredero de las demás pertenencias. No parece, a la vista del certificado de defunción, que su hermano Enrique hiciera mucho por don Miguel. El hijo de éste se encontraba en Valencia, sempiterno estudiante de Derecho, carrera que había comenzado a los 18 años, aunque ya ahora, a los 30, se encuentra soltero, solo, desgajado de toda raíz que le una a Petrel. Por eso, poco después de la muerte de su padre, reparte con su primo la extensa biblioteca paterna (en la Casa-Museo de Monóvar se encuentra buena parte de ella), vende a peso el resto de libros, malvende las tierras que le quedaban, reservándose tan sólo la casa paterna y se marcha a Valencia donde se casa y tiene un hijo. Muy de tarde en tarde viene a Petrel. En Barcelona trabajó como redactor de «La Vanguardia», y allí murió poco antes de la guerra civil española. (17)

Los restos de don Miguel están hoy a flor de tierra, mezclados con los de muchos petrelenses, en el lugar sagrado que es el viejo cementerio de este pueblo.

NOTAS

I.             –              Son muchos los críticos que al tratar la obra de «Azorín» hablan, de pasada, de Miguel Amat. Desde R. Gómez de la Serna, quien incluso equivoca el apellido, hasta el más reciente articulo de Lorenzo Gomis, quien parece desconocer casi todo sobre Amat, (La Vanguardia, 7-8-83), pasando por Cruz Rueda, Anna Krause, García Mercadal, Inmann Fox… Creo que sólo el estudio de J. Rico Verdú «Un Azorín desconocido» Alicante, 1.973, a pesar de sus lagunas, es el único que con cierto detenimiento ha tratado la trayectoria vital y literaria de don Miguel. Aunque el propio Amat da muchas noticias de su vida y obra a través de sus cartas y, especialmente, de su escrito «Mi Biografía» que debía aparecer al comienzo de sus soñadas «Obras Completas», no siempre es fiable. Agradezco aquí, profundamente, toda la ayuda prestada por D. Enrique Amat Payá, nieto de don Enrique Amat Maestre, hermano que fue de don Miguel.

2- La relación de los bienes de la familia Amat y su evolución viene muy detallada en los distintos libros de empadronamientos y amilloramiento conservados en el Archivo Municipal de Petrel. Esto es sólo un resumen.

3.- Actas de las sesiones del Ayuntamiento, 1.851.

4             – José, llamado por Martínez Ruiz en su novela «Antonio Azorín», Julio, murió como consecuencia del cólera en 1.860, cuando aún no tenía 24 años. Enrique, que vivió casi toda su vida en Petrel, ocupó diversos cargos políticos, incluso el de alcalde (febrero-marzo de 1.877). En el censo de ese año se le califica como propietario, de 44 años, residente en el pueblo desde hace 43, viudo, con hijos: María Josefa Amat Pérez y Enrique Amat Pérez, de 16 y 12 años respectivamente. Vive en la plaza de la Constitución, 11.

5             – Son muy frecuentes los poemas a la madre, poemas que recuerdan algún aspecto físico o espiritual, pero especialmente los que denotan dolor, angustia. El tema de la «Mater dolorosa», madre al pie de la Cruz, es repetitivo y significativo. Del padre o de los hermanos, en cambio, no hay un sólo poema o referencia. He aquí unos fragmentos de un poema a su madre:

Mas, ¿dó hallará la inspiración mi mente

para cantarte, amor de mis amores?

¡En tu memoria, oh madre! únicamente.

Tú que estás en el cielo,

tú que fuiste en el mundo

mi luz, mi afán y mi único consuelo,

y eres aún norte que mis pasos guía…

¡Oh tierno, santo amor, inalterable,!

el más bello, el más grande, el más sublime…

6             – Dentro de esta parcela hay que destacar el poema escrito con ocasión del Centenario del Santísimo Cristo del Monte Calvario 1.874. He aquí algunas estrofas, respetando la grafía con que fue escrita:

¡Señor, cuánt han desijat

qu’aplegara el Centenari!

¡En quín plaer t’hem baixat,

per lo poblé t’hem portat,

y et durem al Santuari!… Tenía la Mare de Deu

en lo dols nom del Remey,

Bonifasi y Bertomeu y el cristo…

¡que es el Gran Rey!

Petrolanohs, ¿qué mes voleu?…

Atres festes diferents

Dins cent añs Petrer fará;

mes la fe que aquelles gents

y á éstes moga, igual será.

7             – Archivo Municipal de Petrel.

8             – Luis Santonja, diputado a Cortes; don Tomás Capdepón, diputado por Orihuela, que sería ministro de la Gobernación años más tarde, y don Andrés Rebagliato, alcalde de Orihuela y diputado a Cortes. Su hermano Mariano fue un famoso general moderado.

9             – Acta del 3-8-1.872.

10.- Una muestra inequívoca es el Acta del 31-12-1.874.

II.            –              Pastor de la Roca, J.: Crónica del viaje a Alicante de S.S.M.M. Amadeo y María de la Victoria. Alicante, 1.871.

12 – Sesión sacro-literaria que en honor del Augusto Misterio… Reseña preliminar de Rafael Viravéns Pastor. Alicante, 1.872. 13.- Certamen literario celebrado en Alicante, el día 8 de Diciembre de 1.876. Alicante, 1.876.

14 – Amat publicó el romance añadiéndole numerosos e interesantes comentarios «Don Jaime el Conquistador. Romance histórico ampliamente anotado y seguido de citas cronológicas y un juicio apologético sobre dicho monarca y su reinado, por don Miguel Amat y Maestre, con un prólogo por don Juan Vila-Blanco, cronista de la provincia de Alicante. Alicante, 1.876.

15.          –              Todas estas cartas, así como la mayor parte de la obra de M. Amat se encuentran en la Casa-Museo «Azorín» de Monóvar, a cuyo director, don José Payá Bernabé, agradezco su colaboración.

16.          –              Estas son las obras conservadas de esos años:

«Rimas», Alicante, 1.892; «El Amor Cristiano», Alicante, 1.893; «La Libertad», Alicante, 1.892; «Los sucesos de Melilla», 1.893; «Últimos cantos», Alicante, 1.894; Los «Folletos católicos»: Canto a la Cruz y Canto a la Purísima, que tuvieron dos ediciones cada uno, Vida de Santa María Magdalena, y las oraciones del cristiano.

Son obras acabadas, pero sin publicar: «Romances», «Prosas», «Cartas sobre Querol» y varios «Folletos católicos» más. Y hay artículos suyos en más de 30 periódicos y revistas: El Alicantino, El Graduador, La Monarquía, Las Provincias, La Ilustración Española, El Constitucional, La Época, La Correspondencia Alicantina… sin contar con su propia revista: «La Educación Católica».

17.          –              Miguel Amat Broqués nació en Petrel en 1.867. Estudiante de Leyes durante muchos años, todavía lo era en 1.900. Casó en 1.905 con la valenciana Desamparados Flores Torré, la cual muere en Petrel el 12 de Agosto de 1.907, apenas cumplidos los 31 años, dejándole un hijo, Miguelito. En el Libro de Amilloramiento de 1.900 constan sus posesiones: paga 570 pesetas de contribución anual, posee 7 parcelas de tierra en el Partido de Casa Cortés, de viña y olivos, en total unas 40 tahullas; 3 parcelas en el partido del Almafrá, de viña y arbolado, unas 27 tahullas, además de la casa donde vive. Existe también una nota de las sesiones de la Corporación, de 1.905, donde consta una reclamación suya en la que exige indemnización por las obras realizadas en la fuente de San Bartolomé «sita en la calle Sagasta, que no absorbe toda el agua sobrante de la misma, rebasando la pila que sirve de recipiente y filtrándose en los terrenos contiguos y haciendo perjuicios en algunas casas cercanas, especialmente se perjudica a la casa n.° 2 de la calle Miguel Amat, habitada por don Miguel Amat Broqués. Para hacer todas las obras de desagüe, éste pide unas concesiones que le son concedidas.»