Notas para iniciar una historia de los toros en Elda

Ya que ha quedado dicho que la Plaza se puso en funcionamiento porque hacía falta dinero. Aquel mismo año se montarían tres o cuatro novilladas económicas, iniciándose lo que sería a la postre la época de mayor esplendor de los toros en Elda y que cabría situar entre el final de la década de los cuarenta y la disolución del Club Taurino, en la segunda mitad de los años cincuenta. Durante aquellos años fueron habituales los festejos, sobre todo charlotadas y novilladas económicas. La gente iba a los toros, había una afición creciente y la variedad de los precios permitía que acudieran todas las capas sociales, y también los aficionados de los alrededores, cuya asistencia ha sido siempre importante.

De aquella época y años posteriores cabe retener el nombre de algunos aspirantes a figuras que consiguieron enfocar el asunto casi profesionalmente, como José Mª Poveda «El Niño de los Pozos», que llegó a torear en Madrid, Jósé Navarro «Farana», Paco Rocamora, Antoñita Rocamora su hermana rejoneadora, o José Ruiz «Joselete». Mención aparte la merece a Demetrio Francisco Sánchez «Velita», uno de los mejores toreros que han salido de Elda, que vio truncada su carrera por una precipitada presentación en Madrid. Ellos y otros más que quedaron en el camino, como José Serrano «El Espontáneo» o José González «El Plancha», abonaron el terreno para que posteriormente surgieran, no ya novilleros, sino verdaderos matadores de toros como Lázaro Carmona, o el más reciente, Juan Rivera.

El club taurino

Con el objetivo de promocionar a los noveles con la organización de festejos y aglutinar la creciente afición, nace el Club Taurino, que fue autorizado oficialmente el 26 de enero de 1957 por el Ministerio de Gobernación. Fue una realidad gracias al interés especial de unas pocas personas, pero consiguió funcionar de una forma estable durante unos tres años (56-57-58 según todos los indicios).

Joaquín Bernardó (segundo por la izquierda) en el Club Taurino (Foto Sogorb)

El Club Taurino fue una experiencia sin precedentes en Elda, que no tuvo continuidad, a pesar de su importancia. En sus mejores momentos llegó a contar con alrededor de 200 socios, un local ‘ propio en la calle Jardines (hoy bar Granada) y la presidencia de honor era ostentada por el matador Antonio Bienvenida, actuando como madrina la tonadillera Mari Fe de Triana. En la práctica, Genaro Juan figuraba como presidente, Demetrio Pastor asumía la función de tesorero y Salvador Sánchez «Gitanillo» la de asesor técnico, además de otros aficionados que formaban una junta directiva al completo. Al margen de su actividad como entidad social, el Club Taurino organizó festejos directamente. Esta animación provocó que también se motivara el dueño de la plaza, Eustaquio Cantó, incrementándose el número de corridas. Pero finalmente desapareció, según Demetrio, «porque faltó control en la directiva y cundió el desinterés general».

Becerrada a beneficio del Club Taurino con los novilleros "Joselete" Pedrés, Manuel Amador y Montero
Liquidando la corrida organizada por el Club Taurino el 20 de junio de 1957.

Otros momentos estelares y accidentes en el camino

Una buena temporada de toros en Elda venía marcada por la organización de una novillada con picadores. En Moros, alguna que otra novillada económica en la temporada y una corrida por las Fiestas de septiembre, festejos que, cuando eran importantes, requerían de una Presidencia que, casi siempre, llegaba de Alicante. Eso se podía considerar una temporada grande.

Empezando por los matadores, larga es la lista de primeras figuras del toreo que han pisado el ruedo de Elda, casi siempre en festivales benéficos. Por poner un par de ejemplos, notoria es la vinculación que tuvieron con Elda matadores de la categoría de Antonio Bienvenida o los hermanos Dominguín y de tantos primeros espadas que aparecen en el índice final de este trabajo que vinieron a actuar desinteresadamente en muchas ocasiones.

Media verónica de Mondeño a uno de los mejores de la ganadería de los "Campillones", uno de los mejores lances que se han visto jamás en la Piaza de Elda

De todo ello quedan retenidas en la mente del aficionado algunas faenas históricas como el trabajo de Juan García Mondeño a los toros de la ganaderia cacereña de los «Cam pillones». Igualmente, cabe calificar de histórico el llenazo que registró la plaza en la corrida de Los Peralta de septiembre de 1969, teniéndose que colocar el cartel de NO HAY BILLETES, circunstancia extraordinaria en la vida de la plaza que sólo se produjo en otra ocasión más.

No menos relevante, pero en plan tarde-escándalo, resultó la frustrada actuación de «El Cordobés» unos años antes, tarde aciaga en la que quedó compuesto y vestido de luces sin poder realizar el paseillo a causa de una lluvia torrencial que hubo de soportar el numeroso público, no sin protestas estentóreas aunque finalmente recuperaran el dinero de la entrada. Y más recientemente, ya en el año 84, no se puede olvidar la primera -y única- corrida que se retransmitió por televisión para toda España, comentada por Matías Prats. Todo esto son muestras del alcance que ha tenido el fenómeno de los toros en Elda. Seguramente, un rastreo más concienzudo detectaría otros momentos dignos de ser destacados.

Tarde triunfal de los Peralta, Ileno absoluto de plaza, teniéndose que colocar el cartel de "NO HAY BILLETES" (20 de septiembre del 69)

Pero, ¿hasta hubo una ganadería?

Por pocos conocimientos taurinos que se posean, uno se da cuenta de que la calidad del ganado es una condición imprescindible para elevar la belleza y calidad del espectáculo taurino. Y uno se imagina -no sin cierta ironía- que los grandes hierros no guardarían sus reses más bravas para ser lidiadas en plazas como las de Elda, ni que los organizadores podrían permitirse esos lujos. Trasladada esta duda al juicio del técnico, éste asegura que, en general, y cuando se trataba de corridas de toros, el ganado solía dar buen juego. Pero esta situación variaba sustancialmente cuando se trataba de novilladas y becerradas, donde la calidad del ganado sí que era deficiente. En cualquier caso, el procedimiento para la recepción de los animales era casi siempre el mismo. Llegaban en batea por ferrocarril y desde la estación eran trasladados en camión hasta los corrales de la plaza. Tanto esta operación, como el posterior desencajonamiento y sorteo de los toros solían estar arropados con una abundante presencia de aficionados.

En la ganaderia "La Gurrama" con los Charros mejicanos, antes de la corrida (julio de 1949)

Pero en los numerosos festejos organizados por Demetrio, hay que hacer un par de puntualizaciones que no sabemos si se repetirían en otros promotores. No es sólo que él se desplazara personalmente a los lugares de origen de las ganaderías para elegir personalmente los lotes con conocimiento de causa, sino que se atrevió incluso a regentar una ganadería, propiedad de Heliodoro Vidal, de Madrid, en el término municipal de Petrel. Durante un año, a caballo entre el 58 y 59, «La Gurrama», ganadería de toros de lidia con unas treinta reses, fue una realidad. Pero por falta de pastos, se tuvo que poner fin a aquella experiencia insólita, acabando con los toros en festejos para la lidia.

Y cierto brillo le aparece a Demetrio en los ojos cuando cuenta la historia del último toro que le quedó, un impresionante ejemplar de 700 kgs. de nombre «Puerto Rico» que reservó para un espectáculo típico de la época como eran los Charros Mejicanos. Para torear y matar el toro a pie, en el supuesto de que los Charros no acabaran con él, Demetrio incluyó como sobresaliente al novillero local Francisco Aguado «El Exquisito», alias «El mueble», personaje relacionado con las acciones represivas que siguieron al fin de la guerra civil.

La anécdota, cruel pero justiciera, no pudo tener una fecha más adecuada: el 18 de julio de 1959. Los entresijos de la historia aportan detalles sustanciosos, aunque difícilmente reproducibles. Pero dejémosla en el momento en que el toro ya no quiso saber más de los Charros y la plaza, a rebosar y con un clamor unánime empezó a gritar: ¡que salga «El Exquisito»! Pero «El Exquisito», claro, no tenía muchas ganas de enfrentarse con aquel gigante y se escudó en la inexistencia de contrato para escurrir el bulto. La presión de la fuerza pública y el cobro del doble sobre lo estipulado hicieron posible que «El Exquisito» saliera al ruedo, consiguiendo clavar un pinchazo en la yugular del animalote, una vez que se hubo dejado coger, ya que era esa la única forma para salir ileso al estar el toro abierto de pitones. Este consejo de Demetrio le libró de un serio percance, pero no del miedo que tuvo que pasar, para mayor satisfacción del respetable.

One thought on “Notas para iniciar una historia de los toros en Elda”

  1. Gran artículo! El dato de la apertura del coso, con la historia de Perlito me ha parecido muy genuino, jajaja. Lástima que esta plaza no volverá a cumplir sus funciones iniciales, :(. Sirvo este enlace para el que quiera informarse sobre los espectáculos de toros más recientes!

    https://toroticket.com«>

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