Mujeres de Petrer en la Segunda República y en la Guerra Civil

REMEDIOS LA CASERA “MILICIANA DE PUEBLO AUTÉNTICO

Una de las mujeres de Petrer que a los pocos días de estallar la guerra se incorporó al frente fue Mª Teresa Remedios Jover Cánovas, más conocida por Remedios La Casera. Remedios nación en Ain El Turk (Orán) en 16 de marzo de 1899. Sus padres Ramón y Remedios habían ido a trabajar a este lejano lugar como mano de obra agrícola temporera. A su regreso, se trasladaba a vivir a Petrer como caseros de las tierras del conocido hacendad D. Eleuterio Abad. Viven durante algunos años en la casa de la finca de lonas de Vicente Castelló y Cía., donde sabemos que participó activamente en las huelgas acaecidas hasta su cierre en 1921; en una de las huelgas, su madre y otra compañera evitaron la detención del líder anarcosindicalista Juan Brotons Maestre Capotillo pues vistiéndole con ropas femeninas pudo pasar inadvertido ante las narices de la Guardia Civil.

En el año 1927 se casa con Miguel Aracil, marchándose a vivir a la cercana población de Elche donde tuvieron a dos hijos, Miguel y Ramón. A los pocos años, su esposo desaparecía sin que haya hasta la fecha nadie de su familia haya podido saber nada de él. Al quedarse sola, Remedios y sus dos hijos regresan a la casa de sus padres en el carrer Nou de Petrer y entra a trabajar de aparadora en la fábrica de Calzados Luvi.

La vida es dura, el escaso salario que ganaba con dos hijos que alimentar hacía necesario llevarse trabajo a casa después de la jornada y conseguir, cuando se podía unos céntimos limpiando alguna que otra casa de vecinos o conocidos que lo precisaran. Poco tiempo le quedaba para atender a sus hijos y realizar las tareas de su propio hogar.

Remedios Jover con traje de teniente.
Remedios Jover con traje de teniente.

Ninguna de las personas consultadas nos ha podido atestiguar con certeza la ideología política de ésta extraordinaria mujer. Sabemos que los familiares de su esposo estaban afiliados al sindicato de la CNT. Su padre, Ramón Jover Crespo, fue un hombre culto, autodidacta y comprometido con las ideas socialistas; en una ocasión prestó su carro y sus mulas a la célebre Rondalla Filarmónica que iba recaudando fondos por los pueblos de la provincia para los obreros de Petrer durante la huelga general de junio de 1936. Sin embargo, si bien Remedios simpatizaba con los ideales de progreso y de justicia, no estuvo afiliada a ningún partido. Quienes la conocieron la recuerdan como una mujer dialogante, lejos de cualquier sectarismo y muy respetuosa con las ideas de los demás.

El día 28 de julio de 1936, diez días después del alzamiento militar contra la República, Remedios ya formaba parte del ejército voluntario de combatía por la defensa de Madrid. También estaban con ella un buen número de jóvenes de Petrer, entre ellos Francisco Beltrán Bacallaret, Bonifacio Mollá, de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), Ventura Micó y Vicente Aracil de la CNT, encuadrados en la 8º Compañía del Batallón “Octubre 11”, maridad por Fernando de la Rosa y con un destino en la Sierra de Guadarrama (sector del Escorial).

La revista del batallón, Octubre, correspondiente al mes de agosto de 1936, saluda la incorporación de Remedios con esas palabras:

REMEDIOS JOVER, MODELO DE MILITANTE: ¡Magnífico ejemplar Remedios Jover, mujer del pueblo auténtico, se ha incorporado al Batallón “Octubre”…en las condiciones en que esta camarada ha venido a luchar, contra nuestros enemigos, si tiene un alto valor que demuestra hasta qué punto es un modelo en el que deben fijarse todas nuestras compañeras…

Unas líneas más abajo se pude leer una frase entrecomillada con palabras de Remedios que dice: “Como no puedo dar a mis hijos en defensa de la causa del pueblo, doy mi vida”

Historiadores como Hugh Thomas o Tuñón de Lara coincides en afirmar que los combates de los primeros meses de guerra, en el Frente de Guadarrama (Alto de León, Peguerinos) fueron los más sanguinarios y feroces de toda la contienda. Se trataba de ejércitos de voluntarios con un compromiso político elevado, integrados por carlistas y falangistas, frente a milicias socialistas, anarquistas y comunistas. Después de las batallas apenas había posibilidad de enterrar a los muertos, la ausencia de fortificaciones y de líneas precisas obligaba, muchas veces a un combate frente a frente.

Sabemos por testimonios de compañeros de armas de Remedios que, en varias ocasiones tuvo que dar sepultura a milicianos muertos en combate y que en momentos difíciles y arriesgados animó a sus compañeros a que salieran de sus posiciones para combatir a su lado. Su arrojo y valentía le valió e ascenso a sargento en septiembre de 1936.

En el libro de Manuel Tagüeña, Testimonio de dos guerras, podemos leer: El día 15 de septiembre (Cabeza Lijar) empezamos a preparar el contraataque. Lo iban a realizar compañías de nuestro batallón entre ellas una de alicantinos, que eran magníficos soldados. Al amanecer del 16 comenzó nuestra ofensiva, tratando de atacar por sorpresa, ya que no teníamos artillería; pronto vimos casi en la cima a Remedios, una alicantina luego ascendida de teniente agitando una manta roja… De noche cuando renació la calma vi que estaba rodeada de los alicantinos que quedaban vivos; no eran más que diez en la Cía., todos sus oficiales habían muerto; Remedios había sido también gravísimamente herida en la cabeza y trasladada al Escorial.

La herida en la cabeza la había dejado inconsciente y en un primero momento fue dada por muerta, incluso unas horas después un telegrama comunicaba a sus familiares de Petrer la triste noticia. Pero quiso al azar que un soldado advirtiera un leve movimiento en la cabeza de Remedios y comprobara que todavía vivía.

Ascendida a Teniente el 28 de septiembre estuvo durante unos meses saneando de las heridas en una vivienda del Escorial, donde pudieron ir a visitarla sus dos hijos Miguel y Ramón. La vivienda mencionada estaba adosada a otras y en ellas residían varias familias de distinta procedencia. En una de ellas, un sacerdote oficiaba la misa a escondidas, sin que Remedios en ningún momento lo delatase.

Fue dada de alta el 31 de octubre y se incorporó al Estado Mayor del por entonces comandante M. Tangüella de la 30 Brigada Mixta formada por varios batallones, entre ellos el “Octubre” en el que habían formado parte buen número de voluntarios de nuestro pueblo.

Hasta el mes de agosto de 1937, continúa Remedios en el sector del Escorial con la responsabilidad e abastecimiento de víveres, ropas y suministros para la brigada. En ocasiones se trasladada a Petrer para aprovisionar a la brigada de jabón, uva, tabaco y también sábanas, mantas, ropa…., no siempre entregadas de buen agrado por los comerciantes. Sus breves estancias en nuestro pueblo eran aprovechadas para estar con sus hijos y a su regreso eran muchos los jóvenes voluntarios que partían con ella a las líneas de combate en la Sierra de Guadarrama. Esposas y madres de los combatientes se servían de su partida para confiarle paquetes con ropa y comida que Remedios cuidaba para que llegaran a sus destinatarios.

Entre las gentes de Petrer se hizo famosa una canción compuesta en su honor y que todavía en nuestros días muchos recuerdan. El paso del tiempo y su transmisión oral durante los años del franquismo son la causa de encontrarnos hoy con varias versiones. Una de ellas dice así:

 

Remedios «la Casera»

ha ascendido para teniente,

ha sabido demostrar

que ha sido muy valiente.

Estribillo

Se despidió, se despidió…

para marchar…

y aunque venga la Legión

va delante del batallón.

 

2* VERSIÓN:

A Remedios «la Casera»

como ha sido tan valiente

por eso le han puesto

las estrellas de teniente.

También nuestro poeta Francisco Mollá, compañero de Remedios en la 30 Brigada, le dedicó un poema:

 

Tu madre desde la sierra

te felicita hijo mío,

mientras pelea con brío

por tu bien en esta guerra.

Todo mi gusto sería estar

hoy a vuestro lado

en el hogar bien amado

nido de paz y armonía.

El petrerense Gregorio Francés, voluntario de la 30 Brigada y desti-nado en el sector de transporte de suministros, acompañó en numerosas ocasiones a Remedios y recuerda que «era una mujer de principios, se hacía respetar y no era una mujer fácil». Las estrellas de teniente y su firmeza de carácter eran sus aliados para guardar distancias y hacer valer su autoridad entre los soldados. A pesar de ello, nadie podía evitar que algunas malas lenguas dijeran que se acostaba con los milicianos, como también se dijo de todas las mujeres que estaban en los frentes.

Con la firma de Fernando Verdú, uno de los muchos petrerenses muertos en combate, la 1a Cía. del 1ª Batallón de la 30  Brigada le dedica un poema como reconocimiento y estima ante el traslado de Remedios a otra unidad. Su nieta lo guarda con profunda admiración y cariño y de su lectura se deduce que, además de luchadora ejemplar, Remedios representaba para sus compañeros el papel de «madre protectora».Queda fuera de duda la celebridad y la estima que gozaba Remedios dentro y fuera de Petrer; se puede decir que representó junto con Lina Odena, Rosario la Dinamitera y tantas otras, lo mejor de la mujer española en unos momentos decisivos de la Historia de España.En el mes de agosto de 1937, M. Tagüeña es ascendido a jefe de la 3* División y por su citado libro de memorias sabemos que el Estado Mayor de su brigada le acompañó en su nuevo destino… «Así como a Remedios…».Les esperaban duros combates, primero en el frente de Teruel, más tarde en la Batalla del Ebro con la 3ª División cubriendo la retirada del resto de las fuerzas republicanas. El final de la guerra estaba próximo, se retrocedía constantemente por tierras catalanas. El intento de organizar la resistencia de Barcelona se vio frustrado por el abandono de sus defensores. Ya sólo quedaba el exilio por la frontera o a través de las montañas. En febrero de 1939, Remedios, con cientos de miles de republicanos cruza la frontera francesa por Port Bou. El campo de concentración de Ángeles-du-Mer y un largo y amargo exilio la esperaba. La esperanza de volver a su patria, de abrazar de nuevo a sus hijos, se vio con los años frustrada. La ocupación de Francia por las tropas alemanas añadiría meses más tarde un profundo desamparo en su alma, sólo la alegría de su hija Elisa, nacida de su amor con un exiliado español llamado Tomás Gómez, y su fe en el género humano le darían las fuerzas necesarias en su obligado exilio que duraría treinta y dos años.

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