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Los alcaldes de Elda: Un siglo de gobierno municipal (1901-2000)

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Fachada del Ayuntamiento adornada con tarays con motivo de las Fiestas de Septiembre.1923.

*Nota: Artículo publicado originalmente en la Revista Alborada nº 44 -2000

Un handicap en el que habitualmente caemos, tanto historiadores como ciudadanos, a la hora de emitir juicios de valor sobre el análisis de la vida municipal de un periodo concreto de gobierno municipal es el focalizar en el alcalde, como máxima figura institucional que preside una corporación local, los logros y aciertos realizados durante el mandato, pero también los errores cometidos y torpezas demostradas. Opiniones u observaciones en las que pocas veces se tiene en cuenta que el alcalde nunca ha estado solo en una corporación municipal, sino que los concejales, ediles, síndicos, regidores o jurados también detentan una responsabilidad en el ejercicio de la res publica a nivel local. Responsabilidad que, por otra parte, y en directa relación con la primera apreciación, pocas veces la historia o los historiadores les exigimos.

Sin embargo, no es éste el espacio ni el tiempo de enjuiciar las labores de gobierno de los ediles municipales, ni pretendemos con este trabajo el biografiar a todos y cada uno de los alcaldes de Elda en el siglo XX, ni hacer un repaso crítico por su gestión al frente de la alcaldía eldense, sino el glosar brevemente y de modo genérico la figura de los alcaldes, las circunstancias políticas y sociales en las que desempeñaron el cargo, curiosidades en torno a los mismos, principales hechos acontecidos en nuestra población en relación con la participación directa o indirecta de quien ocupara entonces el sillón municipal, similitudes y relaciones de unos con otros, etc.

Tres fuentes documentales se convierten en base fundamental a la hora de configurar el listado de alcaldes vigesimónicos: la documentación oficial generada por el propio Ayuntamiento como son las actas de los plenos municipales y dos libros: La historia de Elda, de A. Navarro Pastor (1981) [2] y el libro Elda: Urbanismo, toponimia y miscelánea, de J. Rodríguez Campillo (1999). No habiendo acudido a las fuentes originales por falta de tiempo material, se ha recurrido a los dos trabajos citados para confeccionar un listado exhaustivo de las primeras autoridades. Si bien ambos realizan una enumeración exhaustiva, mantienen sensibles diferencias en la inclusión de unos u otros nombre. Desigualdad originada por la inclusión o no de los llamados alcaldes accidentales, aquellos concejales que, durante días, semanas o algún mes, ocuparon el sillón presidencial del municipio de forma interina, por cese, fallecimiento o renuncia al cargo del titular, hasta la designación o elección plenaria del sucesor. A este respecto, a la hora de redactar el presente trabajo se han tenido en cuenta a aquéllos que ocuparon el cargo provisionalmente entre el cese de uno y la elección de otro, mientras que no se ha contemplado a aquellos ediles que por su condición de teniente-alcalde ejercieron la máxima magistratura municipal por ausencia del titular.

Se hace extremadamente difícil realizar en breves páginas una síntesis acerca de todos los alcaldes, tanto de su faceta política y pública como personal y privada; de las circunstancias y trayectoria política que les permitieron llegar a la alcaldía eldense; de su nombramiento o elección y de su cese; de su afiliación política; etc. La disparidad de regímenes políticos que el siglo XX ha conocido en España, la heterogeneidad de las circunstancias políticas y la diferente normativa legal reguladora de la administración local, así como la propia evolución y desarrollo de la propia ciudad, imposibilitan el poder comparar a unos con otros, pues ni el marco legal en el cual ejercieron su cargo ni la ciudad a gobernar han sido los mismos a lo largo de cien años. En un siglo, se ha pasado de una política municipal caciquil imperante durante el reinado de Alfonso XIII, donde el gobierno municipal era trasunto del gobierno nacional con la alternancia pactada entre liberales y conservadores, a una situación de plena democracia representativa bajo la monarquía parlamentaria actual, pasando por el breve experimento democrático de la II República (1931-1936), abortado con el amargo episodio de La Guerra Civil (1936-1939), y por un amplio periodo de autoridades designadas por el Gobierno Civil provincial, como representante del estado autoritario implantado por el general Franco (1939-1975).

Del mismo modo, poco tiene que ver la Elda industrial y terciaria de finales del año 2000, con 54.025 habitantes, con aquella villa agrícola del año 1900, que contaba con 6.131 habitantes y cuyo perímetro urbano tímidamente había sobrepasado los límites existentes desde mediados del siglo XVII; y que veía cómo desde 1890-1895 empezaban a proliferar en su periferia las fábricas de zapatos.

Cotejando las fuentes citadas hemos contabilizado un total de 42 personas que han ejercido la alcaldía eldense a lo largo del siglo XX, de las cuales 34 lo fueron en condición de cargos electos mientras que las restantes 8 la desempeñaron de forma interina o accidental. A título anecdótico decir que el primer alcalde del siglo fue Manuel Tordera y Juan, que venía desempeñando el cargo desde 1899, finalizando su mandato el 12 de diciembre de 1901, y habiéndolo ejercido con anterioridad durante los años 1867, 1876-1879, 1891-1892; y el alcalde que cierra el siglo es Juan Pascual Azorín Soriano, primer edil desde el 5 de junio de 1996.

Reinado de Alfonso XIII (1901-1931)

Alcaldes electos: Manuel Tordera Juan, Manuel Beltrán Aravid, José Joaquín González Amat, Roque González Amat, José Joaquín González Payá, Francisco Alonso Rico, José Catalán Gras, Emérito Maestre Pérez, Manuel Beltrán Olcina, Joaquín Coronel Rico y José Martinez Sánchez.

DICTADURA DE PRIMO RIVERA (1923-1930): Enrique Vera Gras, Francisco López Pérez, Pablo Maeste Sirvent y Francisco Alonso Rico.

Alcaldes interinos: Vicente Maestre Sempere.

Durante la parte que nos atañe del reinado de este monarca y en el marco de la Constitución de 1876, se sucedieron once alcaldes titulares y uno interino, mientras que en el periodo de la dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930) cuatro alcaldes fueron designados y dos ocuparon el sillón accidentalmente.

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Manuel Beltrán Aravid.

Durante este reinado, y como consecuencia del sistema político bipartidista alternante implantado durante la Restauración, fue frecuente que una persona ostentara la alcaldía en varias ocasiones pero sin continuidad entre ellas. Así, vemos cómo José Joaquín González Payá y Francisco Alonso Rico son designados en cuatro ocasiones cada uno; Manuel Beltrán Aravid, José Catalán Gras y Joaquín Coronel Rico, en tres ocasiones; y José Joaquín González Amat y Manuel Beltrán Olcina, en dos.

Del mismo modo, y dado el carácter oligárquico del sistema político, donde las prácticas caciquiles estaban a la orden del día, fue frecuente que, a lo largo de años y décadas, determinadas familias se perpetuasen en el poder municipal, unos veces como ediles y otras como alcaldes. Ejemplos de este fenómeno lo encontramos tanto en el Partido Conservador, con la saga familiar de los Maestre, cuyo representante en este periodo fue Emérito Maestre Pérez (1914), padre, hijo, nieto y sobrino de alcaldes de Elda en el siglo XIX; como en el Partido Liberal con la familia de los González, que ostentó la alcaldía con José Joaquín González Amat (1904-1909, 1912-1914), José Joaquín González Payá, hijo del anterior, (1910, 1910-1912, 1916-1917, 1917-1918) y Roque González Amat (1909-1910), hermano y tío de los anteriores. De familia liberal también fueron los Beltrán, dos de cuyos miembros, padre e hijo, Manuel Beltrán Aravid (1872-1873, 1898, 1902-1903, 1910) y Manuel Beltrán Olcina (1916), respectivamente, también fueron alcaldes de Elda.

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José Joaquín González Amat.

Será en este periodo cuando el 24 de agosto de 1904, bajo la corporación municipal presidida por José Joaquín González Amat, el gobierno presidido por el conservador Antonio Maura le conceda a la villa de Elda el título de ciudad en reconocimiento a los logros económicos y demográficos conseguidos.

A pesar de la alternancia consensuada entre conservadores y liberales, y fruto de la legislación que regulaba la política municipal permitiendo una continua injerencia de los gobiernos civiles, durante las tres primeras décadas del siglo fueron frecuentes las destituciones de alcaldes por orden gubernativa. Ceses que, con frecuencia, fueron seguidos de reposiciones en el cargo de los depuestos, originando algunos años un baile de alcaldes. Así, en años como 1910 y 1914 se produjeran hasta cuatro cambios de alcaldía, con la participación de dos y tres alcaldes, respectivamente, que eran cesados y repuestos en el cargo tras un corto espacio de tiempo. Práctica política que facilitó que hubieran alcaldes que ejercieran como tales durante 5 días, caso de Francisco Alonso Rico (01-01-1914 / 06-01-1914), e incluso, 3 días, caso de José Catalán Gras (06-01-1914 / 09-01-1914).

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José Joaquín González Payá.

Frente a mandatos de meses, semanas, e incluso días, destacan aquellos otros que, superando el año, se prolongaron en el tiempo, permitiendo una inusitada estabilidad en la política municipal. Entre éstos sobresalen las dos ocasiones en las que José Joaquín González Amat estuvo al frente del consistorio eldense, la primera durante cinco años y seis meses (01-01-1904 / 01-07-1909) y la segunda durante dos años (1912-1913). A éste, le siguen, por permanencia en el cargo, su hijo José Joaquín González Amat, con dos años y Joaquín Coronel Rico, con dos años y dos meses.

El agotamiento político del sistema de alternancia entre conservadores y liberales provocó la proclamación de la dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930). Gobierno que, con el apoyo del monarca, suspendió las garantías constitucionales y vino a imponer corporaciones municipales afectas al régimen, donde quedaron representados aquellos sectores sociales y económicos mas interesados en el mantenimiento del orden social y político. Así, llegaron al consistorio nuevas caras de la mano de Enrique Vera Gras, que ejerció durante cuatro meses y trece días; Francisco López Pérez, teniente coronel retirado que asumió la alcaldía durante casi tres años; Pablo Maestre Sirvent, fabricante, alcalde durante el año 1927; siendo Francisco Alonso, de nuevo, el último alcalde del régimen primoriverista, durante dos años y dos meses.

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Francisco Alonso Rico.

Será bajo la alcaldía de Francisco López Pérez cuando, por medio de Real Decreto de 9 de junio de 1926, el gobierno conceda al Ayuntamiento de Elda el tratamiento de «Excelentísimo» en sustitución del «Muy Ilustre» empleado hasta entonces.

Con la dimisión de Primo de Rivera, se vuelven a constituir los ayuntamientos constitucionales, siendo elegido alcalde José Martínez Sánchez, que ejerció durante un mes y siete días y que fue sustituido por Joaquín Coronel Rico, que ocupaba el sillón municipal por tercera vez, en esta ocasión por el periodo de un año, siendo el último alcalde de la monarquía de Alfonso XIII, puesto que en la elecciones municipales celebradas el 14 de abril de 1931, y ante la descomposición de los partidos políticos que sostenían al monarca, los partidos republicanos consiguieron alzarse con la alcaldía de Elda. Resultados que, repetidos a nivel nacional en las capitales de provincias y principales ciudades del país, precipitaron la caída del rey y la proclamación de la República.

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José Catalán Gras.

II República (1931-1936)

Alcaldes electos: Emérito Maestre Maestre, Vicente Gil Navarro, Aquilino Bañón Sáez, Joaquín Vera Pérez, Enrique Puigcerver Foglietti, Juan Lorenzo Calpena y Francisco Botella Payá.
Alcaldes interinos: Vicente Gil Navarro, Aquiolino Bañón Sáez, Juan Lorenzo Calpena y Martín Llopis Taltavull.

Las elecciones municipales permitirán la llegada de nuevos rostros a la política municipal que permanecerán en activo mientras dure el régimen republicano. Nombres como Emérito Maestre Maestre, con 845 votos obtenidos; José Ruano López, con 839; Joaquín Vera Pérez, con 833; Aquilino Bañón Sáez, con 830; Martín Llopis Taltavull, con 820; Juan Lorenzo Calpena, con 776; y Vicente Gil Navarro, con 768 votos, participarán activamente en los sucesivos ayuntamientos republicanos entre 1931 y 1936, casi todos como concejales y cuatro de ellos como alcaldes. Hombres de honestos y convencidos ideales republicanos, la mayor parte de ellos industriales del calzado, poco pudieron hacer ante los extremismos a los que se dio rienda suelta durante la II República, viéndose envueltos en una espiral incontrolable que les llevó, a muchos de ellos, a abandonar la política activa y a no sentirse identificados con los caminos que seguía la República por la que tanto habían luchado.

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Emérito Maestre Pérez.

Proclamada la República el 16 de abril de 1931, y a tenor de los resultados electorales locales, el ayuntamiento eldense quedó constituido con una mayoría republicano- radical-socialista, siendo elegido como primer alcalde republicano Emérito Maestre Maestre, industrial del calzado. Hijo, nieto, bisnieto y sobrino de alcaldes del Partido Conservador durante la monarquía derrocada, Emérito Maestre, republicano moderado y correligionario de Alcalá Zamora, presidente de la República, apenas duró tres meses en el cargo, dimitiendo el seis de julio de 1931.

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Joaquín Coronel Rico.

Siete fueron los alcaldes republicanos que tuvo Elda hasta el inicio de la Guerra Civil. La inestabilidad política nacional y la ruptura de pactos motivaron que los mandatos fueran cortos, pues ninguno de ellos alcanzó los dos años de gobierno municipal. Joaquín Vera Pérez, adscrito al Partido Radical-Socialista, ostentó la alcaldía en dos ocasiones, La primera durante dieciocho meses y la segunda durante tres meses y doce días; Aquilino Bañón Sáez, jefe del Partido Radical, ejerció durante un año y siete días; Enrique Puigcerver Foglietti, casi nueve meses; Juan Lorenzo Calpena, cinco meses y diez días; etc.

Al igual que sucedía durante la monarquía alfonsina, los acontecimientos políticos nacionales tuvieron su repercusión en la vida local, tal y como se puede observar cuando, a finales de octubre de 1934, y ante la rebelión obrera de Asturias, el gobernador civil de Alicante cesa a toda la corporación local, con Joaquín Vera Pérez a la cabeza. Destitución que se volverá a repetir el 6 de enero de 1936, cuando Juan Lorenzo Calpena es cesado como alcalde con toda la corporación.

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Pablo Maestre Sirvent.

La sublevación militar de Marruecos en julio de 1936 y el inicio de la Guerra Civil ocurrieron siendo alcalde, por segunda vez, Vicente Gil Navarro, quien desbordado por la actuación de las organizaciones políticas, sindicales y revolucionarias, y una vez pasados los alterados y confusos primeros días, presentó su dimisión al gobierno civil de Alicante, que dictó la orden para la constitución del Consejo Municipal Antifascista.

GUERRA CIVIL (1936-1939)

Alcaldes electos: Manuel Bellot Orgilés, Manuel Vera Rico y Manuel Alberola Castelló
Alcaldes interinos: José Ruano López.

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Emérito Maestre Maestre.

Durante el trágico episodio de la Guerra Civil la presidencia del Consejo Municipal Antifascista, como se pasó a denominar la corporación municipal, será ejercida por tres «consejeros» con el mismo nombre: Manuel Bellot Orgilés, Manuel Vera Rico, obreros de la industria del calzado, y Manuel Alberola Castelló; ocupando el sillón presidencial, de forma interina, José Ruano López en 1938, entre M. Bellot y M. Vera.

Tras la constitución, el 26 de agosto de 1936, del Consejo Municipal Antifascista encargado de organizar la vida municipal durante el período bélico, fue elegido Manuel Bellot Orgilés como primer consejero, permaneciendo en el cargo hasta 1938.

Durante su gobierno, además de proceder a disponer todas las medidas sociales y económicas necesarias para afrontar la excepcional situación bélica e intentar hacerse con el control de la situación, y ante las fuertes presiones anarquistas, se procedió al derribo de la iglesia parroquial de Santa Ana. Motivo que originaría, terminada la contienda, su posterior fusilamiento contra las tapias del cementerio a manos de los vencedores.

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Aquilino Bañón Sáez.

Perdida la guerra por la República, cuando las tropas nacionales llegaron a Elda el día 29 de marzo de 1939, Manuel Alberola, después de permanecer solo en el Ayuntamiento los días 27 y 28, hizo entrega del mismo como primera autoridad municipal.

Dictadura del General Franco (1939-1975)

Alcaldes electos: Francisco Vera Santos, Mariano Segura Martínez, José Ma Batllés Juan, José Martínez González, Joaquín Campos Fernández y Antonio Porta Vera.
Alcaldes interinos: Marcelino Ortín Bañón, José Sirvent Sempere, Vicente Esteve Pérez y Pedro Gras Vera.

La implantación de una concepción autoritaria del Estado por parte del general Franco, bajo un régimen caracterizado por la ausencia de libertades democráticas, vino a sesgar la autonomía municipal en cuanto que los alcaldes eran nombrados directamente por el gobernador civil, permitiendo de este modo un férreo control estatal sobre la vida municipal. Mecanismo político que, en el caso de Elda, aseguró la continuidad de los alcaldes al frente del gobierno municipal durante más tiempo del que se estaba acostumbrado a ver, pues en los treinta y seis años de dictadura se sucedieron seis alcaldes titulares y tres accidentales.

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Joaquín Vera Pérez.

El primer alcalde franquista de Elda, designado el día 21 de abril de 1939, fue Francisco Vera Santos, industrial del calzado, que desempeñó el cargo, con carácter provisional, durante seis meses y diecisiete días, hasta el nombramiento de Mariano Segura Martínez, el 8 de noviembre. Sucedido éste por José Ma Batllés Juan y éste, a su vez, por José Martínez González, también industrial del calzado, quien durante trece años (1943-1956) ejercerá de alcalde de Elda, acometiéndose durante su largo mandato una gran cantidad de actuaciones urbanísticas y mejoras sociales que vinieron a transformar Elda, adaptándola a los nuevos tiempos y sentando las bases para su futuro desarrollo. Fallecido trágicamente en accidente de circulación el 14 de enero de 1956, fue sucedido brevemente por Joaquín Campos Fernández, quien estuvo al frente de la alcaldía durante dos años.

Por renuncia del alcalde, y tras la interinidad de Pedro Gras Vera, el 6 de marzo de 1959 accedía a la alcaldía de Elda Antonio Porta Vera, industrial del calzado, que se mantuvo en el gobierno municipal durante el periodo de gobierno municipal mas largo del siglo XX y de la historia de Elda.

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Francisco Vera Santos.

Diecisiete años (1959-1976) a lo largo de cuales se vino a culminar el camino emprendido por J. Martínez González. Al igual que sucede en el caso del gobierno de éste último, larga sería la lista de acontecimientos, logros y construcciones realizadas durante el mandato de A. Porta. Propósito que no es el fin de este trabajo, sino el de un estudio serio y riguroso sobre estas dos alcaldías que marcaron profundamente la historia de Elda, tanto por sus largos mandatos (30 años conjuntamente al frente del ayuntamiento eldense), como por la gestión realizada. Hechos y periodo de tiempo que supusieron la transformación de la ciudad, su desarrollo industrial, demográfico y urbanístico, sin los cuales no sería posible entender la Elda de principios del siglo XXI.

El fallecimiento del general Franco y el ascenso a la jefatura del Estado del rey Juan Carlos I, en noviembre de 1975, fueron entendidos por el último alcalde franquista, con el buen olfato político que le caracterizó durante su largo mandato, como un indicador de la llegada de nuevos aires en la política y del cambio del panorama que hasta entonces había imperado en España.

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José Martínez González.

Así, al mes exacto de la proclamación de Juan Carlos I como rey, Antonio Porta anunciaba públicamente su intención de no presentarse a la reelección.

Reinado de Juan Carlos I

Alcaldes electos: Antonio Porta Vera.
TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA (1976-1978): Francisco Sogorb Gómez.
DEMOCRACIA (1978-2000): Roberto García Blanes, Camilo Valor Gómez y Juan Pascual Azorín Soriano.
Alcaldes interinos: José Luis Martínez Lázaro.

El reinado en curso de Juan Carlos I viene caracterizado por tres etapas políticas en las que de un régimen dictatorial heredado del franquismo, y a través de una modélica transición democrática, se alcanza un régimen plenamente democrático basado en la Constitución de 1978.

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Joaquín Campos Fernández.

Con la renuncia expresa de Antonio Porta a la reelección, el gobernador civil, haciendo uso de su potestad legal, designa a Francisco Sogorb Gómez como alcalde, quien el 1 de febrero de 1976 tomaba posesión como tal. Nombramiento que, en directa relación con la evolución política española, supuso un soplo de aire fresco en la política municipal. Su mandato de tres años, dos meses y quince días vino a representar en Elda el proceso de transición hacia la democracia emprendido a nivel nacional. Mandato intenso, lleno de incertidumbres y esperanzas, marcado por trágicos acontecimientos sociales y, sobre todo, por la voluntad y la imposibilidad material de hacer frente a todas las deficiencias y carencias de tipo urbanístico, económico, social, educativo y cultural, que la ciudad de Elda había ido acumulando durante las dos últimas décadas y a las que no se les había dado solución por el propio agotamiento vital del régimen dictatorial.

La finalización del proceso constituyente con la aprobación en referéndum, el 6 de diciembre de 1978, de la Constitución Española y la celebración de las primeras elecciones municipales libres, el 3 de abril de 1979, supusieron la recuperación de la vida democrática en el Ayuntamiento de Elda. Los resultados electorales propiciaron la necesaria alternancia ideológica en el gobierno municipal, que quedó presidido por Roberto García Blanes, como miembro del Partido Socialista Obrero Español, que fue el partido mas votado. Apoyado, durante su primera legislatura (1979- 1983) por los votos del Partido Comunista de España, Roberto García, consiguió revalidar en tres nuevos comicios electorales (1983, 1987 y 1991) el gobierno socialista.

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Antonio Porta Vera.

Durante su gestión al frente de la alcaldía, durante dieciséis años (1979-1995) (el segundo ciudad, que posibilitaron ir cubriendo todas las carencias existentes antes comentadas. La consolidación plena del sistema democrático, el cambio de coyuntura política nacional, las disensiones entre los socios de gobierno y el agotamiento de ideas y personas provocó que, como resultado de Las elecciones municipales del 28 de mayo de 1995, de nuevo se produjera la siempre beneficiosa alternancia política, siendo elegido, el 17 de junio, alcalde Camilo Valor Gómez, del Partido Popular, quien ya había desempañado el cargo de edil en el ayuntamiento eldense desde 1970 hasta 1979. Sin embargo, tras un breve mandato de once meses y seis días, la aplicación de las reglas del juego democrático con el planteamiento de una moción de censura por parte de la oposición, que no llegó al mandato mas largo de la historia de Elda), y al frente de un, entonces, joven y entusiasta equipo de concejales, Elda experimentó una gran transformación en todos los ordenes.

La nueva coyuntura política creada con las transferencias a las comunidades autónomas y la evolución favorable de la economía permitieron incrementar a límites no vistos hasta entonces las inversiones económicas en la ciudad, que posibilitaron ir cubriendo todas las carencias existentes antes comentadas.

La consolidación plena del sistema democrático, eL cambio de coyuntura política nacional, las disensiones entre los socios de gobierno y el agotamiento de ideas y personas provocó que, como resultado de Las elecciones municipales del 28 de mayo de 1995, de nuevo se produjera la siempre beneficiosa alternancia política, siendo elegido, el 17 de junio, alcalde Camilo Valor Gómez, del Partido Popular, quien ya había desempañado el cargo de edil en el ayuntamiento eldense desde 1970 hasta 1979. Sin embargo, tras un breve mandato de once meses y seis días, la aplicación de las reglas del juego democrático con el planteamiento de una moción de censura por parte de la oposición, que no llegó a materializarse, indujo a su renuncia al cargo el 23 de mayo, para evitar la moción. Hasta ta convocatoria del pleno para la elección de nuevo alcalde el cargo fue desempañado accidentalmente por José Luis Martínez Lázaro, del Partido Popular, por ser primer teniente-alcalde.

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Francisco Sogorb Gómez.

En el pleno del día 5 de junio de 1996 la correlación de fuerzas políticas permitió la elección como alcalde de Juan Pascual Azorín Soriano, cuyo mandato se vio revalidado por las urnas en las pasadas elecciones municipales del 13 de junio de 1999, con la obtención de la mayoría absoluta. La valoración histórica de estos últimos dos alcaldes la dejamos para futuros historiadores, quienes con la necesaria perspectiva crítica y mayor o menor grado de objetividad que concede el tiempo, puedan valorar la gestión de las corporaciones municipales eldenses de la última década del siglo XX y las figuras de los alcaldes al frente de las mismas.

Para finalizar, y tras haber realizado un repaso por las figuras de los alcaldes habidos bajo los diversos regímenes políticos que se dieron en la España del siglo XX, permitame el lector realizar unos breves comentarios sobre puntos de unión, quizás anecdóticos pero también personales, e incluso tristes y lamentables, que unen a unos alcaldes con otros, independientemente del color político o del régimen bajo el cual gobernaron los destinos de nuestro pueblo.

De los treinta y cuatro alcaldes electos que ha conocido el siglo XX, varios de ellos murieron en el ejercicio de la máxima magistratura municipal: Francisco López Pérez, alcalde durante la dictadura de Primo de Rivera, el 29 de enero de 1927; Joaquín Vera Pérez, alcalde republicano, el 17 de mayo de 1936; y, José Martínez González, alcalde franquista, el 14 de enero de 1956.

A este respecto, la mayoría fallecieron por causas naturales en diversos momentos, aunque es necesario traer a colación el empleo de la violencia contra algunos de los alcaldes, con posterioridad al desempeño de su cargo, llegando a ocasionarles la muerte. Es el caso de Manuel Bellot Orgilés, primer alcalde durante la Guerra Civil que, como ya hemos comentado, fue fusilado al final de la contienda contra las tapias del cementerio municipal por miembros del bando vencedor, sin juicio previo ni posibilidad de defensa.

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Roberto García Blanes.

Sin llegar a ese extremo, también hay que recordar a Francisco Alonso Rico, alcalde en tres ocasiones, y víctima, el 12 de mayo de 1936, en el preludio de la Guerra Civil, de un lamentable y vergonzante suceso de escarnio público contra su persona por parte de los sectores mas exaltados de los sindicatos y organizaciones políticas del momento.

Más numeroso y menos trágico ha sido el grupo de alcaldes que fueron cesados de sus puestos por orden gubernativa: Manuel Beltrán Aravid, en 1910; José Catalán Gras, en 1914; Emérito Maestre Pérez, en 1914; José Joaquín González Payá, en 1917; Joaquín Coronel Rico, en 1921; Joaquín Vera Pérez, en 1934; Juan Lorenzo Carpena, en 1936; Francisco Vera Santos, en 1939; y, José Ma Batllés Juan, en 1942. Algunos de etlos serían posteriormente repuestos en el cargo, caso del primero, segundo, cuarto y sexto y quinto.

Caso distinto fueron Manuel Betlot Orgilés y Manuel Vera Rico, alcaldes durante la contienda civil, que cesaron en el cargo por la movilización de sus quintas como reservistas para el frente de batalla, en 1938 y 1939, respectivamente. Al igual que le sucedió a Mariano Segura Martínez, incorporado al servicio militar en 1940.

Grupos a los que hay que añadir aquellos alcaldes que dimitieron del cargo por voluntad propia: Manuel Beltrán Aravid, quién tras ser cesado y repuesto dimitió en el mismo pleno en que se le reponía como primera autoridad local, el 12 de agosto de 1910; Francisco Alonso Rico, en 1919; Emérito Maestre Maestre, primer alcalde republicano, que dimitió el 6 de julio de 1931, «hasta que se firme y aclare la situación de la República», según palabras textuales suyas; Vicente Gil Navarro dimitió en las dos ocasiones en la que estuvo al frente de la alcaldía, en 1931 y en 1936, tras iniciarse la Guerra Civil; Enrique Puigcerver Flogietti, quien dimitió el 27 de julio de 1935 por abandonar su vecindad en Elda; Francisco Botella Payá, el 5 de febrero de 1936; José Ma Batllés Juan, que dejó la alcaldía por voluntad propia en octubre de 1942 ; Joaquín Campos Fernández, maestro nacional que, debido al cambio de destino profesional a tierras granadinas, dejó vacante la alcaldía el 19 de septiembre de 1958.

Sin mediar dimisión personal al cargo, Antonio Porta Vera y Roberto García Blanes renunciaron, por motivos distintos y en circunstancias personales y políticas diferentes, a su reelección como alcaldes, el primero en 1976 y el segundo en 1995. Alcaldes que vienen a constituirse en el récord de permanencia al frente del ayuntamiento eldense, el primero con diecisiete años y el segundo con dieciséis, seguidos a corta distancia por José Martínez González, con trece años. Mandatos longevos que contrastan con los tres días de José Catalán Gras y los cinco de Francisco Alonso Rico, en 1914.

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Camilo Valor Gómez.

Finalmente, solo dos alcalde eldenses han compatibilizado su cargo con una proyección política nacional: José Martínez González, como procurador en Cortes desde 1949 hasta su fallecimiento; y el actual alcalde, Juan P. Azorín, quien fue diputado en la Cámara Baja durante los años 1998 y 1999. Al respecto, Roberto García Blanes, tras su retirada de la política municipal, fue elegido miembro de los Cortes Valencianas en la legislatura 1995-1999.

Independientemente de su ideología y de las circunstancias históricas y políticas que les tocaron vivir, los treinta y cuatro alcaldes electos mas los ocho accidentales habidos a lo largo del siglo XX son merecedores del respecto y reconocimiento público por parte de todos los ciudadanos y partidos políticos, como parte integrante de la historia de Elda.

A este respecto, y si bien en alguna ocasión se ha producido el tan merecido reconocimiento y homenaje por parte de las corporaciones, caso de la concesión del título de Hijo Predilecto de la Ciudad de Elda a los alcaldes Joaquín Coronel Rico (1913), Vicente Maestre Sempere (1913), José Joaquín González Payá (1914) y Manuel Beltrán Aravid (1915), sólo un reducido número de alcaldes ha tenido el honor de ser homenajeado de forma permanente para conocimiento de generaciones futuras, con la rotulación de algunas calles con su nombre. Únicamente, cuatro de ellos han gozado de tal honor y privilegio, a saber: Francisco Alonso Rico, en pago al injusto y deshonroso trato recibido de los eldenses; Emérito Maestre Maestre, respetado y honrado industrial de ideas republicanas moderadas; Manuel Beltrán Aravid, con cuyo apellido se rotuló en 1915 la antigua calle del Val, donde residía, actual calle Ortega y Gasset; y José Martínez González, quizás el más popular, querido y recordado alcalde que ha tenido Elda en el siglo XX, cuyo buen gobierno fue justamente reconocido con diversos actos de homenaje como la rotulación de una avenida con su nombre, que injustamente es silenciado en beneficio de la denominación popular y oficiosa de Gran Avenida; o la erección, en mayo de 1957, de un busto de bronce en los jardines de la plaza Castelar, donde todavía puede ser contemplado.

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Juan Pascual Azorín Soriano.

Rotulación de calles dedicada a alcaldes que debería ser una práctica habitual a la hora de conceder denominación a los viales de nueva creación. Todos aquéllos que hayan servido al pueblo de Elda con su paso por la alcaldía merecen, tarde o temprano, que se les dedique una calle, como recuerdo público y forma de asumir nuestra propia historia como pueblo. Del mismo modo, sería deseable que el presente equipo de gobierno o futuras corporaciones municipales se plantearan la confección de la que se podría denominar «Galería de Alcaldes de Elda». Iniciativa ya planteada por el cronista oficial de la ciudad (Navarro Pastor, 1964; 2000, 385) y a la que, desde aquí, nos sumamos, dada la necesidad de recuperar nuestra historia reciente. Colección de fotoqrafías o retratos, que debería quedar expuesta en la propia Casa Consistorial, donde todos ellos ejercieron el cargo, y donde, al iguaL que ocurre en otros ayuntamiento de la provincia y de España, o en otras instituciones, queda condensando un siglo de historia de un pueblo.

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Bibliografía

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