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Lo gloriós és fer-li la festa a Sant Bonifaci!

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Nota: Artículo publicado originalmente en la Revista Festa de 2003 [2].

Hasta bien entrado el siglo XVII, en las tierras valencianas y murcianas se desencadenaron epidemias que azotaban a los lugares de enfermedad y mortandad. Otro desastre frecuente eran las tormentas con pedrisco y granizo que asolaban las cosechas. Los pueblos queda­ban desamparados y empobrecidos por lo que, impulsados por la Iglesia, se acogían a sus santos para que les protegiesen de las calamidades. Fue por entonces, el veintiocho de junio de 1614, cuando los agricultores de Petrer hicieron su voto a San Bonifacio. Así cons­ta en el libro de visitas de la iglesia de Orihuela, entre las paginas 93 y 95, reproduciendo a continuación una parte del decreto:

«Todo el lugar ha votado de guardar la fiesta de San Bonifacio, Mártir, que cae a los catorce de mayo, para que con sus oraciones los favorezca delante de la Divina Magestad, suplicándole que se sirva de guardar esta Villa de Petrel y todo sus términos de graniso,  piedra, rayos y otras influencias del cielo conque suele su Divina Magestad muchas veces talar los campos, destruir las viñas, y oliva­res, quitándonos los frutos de la tierra necesarios para el sustento de la vida humana…»

A partir de ese entonces, San Bonifacio, compartiría el patronazgo con el titular de la iglesia parroquial de San Bartolomé. Lo que no está claro es el motivo que indujo a que los labradores eligiesen al santo mártir como patrono, o quién les aconsejó hacerlo. Sabemos que, de antaño, Biar lo veneraba, siendo una de las localidades que en 1611 enviaron repobladores a Petrer. También conocemos que Lamberto Amat, en su libro Elda: su antigüedad, su histo­ria…. nos desvela una antigua acta que hace inventario de los bienes de la parroquia de la vecina población- «dos papers dins una caxeta en lo hu dels cuals hi havia una reli­quia de San Bonifacio… expedida en Roma en 13 de setembre del any 1570». El condado de Elda fue instituido a favor de Don Juan Coloma, capitán general del reino de Cerdeña, otorgándole el titulo de conde de las villas de Elda, Petrer y lugar de Salinas, el catorce de mayo de 1577, también es casualidad lo de la fecha catorce de mayo.

En una de las actas que se conservan en Petrer del con­sejo municipal, sin firmar, de fecha 25 de septiembre de 1626. ademas de nombrar Mayordomo de San Bonifacio a Tomás Rico de Geroni, se propone, como en otras oca­siones. construir una ermita al Benaventurat Sant, porque tan sólo existía un altar en la parroquia. Un modesto san­tuario de una sola nave es inaugurado el 24 de diciembre de 1634 y dedicado en su honor, se hizo de limosna del pue­blo, se construyó en poco más de un mes, por lo que se deduce que fue una superficie reducida. La campana de la capilla fue bendecida con los nombres de María, Bonifacia, Juana, Francisca y Ponciana.

Los santos empezaron a proliferar en los pueblos, según parece existieron villas que disponían de más patro­nos que santuarios. El papa Paulo III reguló la situación mediante una bula fechada en Roma el veinte de febrero de 1642. ordenando la posesión de un solo santo patrono y que su celebración coincidiese con las fiestas generales de la Iglesia. Este documento pontificio podía explicar la con­fusión o desconocimiento que existió durante tantos años con el patronazgo de San Bonifacio.

En 1647 visitó su ermita un ilustre sacerdote, hallan­do un altar en el que había un cuadro con la imagen del santo, que lucía una larga túnica, apreciándose como fondo del óleo el pequeño santuario. Con el tiempo la pintura desapareció, desconociéndose el autor de dicha obra. Tam­bién se desconoce si este cuadro era el mismo que había en el altar del mártir en la parroquia de San Bartolomé.

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Con motivo de la entronización del Santísimo Cristo en 74. descendió de la iglesia de San Bartolomé la primera talla conocida de San Bonifacio, con acompañamiento de «moltes antorches y una Capitanía de soldats… dita música y festa de pólvora…el cel ab grans trons y rellampechs y comenzá a ploure ab que aquella nit no es pogué tornar ab procesó. Y es que Cristo, Senyor nostre, fonch servit y permeté que es quedaren en sa companya allí, els gloriosos patrons Sant Bertomeu y Sant Bonifaci Mártirs, com se quedaren en companya del Senyor». La efigie de San Bonifacio debió pertenecer a una cofradía de mujeres del gre­mio de agricultores, que encargaron seguramente su construcción a la escuela escultórica valenciana, ya que anteriormente no había santo. Debe corresponder a una pequeña figura policromada que cubre el cuerpo con una capa y que con las manos sujeta un estandarte. Disponía de una peana y de andas, que con el paso de los años desaparecieron. Con el tiempo se dispersó la cofradía, la ima­gen pasó a una familia que generación tras generación, afortunadamente, la ha conservado hasta nuestros días. Según la familia que lo custodia, cuando finalizaba la pro­cesión siempre lo guardaban en casas particulares, porque según reza la leyenda «si el Sant dormía una nit en l’església, ja no podrían requistarlo». Con la excepción de aque­lla noche, que acaeció un fuerte diluvio, por lo que tuvo que permanecer en la ermita del Santísimo Cristo.

El trece de noviembre de 1736, solicitaron del Obispo autorización para la obra de la ampliación del santuario

Pasarían quince años, a mediados del siglo XVIII, hasta que se ejecutaran las obras, sufragadas por los donativos y limos­nas de los devotos vecinos: «en el propio sitio barrinando el peñas­co se amplio esta ermita, derri­bando la antigua».

Coincidiendo con el pri­mer centenario del Santísimo Cristo, el veinticuatro de agosto de 1774, la sequía había hecho estragos en los campos. Los sacerdotes achacaban las desgracias a los pecadores del lugar y para remediar los males acontecidos promulgaron fiesta durante nueve días, engalanando las calles y colo­cando altares en tres sitios estratégicos, pasando en procesión los san­tos Bartolomé y Bonifacio.

En una acta del archivo parroquial fechada el catorce de mayo de 1782, siendo cura párroco Don Fran­cisco Rato, se describe los acontecimientos de un busto de madera de San Bonifacio: «se llevó la mencionada imagen en pública procesión, en mis manos y bajo palio, a su ermi­ta y yo mismo coloqué en su trono que es el centro del altar mayor». El cura Rato encargó y superviso personalmente su construcción en Valencia. El pecho incorporaba una cavidad o bisel depositando allí la reliquia que desde 1736 se con­servaba en una urna de cristal que se encontraba deterio­rada en sus adornos. La cavidad fue sellada con lacre en los lados de un cristal. El santo lucía una fina barba y cabe­llo recortado y figurado, se apreciaba en el cuello la herida de una cuchillada. El santo era colocado en un tablero cua­drado y cuando se abrían unas andas de madera se convertía en una plataforma redonda.

La iglesia de San Bartolomé conserva los capítulos de una hermandad desde 1808 a 1821 con detalle de sus componentes, fechado el veinte de mayo de 1821, reseñando: todo en honra y gloria de Nuestro Patrono San Bonifacio, Mártir». El archivo municipal dispone de un bando firmado el doce de mayo de 1822 titulado Capítulos infor­mados por los Señores del Ayuntamiento Constitucional de esta Villa de Petrel para hazer guardar el buen orden en la festividad que deve celebrarse el 14 del corriente de Soldadesca de Moros y Cristianos en conmemoración el día 2 de Mayo de 1808 en que empezaron a resplandecer las libertades españolas en el modo y forma que sigue… En estos dos documentos insertados se aprecia que la festividad de San Bonifacio y la soldadesca de Moros y Cristianos actuaban indistintamente, coincidiendo, tal vez, de forma intermitente, hasta alcanzar con el patronazgo el carácter anual de alarde o sol­dadesca de moros y cristianos, comenzando a caminar de la mano en los festejos. Lo que nos podría explicar los distintos apartados de los Capítulos de la Hermandad de San Bonifa­cio, que en su primera sección nos dice: «Que dicha sociedad o compañía se obligan perpetuamente a celebrar la festividad del Glorioso San Bonifacio Mártir que de inmemorial se ha celebrado en esta Villa con el título de Moros y Cristianos».

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Con referencia al II Centenario de la Virgen del Reme­dio, en el apartado sexto del acta a conmemorar su cele­bración, en 1830, especifica que «se colocará la imagen de la Virgen bajo dosel en el altar mayor colocándole al lado de la parte del Evangelio la imagen del patrón San Barto­lomé y a la parte de la Epístola la de San Bonifacio, cuyas imágenes habrán de acompañar a nuestra patrona la Virgen del Remedio en la procesión solemne que se ha de verifi­car en el 7 de Octubre». Suponemos que esta talla es la construida en 1784, ya que carecemos de documentación que pueda confirmarlo o desmentirlo.

Nuevas reformas se ejecutan en la ermita bien entrado el siglo XIX, construyéndose un templete para entronizar la tercera efigie de San Bonifacio. De esta nueva desconocemos en qué año se construyó y qué artista fue el encargado de realizarla. Era de dimensiones normales, en el pecho tenía una cavidad con la reliquia, de características similares al busto. Es la primera talla en la que apare­ce ataviado de militar con atuendo romano, coincidiendo en una época que se divulgó la vestimenta de guerreros en los santos por influencia de la guerra de la Independencia, pero principalmente en las siguientes décadas por una atribución mili­tarista carlista de la Iglesia, pudiendo coincidir o a partir de la formación en torno a 1845 de la comparsa de Vizcaínos, de clara tendencia carlista en sus inicios. Según el cronis­ta alicantino Juan Villa Blan­co, en 1858, entre las com­parsas existentes en Petrer se encontraba la de Romanos. Utilizaban trajes cuyo estilo recordaba el atuendo de nuestro patrono y se cubrían la cabeza con un casco de latón.

En Reus nació la poetisa Emilia Sempere y Gómez (1849-1920), que en 1857 se trasladó con sus padres a Petrer. La inspiración de Emilia era intuitiva, de una espontaneidad y sencillez clarísima en sus delicadas estrofas. Sus versos están estimulados en la naturaleza y por las gentes coti­dianas del pueblo. A San Bonifacio le dedicó un improvisado y extenso romance fechado el doce de mayo de 1920, ensalzando su figura celestial. Describe la fiesta de moros y cristianos de su niñez: «unos visten de romanos, otros a usanza morisca». La Unión de Festejos se hizo eco de este interesante romance publicándolo en la revista que edita anualmente (1987).

La anterior efigie busto fue a parar a manos de la fami­lia del tío Palomo, en calidad de copropietarios, pero con el tiempo fue deteriorándose, ya que estaba en un cuarto que no reunía condiciones. De la barba le engancharon un cresol que servía para iluminar la habitación durante el trabajo artesano de zapatero, favoreciendo que el perfil de madera se ahumase. En cierta ocasión, estaban rema­chando chinchetas y en uno de los martillazos se resbaló el mango, y el martillo fue directo a uno de los ojos del santo, hundiéndolo. La inesperada visita de un anticuario valenciano, con el propósito de comprarlo, y el hecho de que corrían tiempos de escasez y hambruna, hizo que se lo vendieran por la cantidad de cincuenta duros.

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Los datos que incorporamos seguida­mente están recogidos del programa de fiestas de la Virgen del Remedio de 1930, para conmemorar el III Cen­tenario de la excelsa patrona. Lo curioso de los actos organiza­dos es que están redactados con conocimiento o como si se hubieran realizado en otra efemérides. En los episodios a realizar figuran:

Lunes 6- A las 4 de la tarde, reunido el Ejér­cito Moro en el lugar denominado La Foia y el Cristiano en su Castillo situado en La Caler, será requerido éste para que entre­gue la llave de la Villa al Ejército Moro quien al negárselo concentrarán sus ejércitos con un grandioso desfile, que finalizará en la Calle Nueva. Enterado el ejército moro del propósito del ejército cristiano de bajar la Imagen de San Bonifacio Mártir, dará principio un reñidísimo combate que finalizará con la victoria del cristiano.

Martes 7- A las 5,30 de la tarde, reunidas las comparsas previo desfile en la Casa del Ayunta­miento desde donde acompañarán a las Autorida­des e invitados a la Solemne Procesión… dando guardia de honor a la Virgen del Remedio las comparsas de Moros y Cristianos…

Miércoles 8 – A las 4 de la tarde, reunidas las comparsas en la Plaça de la Constitución se pro­cederá a la Subida de la Imagen de San Bonifacio Mártir a su Santuario en medio de un reñidísimo combate por los ejércitos moros y cristianos…

Al estallar la contienda civil las imágenes de las ermi­tas del Santísimo Cristo y la de San Bonifacio fueron pro­fanadas y destruidas, echándolas a las canteras el veinticuatro de julio de 1936. La Unión de Labradores y Festejos se ubicaba en la plaça de Dalt, en la primera planta del Café del Terrós. Una de sus dependencias era la oficina o secretaría, que estaba presidida por un gran cuadro de San Bonifacio, obra de un pintor de Orihuela cuya técnica era óleo sobre tela. Los festeros, preocupados de que la pintura pudiera correr la misma suerte que la talla, la ocultaron en un sótano debajo de un leñero, desapareciendo el cuadro después de la guerra.

Para dar vida a un nuevo San Bonifacio, se encargó su creación al reconocido escultor villenense Antonio Navarro Santafé, en su estudio de Madrid. Como modelo sirvió una vieja fotografía de la anterior efigie. En 1940, a consecuencia de no estar terminada, se bendijo una pequeña figu­ra que vino en el tren correo el diez de mayo. El día doce de mayo de 1940, en el zaguán de la fabrica Calzados Luvi, se bendijo por el presbítero Don Conrado Poveda Maestre, trasladándose procesionalmente desde dicho lugar a su ermita precedida por las comparsas de Estudiantes, Tercio de Flandes y Moros (Viejos), con sus respectivas músicas, procedentes de Sax, Petrer y Aspe. En la actualidad la talla boceto de San Bonifacio preside el salón de actos de la Unión de Festejos. Es de escayola y sobre ella se labró a mayor escala la original, reproducida en el taller de escul­tura religiosa de Juan García Talens. En el Libro de Plenos del Ayuntamiento de Petrer, de fecha diecisiete de junio de 1940, en la pagina 31, se acuerda instaurar oficialmente las fiestas de mayo y de octubre.

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Terminada la nueva imagen, vino por mediación de la agencia de transportes La Eldense, procedente de Madrid, el ocho de mayo de 1941. Es de características parecidas y tamaño ligeramente mayor que el original anterior, supri­miéndose del pecho el bisel donde se guardaba la reliquia. El doce de mayo fue bendecida por el vicario Don Jesús Zara­goza Giner trasladándose desde Calzados Luvi hasta su ermita en procesión. Las fiestas de este año resultaron bri­llantísimas, con la participación de las comparsas de Moros (Viejos), Caballeros de Flandes, Estudiantes y Marinos.

La Junta Central de comparsas concierta a partir de 1948 celebrar un novenario y una misa cada domingo en la ermita de nuestro patrono con la intención de fomentar su devoción. Al siguiente año, el sacerdote Don Jesús Zaragoza encargó al director de la Unión Musical de Petrer, Manuel Alemany Sevilla –Maleno-, la parte musical de los Gozos a San Bonifacio, basado sobre un texto antiguo, estrenándose en 1950.

En la acta nº 5 de la Junta Central de comparsas, cele­brada el diecisiete de marzo de 1959, acordaron crear la Medalla de Oro de San Bonifacio como distinción de esta junta a las personas que por sus elevados méritos en bene­ficio de la fiesta pudieran ser merecedores de ella. La pri­mera medalla de oro se otorgó el catorce de mayo de 1959 al obispo de Orihuela, Pablo Barrachina Esteban, por su generosa donación de una reliquia del santo. José Navarro Román –Pepe Caixa– y familia obsequiaron un ostensorio de plata sobredorada y con piedras preciosas para res­guardar la reliquia del insigne patrono. El relicario de orfe­brería valenciana fue realizado por Manuel Orrico Vidal, la misma casa de artesanos que realizaron la corona de la Virgen del Remedio, con joyas que aportaron muchas familias petrerenses, siendo coronada por Don Pablo Barrachina el seis de octubre de 1960.

En la Junta Central directiva de la Unión de Festejos celebrada el catorce de abril de 1964, en la acta nº 40, se  acordó conceder por unanimidad la medalla de oro de San Bonifacio al alcalde de Petrer, Don Nicolás Andréu Maestre, como homenaje popular por su ferviente y entusiasmado apoyo a la fiesta. En la acta nº 41, de fecha diez de junio de 1964, ratificaron, para las fiestas del siguiente año, construir una carroza para enaltecer a San Bonifacio en la procesión.

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El acta del III Centenario del Santísimo Cristo celebra­do en 1974, se reseña que en la tarde del día seis de julio una representación de las nueve comparsas existentes entonces, con sus capitanes, iniciaron el alardo desde la plaza del Ayuntamiento hasta la ermita de San Bonifacio. Las abanderadas y rodelas, precedidas por la Unión Musical de Petrer, también participaron. A continuación se procedió en procesión a bajar al santo. El domingo, día siete, se inició la Entrada, con la participación de dos filaes por comparsa con sus respectivas capitanías. Esa misma tarde, también estuvieron presentes en la procesión, y, una vez lle­gada la comitiva a la ermita, los festeros formaron fila a ambos lados y dejaron paso a San Bonifacio, que a los acordes de la Marcha Real fue introducido en su santuario. La manifestación religiosa siguió con las imágenes de la Vir­gen del Remedio y la del Cristo.

Durante los años 1970, y esto es algo poco conocido, existió la intención de identificar con el nombre del santo un sector de la población en proceso de expansión, ubica­do en los aledaños de la ermita donde se le venera, como es la avenida de Salinetas. Para ello, se colocó en la facha­da del edificio nº 5 (enfrente del parque 9 d’Octubre), un retablo cerámico rectangular de dimensiones de 40×60 cm., compuesto por azulejos de 20 por 20 cm., que dibu­jan la figura de nuestro patrón y en la parte inferior dispo­ne del siguiente lema: Barrio San Bonifacio.

Durante los días 6 al 22 de octubre de 1978, en la segunda planta de la Unión de Festejos, tuvo lugar una exposición de 25 trajes de abanderadas del Tercio de Flandes, motivado por celebrar la comparsa su primer cente­nario. Además presidiendo el certamen, se expuso la talla policromada de San Bonifacio del siglo XVII.

De la revista Festa 1981 entresacamos una parte de los actos celebrados el año anterior: «La Unión de Festejos San Bonifacio Mártir, siguiendo su tradición estuvo pre­sente en esta celebración histórica del VII Cincuentenario de la Virgen del Remedio y con sus comparsas, el día 6 de octubre celebró una magnifica entrada de Moros y Cristia­nos en la que participaron dos filás por comparsa y la Aban­derada, Capitán y Rodela de cada comparsa, por la tarde se desarrolló un pasacalle general de comparsas que desembocó en la Plaça de Baix, donde con la Virgen del Remedio a la puerta de la iglesia se le ofreció una magní­fica ofrenda de flores por los testeros y público en general».

El veinticuatro de abril de 1982, el Ayuntamiento de Villena concedió el título de Hijo Predilecto de la ciudad, a Don Antonio Navarro Santafé, por su dilatada labor artísti­ca. Entre las palabras de agradecimiento por parte del ilus­tre escultor, y contestándole al alcalde de Villena, por sus obras preferidas, comentó: «Aquellas no muy lejos de aquí… como el San Bonifacio de Petrel».

Entre los años 1987 y 1988 se remodeló el interior de la ermita y se restauró la techumbre por los daños causa­do por el pedrisco, que años antes perjudicó su estructu­ra. Para hacer frente a los gastos no previstos en la subvención de la Diputación Provincial de Alicante, se puso a la venta una insignia chapada en oro de San Bonifacio, al precio de 1.000 ptas. En 1990, la Unión de Festejos adqui­rió una pintura al óleo de San Bonifacio del pintor Gabriel Poveda Rico.

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Antigua imagen de San Bonifacio junto a la comparsa de Moros. Año 1934.
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Subida del santo a la ermita en 1941, año en que se estrenó la nueva imagen de San Bonifacio.

A finales de la década de 1990, y de forma accidental fue encontrada una antigua medalla. Una vez realizada la limpieza de la misma, en una de sus caras aparece una Vir­gen, con la siguiente leyenda, Madonna del Remedio, y en la otra cara los patronos San Bartolomé y San Bonifa­cio: S. Bart. i S. Bonif. Lo curioso es que el texto está en italiano.

En Junta Directiva de la U. F., de fecha cinco de noviem­bre de 1993, a consecuencia del fallecimiento del mayor­domo de San Bonifacio, José Navarro Román, eminente Moro Nou, muy vinculado sentimentalmente con el insigne santo, se procedió a la elección del sucesor, la comparsa de Labradores presentó la candidatura de Francisco Iborra Verdú, la cual fue aceptada por unanimidad.

El doce de mayo de 1995, con antelación a la bajada del santo, y en el interior de su ermita, se estrenó la marcha pro­cesional Sant Bonifaci, compuesta por el flamenco José Chorro Suay e interpretada por la Unión Musical de Petrer. La mencionada pieza musical sería ejecutada por dicha banda en todos los actos festeros que acompañaron al santo.

El matrimonio petrerense formado por Pedro Román Pascual y Consuelo Payá Brotons, afincados en Elche por motivos de trabajo, estaba acompañado por Pepe Caixa y Luis Vera, presenciando en la ciudad ilicitana la procesión del Domingo de Ramos. En dicha manifestación religiosa portaban monumentales palmas y los dos festeros pensaron que San Bonifacio podía lucir durante nuestras fiestas una de esas hermosas palmas, entonces Pedro Román se comprometió, cada año, a encargarla a la prestigiosa artesana del Hort de San Plácido y posteriormente ofrendarla a nuestro patrón (*). Desde entonces, San Bonifacio luce en la mano izquierda una palma finamente rizada con elementos ornamentales y culminada por una media luna y una cruz, para convertirse en su mano en una obra de arte. Simboliza el laurel del martirio, gloria eterna atesorada a los que mueren por la fe. La mano derecha levantada y ligeramente flexionada empuña una espada que representa el poder espiritual. Con los años, la costumbre fue seguida por sus hijos, José Luis y Pedro Román Payá, componentes de una de las filaes de la comparsa Tercio de Flandes, aunque posteriormente Pedro se inscribió en la comparsa de Moros Nuevos. Actualmente dos nietas de Pedro Román Pascual, Tania e Irene, serán las continuadoras de la ofrenda tradi­cional de la familia, porque ellas recuerdan a su abuelo con un semblante feliz, cuando se disponía a traer desde Elche la blanca palma, les solía decir: Lo gloríós és fer-li la festa a Sant Bonifaci!

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Bonifaci celestial

Bonifaci, deus de saber, que amb honor teu el poblé de Petrer et dedica la Festa, agraïnten-lo per guardar-lo i protegir-lo, de granís; de pedra; de llampecs i de altres influencies del cel.

Bonifaci, deus de saber, que amb honor teu els llauradors de Petrer durant el segle XVII feren un emotiu i senzill manifestació religiós, construin-te una xicoteta ermita.

Bonifaci, deus de saber, que amb honor teu el veïnat de Petrer durant el segle XVIII ampliaren el santuari col·locan amb l’aitar un bust o nova imatge del Sant Celestial.

Bonifaci, deus de saber, que amb honor teu l’alegrança de Petrer durant el segle XIX dedicaren quatre fulgurants esteles.

Bonifaci, deus de saber, que amb honor teu la il-lusió de Petrer fins al segle XX dedicaren cinc lluminoses llunes.

Bonifaci, deus de saber, que amb honor teu la festa de Petrer comenga el segle XXI vestint-se amb els millors gales, amb sedes, tuls i joyeria. Però saps molt be del sentiment professat per el poble a on brilla mes intensament.

Veritat que ho saps? Bonifaci Celestial!

Simón Poveda

 

Hagiografía del Mártir Bonifacio

La corta e intensa vida de Bo­nifacio gira alrededor de una hermosa dama de familia no­ble, llamada Aglaes, hija del procónsul Acacio, senador ro­mano, acostumbraba ofrecer bulliciosas fiestas de socie­dad. Aglaes, llevaba una de­sordenada vida y aficionada al vicio. El apuesto Bonifacio era su mayordomo que con­curría en los placeres de su ama, ambos eran cristianos. A principios del siglo IV d. c., pocos años antes de que Constantino llegase al poder y divulgara la libertad religio­sa en todo el imperio (año 313) y posteriormente pro­clamase el cristianismo reli­gión oficial, en Oriente, bajo el dominio del emperador Ga­leno Máximo, ejecutaban ca­da día nuevos mártires, la persecución era sangrienta.

Las noticias que llegaban a Roma eran recibidas con tris­teza por Bonifacio, arrepenti­do y consciente de la grave­dad de sus actuaciones fes­tivas se desprendió de su bie­nestar cobijándose en una vi­da de oración y penitencia. A su conversión siguió la de la noble Aglaes. Con el deseo de hacer reparación de sus pecados Bonifacio partió a la provincia de Cilicia hasta su capital Tarso, donde los cris­tianos eran perseguidos y martirizados. Presenció un horrible espectáculo público, la ejecución de veinte cris­tianos, colgados cabeza aba­jo y extendidos en cuatro pa­los, enclavados, aserrados, empalados, azotados, la escena causaba horror. A la vis­ta de aquella carnicería hu­mana y habiendo besado sus cadenas los exhortó y pidió benevolencia para los inde­fensos mártires, alzó la mi­rada, a un lugar del cielo don­de el añil era más intenso y sólo Dios sabe de sus des­corazonadas plegarias.

Por orden del gobernador Simpliciano fue apresado y conducido ante el tribunal, donde se proclamó cristiano, negándose a consagrar a los dioses, por estas circunstan­cias recibió diferentes tortu­ras, amenazándole de beber plomo derretido. Según el Breviario, entre otras atroci­dades, le fue metido cabeza abajo en una olla de pez hir­viendo, Bonifacio haciendo la señal de la cruz, hizo desa­parecer el líquido de la cal­dera. Los soldados, llenos de ira, consiguieron un decretó fechado el catorce de mayo para separarle el cuerpo de la cabeza, cuando el hacha del verdugo hizo rodar la cabeza del mártir la tierra tembló en Tarso.

Al día siguiente, del año 305, mediante el pago de 500 sueldos de oro, los criados de Aglaes recogieron el cuer­po mutilado, embalsamán­dolo y envuelto en un fino lienzo tomaron el camino de regreso a Roma. En su me­moria, Aglaes erigió una ca­pilla en la vía Latina donde fue sepultado. Desde enton­ces por devoción al Mártir en el mundo se han levantado varias iglesias en su nombre. El papa Bonifacio VII y el car­denal Baromio profesaron una profunda admiración al San­to Mártir.

 

BIBLIOGRAFÍA

-L. Amat y Sempere, Elda: su antigüedad, su historia…, Elda, Ayuntamiento, 1983.

-«Descubrimiento de una medalla con la imagen de los patronos de la villa», El Fester, n° 7,1989.

-«Exposición trajes abande­radas», revista Tercio de Flandes: Primer Centenario, Petrer, 1978.

-F. García de Cortázar, «Las cuentas de la Iglesia», en Álbum de la historia de Espa­ña, Barcelona, Círculo de Lectores, 1995.

-C. Navarro Poveda, «El reta­blo cerámico de San Bonifa­cio», El Fester, n° 39,1996.

-H. Navarro Víllaplana, «Imá­genes de San Bonifacio», en La fiesta de Moros y Cristia­nos de Petrer, Petrer, Ayun­tamiento, 1983.

-H. Navarro Villaplana, «La palma de San Bonifacio», revista Moros y Cristianos, Petrer, 1993.

-V. Poveda López, «Café del Terrós», revista Moros y Cris­tianos, Petrer, 1994.

-Ma. C. Rico Navarro, Apuntes para la historia de Petrer: vida y obra del presbítero Conrado Poveda, Petrer, Ayuntamiento, Caixa de Cré­dit, Universidad de Alicante, 2000.

-E. Sempere y Gómez, Poe­sías inéditas (Versos de Emilia), obra póstuma, edición particular, Elche, impr. Matí­as Gonzálvez, 1921.

-F. Vañó Silvestre, «El San Bonifacio de Petrel», revista Moros y Cristianos, Petrer, 1977.

FUENTES ORALES

Entrevista a Pedro Román Payá (mayo 2003).

(*) La Junta Central Directiva de la U. F. en la acta fechada el seis de marzo de 1970, acordó cursar una carta a Don Pedro Román, de Elche, agradeciéndole, una vez más, su amable atención con la donación de la palma de San Bonifacio para las próxi­mas fiestas.