…Artículo previo (La villa Romana de Petrer I [1])…
*Nota: Estudio recogido en el coleccionable BITRIR, nº 2, tomo II (1991) –comprar aquí [2]-.
2: DINASTIA JULIO-CLAUDIA. AS.
Roma. 14-68 d.C.
A. — Ilegible. Cabeza a la derecha
R. — Ilegible
(Peso)/(Módulo)/Cuños: no determinable.
Bib.: No determinable.
3: CONSTANCIO II. AE 4. 348-360
A. – [D] N CONSTAN-TIVS [PF AVG]
Busto a la derecha.
[R] – Fe L TEMP-REPARAT [io]Tipo Falling Horseman (LRBC II).
(Peso)/(Módulo)/Cuños: 11
Bib.: No determinable.
En conjunto, este material arqueológico correspondería, exceptuando la moneda de Constancio II, a una primera fase o periodo altoimperial, dentro del desarrollo de la villa romana, en la que nos es difícil poder identificar restos de estructuras, al no proceder de excavaciones sistemáticas, ya que las encontradas asociadas al mosaico, presumiblemente, son más tardías, corresponderían a una segunda fase o periodo más moderno, entre el siglo III-V. Periodo bajoimperial.
Dentro de esta segunda fase, encuadraríamos las estructuras domésticas, encontradas en las excavaciones realizadas, recientemente, en la calle Mayor, cuyo material se encuentra en fase de estudio, por lo que es prematuro todavía hacer valoraciones definitivas sobre dichos hallazgos.
3.2. FASE BAJOIMPERIAL.
Como venimos exponiendo en el desarrollo de la villa romana de Petrer, se detectan a través de los hallazgos arqueológicos, dos momentos o fases, siendo a la segunda a la que correspondería la realización de los mosaicos, en palabras del profesor Lorenzo Abad, uno de los elementos más característicos de la cultura romana.
Se trata de un tipo de pavimento «opus tessellatum», realizado con pequeñas teselas de piedra o cristal de diferentes colores, que se colocan formando motivos figurativos sobre una preparación de mortero de cal.
En el siglo I d.C. los mosaicos solían realizarse en blanco y negro, su sencillez y bajo costo permitió que se extendieran con facilidad por todo el imperio. Pero a partir del siglo II d.C. nos encontramos con una policromía más compleja, al aparecer colores como el rojo, el ocre y el amarillo, siendo en época tardorromana cuando se convierten en elementos decorativos característicos de las casas y villas romanas, tanto urbanas como rurales. Son en cierta medida un elemento suntuario que denota el «status» social elevado del señor de la villa.
De los mosaicos hallados y conservados en la provincia alicantina, es el de Petrer una pieza poco frecuente, no por su dibujo en sí, que es un tema geométrico formado por hexágonos en torno a cuadrados, ambos con motivos centrales, también cuadrados o con hexágonos. Tema muy frecuente en el mundo romano, con perduración hasta época bajomedieval. Sírvanos de ejemplo las pinturas románicas de la iglesia de Santa Eulalia en Asturias, la yesería encontrada en Pussa, posiblemente de época almohade, las miniaturas de las Cantigas de Alfonso X el Sabio, o los artesanados mudéjares de Toledo, Teruel o Guadalajara.
Siendo mucho los paralelos encontrados también en época romana, como son los de Santa Pola, La Alcudia de Elche, Córdoba, Lorca, Huelva, etc. La singularidad del mosaico de la villa de Petrer se debe a que se realizó para pavimentar una sala no cuadrangular, de ahí que el artista, para poder hacer su trabajo, tuvo que refundir los hexágonos alterando su correcto desarrollo de manera que en el centro desaparecieran algunas de las hiladas correspondientes, desvirtuando el propio esquema compositivo. Para el profesor Abad, es esta una solución extraña y poco frecuente, de ahí su importancia. Cronológicamente parece corresponder a la dinastía de los Severos, final del siglo II, principios del III d.C., encuadrando perfectamente dentro de la cronología dada, por los estudiosos del tema, para este tipo de motivos geométricos, muy repetido en todas las provincias del Imperio desde el siglo II, generalizándose en el III-IV d.C.
El segundo de los mosaicos aparecidos,también es policromo y de motivos geométricos muy característicos del mundo clásico. Se trata de círculos secantes y motivo central cuadrangular de lados cóncavos. Podemos encontrar paralelos en toda la provincia hispana, dentro del área del Vinalopó tenemos en El Portus Ilicitanus (Santa Pola) y en La Alcudia de Elche. También lo encontramos en la villa de Quintanilla de Lorca, con una cronología entre finales del siglo II-III d.C.
A este momento pertenece también un conjunto importante de sigillatas Claras C y D y cerámicas comunes de procedencia norteafricana, así como la moneda de Constancio II, encontrada en el solar del actual Banco Popular, junto con fragmentos de ánfora y restos de elementos de construcción como tejas, ladrillos, etc. Material que unido al encontrado durante el proceso de excavación en el solar de la calle Mayor, 2-4 nos lleva a considerar el periodo de actividad de la villa romana de Petrer hasta el siglo V d.C.
Enlazando en la bajarromanidad con los asentamientos situados en el interior del término, en puntos más o menos elevados como son la Gurrama y Castellarets.
A partir del siglo V-VI hasta el siglo XI, en que encontramos un claro horizonte cultural islámico asentado en el cerro del Castillo y en sus laderas, lo que conocemos como área de la villa romana no ha dado registros de materiales, por lo que suponemos que a partir del siglo V-VI, va abandonando los asentamientos más cercanos al valle, concentrándose y al tiempo encasillándose en puntos dispersos del interior, estratégicamente situados con un control visual entre ellos y las vías de comunicación.
3.3 ECONOMÍA Y SOCIEDAD.
La población de estos valles a la que podemos considerar completamente romanizada a partir de Augusto, va a concentrarse alrededor de las villas rústicas, propiedades no muy grandes a tenor de la dispersión de los hallazgos, que eran explotaciones agrarias que mediante el empleo del regadío obtenían el máximo rendimiento de los productos cultivados.
Indudablemente, la villa romana de Petrer estaría estructurada en base a una explotación agropecuaria, con aprovechamiento de sus recursos naturales de agua, monte y caza, relacionada con la centuriación del territorio. Si bien en el estudio realizado por José Miguel Payá sobre las centuriaciones la villa queda fuera de ella, creemos, como él también indica, que su ubicación en la falda de una colina le confiere una situación privilegiada, al tiempo que los restos cerámicos encontrados de una temprana fase ibérica, nos apunta un primitivo asentamiento indígena, al que se superpone la cultura romana a través de un proceso de aculturación, en ocasiones con aporte de nuevas gentes romanizadas. Aunque no debemos olvidar que las villas no necesariamente tienen que estar situadas en el centro de la centuriación, o incluso pueden existir sin estar relacionadas con ella.
El territorio ordenadamente parcelado, sería explotado agrícolamente utilizando la técnica del arado tirado por bueyes, cultivándose básicamente el cereal, con trigo y cebada, y el olivo para la obtención de aceitunas y aceite que emplearían para la preparación de alimentos, para la preparación de ungüentos y como elemento de combustión en las lucernas, que eran las lámparas de iluminación. También se cultivaba la vid completando así la trilogía mediterránea.
Entre los árboles frutales se cultiva la palmera datilera, el manzano, el almendro, la higuera y la granada. Teniendo en cuenta la proximidad de zonas montañosas, con abundancia de esparto y plantas medicinales como la manzanilla y el romero entre otras, estas serían utilizadas para hacer pócimas y preparados curativos. El esparto sería utilizado para la fabricación de esteras, capazos y cuerdas. Importante sería también la actividad apicultora, para la obtención de miel y de cera. Productos todos ellos que servían para el abastecimiento de la población, obteniendo un excedente que no sólo cubría las necesidades de las ciudades, sino que allí se convertían en productos comerciales, que servían de base al comercio importador de vajillas de lujo, como era la cerámica sigillata o elementos suntuarios de bronce, hueso o vidrio.
El ganado tendría un papel importante en cuanto que cumplía una doble función, ser utilizado para el transporte y para la agricultura. Se tenían caballos, asnos y mulos, junto con bueyes, ovejas y cerdos, sin olvidar los animales de caza, como la liebre, el jabalí, el ciervo y las aves silvestres, que servían de complemento alimenticio.
Poco conocemos de la actividad minera, aunque el profesor L. Abad cree que los pobladores de esta zona del Vinalopó se ocuparían de la extracción de mármol y piedra caliza, al tener muy cercanas las canteras. Las minas más próximas se encontraban en Cartagena (plata) quedando mucho más lejanas las minas de Cástulo en Jáen o las de Río Tinto en Huelva. Sin embargo, no debe descartarse la fabricación de útiles de esparto, como capazos o cuerdas destinadas a cubrir la demanda de estas áreas mineras, o la elaboración de herramientas que serían utilizadas es las tareas del campo, de las minas o de las canteras de piedra y mármol.
3.4. INDUSTRIA Y COMERCIO.
Si como decimos la minería tiene poca incidencia en nuestra área de estudio, la actividad industrial se desarrollaba en función del consumo doméstico, con un excedente artesanal que iría destinado al comercio comarcal. Los restos encontrados en el área de Petrer, poco o nada nos dicen de toda esta serie de actividades; el hallazgo de pesas de telar nos indican la existencia de telares que trabajarían el lino y el algodón que eran las plantas que se cultivaban y servían de materia prima para la confección de sus vestidos, cubriendo sus necesidades de autoconsumo.
La industria alfarera, tan importante en tiempos modernos, nos es prácticamente desconocida en época romana es estos valles del Vinalopó, aunque recientes excavaciones en el área del Monastil han sacado a la luz parte de la estructura de un horno cerámico, cuyo material, por referencias orales de su excavador A. Poveda, al encontrarse todavía en fase de estudio, nos acerca a una cronología comprendida entre el siglo II a.d.C. y siglo I d.C. Cerámicas de producción local que serían distribuidas dentro de estas áreas comarcales.
Dentro de la provincia alicantina el panorama tampoco es muy halagador, sólo se ha localizado un importante alfar en las cercanías de Denia, con una significativa producción de ánforas Dressel tipo 2-4, con otros tipos y subtipos de cerámica común. Las ánforas eran envases comerciales y se hacían teniendo en cuenta el producto que iban a contener, que podía ser vino y salazones, destacando de entre ellas el «garum». Actividad industrial ampliamente atestiguada en Torrevieja, Santa Pola, Alicante, Javea, Campello y Calpe. Productos que eran exportados a Italia y a otras ciudades mediterráneas.
En el desarrollo y revitalización del comercio, juega un papel fundamental la circulación y la estabilidad monetaria, aspecto en el que también Augusto abordó una importante reforma, propiciando un mayor control de las emisiones de oro, plata y bronce. Desaparecen cecas locales, dictándose normas para la emisión en talleres provinciales que trabajan esporádicamente. Roma centraliza y desarrolla la principal ceca del Imperio.
Dentro de toda esta reorganización monetaria, efectuada con la dinastía Julia- Claudia, desaparecen las cecas locales de Ilici y Saguntum, centros de emisión que habían tenido una gran importancia en etapas anteriores. Ahora la llegada de moneda procedente de Roma es uniforme y suficiente para estabilizar las relaciones comerciales en la Hispania romana.
3.5. EL MUNDO RELIGIOSO Y FUNERARIO.
La religión romana, ya en época temprana, se encontraba fuertemente helenizada, no en vano habían introducido en su Panteón a los principales dioses griegos, éstos solían ser asociados con lugares, o sucesos determinados, como era la secuencia anual de las estaciones, las ocupaciones humanas, los objetos y las localidades sagradas, siendo exaltados y venerados con ritos específicos.
Como en otros campos, también en época de Augusto se produce una reforma dentro del Panteón romano, al consolidarse el culto al Emperador. Variaciones que no siempre reciben una respuesta directa de las capas populares más apegadas a las creencias y prácticas tradicionales de sus dioses locales.
En nuestra área de estudio, la ausencia de restos monumentales y de inscripciones epigráficas, nos impiden conocer el tipo y grado de creencias religiosas de las gentes que ocupaban estos valles. Los escasos datos que tenemos están relacionados con la ciudad de Ilici de donde procede una inscripción con el nombre de Hércules. La diosa Venus aparece en una inscripción hallada en Denia, en donde Estrabón, sitúa un santuario dedicado a la diosa Artemis Efesia, equiparable con Diana, que probablemente daría nombre a la ciudad (Diana-Dianium-Denia).
Tampoco tenemos evidencias de la existencia de santuarios, aunque el de la Serreta de Alcoy, de origen ibérico, sabemos que fue centro de peregrinación hasta bien entrado el siglo IV d.C., al haberse encontrado monedas y cerámicas que corresponden a ese momento.
Pero teniendo en cuenta que la villa romana de Petrer, tenía una actividad fundamentalmente agropecuaria, sus gentes darían culto a dioses relacionados con la fertilidad de la tierra y del ganado.
Entrando en el tema de las necrópolis, los diferentes ritos de enterramiento también son una fuente de información con relación a sus manifestaciones religiosas y sus creencias en otra vida de ultratumba. Las necrópolis solían situarse fuera de los núcleos urbanos, cerca de los caminos o vías de comunicación, en donde se podían encontrar mausoleos o monumentos funerarios, que solían construir las ricas familias, en memoria del difunto y como muestra de su elevado «status» social.
Cuando una necrópolis aparece relacionada con estructuras de hábitat, puede indicarnos que se ha producido una reducción del área doméstica, o que entre la primera ocupación y la posterior situación de los muertos, se ha producido un periodo de abandono del área de hábitat.
Según los hábitos y las creencias de cada época, los cadáveres eran incinerados y depositadas las cenizas en urnas de piedra o bronce, o bien eran inhumados, enterrándose el difunto con objetos de adorno o de uso personal, constituyendo los ajuares funerarios.
Los tipos de sepulturas eran diversos, solían emplearse ánforas cortadas dentro de las cuales se ponía al difunto, generalmente niños o jóvenes. Se daban tumbas con tejas (tegulae) cuadrangulares a doble vertiente, con tejas curvas sobre su vértice. Otro tipo, eran cistas de piedras colocadas de forma vertical y cubiertas por grandes losas, o formada por tejas, o simplemente realizando una fosa en el suelo. Más excepcionales son los enterramientos realizados en sarcófagos de piedra o de mármol, este último material noble, profusamente esculpido se pone de moda a partir del siglo II d.C. Producidos en serie en talleres de Roma o del Mediterráneo Oriental en el siglo IV d.C., serán importados por ricas familias, en puntos del Occidente, ahora decorados con motivos temáticos relacionados con el cristianismo.
En lo concerniente a las necrópolis, tanto de la villa romana de Petrer, como del área de dispersión de los valles del Vinalopó, no tenemos todavía evidencias de su localización, hasta momentos más tardíos, ya en época bajoimperial y tardorromana. No obstante hay que hacer relación al hallazgo, en las recientes excavaciones realizadas en la calle Mayor, 2-4, en el nivel superior de restos de una pequeña cista, formada con tejas planas, algunas con digitaciones, muy arrasada y sin restos óseos. Horizonte cultural definido por cerámicas sigillatas Claras D, de procedencia norteafricana y con una cronología del siglo IV-V d.C. (Lám. IV).
El hecho de que la cista aparezca asociada a estructuras domésticas, nos hace pensar en una reutilización del espacio, cuestión esta que nos queda todavía en el aire, al encontrarnos en una fase preliminar del estudio de los materiales y de las estructuras aparecidas. Otro hallazgo fortuito y fuera de contexto, está relacionado con un sarcófago romano. Se trata de dos fragmentos de escultura de mármol, encontrados en los escombros del Castillo de Petrer, en la primera fase de su restauración. Son dos altorrelieves que parecen pertenecer a una figura humana, cubierta por una toga con amplios pliegues.
Naturalmente los fragmentos son muy reducidos, pero si volvemos a releer la obra de Montesinos «Compendio Histórico Geográfico de las Iglesias. Gobierno y Territorio del Obispado de Orihuela» de 1794, encontramos entre sus páginas la descripción de unas losas de mármol con personajes togados, que adornaban unas ventanas en la fortaleza. Piezas ornamentales, sin duda, ya en aquel momento, descontextualizadas, y que no dudamos formaban parte de las que ahora, mutiladas, tenemos.
Por su tipología el profesor L. Abad, al que agradecemos la catalogación de estas piezas, cree que pertenecen a un sarcófago, proveniente de talleres romanos, en el siglo IV d.C. La importación de este tipo de piezas, por ricos propietarios, era un hecho relativamente frecuente, estando considerado también, dentro de este contexto el fragmento de sarcófago encontrado en el Castillo de Elda, con la representación del pasaje bíblico de Jonás.
Sin embargo, el panorama es mucho más alentador para la etapa tardorromana y visigoda, dentro del área del Vinalopó, a tenor de los recientes hallazgos, surgidos a través de campañas sistemáticas de excavación, en la zona de Aspe, necrópolis de Vistalegre, el arrasado mausoleo de la Casa Colora, junto con la reciente necrópolis del Monastil en Elda, con enterramientos de inhumación y tumbas de diferente tipología. Cistas con tejas de piedra o fosas de tierra, que aunque no muy ricas en ajuares funerarios, han dado material muy significativo para poder adscribirlos a un horizonte cultural amplio entre el siglo VI-VII, necrópolis de Vistalegre, y siglo V-VI, para la Casa Colorá y posiblemente la del Monastil, ésta todavía en fase de excavación y estudio, por lo que los datos son muy provisionales.
4. CONSIDERACIONES FINALES.
A tenor de todo cuanto venimos exponiendo y teniendo en cuenta la dispersión y la reducida área excavada, supuestamente ocupada por la villa romana de Petrer, es la sistematización del material cerámico, tanto las vasijas de lujo, como vasos y platos de sigillata, que se usarían para el servicio de mesa, como las ollas, tapaderas, cazuelas, jarritas y otros enseres domésticos, junto a recipientes de almacenamiento como ánforas y dolias, los elementos materiales que nos aproximan a las gentes que ocupaban y trabajaban el antiguo territorio de Petrer, formado a partir de una villa, concentración de áreas domésticas, obradores y parcelas de explotación agraria, constituyendo el primitivo núcleo de población, a partir del desarrollo de la Villa Petraria, Bitrír para los musulmanes y Petrer para los conquistadores reinos cristianos.
El ajuar cerámico encontrado, compuesto de sigillata aretina, sudgálica y Clara A, lucernas de volutas, olpes pintados de tradición ibérica, ollas y ánforas Dressel 1-4, junto a piezas monetarias, As de la Dinastía Julia-Claudia (14-68 d.C.) y un Sestercio de Antonino Pío (138 d.C.), nos sitúan el origen de la villa romana de Petrer, en época altoimperial, quedando dentro del contexto de ordenación y puesta en cultivo, de fértiles y productivas áreas del territorio, tras decretarse la «Pax Romana», con el emperador Augusto.
En esta primera fase, la dispersión de los hallazgos en el área de influencia del Vinalopó, villas del Campet en Novelda; Aspe y Monforte, Arco Sempere y Dos Puentes; en Elda, El Monastil; Villa de Caprala; Casa Nazario y Casas Juntas en Villena, etc., parece indicarnos la existencia de pequeños latifundios con una explotación sistemática del «ager publicus».
Un segundo horizonte cultural, está documentado con la aparición de los dos mosaicos relacionados a una serie de estructuras, con gran cantidad de elementos de construcción como son tejas planas con ímbrices, tejas curvas, placas de mármol, ladrillos circulares y fijos relacionados con un hipocausto, que podría formar parte de una estructura termal, según la hipótesis de los profesores María Jesús Rubiera y Mikel de Epalza, al relacionar los mosaicos romanos con las estancias de unos baños árabes. Nosotros creemos que no tenemos elementos suficientes para poder hacer esta afirmación, aunque podría ser posible, pues en otros puntos peninsulares se ha constatado la reutilización de las termas romanas como baños públicos en época islámica, al ser el esquema constructivo el mismo; no debemos olvidar que se trata de una aportación del mundo romano a la cultura musulmana.
La decoración geométrica de los pavimentos, realizados con pequeñas teselas de colores negro, blanco, rojo y amarillo, forma motivos de hexágonos y cuadrados, por lo que se puede datar en época severiana, fines del siglo II, primera mitad del III d.C., siendo un tema muy característico del mundo clásico, con perduración hasta la época mudéjar en el siglo XIV.
La aparición de mosaicos policromados en las villas se vincula con un rico propietario, lo que nos lleva a una segunda fase de mayor esplendor en el desarrollo de la villa romana, con la existencia de una rica mansión, con pavimentos de lujo y plaquetas de mármol en las paredes. Los materiales cerámicos, sigillatas Claras C y D, jarritas, ollas y ánforas de clara tipología norteafricana, nos documenta la continuidad funcional de la villa en el Bajo Imperio, enlazando con la etapa tardorromana, en la que se produjo una reorganización del territorio, tras la crisis económica y política del Bajo Imperio, con la concentración de la población en áreas rurales del interior de los valles, ocupando puntos elevados, estratégicamente situados, como Castellarets, con un control visual del territorio y de las vías de comunicación. En nuestro caso la vía natural del Vinalopó, por donde pasaba un ramal de la Vía Augusta, calzada que unía Cádiz con Roma.
La villa estaba ocupada por una familia señorial y un conjunto de colonos y esclavos que trabajaban la tierra, cultivando cereal, vid, olivo, árboles frutales y hortalizas, tendrían obradores como el lagar y los molinos para moler el trigo y la cebada, no faltando los artesanos del hilado, tejiendo lino y algodón, con él harían sus túnicas. Del trabajo del esparto obtendrían zapatos, capazos, cuerdas y esteras, recolectando la miel y las plantas medicinales de nuestros montes. El ganado bovino, lanar y de plumaje no faltaría en sus corrales, practicándose la caza del jabalí, lobos, aves y liebres. Siendo el caracol muy consumido en su dieta diaria.
Productos que cubrirían sus necesidades de autoconsumo, generando un excedente que sería comercializado en las ciudades más próximas, de las que dependían administrativamente. La proximidad a ciudades costeras como el Portus Ilicitanus (Santa Pola), puerto abierto al comercio mediterráneo, facilitaba la entrada a los valles interiores, por la vía del Vinalopó, de productos de lujo y objetos suntuarios, desde el Alto Imperio, sin interrupción, hasta época tardorromana, en que el avance bizantino con la ocupación de importantes ciudades del mediterráneo occidental, interrumpe momentáneamente, estos intercambios comerciales.
En definitiva y para concluir, no nos queda sino destacar la importancia del hallazgo del mosaico romano, al ser el elemento motor que ha impulsado, aunque lentamente, no sólo estudios relacionados con el hábitat romano, del que hoy tenemos un mejor conocimiento, sino también del asentamiento islámico y medieval. Pero todavía quedan grandes interrogantes, que esperamos poder desvelar, en la medida en que se vayan realizando excavaciones sistemáticas en el área del casco antiguo de la población, y salgan a la luz la catalogación y estudio de los trabajos arqueológicos ya realizados.
* Agradecemos a los componentes del Grupo Arqueológico Damaso Navarro, su colaboración y ayuda en pro de la defensa y conservación del patrimonio arqueológico-etnográfico de Petrer. Gracias a ellos hemos podido realizar este trabajo.
GLOSARIO
ÁNFORA. Recipiente de dos asas. Se utilizaba para el transporte y almacenamiento de vino, aceite, garum y salazones de pescado.
CECA, Ciudad que acuña moneda.
CALDARIUM. Parte de las termas donde se tomaba el baño de agua caliente.
DOLIUM. Vasija a modo de gran tinaja, muy usada en Roma para almacenar líquidos y sólidos. Solía enterrarse hasta más de la mitad de su altura, para evitar su fractura y hacer más cómoda la extracción de su contenido.
FRIQIOARIUM. Sala de las termas romanas donde se tomaba el baño de agua fría.
GARUM. Salsa de pescado macerado con sal, de sabor muy fuerte. Era muy apreciado por los romanos.
HIPOCAUSTO. Método de calefacción utilizado por los romanos en las termas. Consistía en un espacio vacío situado debajo del pavimento, por donde circulaba el aire caliente.
IMPERIO, Sistema político Instaurado por Augusto en el año 24 d.C. Se distinguen dos etapas: El Alto Imperio (27-235 d.C.) y el Bajo Imperio (284-476).
LUCERNA. Candil de mecha y aceite. Hay ejemplares en cerámica y bronce.
MOSAICO U OPUSTESELLATUM. Pavimento formado por pequeñas piezas cúbicas, denominadas tessellas, que pueden ser de mármol, de piedra caliza y de pasta vitrea. Forman dibujos y solían colocarse en habitaciones de lujo.
ROMANIZACIÓN. Proceso de Implantación de la organización y de la cultura romana, en todos los territorios conquistados por Roma.
TEGULA. Teja plana rectangular.
TEPIDARIUM. Sala acondicionada con calefacción. Servia de antesala del caldarium, en las termas.
TERMAS. Baños públicos, con alternancia de baños de agua fría y caliente. Servían también como lugar de reunión y para realizar ejercicios gimnásticos.
TERRA SIGILLATA. Cerámica fina romana, con barniz rojo, hecha a molde, lisa o decorada en bajorrelieve. Este tipo cerámico se empieza a fabricar en Aretio (Italia) de ahí su denominación de «sigillata aretlna». Más tarde se produce en la Galla (Sur de Francia), denominándose «sigillata sudgálica», fabricándose desde el año 45 a.d.C. A finales del siglo I d.C. surgen otros talleres en: Híspanla, «térra sigillata hispánica»; en el Norte de Africa, «sigillata Ciara C y D», hasta finales del siglo V-VI d.C.
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