La ruralidad como marco para la excelencia territorial: las Sierras del Maigmó y del Cid, espacio de lo posible

No obstante, el mantenimiento del paisaje agrario en el territorio analizado responde, más que a la productividad (Figura 1) y rentas que generan las tierras, a la inercia de un proceso que a ritmo lento desgasta la estructura productiva agrícola y ganadera, la cual subsiste gracias a la voluntad del propio campesinado por mantener la personalidad de un territorio que siempre han habitado. Sólo de esta manera, puede entenderse la presencia de explotaciones agrícolas como Les Fermoses, L’Avaiol, Catxuli o Administració, fincas que mantienen la productividad de sus suelos, la configuración tradicional del paisaje agrario y las infraestructuras tradicionales vinculadas, aunque ello se produzca a costa del predominio del trabajo a tiempo parcial, el trabajo de la tierra como actividad secundaria, y la reducción de los costes de producción y productividad en una ley del mínimo esfuerzo. Ante esta situación, es preciso hallar medios capaces de crear modelos de revalorización de la actividad agropecuaria basados en la reformulación de la explotación y en la motivación del agricultor.

Figura 1. Aproximación a las cifras de producción en el ámbito Maigmó-Cid.

Producción en kg

Campaña Almendra Uva Aceituna

1997-98

192.043

105.620

1998-99

122.277

108.807

1999-00

168.569

105.479

2000-01

71.605

72.392

399.097

2001-02

63.026

81.085

617.471

2002-03

165.451

197.370

836.775

2003-04

87.360

338.590

701.816

2004-05

16.899

194.600

615.700

2005-06

81.196

165.230

560.213

2006-07

106.976

228.270

555.075

Fuente: Cooperativa Agrícola de Petrer.

 

No se trata de inventar nada nuevo. La creación de modelos de desarrollo a partir de las explotaciones agropecuarias ha sido aval para el éxito de determinados territorios rurales en el ámbito mediterráneo. Así por ejemplo, en Val di Noto, Sicilia, sobre estrategias de integración y complementariedad de la producción agroalimentaria con el conjunto de activos del territorio, la cooperación público-privada y la gestión inteligente, se ha establecido bajo el sello de “Distrito hortofrutícola de calidad” un marco de producción-comercialización óptimo, que ha revalorizado el producto típico y ha generado fuertes plusvalías sobre un espacio castigado.

Lo que se propone en el contexto Maigmó-Cid, es el aprovechamiento de un distintivo territorial como pueda ser el Paisaje Protegido o la pertenencia a la Red Natura 2000, como medio para fortalecer el agro, su estructura productiva y la percepción social del paisaje. Urge, en primer lugar, hacer partícipe al campesinado del abanico de posibilidades que ofrece este tipo de sellos territoriales. Nuevos conocimientos, en materia de producción agrícola integrada, cultivo en común, valor añadido sobre la producción o ecocondicionalidad, conceptos que surgen bajo el paraguas de la PAC, deben ser transmitidos al conjunto del campesinado.

La configuración de la propiedad y estructura de la tierra brinda enormes posibilidades en el planteamiento de un proyecto de territorio para el Paisaje Protegido de la Sierra del Maigmó y Sierra del Cid (Figuras 2 y 3). Existe, de una parte, un gran número de pequeñas explotaciones en las que apenas puede existir un beneficio económico por una producción cada vez más costosa. Este tipo de explotaciones se agrupan en partidas rurales como Caprala, Puça o Catí. De otra parte, explotaciones como L’Avaiol, Casa Castalla, Gurrama, Planises, Foradá, así hasta un total de 48 entre Petrer y Castalla,  cuentan con una Superficie Agrícola Útil superior a las 50 ha (INE, 1999). Se trata de fincas que, por su tamaño, tienen gran influencia sobre la configuración del paisaje y mantienen, por lo general, las tierras en explotación, contribuyendo a la preservación del paisaje y patrimonio agrario tradicional vinculado.

 

Figura 2. Estructura de la Superficie Agrícola Útil por explotación.

Entre 0.1 y 4.9 ha Entre 10.0 y19.9 ha Entre 20.0 y49.9 ha Entre 5.0 y9.9 ha 50 ha ymás
Castalla

1.011

30

14

69

28

Petrer

373

24

19

24

20

Sax

579

34

22

48

8

Tibi

112

18

17

41

13

Agost

516

18

10

55

12

Total

2.591

124

82

237

81

Fuente: INE, Censo Agrario, 1999.

 

Figura 3. Actividad de los titulares respecto a las explotaciones.

Otra actividadlucrativa principal Otra actividadlucrativa secundaria Sólo en la explotación
Castalla

513

6

623

Petrer

158

3

292

Sax

293

4

388

Tibi

67

0

128

Agost

203

18

378

Total

1.234

31

1.809

Fuente: INE, Censo Agrario, 1999.

 

El escaso rendimiento de unas y el encarecimiento de las otras, manifiestan la necesidad de articular mecanismos como la gestión integrada de tierras o el cultivo en común, mediante modalidades asociativas[4] que permitiesen rentabilizar los costes de producción, e incluso, pudiesen buscar nuevas vías de comercialización y consumo:

–         Cooperativas de explotación comunitaria de la tierra y otras cooperativas de explotación en común, y cooperativas de trabajo asociado, en las que será imprescindible “establecer los módulos de participación de los socios que hayan aportado el derecho de uso y aprovechamiento de tierras, edificaciones, ganados, instalaciones, maquinaria y otros medios de producción y, también, el de los socios que aporten además, o exclusivamente, su trabajo, los cuales tendrán la condición de socios de trabajo”. Sería la modalidad de asociacionismo más apropiada para las pequeñas explotaciones.

–         Cooperativas de servicios empresariales y profesionales, para promocionar conjuntamente productos de la tierra, relacionados con el cultivo ecológico de frutos secos u olivar (la gran mayoría de las explotaciones realizan producción ecológica sin declararlo) o la cereza, de gran aceptación en los mercados locales, producida en fincas como la Casa Castalla, la Gurrama o Catí.

Se trata de medidas asociativas que, además, podrían complementarse con la promoción del Contrato Territorial de Explotación[5]. Se trata de una figura de reciente implantación que pretende profesionalizar la explotación agraria y hacerla viable desde el punto de vista económico. En este sentido, partidas como Les Fermoses, L’Avaiol, Puça, Esquinal, Calafate, Planises, Foradá, Almadrava, etc. tendrían la posibilidad de implementar medidas de carácter innovador y de mejora de la calidad de sus productos, en compensación al beneficio sobre el paisaje y mantenimiento de la biodiversidad que estas explotaciones inducen.

Se pretende, en definitiva, compensar al campesinado por generar acciones rentables desde los puntos de vista ambiental y cultural, monitorizar su actividad, asesorarlo y desarrollar una estructura administrativa, productiva y comercial solvente de sus explotaciones, pudiendo establecer sinergias entre la conservación de los activos rurales y el desarrollo económico, con la interdependencia de ambos procesos (Ocde, 2006, 82). Con estas condiciones, y teniendo presentes las características que ofrece el paisaje serrano Maigmó-Cid, deberían fijarse los siguientes objetivos:

–         Procurar el manejo tradicional de los sistemas de producción agrícola y ganadero. Sólo así se podría acceder a la percepción ayudas de corte agroambiental.

–         Favorecer medidas de autoestima del campesinado, reconociendo su protagonismo en la gestión del territorio y del Paisaje Protegido.

–         Promocionar la calidad de los productos y consolidar un mercado local, teniendo en cuenta que, con unas cifras de producción reducidas, se debe priorizar sobre los consumidores locales.

–         Integrar la agricultura en las nuevas alternativas que se proponen sobre el LIC del Maigmó y Sierras de la Foia de Castalla y Paisaje Protegido de las Sierras del Maigmó y del Cid.

Los agroecosistemas serranos mediterráneos en general, y las sierras del Maigmó y del Cid en particular, herederas de una inteligencia rural milenaria, paisajes con personalidad e históricamente cohesionados, se postulan como espacios privilegiados capaces de impulsar modelos de desarrollo endógeno basados en la reinvención de estructuras y productos agroganaderos tradicionales. Ante esta situación, parece lógico buscar alternativas para no perder el tren de la historia, en las que agricultores, ganaderos, propietarios y administradores del territorio avancen en una misma dirección.

 

Conclusiones

A lo largo del presente artículo, la idea principal que se ha tratado de transmitir es la necesaria comprensión del recientemente declarado Paisaje Protegido de la Sierra del Maigmó y Sierra del Cid como un territorio de proyecto, a partir de la piedra de toque que suponen sus características intuitivamente rurales, su herencia paisajística y su potencial sociocultural, en un contexto actual como es el del paradigma clorofílico. Se trata de cuestiones que hacen de las sierras Maigmó-Cid un espacio de lo posible.

En este sentido, no cabe duda de que nos hallamos inmersos en un territorio de múltiples y valiosas posibilidades, las cuales, entendidas bajo unos criterios de calidad, pueden fortalecer de alguna manera ese nodo actividad económica-actividad social-conocimiento, sin el cual no se podrían entender los principios de la excelencia territorial. Nos hemos referido a dos ejes de intervención que, adecuadamente gestionados, podrían avalar el enfoque de la excelencia territorial sobre las sierras del Maigmó y del Cid. De una parte, se considera oportuno potenciar aquellas opciones derivadas de la transmisión de la experiencia cultural que puede proporcionar la actividad turística y, de otra, la redefinición de los activos agrarios como elemento de revalorización territorial y motivación de la población local. La conjunción de ambas posibilidades puede conducir, verazmente, a un fortalecimiento de los nodos actividad económica y actividad social, facilitando la entrada de inputs en forma de inversiones y nuevos pobladores.

Siguiendo esa línea, este territorio, por su proximidad urbana, posee ventajas únicas de cara al futuro aprovechamiento de los valores promulgados por la Estrategia Territorial Europea: estamos destinados a recuperar nuestros espacios rurales como centros de nuestra vida cotidiana, donde se concentre el conocimiento, ese quinto sector de la excelencia humana, produciéndose flujos constantes de intercambio con las ciudades próximas, bien por trabajo, bien por desplazamientos voluntarios. Las ciudades no podrán crecer eternamente; la sostenibilidad bien entendida empieza por reducir los desequilibrios entre espacios rurales y urbanos, multiplicando su accesibilidad y complementariedad.

Este sector quinario de la excelencia bien podría venir al encuentro de la excelencia del propio territorio en sí, y colaborar en el esfuerzo de recuperación y valorización de un espacio que ha de hacer suyo. Pero los autóctonos no deben resignarse a que de fuera vengan y les muestren sus cualidades excelentes: las alianzas entre los locales también se deben ver reforzadas mediante un cooperativismo profesional, que ayude a reivindicar lo que, históricamente, les ha sido propio, en materia agraria y, en su más amplia y ambiciosa vertiente, en materia cultural.

La unión de fuerzas en la heterogeneidad, la comunión de voluntades, la tolerancia y la integración han de desembocar en un enriquecimiento mutuo que, por ende, se extenderá al territorio. Con la conciencia de dar lo mejor de sí, potenciando naturalmente su excelencia, alimentando continuamente su inteligencia.

 

Bibliografía

ASINS, S. (2006), “El paisaje agrario de Petrer”. En Festa 2006: Territori, pp. 18-22.

BERVEJILLO, F. (1996), Territorios en la globalización, cambio global y estrategias de desarrollo territorial. Santiago de Chile.

ESPARCIA, A. (2006), Política, ruralidad y sostenibilidad. Diario Información (29-11-2006).

INE (1999), Censo Agrario.

IZQUIERDO, J. (2005), “El Desarrollo Rural en las geografías extremas: perspectivas para el periodo 2007 – 2013”. Intervención ante la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural del Parlamento Europeo, 15-03-2005.

LLOP I BAYO, F. La piedra en seco: la construcción de los paisajes tradicionales. <http://www.campaners.com/francesc.llop/opera09.htm> [Consulta electrónica].

OCDE (2006), El Nuevo Paradigma Rural. Políticas y gobernanza. Madrid.

OJEDA, J. F. (2006), “Paisaje y orden territorial en la montaña media mediterránea”. En MATA, R. y TARROJA, A. (Coords.), El paisaje y la gestión del territorio, Barcelona, Diputació de Barcelona, pp. 181-195.

RODRÍGUEZ, F. y VILLENEUVE, R. Universitas et Civitas. Universidad y Desarrollo Local. <http://www.fundicot.org/ciot%203/grupo%207/007.pdf> [Consulta electrónica].

 

 

 


[1] Plan Estratégico Nacional de Desarrollo Rural 2007-2013. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.  Madrid, 2 de abril de 2007; Marco Nacional de Desarrollo Rural 2007-2013. Dirección General de Desarrollo Rural, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.  Madrid, 26 de abril de 2007.

[2] Programma Territoriale Integrato “Terra di mezzo”. Comune di Verceli. Manager Project Arch. Liliana Patriarca.

[3] Entrevista al alcalde de Rochefort-sur-Mer, “Journal Sud-Ouest”, febrero de 1979, en “Décentralisation: à la recherche d’échelles spatiales pertinentes pour une gouvernance territoriale efficace”. GUESNIER, Bernard (Institut d’Économie Régionale et Financière, Université de Poitiers).

[4] Ley 8/2003, de 24 de marzo, de Cooperativas de la Comunidad Valenciana.

[5] Reglamento (CE) nº 1698/2005, del Consejo, de 20 de septiembre de 2005.

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