La romanización de las tierras de Petrer


El historiador y arqueólogo Antonio Manuel Poveda Navarro investiga las huellas del poblamiento romano en Petrer en este documentado reportaje, publicado en la revista Festa de 1991.

Las tierras que hoy componen el actual término municipal de Petrer tuvieron una presencia humana ya importante en la prehistoria, al menos desde la Edad del Bronce, pero fue todavía mayor cuando sus gentes deciden ocupar las colinas y sierras más cercanas a las llanuras que lindan con el río Vinalopó, en la época de la cultura ibérica, de modo que hacia el siglo IV antes de la Era existía ocupación humana de diversa índole en torno al cerro del Chorrillo, donde antaño se halló la escultura de un toro ibérico, en Caprala y en la Sierra del Caballo, núcleos indígenas vinculados claramente con el poblado ibérico principal del interior del Vinalopó, el denominado El Monastil (1), que posteriormente, con la romanización, pasaría a ser la civitas o población hispanorromana cabeza de la organización de la vida humana de gran parte del Alto y Medio Vinalopó (2), y fundamental para la formación en Petrer de importantes zonas habitadas y explotadas por los romanos, y los íberos romanizados o en vías de adecuarse a la vida de tipo provincial romano. Nadie ha de pensar que estas tierras fueron invadidas por Roma, sino que después de tomar su ejército Carthago Nova (Cartagena), en el año 209 a. E., plaza fuerte cartaginesa que se oponía a los intereses romanos en la Península, y después de fundar una colonia inmune en Illici (Alcudia de Elche), a finales de época cesariana , los romanos se plantearían organizar las tierras del Vinalopó para su control y explotación, apoyándose allí en una población satélite de Illici, que era la de Ello (El Monastil, Elda), desde donde centralizar la administración de ese territorio.

Huellas del poblamiento romano de Petrer: A. El Monastil (ciudad romana denominada ELLO). 1-7. Asentamiento rurales: 1. Bancales al E. del I.N.B. Azorín; 2. Petraria; 3. Alto la Iglesia; 4. El Chorrillo; 5. Caprala; 6. Gurrama; 7. Els Castellarets.

Desde ese momento los indígenas entrarían en contacto diario y constante con la cultura romana, a la que irían adaptándose consciente o inconscientemente, y al parecer sin darse enfrentamientos armados. Durante este lento proceso de aculturación las tierras de Petrer se reestructuraron profundamente, e incluso otras se ocuparían por vez primera; todo esto respondía al interés romano por aprovechar más y mejor los terrenos para su explotación agraria y ganadera. También esta reordenación respondía a la estrategia de ubicar a los habitantes indígenas en zonas más llanas o bajas, de fácil control administrativo, y que se eliminase el temor de tener elementos incontrolados a las espaldas de los nuevos asentamientos.

Huellas de la presencia romana en Petrer

Por estos motivos asentamientos íberos como los de Caprala, El Chorrillo, y El Mírador (Sª. del Caballo), trasladaron sus habitantes al llano y hacia el poblado de Ello. Esta política cristalizaría con Augusto, a finales del siglo I a. E., y sobre todo en el I d. E., cuando los herederos de aquellos indígenas aparecen explotando fincas rurales, villae romanas, para unos propietarios que eran latinos o itálicos, a veces romanos, que al licenciarse del ejército o por asuntos comerciales se habían asentado en áreas del Vinalopó, que frecuentemente eran organizadas en cuadriculaciones del territorio, conocidas como centuriaciones, algunas de las cuales han sido recientemente detectadas entre Petrer y Sax, y entre Petrer y Elda (3).

Gran sillar labrado para formar parte de una prensa de aceite de la villa romana de Caprala.

En el s. I d. E., las zonas habitadas o con actividad humana de Petrer son más numerosas que nunca. Antiguas áreas ibéricas se han romanizado, apareciendo restos de la cultura material romana en El Chorrillo, Caprala, Gurrama, Alto de la Iglesia, bancales del este de las cercanías del I.N.B. Azorín, y sobre todo en el casco urbano de Petrer, en las calles que flanquean la plaza del Ayuntamiento, donde se ubicaba la gran villa Petraria.

Con posterioridad a la crisis del Imperio Romano del s. III, se darían nuevas reordenaciones territoriales, algunos núcleos se abandonan, y a veces surgen otros como para huir del control de la administración, o desde donde defender y controlar los que han perdurado. Desde ese momento cobran importancia lugares altos como Els Castellarets, y se concentra la actividad humana en una gran villa de media altura, defendida seguramente por otro punto de altura como sería el solar luego ocupado por el castillo árabe, estamos refiriéndonos a Villa Petraria, que alcanzó su máximo esplendor en época bajoimperial y tardoantigua, como luego explicaremos.

Las comunicaciones terrestres, siempre importantes en el desarrollo de las comunidades humanas, durante la etapa romana tuvieron una conexión relevante con esta zona. La Vía Augusta que conectaba Roma con Cádiz, tenía un ramal que a partir de Fuente la Higuera (Ad Turres) descendía buscando el valle del Vinalopó; en la Colonia de Sta. Eulalia, según las millas marcadas en el Itinerario de Antonio, debía ubicarse una mansio, posta para el descanso y avituallamiento, que era la citada como Ad Ello en ese Itinerario, desde ella la calzada se bifurcaba en dos direcciones, una se dirigía a la Laguna de Salinas y el Hondón de Monóvar, para descender hacia las colinas romanas de Illici y Carthago Nova; la otra ruta bajaba hasta Sta. Eulalia cruzando la centuarización entre Petrer, Elda y Sax, era la que permitía llegar hasta Ello (El Monastil) y entrar en las tierras de Petrer, lo que ocurría viniendo desde los barrancos del Boquerón y del Barranquet , y pasando por el paraje denominado «El Portazgo”, topónimo de clara referencia a esa entrada. Además, en el lugar por donde cruza el Barranquet se han localizado carriladas excavadas en la roca caliza, que deben pertenecer a época romana (4). Este camino enlaza con la importante «Cañada de Petrer” en les Pedreres, cruza la rambla de Caprala donde precisamente conecta con el que lleva hasta la villa romana de ese mismo nombre, y el valle que da paso a otra ruta clave para la viabilidad de Petrer, como es la «Vereda del Cid”. Después de la rambla de Caprala se bordea el Monte del Rutllo y la Sª. del Caballo , para una vez salvada la rambla de Puça (que también comunica con la citada Vereda) entrar en el actual casco urbano (5), precisamente por donde se sitúan los más importantes restos romanos, los de Villa Petraria. El camino continúa hacia el sur atravesando la carretera de Catí y alrededores, para llegar a Salinetes, Lloma Badà y los Colegiales, entrando ya en tierras de Novelda.

Restos constructivos del depósito fabricado en signinum, en Caprala.

La Vereda del Cid presentaría para los romanos un gran interés pecuario, pues encontrarían buenos pastos y depósitos de agua o acuíferos como los que todavía hoy se conservan. En esa ruta ganadera que lleva hasta Agost, encontramos importantes descansaderos en Caprala, Cárdenas y Gurrama, y abrevaderos en Pedreres, Caprala y Gurrama, y precisamente en estos dos últimos parajes es donde se ubican dos villas romanas, y posteriormente controlará ese camino el asentamiento tardorromano de Els Castellarets.

Es pues bastante probable que las relaciones económicas y culturales de los hispanorromanos de Petrer, aprovecharan y a la vez mejoraran esas líneas principales de comunicación vial.

La economía de esa época era fundamentalmente agropecuaria. La tierra en cultivo sería ya muy extensa, y con explotaciones importantes como las de El Chorrillo y Caprala. Los campos serían mayormente de secano, con intentos de regadío al aprovechar las numerosas ramblas y nacimientos del término de Petrer.

La población se dedicó principalmente a la alfarería, gracias a la buena y abundante arcilla de la zona, lo cual posibilitó, por ejemplo, que en El Monastil se fabricaran cerámicas ibéricas y romanas, tal y como se deduce del reciente hallazgo de un horno cerámico romano en dicho lugar.

En Caprala la producción de aceite sería una de sus principales actividades, junto al vino y la ganadería. En esa villa se encontraron sillares trabajados, uno de los cuales tenía labrado un canalillo por pertenecer a una prensa de aceite, también apareció uno de los depósitos de la misma. La presencia de cerámicas romanas de terra sigillata sudgálica, formas Drag. 18 y 27, y otras indeterminadas, sigillata hispánica, africanas tipo Clara A, cerámica .pintada de tradición ibérica, cerámicas comunes y ánforas Dressel 2-4, nos hablan de una villa rural agrícola que estuvo activa al menos en los siglos I y II d.E.

Ánforas vinarias altoimperiales de Caprala.

Parecida debía ser la villa de El Chorrillo, en una llanura lindante con el río Vinalopó , totalmente integrada en la centuriación de Petrer-Elda-Sax. De los otros tres puntos, cercanías del I.N.B. Azorín, Alto de la Iglesia, y Gurrama, poco se puede decir ya que son muy escasos los materiales allí recogidos, y se reducen a sigillatas sudgálicas, hispánicas, comunes y pintadas de tradición ibérica.

La mano de obra de estas actividades laborales era mayoritariamente indígena, iberos esclavos o libres humildes, al cargo y bajo la dirección de los propietarios y patronos romanos.

A partir del s. II d.E., el Imperio Romano ve disminuir el número de explotaciones o de asentamientos rurales, esa tendencia recibió su golpe de gracia con la crisis general del s. III. También el Vinalopó y las tierras petrerenses redujeron su número de villae durante ese período, dándose un nuevo panorama durante el s. IV, que puede resumirse en la eclosión de algunos viejos centros, caso de Petraria, y la aparición de asentamientos en altura, que suelen defender rutas importantes y las villas existentes en ese momento; esa sería la función de Els Castellarets, donde además de restos constructivos se hallaron ánforas tardías del tipo Dressel 26, cerámica African Red Slip tipo Clara D, cerámica gris estampillada con rosetas, denominada paleocristiana y producida en Provenza (Sur de Francia), cerámicas comunes, y fragmentos de instrumental metálico. De modo que durante los siglos IV y V tenemos en dicho lugar un importante asentamiento tardorromano, cuya ubicación estratégica es clave para entrar en Petrer y el valle, pues controla el paso desde el litoral por Agost y el camino que viene desde la Hoya de Castalia, y ambos se encuentran en el valle de Puça, principal vial para descender hacia el Vinalopó, pasando por villa Petraria y llegando hasta Ello (El Monastil), auténtica capital del interior alicantino entre los siglos IV y VII d. E., sobre todo en la fase visigoda cuando se establece allí un obispado, el Elotano de los Concilios de Toledo (6), para controlar a las tropas bizantinas situadas en la franja costera del sur y sudeste de Hispania.

Ánfora olearia bajoimperial de Els Castellarets.

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