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La problemática de las casas-cueva llega a su fin

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La secuencia de los hechos no es desconocida para ningún vecino de Petrer, pero viendo su resolución ya cercana, la repasamos: tras intensas lluvias, a comienzos de verano de 2010 cede la estructura de una casa-cueva en la Travesía de San Hermenegildo. En días, el problema torna epidémico y varios hogares más se desploman; hasta el punto de que se llega a dudar de la firmeza del terreno en la ladera norte del castillo, trufada de casas-cueva y soporte físico de la fortaleza medieval. La oficina municipal de Urbanismo se encarga de verificar el estado de las viviendas afectadas por lo que parecen ser corrimientos de tierras, situación que pronto acaba en 22 órdenes de desalojo, al tiempo que se encarga un informe de la situación a la Universidad de Alicante. Se aprueban ayudas económicas extraordinarias para los vecinos desalojados por parte del consistorio, pero los vecinos que han de cumplir las órdenes de desalojo, organizados en una plataforma de afectados, y en general todo el barrio, que vive momentos de intranquilidad, pronto van a mostrar su disgusto por la situación porque nadie ha aclarado a qué se ha debido esta situación.

Se da el hecho de que toda la zona ha sido objeto de una de una importante actuación urbanística, con una gran inversión del Plan E, apenas unos meses atrás al primer derrumbe, y pronto se especula con que estas obras podrían haber afectado a aspectos como la filtración y la pavimentación del terreno -recordemos las lluvias-, y estar detrás de los desplomes. El ayuntamiento no ofrece respuestas claras a la espera del informe de la UA, que se retrasa en varias ocasiones, y con la culpabilidad de lo sucedido y el destino de las viviendas desalojadas en el aire, los ánimos de los vecinos cada vez están más caldeados. El cumplimiento de las órdenes de desalojo, en un caluroso día de verano, se convierte en un circo mediático, con policía, televisiones nacionales y grupos de protesta implicados, pero finalmente se llevan a cabo.

Digamos que este es el punto más crítico. A partir de aquí, y poco a poco, la situación se va reconduciendo. El informe de la UA concluye que las lluvias son las causantes del derrumbe, exonerando a las obras del Plan E, y que los corrimientos de tierra en la ladera «son minúsculos»; ocho familias desalojadas -más que nada por precaución- vuelven a sus casas. El problema persiste, no obstante, para las otras catorce familias, y el ayuntamiento todavía tiene varias denuncias sobre la mesa de varios vecinos, que podría reabrir judicialmente las conclusiones del informe de la UA -al fin y al cabo, de parte-. Entonces, el consistorio, con las críticas de la oposición más menguadas (hasta entonces feroces), hace su última propuesta: se hará cargo del 60% del coste económico de las reformas de las viviendas afectadas. A la propuesta, aun no estando demasiado de acuerdo con el informe de la UA, se adhieren varios afectados, valorando el riesgo de optar por vía judicial y perder, pero otros permanecen recelosos. El siguiente movimiento del órgano municipal es buscar al especialista que se haga cargo de la restauración de las viviendas, tan especiales por sus características. El mejor, según dicen desde la oficina local de urbanismo, está en Granada y responde al nombre de Paco Varón. Esta elección, y el compromiso afirmativo del profesional andaluz, resulta ser definitiva y es la clave para cerrar satisfactoriamente un complicadísimo asunto (1).

Así es, a día de hoy -y tristemente, esta vez sin ninguna cobertura mediática- todos los vecinos han retirado sus denuncias y se han acogido al programa de recuperación planteado por el ayuntamiento. La primera casa acondicionada por Varón ha convencido a los escépticos, tanto que dos vecinos más, que en principio no lo necesitaban, van a pasar por su  ‘gunitado’. ¿Y qué es ‘gunitar’? Es una técnica de construcción consistente en lanzar hormigón a mucha velocidad -a mucha presión- contra una superficie. Digamos que una gunita es un hormigón proyectado, y su aplicación a la recuperación de las casas-cuevas de Guadix -localidad granadina célebre precisamente por el elevado número de estas- fue una innovación que le valió a Varón para erigir todo un negocio, que responde al nombre de ‘Tierra Nevada’ y a pesar de su juventud cuenta ya con casi una decena de operarios. Los vecinos del casco antiguo ya se han acostumbrado a verlos trabajar, llevan ya unos meses -y lo que les queda- enfrascados en un trabajo «personalizado en cada caso y lento y laborioso». Para comprobar las palabras de Varón, y profundizar más en este soleado día que se ha abierto para las casas-cueva tras la tormenta -nunca mejor dicho-, le acompañamos en una jornada de trabajo.

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Todos los vecinos afectados se han acogida a la propuesta de rehabilitación del consistorio.

La primera idea, clave, es que es un arreglo permanente y total, la casa no va a ceder hasta el fin de los tiempos. De ello se encarga, en algunos casos, hasta quince centímetros de hormigón gunitado recubriendo las paredes de la cueva. No cualquier hormigón, uno armado con fibra de acero. «Este sistema solamente lo hacemos nosotros, lo empezamos a poner en macha hace cuatro años», explica Varón. No sólo el material, el enfoque de Varón es igualmente novedoso y perspicaz: «Actuamos en el interior de la cueva; por dos razones: buscar fuera es muy complicado -por ejemplo determinar el origen de filtraciones- y al final, ¿no es mejor reforzar el interior y que todo lo que pase por fuera, digamos, no importe, porque lo soporta la cueva sin problemas?». Al final, semejante refuerzo estructural convierte a la cueva en un auténtico búnker: «es más seguro estar aquí en un terremoto que en una casa». Sin embargo, no todas las cuevas tendrán el mismo grosor de gunitado -«se realizan medidas geométricas para saber la altura, la medida de la cueva y otros parámetros para determinar su espesor»- ni se actúa así en todas, solo en las que revisten peligro. «Si las casas están bien y siempre lo han estado, pues entonces no hay que intervenir», tercia Varón, pero eso sí, muchas casas-cueva no tienen -a pesar de que de facto la ocupen sus inquilinos- cédula de habitabilidad, y con este sistema sí la conseguirían, pues certifica su solidez.

Rehabilitacion casas-cueva [2] from Petreraldia.com [3] on Vimeo [4].

En todo caso, hasta ahora, el gunitado está a la orden del día en el trabajo de Varón, porque la actuación se ha centrado en ubicaciones «en mal o muy mal estado». Pero casi siempre hay solución, incluso cuando hay un desplome: la idea es recuperar siempre una estructura de bóveda sobre la que gunitar -de hecho, en paredes que están bastante intactas, si son planas, hay que picar también, pues el sistema sólo admite superficies curvas-. Incluso si no hay suficiente terreno arriba, «hecho negativo para una cueva», se crea una chimenea natural que será la base para la recuperación de la cueva: «al final, el agujero es gunitado y hacemos como un lucernario, lo que da un efecto precioso». Eso sí, el trabajo es «muy lento, con rendimientos escasos. Vas asegurando, proyectando, apuntalando…» No hay otra manera de hacerlo; de hecho, es curioso comprobar cómo la buena intención de los inquilinos, que se ponen manos a la obra cuando ven alguna grieta, acaba siendo perjudicial para la propia conservación de la cueva». Uno de los pecados capitales que Varón ha detectado ha sido el hormigonado total de varias monteras de las casas (la parte superior), impidiendo así la evaporación de la lluvia, «y el agua se va para abajo». «Si la cueva no está reforzada o preparada para recibir el agua se hunde». Los vecinos ya han empezado a retirar el recubrimiento de hormigón: «encima de la cueva, terreno natural y a lo mejor con un poco de vegetación, pero sin raíces fuertes».

Visitando la zona cero del hundimiento -que afectó también a mobiliario municipal-, el primero y de los más importante desplomes en el casco antiguo, la zona, todavía en obras, va cogiendo otro color. La cueva en sí fue irrecuperable, pues el desmoronamiento fue generalizado. Se salvó, con mucho esfuerzo, una habitación en cueva y después la casa se rehízo en superficie.  «La casa en sí, además de servir de vivienda, está pensada y ejecutada para sujetar todo el talud superior y sirve de contención a toda la ladera. También se ha reconstruido la escalera y se ha aprovechado para apoyarla al muro». La vivienda ya totalmente transformada, que pudimos ver, es una contigua a la zona, también muy afectada por los desplomes, y ahora recién pintada y pavimentada -la empresa se encarga hasta el final-. «Hemos ejecutado ya la primera fase de las cuatro en las que dividimos el proyecto. Estamos en mitad de la segunda», recapitula Varón, «y hemos actuado ya en cuatro viviendas y en las zonas comunes de las calles».

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Así era la "zona cero". En el vídeo, a continuación, vemos los trabajos de mejora.

Rehabilitacion casas-cueva (II) [6] from Petreraldia.com [3] on Vimeo [4].

En estos meses de trabajo, Varón ha podido conocer la situación y la problemática de la zona, y preguntado por la misma, no esconde su opinión profesional: «al principio, y en una vista general, es muy raro que cedan tantas cuevas a la vez, y uno puede buscar una causa general. Si la hay, es el agua, todas las casas degradadas sufrieron aquellas lluvias, porque las obras del Plan E son de mucha calidad y están muy bien ejecutadas. Además, hay mucha altura entre el cerro y la calle, y la maquinaria es casi imposible que afectara a la integridad de las cuevas». Este antiguo ingeniero de caminos también explica que, una vez puestos en faena, «hemos encontrado infinitas particularidades en cada cueva: hundimientos parciales previos a los hechos, arreglos caseros erróneos, cuevas tapadas y ocultas de las que nadie sabía su existencia, etc. Todo esto te lleva a pensar que hay que buscar causas concretas y no una gran razón general, y es que las cuevas, de no tener las condiciones idóneas, como una geometría adecuada, tienden a hundirse con el tiempo y hay que cuidarlas más que a una vivienda en superficie». Por todo ello, concluye que no es previsible otra «debacle» como la vivida en 2010 y que la estabilidad de la ladera tampoco corre peligro. «De hecho, tengo acceso a la altura inclinométrica y la ladera no se está moviendo, y no olvidemos que esta actuación la está asegurando todavía más. Hemos rellenado huecos de hormigón, de habitaciones en cueva que no hemos podido aprovechar , creando así pantallas y contrafuertes para evitar cualquier deslizamiento que podría tener la ladera.»

Cordial en el trato y de gran capacidad pedagógica, la eficaz solución ofrecida por ‘Tierra Nevada’ es la guinda final de una problemática, con muchas aristas políticas y sociales, que el ayuntamiento ha sabido torear satisfactoriamente para todos los afectados. Llegó a ser una pesadilla en la oficina local de Urbanismo, pero la realidad es que, al final, todos los vecinos regresan a sus casas (la fecha límite está en torno a abril de 2013), que quedan rehabilitadas de por vida, por lo que es difícil no calificarlo de un gran triunfo del consistorio. Eso sí, ha costado a las arcas municipales varias decenas de miles de euros (el informe de la UA -40.000 euros-, las ayudas a los afectados, el pago del 60% de todas estas reparaciones, etc.) en una época aciaga, y ya no hay cintura económica para afrontar nuevas eventualidades. Y como al perro flaco todo son pulgas, nuevo desplome, esta vez en la Plaza de la Ermita [7], ¿de dónde saldrá el dinero para su arreglo? Hasta el concejal de Urbanismo, Fermín García, admitía en los primeros momentos en que se conocía la noticia que «tocaba hacer números» [8]. Eso sí, «intocable» es la decisión municipal sobre quiénes ejecutarán la obra de rehabilitación: Varón y su equipo, que se han ganado el puesto a pulso.

Notas:

(1) Pretendía ser un breve resumen -a pesar de los dos párrafos que nos ha llevado- y muchas detalles interesantes han sido omitidos. Si están interesados, pueden recuperar decenas de piezas informativas (vídeos, opiniones, imágenes, etc.) en  una búsquedas en esta publicación [9], o leer dos artículos extensos de las diferentes etapas de la problemática, al principio [10] y en los momentos de incertidumbre [11].