NOTA: Artículo extraído de la revista Moros y Cristianos 2012
La comisión encargada de confeccionar la revista de fiestas me invita a que comente la fiesta de hace cincuenta años. Acepto la invitación y al tiempo pido disculpas a aquellos que esperen encontrar en su lectura datos significativos de interés didáctico, pues mi relato es simplemente el de un festero de a pie.
Para situarnos y a modo de introducción, daremos algunas noticias en forma de titulares de lo que comentaba la prensa nacional y ocurría en nuestro pueblo en el año 1962.
En enero debuta, en el Teatro Liceo de Barcelona, Montserrat Caballé. El tenista Manolo Santana es elegido mejor deportista español del año 1961. En febrero el B.O.E. publica un decreto para la equiparación de los derechos laborales de mujeres y hombres. El 14 de mayo (San Bonifacio) se casan en Atenas, por el rito ortodoxo, Juan Carlos Príncipe de España con la Princesa Sofía de Grecia. El Real Madrid se proclama Campeón de Liga. Joan Fuster publica Nosaltres els valencians. Miembros de Acción Católica se solidarizan con mineros asturianos en huelga. En julio Brasil se proclama Campeón del Mundo de Fútbol. En agosto se suicida la popular actriz Marylin Monroe. En septiembre la comarca barcelonesa del Vallés sufre graves inundaciones. En octubre el papa Juan XXIII inaugura el Concilio Ecuménico Vaticano II.
A nivel local, en febrero se regula la edad de jubilación de funcionarios municipales. Se da nombre a dos calles: Pétrola a una travesía del Camino de Novelda (Bassa Perico) y Asturias en el barrio de la Cruz (Frontera). Se informa de las instalaciones del nuevo alumbrado en el núcleo central urbano, de trabajos en la mina del Pantano con el fin de lograr un mayor caudal de agua y de las obras para su conducción hasta la mina de Pusa, por un importe total de 500.000 pesetas. En marzo se notifica al Ayuntamiento, por la Jefatura de Obras Públicas, del nuevo trazado de la carretera nacional a su paso por el término municipal de Petrel. Se aprueba un escrito de la Junta Central de Fiestas para modificar el itinerario de la entrada del día 13 de mayo. En mayo se da cuenta del patrimonio municipal del año 1961 con un total de 1.855.046,94 pesetas con un superávit respecto al año anterior de 507.522,67 pesetas. En agosto se da cuenta de la jubilación del guardia municipal José Leal Leal, el Tío Pepe el de la Espardeñera, y del vigilante nocturno Bartolomé Bernabeu Poveda. El rápido progreso industrial y demográfico que se aprecia en nuestro pueblo hace que los gastos del Ayuntamiento sean cada vez mayores, es por ello que se acuerda para el año 1963 el cobro de ciertas tasas para poder equilibrar el presupuesto. Se aprueba también el presupuesto para las próximas fiestas de la Virgen del Remedio por un importe de 60.000 pesetas. Se propone la creación de la Biblioteca Pública Municipal en la planta baja de un edificio propiedad del Ayuntamiento en la plaza del Generalísimo (de Baix). En septiembre se aprueba la suspensión cautelar de los festejos «Danses al estil del país» (Carasses de octubre) porque se considera que han perdido el carácter local y familiar que desde siempre han tenido debido a la masiva llegada de habitantes de otros lugares y hacerse por ello más difícil el control gubernativo con aquellos venidos que pudieran tomar parte en las citadas «Carasses».
LA JUVENTUD LOCAL DEL AÑO 1962
Por aquel entonces la juventud local comenzaba a tener una actitud más comprometida en temas sociales, culturales y en todo lo que tenía que ver con la situación que vivía nuestra sociedad en aquellos años. Comenzaban a fluir grupos o colectivos con inquietudes para cambiar un Petrer más volcado en el trabajo y la rutina que en canalizar esas inquietudes.
De entre estos grupos comentaremos uno que se denominaba Círculo Juvenil Villa, un grupo de pensamientos diversos pero con talante dialogante para abordar cualquier tipo de comentario. Curiosamente este grupo realizaba sus reuniones semanales y las charlas que ofrecían algunas personas de prestigio local, entre ellas Paco Mollá, Enrique Amat, Hipólito Navarro, el eldense don Juan Madrona, etc. en la sede local del Frente de Juventudes, donde hoy está situado el bar Explanada.
Este colectivo, entre sus actividades, también se atrevió a editar el periódico mensual Villa, con noticias locales y comentarios diversos de la actualidad y que ellos mismos se encargaban de distribuir entre sus amigos y conocidos.
También la fiesta era importante para ellos y algunos colaboraban, y aún hoy continúan haciéndolo con algún trabajo para la revista de fiestas. El pregón, que pronto cumplirá su cincuentenario, se gestó y se hizo realidad por la voluntad de sus componentes y el apoyo decidido de nuestro recordado Hipólito Navarro.
En ese año 1962, entre otros artículos, en el mensual Villa aparecen unos versos dedicados a una abanderada y porque los consideramos correctos los reproducimos y dedicamos a todas las que habéis tenido esa oportunidad: ¿Quién es esa flor de mayo, de belleza sin igual, / que pregona primavera por donde quiera que va / con ese porte altanero de sublime majestad? / ¿Será una princesa mora de los cuentos de Bagdad? / ¿Tal vez esclava cristiana? Yo no sé lo que será, / lo cierto es que mi alma con ella quiere volar.
Eres de azucenas ramo, de miel eres un panal / y tus ojos dos luceros de radiante claridad / como cristalinas aguas del más puro manantial. / Eres prosa, eres poesía, eres coro celestial, / quien ser poeta quisiera para poder ensalzar / esa belleza infinita que tienes en tu mirar.
¿Quién es ése que me halaga? ¿Quién es?, te preguntarás, / tan sólo soy un festero que te admira, de verdad.
EL PROGRAMA DE FIESTAS
Ese año el programa de fiestas llevaba en su portada un dibujo con dos lanzas que hacían representar una alegoría mora y cristiana con un fondo del escudo de Petrel y la ins-cripción: «Petrel. Moros y Cristianos. Mayo 1962».El cartel anunciador era el dibujo de una peonza girando con el escudo de Petrer en su remate y rodeándola un estandarte con los símbolos moro y cristiano, la media luna y la cruz.
Las fotos de los cargos festeros diseminadas, sin ninguna referencia, entre los artículos o poesías de colaboradores locales, de la peña literaria «El dado verde» de Novelda y los procedentes de otros lugares.
Repasando su lectura nos quedamos con lo que escribía H. Navarro, presidente de la Junta Central de Fiestas, insistiendo en un reglamento para el mejor funcionamiento de la fiesta y celebrando que se haya inaugurado la nueva sede social (se refiere a la que estaba situada en la calle Fernando Bernabé en un local propiedad de Luis Amat, el Majo, un flamenco de convicciones festeras).
También en el artículo que firmaba E. Amat, «¿Es la mejor?», donde el autor ya insistía en que la fiesta había que mirarla menos y «verla mejor».
Juan J. Navarro hace una glosa de la figura del embajador, privándose de momentos de jolgorio en la fiesta y «recluido en su habitación, ensayando gestos y tonos de voz que requieren el momento de la Embajada».
Ximeno, en su poesía «Abanderadas» escribe: «… mientras aguarda Petrel / siete mocitas juncales / albas rosas virginales / nacidas en su vergel».
G. G. R. escribía sobre las «Carasses en octubre» en una exposición detallada de su origen. Qué casualidad que ese año, por motivos que relatamos al principio, fueran suspendidas cautelarmente.
Rafael Antolín escribe un emotivo «Donde quiera que estés», dedicado al soldado petrelense, participante o no en la fiesta, al que el servicio militar le impide estar esos días en nuestro pueblo.
Dando un repaso a los anuncios nos podemos dar una idea del Petrer de entonces en su actividad comercial. Ciertamente la industria y el comercio local es generoso con la fiesta. Cada entidad hacía y hace su anuncio colaborador con arreglo a sus posibilidades. Es por ello que no queremos hacer distinciones, solamente apuntamos algunos para que nos puedan ayudar a tener un conocimiento de la evolución de nuestra actividad local.
Por aquel entonces los anuncios más relevantes correspondían, entre otros, a las empresas de calzados Luvi, García y Navarro y Lito, a las cerámicas Millá y Ribelles, al grupo de Cines Aguado, a los Establecimientos Doménech y Club del Reloj de Elda con sus representantes en Petrer, a las varias representaciones de Hipólito Navarro y a la Cooperativa Agrícola y Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Petrel.
EL DÍA DE LAS BANDERAS
La llegada del Día de las Banderas era esperado por los festeros con gran impaciencia. Tenía su lógica. Esta relación y disfrute que hoy se tiene durante el año para reunirse en los cuartelillos y festejar cualquier acontecimiento, aunque por aquellos años ya comenzaban su aparición y el contacto entre festeros era más popular, en general se tenían menos ocasiones para hablar de fiesta que las que hoy tenemos y éstas eran en reuniones que périódicamente hacían las comparsas para informar de cualquier situación o noticia festera.
Al final de esas reuniones, sobre todo las más cercanas ala fiesta, se solía hacer por parte de la comparsa alguna invitación con la sencillez de la época: frutos secos, vino, «canario», coca al forn y poco más. En esas invitaciones se comentaban aspectos de la fiesta y, con más o menos vehemencia, lo tratado.
Este Día de Banderas comenzaba a tomar fuerza unos días antes, concretamente en Semana Santa. Casi todas las comparsas celebraban reuniones para tratar temas relacionados con este día: pólvora, itinerarios, horarios, advertencias de la Junta Central, etc., y días más tarde, todo aquel que iba a participar en el tiro se dirigía a la tienda de Julia la Manca, donde estaba la pólvora almacenada y, junto a quesos, tiras de bacalao, jamones y otras viandas, Pedro, su marido, te atendía muy atentamente como si fueses a comprar cualquier comestible.
La tarde del sábado, víspera de Banderas, se empleaba para encartuchar la pólvora en casa de cualquier tirador y a su término algo se festejaba entre el grupo que había estado realizando esta labor.
La mañana de Banderas ya se empezaba a celebrar por los bares y algún local habilitado, principio de lo que hoy son los cuartelillos, y a las cinco de la tarde, José Román García, en calidad de alcalde de fiestas, daba el inicio a las comparsas para realizar este acto.
El itinerario de aquel año fue el mismo que el actual en la subida de la ermita. En su recorrido algunas comparsas, recuerdo a Flamencos, Vizcaínos y Estudiantes, hacían gala de algunas jóvenes festeras que ejercían de cantineras. Con un porrón de canario, paloma y otras bebidas suaves, junto a algún capazo de frutos secos, daban un toque simpático a este acto. Llegados a la ermita de San Bonifacio y realizado el saludo al santo por cargos festeros, directivos de la Junta Central y comparsistas, se iniciaba la bajada también disparando al alardo por las calles Santísimo Cristo, Independencia, San Vicente, Gabriel Brotons, plaza Primo de Rivera (de Dalt), Mayor, Ramón y Cajal, Julio Tortosa y plaza del Generalísimo (de Baix). Recorrido un tanto incómodo por algunas calles pero que no era óbice para que festeros y cargos llegaran hasta el final.
Una vez llegadas las abanderadas pues, como hoy, desfilaban al final, se les unía capitán y rodela y se les acompañaba a sus domicilios donde tenía lugar una invitación a base de rollos de anís, magdalenas, almendrados, etc. con algún vaso de mistela, coñac o trago de canario, aunque ya se comenzaba a invitar con cerveza y algún que otro aperitivo casero: habas hervidas, patatas cocidas, almendras fritas, etc. y algunas latas de conserva.
EL AMBIENTE DE LA FIESTA
En ese año 1962 ya empezaba el movimiento de festeros para ir formando cuartelillos, que si no estaban dotados de las comodidades que hoy más o menos tienen, ya se comenzaba a montar su propia fiesta en ellos aunque, en general, el disfrute del festero y de quien no lo era estaba en la calle. Una vez acabado cualquier acto de fiesta el recorrido habitual era la calle Gabriel Payá, el Derrocat y la Explanada.
La calle Gabriel Payá era donde los fotógrafos venidos a la fiesta montaban sus estudios fotográficos. Una lona con el dibujo de la Alhambra en grande, otro con el de un campo y los consiguientes sombreros, cartucheras y pistolas con caballo de cartón incluido servían para que cada cual o cada grupo se perpetuara a su modo. Los puestos de cascaruja y las ruletas con premio de torta de barquillo se apostaban desde esa calle hasta el Derrocat. Allí se encontraban las atracciones de feria, barracas de tiro, columpios, autos de choque, etc., y era el punto de reunión de niños y jóvenes. Los mayores preferían el Paseo de la Explanda y los callos del bar Tadeo o los «pingüinos» del Chico la Blusa.
Las noches de fiesta tenían su cita en el Teatro Cervantes, sobre todo para matrimonios y futuribles. Allí la Orquesta Cheri de Monóvar o la Tureskan de Pinoso, con el cantante local Juan Marcial, hacían las delicias musicales de muchos. Los más jóvenes acudían al chiqui a bailar a los sones de la orquesta de Bartoloy su grupo o con alguna atracción del momento.
Y de esta forma tan sencilla se divertían en fiestas las gentes de entonces.
LA FIESTA
Puede que muchos festeros ya no recuerden que nuestras fiestas en honor a nuestro patrón San Bonifacio se celebraban, como dicen las crónicas «a los catorse de mayo desde tiempo inmemorial». Este año 1962 así se celebraban.
Diremos que ese año habían siete comparsas, cinco en el bando cristiano: Vizcaínos, Marinos, Tercio de Flandes (Flamencos), Estudiantes y Labradores, y dos por el bando moro: Moros Marroquíes (Nuevos) y Arabes Damasquinos (Viejos).
Es una obviedad el comentar que la fiesta moviliza al pueblo entero durante todo el año. Los que van a ostentar cargos festeros a vueltas con sus trajes, modistas, caballos y todo para que el compromiso festero adquirido llegue a buen puerto. Las filas también con sus trajes, cuartelillos, etc. Los directivos de la Unión de Festejos, de comparsas y aquellas personas relacionadas con el trabajo que supone llevar adelante el que todo salga bien, también movilizados para asumir el reto. El festero se comenzaba a movilizar cuando llegaba el mes de marzo, aunque muchos lo hacían al término de las fiestas del vecino pueblo de Sax. Un detalle de que la fiesta se avecinaba era ver a muchos festeros dejarse crecer la barba, sobre todo los que formaban en el bando moro, esto hacía que los que usaban barba postiza en las entradas la sustituyeran por la suya propia. Era normal ver a festeros de determinadas comparsas con barba o perilla, que los hacía más idénticos con su vestimenta.
Ya metidos en el comentario de la fiesta de 1962, diremos que comenzó el día 12 de mayo, con un tiempo amenazante que hacía presagiar malos augurios. Así se confirmó, pues estuvo lloviendo casi todo el día y llegada la tarde había que comenzar con la recogida de músicos. Ya cercano ese momento el tiempo mejoró y pudimos celebrar la entrada de bandas sin paraguas ni chubasqueros.
Una situación que no tiene lugar ahora y que resultaba muy emotiva era la llegada de los autocares con los músicos que vienen a participar en la fiesta. Por aquellos años las comparsas contrataban una sola banda pues su número de festeros no daba para contratar más. Los comratos se hacían de un año para otro y eran habituales por bastantes años. Sus despedidas eran: «Tot bé, fins l´any que ve si Déu vol». Los músicos solían hospedarse en casa dé festeros donde las condiciones para su alojamiento eran las correctas, creándose entre ellos una relación casi familiar. Si alguna vez, por cualquier causa, no estaba el festero para recibirle no había problema, con su maleta y su instrumento se dirigía a la casa que lo venía alojando otros años y con un «aquí estic» comenzaba el saludo anual. Acomodado el músico, se dirigían ambos al comienzo de la fiesta. La banda de música local llegaba con sus sones hasta el final de la calle Gabriel Payá, se incorporaba a su comparsa, normalmente era los Tercios de Flandes, y de inmediato daba comienzo la entrada de bandas. Una vez finalizado el acto en la plaça de Baix, músico y festero a cenar. El pasodoble Petrel todavía era desconocido para la fiesta.
La retreta daba comienzo a las once menos cuarto de la noche y el recorrido era como el de hoy, con la salvedad que se pasaba por la calle Fernando Bernabé para hacer el saludo a las autoridades festeras y es que allí, en un local del Tío Majo, estaba la sede de la Unión de Festejos. Llegados a la ermita y hecho el saludo a San Bonifacio se iniciaba el regreso por el itinerario que hemos reseñado del Día de las Banderas. En ciertos tramos, sobre todo en las calles Santísimo Cristo y Mayor, se creaba alguna incidencia entre músicos, festeros y simpatizantes. Como no existía el sistema de filas el que quería podía formar parte en este desenfadado acto y como las calles citadas son algo estrechas, con la euforia del momento se solían mezclar unos y otros y más de un músico tuvo que lamentar el lastimarse los labios con su instrumento.
Una vez llegados a la plaça de Baix las comparsas, con sus bandas de música, acompañaban a los cargos festeros a sus domicilios. Para unos la fiesta de ese día había terminado, para otros no.
El día 13 apareció sin nubes ¡Qué respiro! Y a las nueve de la mañana comenzaba la entrada cristiana abriendo el desfile la comparsa Vizcaínos con su capitán, abanderada y rodela, también lo hacía el embajador cristiano.
Este año la entrada cristiana estrenaba itinerario. El recorrido era la calle Leopoldo Pardines y Explanada hasta su final. Se pensó que al ser éste más ancho las comparsas se podrían lucir mejor. El comentario fue que a pesar de que la calle Gabriel Payá tenía tramos más estrechos, el festero se sentía más arropado.
Volviendo al acto de la entrada, detrás de los Vizcaínos comenzaban su desfile los Marinos, abriendo comparsa sus tres cargos festeros con su emblemático barco tripulado por dos marineros de solera: José María Bernabeu Manga, recitando sus poesías festero-marineras, y Antonio Navarro Cristo, como timonel.
Le seguían los Tercios de Flandes. En la crónica de ese año se apunta que sacaron una carroza no muy acorde con el estilo de la comparsa. Por lo que se refiere a su marcialidad, era la esperada. El Tío Ampie y Pepi Chico eran dos cabos de escuadra que daban categoría a la forma de desfilar de esta comparsa.
Los Estudiantes a continuación. Como todas las comparsas, con sus cargos festeros al frente, tras ellos una carroza representando una escuela con el recordado Chaquetilla de niño malo y una estampa del Quijote y Sancho. A continuación la comparsa con Pimiento, Pepito Perseguer, Juanita el del Alcalde y Recaredo Montesinos al frente de sus filas.
Cerraba el bando cristiano la comparsa Labradores. Detrás de sus cargos festeros una típica carroza huertana, donde los veteranos Fran- cisquet Ferrándiz, Pepe el del Sindicato, Tonet el de Eustaquia, Joaquín el Boix y algunos más daban cuenta de las viandas del almuerzo.
Los Moros Marroquíes (Nuevos) abrían el desfile del bando moro. Con sus tres representantes, capitán, abanderada y rodela, también lo hacía el embajador moro, comandando sus filas dos buenos cabos de escuadra, recordado uno y en activo el otro. Nos referimos a Rafaelet y Paco Persiana.
Cerrando el bando moro, y también la entrada, los Árabes Damasquinos (Viejos). Aquí se produjo un acontecimiento que revolucionó la presencia de la mujer en la fiesta, pues un grupo de jóvenes, deseosas de participar en ella, tuvieron el atrevimiento, con unos trajes usados ya por la fila de Negros de esta comparsa y con un improvisado maquillaje, de desfilar delante de éstos en el acto de la entrada. Este fue el comienzo de la fila de Negras que, posteriormente, se incorporó a la comparsa Moros Nuevos y que precisamente este año cumple cincuenta años desde su formación.
Conforme iban terminando las comparsas este acto los festeros acompañaban a sus cargos, se hacía una invitación y se informaba de la hora del próximo acto: la bajada de nuestro patrón San Bonifacio.Éste tenía lugar a las once y media de la mañana. En él los capitanes hacían gala, como hoy, de sus rodelas uniendo tiro y ritual. El santo era portado, igual que ahora, por la comparsa que ostentaba la media fiesta, en este caso los Vizcaínos. Como el número de festeros era menor que el actual el tiempo de este acto era más corto, la llegada del santo a la plaza fue sobre las dos de la tarde. Su entrada a la iglesia de San Bartolomé, con volteo general de campanas y una suelta de palomas daba por finalizado el acto. A continuación se acompañaban los cargos festeros y a comer. Aquí las amas de casa tenían un problema porque era posible que después de estar cocinando toda la mañana, igual el festero no iba a casa que acudían en grupo y al grito de «Tot és festa» arrasaban cuanto encontraban para comer.
A las cuatro y media ya estaba Evaristo Pía Medina, el Bollero, montado en su burro, rodeado de un sinfín de ayudantes para dar comienzo la embajada de la Chusma. Su oponente ese año fue Vicente García Brotons. Este acto era tan esperado como el de hoy pues entre estrofas más o menos jocosas también se decían las verdades del barquero.
La guerrilla, que tenía su hora a la seis, empezaba al final de la Explanada para seguir por José Perseguer hasta la plaça de Baix. El tema de fumar no se contemplaba; el tirador y sobre todo los capitanes solían hacer las guerrillas con el puro en la boca. También, como hemos apuntado en el Día de las Banderas, las cantineras iban ofreciendo sus licores sin ningún problema.
Al término de la guerrilla, la embajada mora. En la plaza el embajador moro, el apuntador y el dueño del caballo. El boato no existía. Eso sí, la gente que llenaba a rebosar la plaza, respetuosa y callada escuchando. En el castillo el embajador cristiano, el centinela, las cinco abanderadas del bando cristiano con la bandera representativa de su comparsa y poco más. A su término un desfile hasta el final de la calle José Perseguer para desde allí, de forma más desenfadada, acompañar a los cargos festeros a sus domicilios. Y con este acto se terminaba la fiesta el 13 de mayo.
El 14 de mayo es el día grande y solemne de la fiesta. Es San Bonifacio.
En el programa de fiestas de ese año 1962 se nos decía que a las nueve de la mañana dará comienzo la majestuosa entrada mora. Su comienzo era en la calle Joaquín Poveda a la altura de Ventura Navarro. Esta entrada mora la iniciaba la comparsa Moros Marroquíes que era la que ostentaba la media fiesta del bando moro, siguiendo el orden de salida del día anterior y el itinerario de Joaquín Poveda, Gabriel Payá, José Perseguer y avenida José Antonio (Explanada) hasta el final.
En su recorrido, Vicente Bernabeu Escopetá y Justo el Campanero iban repartiendo entre los espectadores el The Boñ que edita la comparsa Estudiantes. Entre las noticias locales, y en la línea jocosa que viene escribiendo, ya se hacía un comentario sobre el cambio de la fiesta a fin de semana, a la intención de poner sillas en los actos principales de la fiesta, a las alusiones a la empresa Transportes Pau… y au» y a las múltiples representaciones que tenía nuestro recordado presidente de la Unión de Festejos, Hipólito Navarro.
También al final de este acto desfilaba la Chusma que precisamente ese año comenzaba una nueva etapa. De la forma que se tenía de desfilar en burro se pasó a ir formados unos en fila y otros repartiendo su periódico Daily Chusma y algunos detalles (bolígrafos, viseras, etc.) gestándose entre sus nuevos responsables el escenificar críticas o situaciones relevantes ocurridas en el año, como las que actualmente disfrutamos.
Según el cronista, la entrada de ese día, quizá porque el recorrido era más familiar que el del día anterior o que espectador y festero estuviesen más predispuestos, a esta entrada se le dio más puntuación.
A las doce se procede al desfile de honor. Agrupados abanderadas, capitanes y rodelas a las puertas del Ayuntamiento, y una vez incorporadas las autoridades municipales y festeras, se dirigían, con el orden establecido, al domicilio del cura párroco para acompañar al predicador al templo parroquial a celebrar la santa misa en honor de nuestro patrón, San Bonifacio, Mártir. Los cantos litúrgicos los interpretaron el coro de la parroquia bajo la dirección de Adrián Mollá. La homilía corrió a cargo de Joaquín Martínez Valls, persona muy reconocida en Petrer y que no dudaba en asistir a cualquier acto religioso al que se le invitaba. Una vez finalizada la misa el proceso era inverso, se acompañaba al predicador, luego a las autoridades y, como ahora, las comparsas acompañaban a sus cargos festeros y a comer.
Otra vez nos pusimos en alerta porque volvía a caer una ligera llovizna amenazando el acto de la guerrilla. Todo quedó en nada y se pudo realizar sin ningún contratiempo. El itinerario, el mismo que el día anterior, pero con las comparsas invertidas, reculando el bando moro y atacando el bando cristiano. Al término de la guerrilla, la embajada cristiana con el embajador moro en el castillo y el cristiano abajo, arropados por los mismos efectivos del día anterior y con la misma expectación y respeto a los embajadores. El cronista hace un comentario del «nerviosismo del embajador cristiano encima del caballo pero una vez superado pronunció una embajada francamente buena aunque la puede hacer mejor». Nuestro criterio es que, por bien que declame cualquier embajador cristiano la embajada, en su estructura está escrita para dar más lucimiento al embajador moro.
Voy a contar un detalle referente a la situación de los embajadores en aquella época. En el año 1960 un grupo de comparsistas estábamos al lado del embajador cristiano y cuando estaba acomodado en el caballo, pero antes de comenzar su embajada, se dirigió a nosotros con el ruego de que al terminar no lo dejáramos solo, nos pedía que lo acompañásemos a su casa que estaba a cien metros del lugar donde estábamos. Éste era el «boato» de aquel entonces.
Una vez terminada la embajada, como simbolismo de la derrota árabe, era botada la cabeza de la Mahoma, acto que se realizó hasta 1965 al considerar que este simbolismo no estaba acorde con el respeto a los principios de las creencias religiosas. Seguidamente, y a toda prisa, a vestirse de gala para asistir a la solemne procesión. La comparsa Moros Marroquíes es la encargada de portar a San Bonifacio por ser la que ostenta la media fiesta del bando moro.
El itinerario era bastante diferente al de ahora. La salida era por la calle Miguel Amat, Cánovas del Castillo, José Persegur, San Vicente, Gabriel Brotons, plaza Primo de Rivera (de Dalt), Mayor, Ramón y Cajal, Julio Tortosa y plaza del Generalísimo (de Baix). Al llegar con este recorrido a la calle Mayor, prácticamente se rompía la procesión. Las comparsas llevaban casi todas farolillos de papel y al ser una calle estrecha se chocaban los de uno y otro lado de la procesión, perdiéndose el recato y recogimiento que debe tener este acto. De esta manera se llegaba a la plaza donde volvía otra vez la normalidad. Una vez llegado San Bonifacio se le hacían los honores al son del Himno Nacional y con la casi totalidad de festeros se procedía a su entrada al templo parroquial, seguidamente se acompañaba a sus domicilios a los cargos festeros y se daba por concluida la fiesta del día 14, el día más importante de la fiesta.
Con la llegada del nuevo día la fiesta iba tocando a su fin. Las comparsas pasan a recoger a sus cargos festeros y a las diez y media comienza la subida del santo a su ermita. Como en la bajada, el acto lo comienza la comparsa Vizcaínos y los capitanes también hacen gala de sus rodelas.
En los corrilllos se comenta que una nueva comparsa va a hacer su aparición. El caso es que la fiesta sigue su ritmo, llega la última comparsa a la ermita, los Árabes Damasquinos, y tras ellos San Bonifacio portado por los Vizcaínos.
Comienza la misa de gracias y durante ésta la banda musical de Agost interpreta piezas de música sacra. A su término, agradecimientos por parte de responsables festeros, civiles y eclesiásticos. Un «Visca Sant Bonifaci» es contestado por un enfervorizado público festero y no festero con un «Visca». La fiesta del año 1962 ha terminado. En la plazoleta empiezan los corrillos a especular quién será capitán, abanderada y rodela de esta o aquella comparsa. Por la calle Julio Román (Nueva) sube un grupo con un vistoso pañuelo a la cabeza y un cordón de bobinas de hilo rodeándola. Mientras, en la plazoleta, se comienzan a nombrar los nuevos cargos para el año siguiente. Cuando se ha nombrado a las siete comparsas ya es ta» clamor, la fiesta se ha hecho más grande otra comparsa irrumpe en la ficta en el bando moro. Es la comparsa Moros Beduinos. Sus peripecias, el de las comparsas y de la fiesta en la reseña-crónica del año 1963.
CAPITANES, ABANDERADAS, RODELAS, EMBAJADORES Y MÚSICAS DEL AÑO 1962
Capitán Cristiano:
Francisco Navarro Bernabeu
(Vizcaínos, media fiesta)
Embajador cristiano:
Aurelio Villaplana Beltrán
VIZCAÍNOS
Capitán: Francisco Navarro Bernabeu
Abanderada: Remedios Navarro Bernabeu
Rodela: Loli Rico Romero
Música: Unión Musical de Agost
MARINOS
Capitán: Alfredo Díaz Rizo
Abanderada: Teresa Díaz Rizo
Rodela: M.a Cristina Hernández Villaplana
Música: Municipal de Monóvar
TERCIO DE FLANDES
Capitán: Amadeo Morant Montesinos
Abanderada: Elisa Navarro Maestre
Rodela: Rafi SalaTomás
Música: Unión Musical de Petrel
ESTUDIANTES
Capitán: Ismael Poveda Poveda
Abanderada: Marlén Manzanera Tordera
Rodela: María Amparo Poveda Brotons
Música: La Matraca de Játiva
LABRADORES
Capitán: Luis Iborra Chorro
Abanderada: Carmen Díaz Navarro
Rodela: Deogracias Payá Pomares
Música: Unión Linca de Pinoso
Capitán Moro:
Eliseo Payá Bernabeu
(Moros Marroquíes, media fiesta)
Embajador Moro:
Antonio García Palazón
MOROS MARROQUÍES
Capitán: Elíseo Payá Bernabeu
Abanderada: Reme Giménez Bernabeu
Rodela: Mari Reme Galiano Carbonell
Música: Municipal de Ollería
ÁRABES DAMASQUINOS
Capitán: Pedro Pérez Cortés
Abanderada: Reme Muñoz Francés
Rodela: María Olga Pérez Llobregat
Música: Agrupación Musical de Jijona.