Evaristo Pla: El paraíso de un Moro Viejo

EL BAUTIZO DE UNA BANDERA DE LOS MOROS VIEJOS

El 24 de marzo de 1985 fue bautizada por el padre Marcelino Martínez Sánchez una nueva bandera de los Moros Viejos. El lienzo y los bor­dados fueron confeccionados por Anita Villaplana Martínez. Los cargos de capitán y de abanderada fueron los hermanos Evaristo y Reme Pía García, hijos de Evaristo que con su hermana Bienvenida apadrinaron la nueva bandera.

EVARISTO VUELVE A PRESIDIR A LOS MOROS VIEJOS (1991-1999)

Su entusiasmo consiguió que en 1991 por un destacado acontecimiento obsequiase a sus amistades con mecheros, con la siguiente leyenda:amistades con mecheros, con la siguiente leyen­da: «1941-1991- 50 años de Moro Viejo». Duran­te su nuevo mandato en los Moros Viejos, en la tradicional cena de la comparsa, en la noche del 30 de abril de 1993 se procedió al nombramiento de un nuevo Socio de Honor, recayendo en doña Isabel Carbonell Montesinos, siendo la primera mujer que ostenta dicha distinción. Aunque con antelación, en 1976, se rindió un homenaje de re­conocimiento a la mujer, representada por doña Remedios Rico Cortés, pues a sus 91 años cumpli­dos, conservaba su amor por su comparsa. Desde la sede, el 21 de abril de 1995, y a los acordes de la Sociedad Virgen del Remedio hubo un pasacalle hasta llegar al nuevo local social sito en la calle País Valencia para su inauguración.

Año 1967

LA MAYORDOMÍA DE SAN BONIFACIÓ

Cuando la asamblea de compromisarios ra­tificó el acuerdo de la Junta Central Directiva de la Unión de Festejos (5.XI.1993) para la elección de un nuevo mayordomo, Evaristo Pía le dijo al recién elegido, Francisco Iborra «Caixeta», que se ponía a su servicio para lo que necesitase. Evaris­to aparece relacionado en una lista de 1995 con 14 miembros. De todos es conocida la devoción que le profesa a nuestro insigne patrón. Su mu­jer, Remedios, en alguna que otra ocasión hizo un significativo comentario: -Nunca tuve celos de que alguien me robara a Evaristo, pero si le tuve celos a San Bonifacio porque le quería a Él más que a mí-. En el I Simposium sobre «La religión en la Fiesta de Moros y Cristianos» celebrado el 10 de noviembre de 1996 en Caravaca de la Cruz, inter­vino con una comunicación de la cual hacemos la siguiente transcripción:

-…Petrer entero, festeros y no festeros, guardan en sus corazones la llama viva en la veneración, sin limites, hacia su San­to Patrón, dando buena muestra de ello en numerosas ocasiones y que, como botón de muestra, apuntaré que, una gran mayoría de Petrelenses, al tener que nombrar las fiestas, no lo hacen diciendo «A los Moros y Cristia­nos…» sino que apostillan «A San Bonifacio, tal o cual cosa», anteponiendo el nombre del Santo al nombre genérico de las fiestas (…) A pesar de ello, estas acciones no son óbice para desdecirnos en nuestra forma de enfocar y determinar el sentido religioso que impulsa nuestra fiesta, pues, las mismas, están sumi­das en la enjundia del lujo, de la diversión y la despreocupación por aquello que, querámos­lo o no, es la pieza fundamental del arraigo y mantenimiento de nuestras tradicionales fies­tas, aunque tengo la satisfacción de incesar, que nuestra Unión de Festejos, a la vista del cariz que iban tomando los acontecimientos, está desarrollando una ardua labor de marca­do sello religioso, al potenciar la Mayordomía de San Bonifacio, Mártir…-. (Pía, 2000: 88).

LA JUBILACIÓN LABORAL (1997)

Tras ejercer de maestro de escuela y de di­rector de una sucursal de la Caja de Ahorros Pro­vincial de Alicante en la década de 1970-1980, su jubilación le vino en 1997. Si a la fiesta le dedicaba todo el tiempo que tenia libre, es a partir de su jubilación cuando la dedicación fue casi exclusiva. Su entusiasmo se repartía en su fila, en la ma­yordomía y en los Moros Viejos. Cuando en la comparsa había que realizar un acto de homenaje a un festero, ya lo teníamos enzarzado haciendo manualmente un pergamino para su posterior en­trega al galardonado. Una de las aficiones poco conocida de Evaristo, que después de su jubila­ción consiguió desarrollar, fue su afinidad a la técnica del pirograbado que realizaba en madera o en cuero con alegorías festeras.

ELECCIONES A LA UNIÓN DE FESTEJOS

Tres candidaturas se sometieron a las urnas para la elección del presidente a la Unión de Fes­tejos, perteneciente a la legislatura de 1998 a 2002. Evaristo Pía encabezaba una de las dos candida­turas que no alcanzó el objetivo deseado. En el semanario local en donde colaboraba de forma intermitente con artículos, con antelación a las elec­ciones, como el resto de aspirantes, aportó uno de sus escritos titulado «Declaración de Intenciones», del cual hacemos el siguiente resumen:

-…la candidatura que encabezo, tie­ne como prioridad esencial el lograr, como intento a conseguir, el que renazca la, un poco maltrecha, ilusión festera, tan necesaria para que podamos compaginar, la diversión, con la serenidad precisa; el sentimiento feste­ro, con la alegría necesaria; el amor a la com­parsa, con la ayuda que ésta precise; el traje festero, con el orgullo de lucirlo, y en definiti­va, con todas estas virtudes unidas, podamos congratularnos de haber tomado parte en la creación de verdaderos festeros, que sean baluartes inexpugnables ante las avalanchas de irresponsabilidades, que hagan peligrar la esencia y valores que nos han caracterizado a través de los tiempos (…) Una de las priori­dades que nos mueve al presentarnos a estas elecciones, es el de potenciar el prestigio de nuestras comparsas, ya que son ellas, las que crearon a la Unión de Festejos y no ésta a las comparsas (…). Cuidar todo lo que concierne en la veneración de nuestro patrón San Boni­facio, Mártir. (Pía, 1998:2).

Dia de Les Banderes, 1983

LA ENTREVISTA

De las distintas entrevistas que concedió co­mentaremos la publicada en el año 2000, la cual nos desvela el ensueño de un Moro Viejo por alcanzar su meta deseada y que en parte transcribimos:

Pregunta.- Todo el mundo sabe que tu ilusión era ser presidente (Unión de Feste­jos), ilusión que no se ha cumplido después de una larga carrera festera en la que has acu­mulado más méritos que nadie.

Evaristo.- Hipólito me dijo una vez, en una reunión de la Undef en San Blas (Ali­cante), que ya estaba cansado y si no pen­saba que Pedro Herrero podría ser un buen presidente, yo me encogí de hombros, y aña­dió:- Tú eres el mejor; pero eres muy moro vie­jo-, todavía no he conseguido saber qué me quiso decir. Yo estaba bien colocado, era el sucesor natural de los Hipólito, Pepe Caixa y Vera pero el cambio de fechas de la fiesta al fin de semana me marcó. Antes de sacar lo del cambio de fechas Hipólito me preguntó qué me parecía, yo le dije que me parecía bien, que no estaba mal. Cuando el asunto se destapó yo lo llevé a la comparsa, pero la comparsa me dijo no de forma rotunda y yo como su presidente, en la junta defendí la posición de la comparsa y ahí se mezcló todo y, desde entonces, la gente joven que trabajó a la sombra de Hipólito y siguió con­trolando la junta después de él, me consideró un traidor y se posicionó contra mi llegada a la presidencia, contra todo lo que hacía, pro­ponía o escribía aunque solamente una vez se atrevieron a contestar un escrito mío. Si me hubiese arrimado al carro hubiese llegado a ser mucho, pero me enfrenté a las fuerzas que dirigían o influían en la Junta Central y eso me apartó de la posibilidad de haber sido presidente…

Pregunta.- ¿Qué es la fiesta?

Evaristo.- Es difícil decirlo, es com­plicado saber expresarlo, yo sé lo que siento, a mí la fiesta me hace falta, yo no puedo vivir si no hablo de fiesta, esa ilusión que tienes siempre te obliga a estar pensando en ella. Yo estoy continuamente pensando en la fiesta y muchas veces digo, con las cosas que me quedan por hacer, las cosas que tengo pen­sadas y no puedo llevarlas a cabo y lo que es peor, tampoco podré en el futuro, porque ya me han cerrado todas las puertas y me deses­peró y me duele…

Pregunta.- ¿El hábito hace el monje?

Evaristo.- No sé si te lo creerás, pero me interesa todo lo árabe, me hubiese gus­tado ir a Marruecos, no he podido pero han ido mis hijos por mí. He leído mucho sobre los árabes y la verdad es que me siento iden­tificado, me emboba, hay veces que hacen películas de moros y no quiero ni que me molesten, fui a la Alhambra de Granada y en­tré y salí como si fuese encima de una nube, disfruté de ver cualquier rincón, cualquier cosa. Yo no pensaba lo que veía si no que pensaba cómo habría vivido yo allí. (Navarro Amat, 2000: 60-61).

Año 2000

LA NOCHE DE UN PREGÓN

La mañana del «Dia de les Banderes» es siem­pre alegre y dicharachera, pero aquella alborada se convirtió en una triste aurora. Evaristo, después de aplaudir el pregón de la noche anterior, el 21 de abril de 2001, calladamente se despidió de su fiesta y de sus festeros. Será el semanario local quien nos ofrezca complementos que se produje­ron en una triste noche:

-Tenía una última esperanza, osten­tar el título de Socio de Honor de la Unión de Festejos, y es seguro, que los festeros la­mentamos ante su prematura y rápida des­aparición, no haber reconocido a Evaristo su trabajo y dedicación festera. Cuando un amigo, para mí un maestro, como Evaristo desaparece, quedan siempre los recuerdos; esos últimos instantes en que has coincidido, esas últimas palabras que has cruzado, esas últimas casualidades que se han producido. Porque debe ser casualidad que preparan­do el guión de entrevistas previo al Pregón, este año, decidimos incluir una entrevista con los pregoneros de Petrer y es casualidad que Evaristo no llegase a su hora y su entrevista fue la última que se emitió. Cuando al día siguiente, me comunicaron que Evaristo ha­bía muerto, no supe si fue coincidencia o San Bonifacio el que hizo que a última hora anulase las entrevistas protocolarias con la pregonera, presidente de la Unión y Alcalde, como hacemos todos los años, como estaba previsto. Fue Evaristo el último entrevistado, en Telepetrer, en la noche del pregón y eso no estaba previsto y no dejo de pensar si fue casualidad o San Bonifacio el que quiso que Evaristo se despidiese de ese modo de los festeros (…) Sólo nos quedará, o me queda una espina, probablemente no fuimos todo lo justos con él como se mereció. (Navarro Amat, 2001:3).

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