El fósil que nunca fue: a propósito de una curiosidad geológica localizada en Petrer

Antonio Estévez Rubio

Catedrático del Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente/Universidad de Alicante

Fernando E. Tendero Fernández

Director del Museo Arqueológico y Etnológico Dámaso Navarro /Ayuntamiento de Petrer

Nota: Artículo publicado originalmente en la revista Festa 2009.

El día 1 de junio de 2008 los vecinos de Petrer despertaron con el si­guiente titular que aparecía en pri­mera plana, junto a una impactante fotografía, en el número 88 de la re­vista Petrermensual: “¿Qué es? Hallado en l’Almadrava lo que parece ser un árbol fosilizado”. En el reportaje interior, titulado “Espectacular ha­llazgo en el este de Petrer”, donde se desarrollaba el titular de portada, el periodista Luis H. Villaplana divulgaba la existencia de una estructura pé­trea en la partida de de l’AImadrava1 que podría in­terpretarse como un posible resto paleontológico2.

Zona de la rambla donde se ubica la estructura geológica.

En el mismo ya se planteaba la necesidad de contar con las opiniones de paleontólogos y exper­tos en la materia para resolver si se trataba de un árbol petrificado o no. En primera opción, atiende a las “espirales que describe la piedra, cierta ten­dencia a anillarse que parece apreciarse en la veta de la roca, y una apariencia de cicatriz (como la que presenta, por ejemplo, una morera) en su parte interna, amén de su aparición en una zona donde tradicionalmente se han hallado gran cantidad de fósiles.” Siguiendo con esta hipótesis, el reportero ya sugiere un antiquísimo bosque atendiendo a la presencia de más rocas con una morfología similar (Villaplana, 2008; 6). La segunda opción, menos espectacular y más habitual, es que sea “una mues­tra de las caprichosas formas que la Naturaleza nos regala» (Villaplana, 2008; 6).

La relevancia de la información publicada y las dudas planteadas sobre su origen, cronología y composición biológica o geológica, llevaron al Ayuntamiento de Petrer, a través de sus concejalías de Cultura y Patrimonio y Medio Ambiente, a co­menzar una investigación para intentar resolver las cuestiones planteadas en el reportaje; y a su vez, a averiguar el valor patrimonial del resto aparecido para proponer su inclusión en el Catálogo de Bie­nes y Espacios Protegidos del Ayuntamiento de Pe­trer. De este modo, tras la publicación de la noticia, se realizó una primera visita técnica3 para exami­nar de primera mano el supuesto resto fosilizado, documentar gráficamente la estructura geológica y su entorno más próximo, y verificar los datos aparecidos en la prensa escrita. En la visita se com­probó cómo existia en uno de los conos de deyec­ción de la ladera de la rambla de Puça, a la que se accede de manera dificultosa, una estructura de tendencia oval, con plegamientos en sus caras. Las dimensiones del mismo son 1,05 m de anchura máxima y 4,75 m de longitud conservada, pues se observa, como se ha indicado anteriormente, que era más largo, estimándose su longitud en 7,95 m, introduciéndose en los perfiles del terreno, pero las inclemencias meteorológicas provocaron su desplome parcial. El perímetro visible en su parte más ancha, que corresponde a la central, es de 2,40 m.

Secciones transversales del relieve geológico del Pinet.

El entorno paleontológico

La existencia de restos fósiles en varias zonas del término de Petrer es un hecho conocido por la mayoría de los vecinos, quienes alguna vez, en años precedentes, se dedicaban a salir al campo de excursión y recoger los fósiles que se encontraban por el camino.

Amplias zonas del Palomaret y L’Almadrava presentan en su superficie restos fósiles del período Cretácico Inferior, correspondientes a las épocas Valangiense-Hautiveriense y Barremiense (140-125 millones de años), mientras que en L’Avaiol, La Costa y Puça hay fósiles más recientes, de la época del Eoceno (entre 55 y 38 millones de años),.También hay noticias de prinpios del siglo XX, concretamente de 1905, en el que se indica que el eminente geólogo Jiménez de Cisneros, en una visita realizada a la alfarería de la familia Beltrán, comprobó cómo en los arcillas utilizadas para elaborar las piezas que procedían de canteras del sureste de la población habían numerosos fósiles del g. Nummulites. Una última zona fosilífera se encuentra en la partida de Catxuli, donde incrustados en los relieves calcá­reos hay restos orgánicos y de equinodermos (Juan i Sala et alii, 1990).

Muestra microscópica donde se remarcan Nummulites y Assilina.

En estos periodos geológicos, el término mu­nicipal de Petrer estaba sumergido bajo el mar. Es por esa razón por la que en nuestras sierras y re­lieves montañosos es habitual encontrar fósiles marinos reconocidos por todos como conchas, ca­racolas (Amonites, subclase Ammonoideos), erizos de mar (Equinodermos), animales semejantes a nuestras actuales sepias (Belemnites, suborden Belemnitidos), etc., y cuyos nombres científicos, aun­que difíciles de recordar, deben de conocerse»4.

Pues bien, antes de seguir con el tema del artículo hay que recordar que desde la promulga­ción de la Ley 11/1985 del Patrimonio Histórico Español, y la Ley 4/1998 de Patrimonio Cultural Valenciano (con las modificaciones que ha sufrido esta última en los años 2005 y 2007), no está per­mitido coger fósiles. Esto se debe a que un fósil tiene la misma categoría de protección que un frag­mento cerámico romano o medieval, por poner un ejemplo, pues es un legado cultural del que todo el mundo, niños y adultos, «han echado mano» desde hace décadas. El resultado de esta acción ex­tractiva es que se han sustraído un gran número de fósiles de sus ubicaciones originales en los montes y vaguadas del término municipal para pasar a for­mar parte del mobiliario doméstico, como adorno en una estantería del salón, como colección parti­cular, que en el mejor de los casos pasará de padres a hijos/nietos, y en el peor de los casos acabará en el cubo de la basura, o como pisapapeles en la mesa de la oficina.

Por ello, rogamos a los excursionistas, senderistas y amantes del medio ambiente en general, que se abstengan de coger las «conchas y almejas» fosilizadas que se puedan encontrar en las sendas por las que transitan. De esta manera, cualquier persona que durante los años venideros camine por estas zonas podrá contemplar la existencia de un pasado geológico marino de hace millones de años en las actuales sierras petrerenses.

La investigación

Volviendo al tema central del presente artí­culo, ante la evidencia geológica y atendiendo a la legislación vigente en materia de Patrimonio Cultural , nos pusimos en contacto con Luis Company, paleontólogo de la Dirección General de Patrimonio Cultural Valenciano de la Conselleria de Cultura y Deporte, para informarle de la natura­leza del hallazgo al tiempo que le remitíamos el reportaje del Petrermensual y algunas de las fo­tografías tomadas. El técnico paleontólogo, ante la singularidad del resto, indicó la posibilidad de reenviar la documentación al Departamento de Ciencias de la Tierra y Medio Ambiente, de la Fa­cultad de Ciencias de la Universidad de Alicante, para que desde este organismo emitieran sus ex­pertas opiniones de las imágenes que acompañan el artículo periodístico.

Visita de los científicos de la Universidad de Alicante, Politécnica de Valencia y Conselleria de Cultura y Deporte para examinar el resto geológico.

Siguiendo el dicho popular «una imagen vale más que mil palabras», y más si la imagen se puede obtener in situ, a los pocos días de intercambiar las informaciones se decidió planificar una visita de todas las partes involucradas en el tema para com­probar de primera mano el supuesto fósil. A la cita del día 12 de junio de 2008 acudieron catedráticos y profesores de las universidades de Alicante y Va­lencia6, así como el técnico paleontólogo de la Dirección General de Patrimonio y el director del Museo Dámaso Navarro.

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