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El cementeri vell

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En muy pocos textos se ha conseguido expresarse el profundo significado que la muerte tiene para cada uno de nosotros. El cese de la vida es uno de los fenómenos que están presentes en todos y cada uno de los aspectos de la cotidianidad de la especie humana. No se pueden entender numerosos matices de nuestra vida, si no tenemos presente lo que implica la muerte.

Desde hace miles de años, el hombre ha enterrado a sus muertos no por cuestiones de higiene, sino más bien por una serie de creencias en una vida en el más allá, de ultratumba, inmaterial, donde todas las personas se igualan independientemente del papel que hayan desempeñado en vida. El hecho de que a los cadáveres se les de sepultura con sus mejores trajes, adornos, e incluso, en algunos momentos del pasado, con instrumentos de uso cotidiano y alimentos, son un claro indicio de la creencia en una segunda vida.

En la iglesia parroquial se dio sepultura desde la explusión de los moriscos hasta que se construyó en nuevo cementerio [2]
En la iglesia parroquial se dio sepultura desde la explusión de los moriscos hasta que se construyó en nuevo cementerio

Los cementerios, es decir, los espacios o terrenos descubiertos, generalmente cercados y destinados a ser el lugar donde se entierra, se convierten en la residencia terrena de los difuntos y en el medio de comunicación de las personas con el más allá. Como lugares frecuentemente visitados  siempre se han situado en zonas bien comunicadas y cercanas a los núcleos de la población

En este sentido, los testimonios arqueológicos y documentales sobre Petrer nos muestran cómo han habido distintos cementerios desde los orígenes del núcleo en época islámica hasta la actualidad.

Aunque se ha constatado la existencia de un posible sistema defensivo de fortalezas o atalayas en el Vinalopó para época califal, donde el castillo de Petrer sería un punto más de control; tuvo que ser durante el período africano -Almorávides y Almohades-  cuando el Husun Bitrir -castillo de Petrer- de las fuentes adquirió verdadera importancia como centro administrativo y como núcleo poblacional. En este momento parece ser que la necrópolis musulmana se ubicaría en la ladera este del cerro del castillo, justo en la zona de La Hoya, tal y como se pudo comprobar en el verano de 1979.

En la Baja Edad Media la aljama de Petrer aumentó considerablemente su población. Fue sobre todo a partir del siglo XV, al igual que en todo el Reino de Valencia, cuando en Petrer se produjo un cierto despegue demográfico llegando a alcanzar en 1510, según el censo de la población valenciana, 99 cases. Ello tuvo que significar la creación de un nuevo recinto sagrado destinado a enterrar a los muertos. La única evidencia de que disponemos, y que claramente podemos relacionar con este momento, es el lugar conocido por el topónimo de el fossar, que se corresponde con el actual paseo de la Explanada, situado al oeste del camino de la ermita de San Bonifacio (hoy calle Nueva), quedando inmediatamente por encima de las huertas que ocupaban las actuales escuelas. Tanto los datos documentales conservados en el Archivo Municipal, como los arqueológicos, confirman la existencia de un cementerio de época bajo- medieval, posiblemente utilizado hasta la expulsión de los moriscos.

Por lo que respecta a la documentación municipal en el Libro de Giradora de 1655, entre las propiedades de Melchor Peres consta: «una orta ab sa justa aygua de la baça que afronta ab orta de Agusti Maestre major y ab cami y fossar y ab ort de Pedro Maestre cami en mig». A través de esta referencia observamos como el topónimo el fossar se mantiene y es respetado a pesar de lindar con diferentes parcelas de cultivo.

En lo que se refiere a las evidencias arqueológicas, aunque han sido varios los restos de esqueletos registrados durante el siglo XX, fue a mediados de enero de 1989, cuando con la realización de una excavación arqueológica de urgencia se documentó la presencia de seis inhumados, cinco estaban en posición de cubito supino (rito cristiano) y uno de cubito lateral derecho, con la cabeza orientada hacia el mediodía (rito islámico). La aparición de estos restos encuadrables entre los siglos XIV-XVI, viene a confirmar la existencia de un cementerio en el que se enterraría a la población morisca hasta 1609.

A partir de la expulsión de los moriscos, ya con población plenamente cristiana, y hasta la construcción del cementeri vell en 1816, se dio sepultura, al igual que en el resto de poblaciones, en la antigua iglesia parroquial que ocupaba el mismo solar que la actual, aunque eso sí, de dimensiones más reducidas. En este sentido, en el Archivo de Protocolos Notariales de Monóvar, en los protocolos pertenecientes al notario petrerense Joseph Gil del año 1681, encontramos muchos testamentos que así nos lo confirman. Un ejemplo de solicitud y deseo de enterramiento en el edificio religioso aparece en el testamento de Gaspar Tortosa, agricultor, y Catalina Aguyó, cónyuges de Petrer, que declaran ante dicho notario el día 11 de mayo de 1681: «(…) En apres a com anant les nostres Animes a nostre S’ Deu qui aquelles a creat eligim sepultura ais nostres cossos esser feta en la Yglessia Parroquial del glorios Sent Berthomeu de dita Vila de Petrer en lo vas de la Mare de Deu del Roser».

Desde el 23 de agosto de 1783, fecha en que fue bendecido el nuevo templo y hasta la bendición del cementerio el 3 de junio de 1816, 33 años, los enterramientos se siguieron efectuando en la nueva iglesia.  Así, en el Libro de plato de almas y de cuentas e inventario de la hermita de San Bonifacio, transcrito por D. Conrado Poveda, podemos leer que en el año 1801 una vez concluidas las misas cantadas en el día de la conmemoración de los fieles difuntos, «todo el clero con la cruz y capa que lleva el hebdomadario, van cantando los responsos acostumbrados por todas las capillas de la iglesia, que mandan sus patrones o los sucesores de los que en ellas están sepultados, dan por cada uno un real valenciano».

Fue en el año 1922, según consta en el libro del presbítero D. Conrado Poveda, cuando el cura D. Francisco Torres Muñoz suprimió los responsos que en el día de la conmemoración de los fieles difuntos y en los restantes días de la novena se cantaban por los altares de la iglesia a petición de parte, que pagaba un real por cada responso que mandaba cantar en los mencionados días en la capilla de la comunión por el último sacerdote difunto en esta parroquia.

Los últimos enterramientos que se efectuaron en el templo parroquial tuvieron lugar después de la guerra civil. Se enterraron, en el verano de 1939, en un acto de carácter político-religioso, en la nave central a los petrerenses que fueron fusilados en Alicante, enterrados en la fosa común del cementerio de dicha ciudad y, posteriormente, trasladados en comitiva a la iglesia parroquial de Petrer donde recibieron cristiana sepultura.

EL CEMENTERIO DE 1816

Hoy, cuando hablábamos del cementerio, siempre tenemos presente el que existe actualmente y que fue concluido el año 1935. Pero, sin lugar a dudas, nuestros mayores todavía recuerdan el cementeri vell, como ellos lo conocían, donde estaban enterrados sus seres más queridos. Referente a la construcción de ese cementerio existe un expediente en el Archivo Municipal con el título de “Diligencias practicadas sobre la construcción del sementerio o campo santo en virtud de órdenes superiores”, que aporta toda la información referida a la construcción del mismo en el año 1866.

El Ayuntamiento acordó a finales de los 60 la demolición del cementeri vell [3]
El Ayuntamiento acordó a finales de los 60 la demolición del cementeri vell

En el expediente aparece en primer lugar una remitida por el corregidor de la ciudad de Orihuela, el día 22 de mayo de 1804, siguiendo las directrices dicatdas por el Consejo de Castilla, en la que se reflejan los perniciosos efectos que ha porducido siempre el abuso de enterrar los cadáveres en las iglesias. Ya en el año 1799 y a partir de este momento se sucedieran otras, fueron las numerosas dificultades con las que se enfrentaron las corporaciones municipales (económicas, resistencia de la población, adecuación de los mismos). Petrer no fue una excepción, ya que tuvieron que transcurrir 29 años hasta la utilización definitiva del primer cementerio.

El 28 de junios de  1804, a través de una nueva orden circular publicada en Madrid y remitido posteriormente desde Orihuela a Petrer, se promueven las reglas que han de regir para la construcción de cementerios. Entre éstas destacan la de erigirlos fuera de las poblaciones en parajes bien ventilados.

Doce años después de esta orden se recibió un oficio del gobernador militar y político y presidente de la Junta Municipal de Seguridad de Orihuela, dirigido a los justicias del Ayuntamiento y Junta de Sanidad de la Villa de Petrer, comunicando que tenían noticias a través de la Suprema Junta de Sanidad del Reino de que no se había construido el cementerio en esta localidad. El oficio techado en Orihuela el dia 18 de abril de 1816 expresa que:

“Ni la falta de caudales, ni la de terreno, ni la escasez de fondos de fabrica, ni las ocurrencias de la guerra, ni las circunstancias actuales que alegan los justicias, son motivos para dexar de establecer cementerios en todos los pueblos, en que por la relación de V.S. constan no los hay en el dia, desentendiéndose por ahora de obras de luxo, limitandose a las precisas e indispensables, quales son una cerca de suficiente altura para evitar la porfanacion de los cadáveres, poniendose una cruz en el centro del ámbito del terreno…”

El documento concluye que para este tipo de obras no son necesarios grandes fondos, y aún de los precisos puede economizarse “persuadiendo a las gentes por las justicias, curas, párrocos y demás personas de autoridad y carácter…”.  También se exigía que, en el plazo de un mes, debían de estar construidos los cementerios en todos los pueblos que hasta esta fecha no lo tenían y que las obras se habían de iniciar inmediatamente.

Justo el mismo dia en que se recibió el oficio citado anteriormente, el 19 de abril, el alcalde Tomás Payá y Brotons mandó que se citase para el día siguiente a los componentes del Ayuntamiento y al reverendo clero de la iglesia “para que enterados todos de la superior orden, señalen con los maestros el sitio más proporcionado para poderse construir el sementerio”.

La capilla solo tenía una mesa altar y un crucifijo llamado de los Montesinos probablemte de la familia que lo dono [4]
La capilla solo tenía una mesa altar y un crucifijo llamado de los Montesinos probablemte de la familia que lo dono

 

El día 21 del mismo mes reunidos el alcalde, los regidores, el diputado, el sindicato procurador general y el personero del común y presentes, también, los componentes del reverendo clero (el cura, un vicario, dos vicarios ecónomos y un residente numeral) se les comunicó la orden. Con asistencia del doctor D.Luis Bartolomé Rico, asesor del Ayuntamiento, y otras personas de la villa, acudieron a las tierras y fábrica del castillo para su reconocimiento y señalar el terreno para la construcción del cementerio. Una vez examinado se fijaron diferentes sitios para su construcción “y los maestros de obras los midieron como igualmente el casco de dicho castillo y no se conformaron en sitio alguno fixo y para cumplir con major prolixidad acordaron se rexistaran otros territorios para ver donde seria mas conveniente”.

Según reza el expediente, del mismo dia, se volvieron a reunir en el castillo las personas antedichas junto con dos peritos labradores y dos albañiles:

“Rexistraron el terreno despues de haverse conformado en el sitio en donde podia construirse el sementerio, se hizo presente por algunas personas, que las aguas pluviales podrian tener alguna filtración, y, derramar sobre las aguas potables que vienen a esta villa, por lo que, y teniendo presente lo dispuesto por reales ordenes acordaron se pase al sitio de las botellas orilla de la rambla, y se rexistre el terreno que tal vez podra ser apropiado, y haviendo executado, a satisfaccion de todos se ha elexido como sitio proporcionado un bancal de tierra propiedad de los Herederos de Don Pablo Sarrio que tendra poco mas de una tahulla, y presentes los interesados se ha valorado en ochenta libras moneda corriente de este Reyno lindante con boquera Capellania de Don Gaspar Maestre y con tierras de los mismo erederos, y todos han declarado este terreno aproposito para el caso envirtud de superiores ordenes”.

Seguidamente se nombraron los maestros albañiles Juan Poveda y Carlos Beneit para la tasación de las obras; a Josef Verdú, carpintero, para que expresase el valor que tengan las puertas y cabezales; a Miguel Serrano, cantero, el que tenga la cruz, brecas de las puertas por el portal y rodapié, y a Josef Fuertes, cerrajero, el que tenga el herraje de las puertas con cerraja y llave.

Estos maestros comparecieron ante los señores del ayuntamiento y bajo juramento dijeron:

Los albañiles que habían tasado las obras en:

120 tapias a precio de cada tapia de 2 libras que son……………………………………240 libras

1000 ladrillos para la bolada de la paret………………………………………………………..12 libras

El maestro carpintero ha valorado las puertas con los 2 cabezales en……………..24 libras

El herrero:

Todo el yerro y la serraja para las puertas en ……………..…………………………………..8 libras

El maestro cantero

Por la cruz con su caña y 2 gradas portal cruz encima de la puerta, escudo de armas de la muerte y brencas encima del rodapié………………………………………………………………………………………………….40 libras

Por el valor de las tierras tasadas por peritos en…………..……………………………….80 libras

El valor del cementerio ascendía en total a 404 libras.

De nuevo se reunieron los antedichos señores argumentando que el sitio elegido para construir el cementerio carecía de ventilación suficiente y que a corta distancia se podía edificar en otras tierras de menos valor y de la necesaria ventilación, que para el efecto se habían visurado y tasado en cantidad de 10 libras y de renta anual la de 10 sueldos moneda corriente, las que eran propiedad de la administración de Beaterio de mosén Tomás Rico, de la que era su administrador Francisco Verdú y Cerdá de este vecindario. Por ello resolvieron se construyese a su tiempo al administrador del oficio para que le constase esta resolución.

Ubicación de los cementerios de Petrer a lo largo de la historia [5]
Ubicación de los cementerios de Petrer a lo largo de la historia

A continuación se anotó de nuevo el coste según la tasación antecedente y en lugar de las 80 libras del valor de las tierras que anteriormente se había pensado destinar para cementerio se anotaron sólo las 10 libras de las tierras del Beaterio, quedando éstas propias del cementerio, pagándose por ellas anualmente los 10 sueldos antes referidos. El total del coste del nuevo campo santo ascendía a 334 libras.

En los autos del día 20 de abril el Ayuntamiento expresó que no existiendo fondos en la fábrica de la iglesia (renta existente en las mismas para repararlas y costear los gastos del culto divino) y conforme a la Real Cédula de 3 de abril de 1787  incluida en la Novísima Recopilación y demás órdenes posteriores, que indicaba que en defecto de dichos caudales debía costearse el cementerio de los diezmos prorrateándose entre sus partícipes. Al no existir tampoco caudales públicos se acordó se efectuase la distribución de los gastos necesarios con arreglo a dichas órdenes reales del modo siguiente: pagarían las dos terceras partes de todo el importe los partícipes de diezmos y la otra tercera parte los vecinos de la villa, ascendiendo el valor total de la obra del cementerio a 334 libras, cuyo equivalente en reales de vellón era de 5.010, tocando pagar a los vecinos 1.670 reales y a los participantes de diezmos 3.340. El perceptor de diezmos de la villa era el conde de Cervellón y su apoderado Gaspar Amat y Reig, de cuyo poder percibieron los partícipes la parte acordada.

De todo este expediente podemos concluir que en un principio la comisión encargada de elgir el lugar para ubicar el cementerio pensó en el castillo, pero no resultó adecuado porque las aguas pluviales podrían tener filtraciones y derramar sobre las aguas potables; el segundo sitio escogido en las boltetas orilla de la rambla tampoco fue apropiado por carecer de ventilación necesaria y por ser las tierras excesivamente caras y, finalmente, se eligió el lugar, conocido por todos, situado en la parte norte del pueblo, al otro lado de la rambla de Puça.

El cementerio fue bendecido el 3 de junio de 1816 por el cura con licencia de D. Juan Pont, provisor y vicario general. El visitador ordenó que todos los años, el día de la conmemoración de los difuntos por la tarde, concluidos los oficios en la parroquia, fueran procesionalmente el cura y el clero a responsar al cementerio previo aviso al pueblo y con repique de cámaras.

Según consta en el libro del presbítero don Conrado,el cual, basándose en el Libro de visitas y refiriéndose concretamente a la efectuada por el Sr. Don Diego Flores Avellán, deán de Alicante y visitador general de todas las iglesias de su vicaría, el día 10 de febrero de 1817 y después de visitar la parrioquia y ermitas pasó la visita al cementerio, construido el año anterior. En el libro se hacía un breve descripción de la capilla del campo santo: “Al frente tiene su capilla sin otra cosa que la mesa altar y un crucifijo llamado de los Montesinos”.

Fuera del campo santo había, situado enfrente de la puerta principal, un banco de obra de forma semicircular en el que la gente descansaba mientras rezaba a sus seres más queridos. Saliendo del tema histórico y adentrándonos en el campo etnográfico hemos considerado curioso reseñar algunas de las muchas anécdotas que los mayores recuerdan del cementerio, aunque sería también interesante realizar un rescate etnológico referido al ritual y costumbres que rodeaban y rodean a la muerte en nuestra población.

Entre las muchas anécdotas que los mayores recuerdan del desaparecido cementerio viejo, creemos conveniente reseñar las siguientes: los jóvenes hacían apuestas y el que perdía, en algunas ocasiones, el objeto de la misma era ir por la noche al cementerio y dar tres culadas en la puerta, mientras decía «Tres culaditas doy aquí/salga muerte detrás de mí». Hasta que llegó el día en que un joven se quedó atrapado en la puerta, preso de pavor, para finalmente darse cuenta de que se había enganchado en un clavo.

El conocido como el fantasma del cementerio causó furor a mediados de los años cuarenta. Los habitantes de Petrer y algunos de la comarca, sobre todo de Elda y Monóvar, venían a nuestra población por las noches a ver al fantasma que se manifestaba a través de una luz reflejada en una lápida del campo santo. La explicación de este fenómeno era que el reloj de la Iglesia parroquial estaba iluminado y protegido con un cristal que reflejaba y proyectaba dicha luz sobre la mencionada lápida. La expectación ante este hecho duró unos días y la gente acudía por las noches hasta las inmediaciones del antiguo lavadero para presenciar el espectáculo. Éste acabó cuando el alcalde, Nicolás Andreu, ordeno al encargado de la electricidad, Pepe, el de la llum, que apagara las luces del pueblo y entonces todo el mundo pudo darse cuenta del fenómeno paranormal.

También era frecuente que algunos niños, con tal de conseguir unos dinerillos para sus caprichos, entraran al cementerio y se apropiaran de las botellas de leche de cristal, de una conocida marca, en las que se depositaban las llores; ya que en las tiendas de comestibles por cada envase daban una peseta.

Para ir al cementerio desde la iglesia se pasaba por El Salitre, siendo preciso cruzar la rambla, por lo que había que bajar una cuesta muy pronunciada y luego subir otra igual de empinada. Pero cuando por efecto de las lluvias se producía una avenida de las aguas en la rambla y ésta no se podía atravesar, había que dar un rodeo para llegar al cementerio. Cuando esto ocurría se accedía al campo santo por un camino que pasaba por delante de la casa de Pepica, la curandera.

Por lo que respecta a las tumbas más significativas llamaba la atención de los que conocieron este cementerio la de un joven, hijo de roña, la cual tenía una columna rota que simbolizaba cómo su vida se había truncado en plena juventud. También había una tumba con una  lápida de mármol que tenía una leyenda muy curiosa, decía así: «Lo que tú eres, yo fui/lo que yo he sido, seras/como te veo, me vi/como me ves, te verás». El motivo de que ya en el año 1931 la corporación republicana se plantease la construcción de un nuevo cementerio, en la zona del Guirney, era que el existente había quedado insuficiente. En este sentido, en un principio, para entrar al campo santo había que bajar un desnivel; con el paso del tiempo y debido a que estaba repleto de cadáveres había que subir uno o dos escalones, en vez de bajarlos como al principio. Se enterraba en zanja, puesto que habían poquísimos panteones, y se iba sepultando y vaciando para poder disponer así de más espacio. En las paredes del campo santo estaban las lápidas con las fotografías, el nombre y la fecha en que se habían producido los óbitos de los allí enterrados.

La vigencia en cuanto a enterramientos se refiere del primer cementerio fue de 119 años.

En lo referente a la titularidad del campo santo en el Diario de los datos interesantes de la parroquial iglesia de San Bartolomé Apóstol, escrito por el presbítero Conrado Poveda, con fecha 16 de junio de 1939, aparece entre las propiedades de la parroquia el cementerio viejo, del cual hay unas breves referencias; situado en la partida de L’Algoleja tenía, según esta fuente, una superficie de 604 metros cuadrados, su valor era de 369 ptas., y su renta de 18 ptas. Por estas fechas, como ya hemos visto,  estaba cerrardo y no se practicaban inhumaciones.

Por otra parte, como veremos seguidamente, el Ayuntamiento solicitó al Obispado de Oríhuela-Alicante permiso en 1969 para derribar el cementerio parroquial. Pero con fecha 6 de julio de 1973, en una certificación del Registro de la Propiedad, ya no figura el cementerio como bien parroquial. En la actualidad, el solar del cementerio consta en dicho registro como bien municipal, habiéndolo inscrito el Ayuntamiento en el año 1979 junto con otros bienes.

Ruinas del campo santo [6]
Ruinas del campo santo

El Ayuntamiento acordó en sesión plenaria celebrada el 30-X-1969, previa autorización del vicario general del Obispado de Orihuela-Alicante, que se realizaran las obras de demolición del cementerio parroquial, que según el acta había sido clausurado hacía 40 años y se hallaba en estado ruinoso, constituyendo un obstáculo para la necesaria urbanización de la villa. El consistorio concedió un plazo de 30 días hábiles para que las personas interesadas en la exhumación de restos lo comunicasen a las oficinas municipales, a pesar de que ya se había realizado hacía muchos años la exhumación casi total de cadáveres. La demolición del viejo cementerio se hizo efectiva a principios de los años setenta.

El año 1982 el gobierno municipal decidió explanar los terrenos y plantar pinos, las obras finalizaron en febrero de 1984 con la instalación de un altar de mármol en medio de lo que en su día fue el cementeri vell. Este lugar tan querido para todos los petrerenses fue adecentado y acondicionado mediante el arreglo de ribazos, instalación de bancos, etc.

Tradicionalmente, y antes de su demolición y traslado de restos, era habitual ver cómo los petrerenses visitiaban este lugar, sobre todo cada uno de noviembre, para posteriormente dirigirse al actual cementerio donde descansaban otros familiares y amigos que habían fallecido más recientemente.

FUENTES

Archivo Municipal Petrer (A.M.P.): Libro de Giradora 1655.

A.M.P.: Expediente “Diligencias practicadas sobre la construcción del sementerio o campo santo en virtud de ordenes superiores. Año 1816”.

A.M.P.: “Expediente autorizando la demolici´no del cementerio. Año 1969”.

A.M.P.: Libro de Actas del Ayuntamiento Pleno, sesión 30-x-1969.

Archivo Parroquial (A.P): Diario de los datos interesantes de la parroquial iglesia de San Bartolomé Apóstol de la villa de Petrer: 20-VI-1939

– (Archivo Protocolos Notariales de Monóvar (A.P.N.M.): Notario de Petrer Joseph Gil, 1681.- Archivo Registro Propiedad (A.R.P.)

BIBLIOGRAFÍA

A. AZORÍN (1970), Antonio Azorín, Barcelona
ESPINALT Y GARCÍA, B. (1784), Atlante Español, Madrid.
JOVER MAESTRE, F.J. y  SEGURA HERRERO, G. (1992) El poblamiento antiguo de Petrer, Ayuntamiento de Petrer, 251 ff, mecanog.
NAVARRO POVEDA,C. (1985), “Localización de un cementerio bajomedieval en Petrer”, Festa 85, Ayuntamiento de Petrer, Petrer, s/p.
(1988) «Petrer islámico, I.E. Juan Gil-Albert Alicante, 35 pp.
(1989), Excavaciones arqueológicas en una necrópolis bajomedieval de Petrer» Festa 89, Ayuntamiento de Petrer, Petrer, s/p
POVEDA, C., Apuntes del libro de don Conrado, 84 ff. mecanog.  (transcrito por H. Villaplana).