Desde mi cocina (VII): Un plato afrodisíaco

El año pasado quise preparar un curso de cocina afrodisíaca. En mi mesa se apilaban libros como: “Afrodita”, “Chocolat”, “Cocina para el amor”, “Afrodisíacos”, “Como agua para chocolate”… Cientos de recetas y fotografías seductoras, de alimentos con alusiones a lo erótico, sensuales. También un buen número de estupendas películas en las que cocina y erotismo funden sus líneas divisorias y cuyas escenas cumbre, imbrican el placer de comer, con el del sexo.

Desde todos los tiempos, arte, literatura, cine y otras expresiones del ser humano, han mostrado la conexión existente entre estas manifestaciones de lo instintivo: el gran impulso primario de alimentarse y el de perpetuarse, que es lo que asegura la permanencia más allá de nosotros, o lo que es lo mismo: Eros contra Tanatos, como síntesis muy clara del movimiento de la vida.

La cuestión es que siempre me preguntan lo mismo: ¿Pero existe la cocina afrodisíaca? Y sí, rotundamente sí, la cocina afrodisíaca existe.

En la mitología griega, Afrodita es la diosa del amor, la belleza, la reproducción y la lujuria.
En la mitología griega, Afrodita es la diosa del amor, la belleza, la reproducción y la lujuria.

Claro que si preguntamos a la ciencia, la ciencia no lo sabe, lo que te dice es que todo parece ser fruto de la sugestión, pero que no hay alimentos que hayan demostrado ser afrodisíacos.

Es la postura general cuando se pregunta en serio y en muchos foros: nutricionistas, médicos, etc. No tanto entre los cocineros porque creo que éstos sí saben en realidad de lo que estamos hablando, pues no se trata solo de si hay o no alimentos afrodisíacos, sino de “cocina” afrodisíaca, es decir: mezcla, preparación, sensibilidad, alquimia, magia… No sé como llamarlo, pero ni es una cuestión de sugestión, ni tampoco el simple resultado de sumar algo que se pueda analizar por separado. Me ayudaré de un ejemplo simple:

Los científicos pueden hoy día aislar, analizar y sintetizar cada una de las sustancias que componen, pongamos por caso, una naranja: agua, azúcares, ácidos… en fin, todo, absolutamente todo lo que tiene una naranja. Sin embargo, si tomaran un tubo de ensayo y pusieran todos esos ingredientes en él, no conseguirían jamás una naranja. El resultado no es siempre la suma de las partes. Pues bien, así sería querer analizar cada ingrediente de un plato y afirmar o negar que tenga alguna propiedad afrodisíaca.

Un plato afrodisíaco se compone de muchas cosas y desde luego, como venimos comentando, de la cocinera o el cocinero y del comensal.

Preparaciones deliciosas, especias exóticas, formas y alimentos sugerentes, susurros, luces, complicidad, creo que lo que sucede con todo esto, es cocina afrodisíaca.

Lo que come Marta en esa escena tan sensual de: “Deliciosa Marta”, cuando él tapa los ojos de ella con un pañuelo y le da de comer lo que le ha preparado, contiene algo que ningún científico podría sintetizar en laboratorio, además de la seducción irresistible de comer de la mano del otro, como cuando en “Nueve Semanas y Media”, él acerca a la boca de ella unas fresas o unas cerezas. ¿Alguien podría negar que son afrodisíacas esas frutas?

Escena del film "Deliciosa Marta".
Escena del film "Deliciosa Marta".
La erótica y la cocina, un tema tocado desde distintas aproximaciones artísticas.
La erótica y la cocina, un tema tocado desde distintas aproximaciones artísticas.

Hay un librito que se titula: “El tao de la cocina” de Erich Bauer y Uwe Karstadt, en el que se relata una especie de ritual para los amantes, que dura hasta tres días. Cada noche, los amantes, desnudos, cenan una preparación especial para la ocasión, cuya receta viene en el libro especificada. La primera noche los amantes, no pueden tocarse, se limitan a miradas y gestos, a estar juntos uno al lado del otro, a olerse, pero sin tocarse.

El segundo día, cenarán de nuevo juntos y se les permitirá tocarse pero sin llegar a consumar el acto del amor: caricias, miradas, incluso besos… pero hay que controlar el orgasmo y aguantar hasta el tercer día, en donde se dará la explosión. Es un método para llegar al éxtasis que os invito a probar y además, se dice que uno de los mejores medios para conseguir un embarazo que no llega y se desea hace tiempo.

Oriente mira el sexo de una forma mucho más espiritual y natural que Occidente y también de una forma más totalizadora.

La receta de hoy es una receta apropiada para una de estas veladas afrodisíacas, no es complicada, pero es lo suficientemente sofisticada como para envolverla de todo el misterio y la magia que queramos aportarle.

Se trata de un ragout de setas silvestres servido sobre nidos de pasta. Las setas, como el sake de la receta, son sumamente afrodisíacos. El resto tenéis que ponerlo vosotros.

Setas afrodisíacas.
Setas afrodisíacas.

Veamos cómo se os da:

Ingredientes:

50 g. mantequilla

4 cebollitas tiernas

2 dientes de ajo picados

300 g. de setas variadas, silvestres, laminadas o cortadas según su especie.

3 cucharaditas de harina

2 cucharadas de agua

2 cucharadas de sake

80 ml. De nata espesa

1 paquete de pasta de la llamada «nidos».

Nidos.
Nidos.

Derretir la mantequilla en una sartén grande a fuego medio y saltear las cebollas tiernas cortadas finamente y el ajo picado, durante un minuto.

Añadir las setas y saltearlas 3 o 4 minutos, removiendo de vez en cuando. Añadir la harina y remover otro minuto más.

Echar el agua y el sake y remover durante un minuto o hasta que se haya evaporado. Incorporar la nata y dejar la mezcla hasta que se espese. Sazonar al gusto.

Poner a hervir la pasta en abundante agua salada y cuando esté hecha, servir en cada plato un nido y sobre él, disponer una buena ración de ragout. Si se quiere, decorar con una hojita verde: perejil, cilantro, brotes de guisantes o rúcula.

Servir “todo” muy caliente.

5 thoughts on “Desde mi cocina (VII): Un plato afrodisíaco”

  1. Fernando: Un vodka o tequila podrían ser buenos sustitutos del sake. Una vez recuerdo que, no teniendo sake, usé grappa y estuvo muy bien.
    Gracias a todos por vuestros comentarios.

  2. ¡Buen artículo!Parárse a relacionar cocina y erotismo nos viene bien a todos; nos abre una puerta a la creatividad, a poner en marcha nuestra imaginación y a pensar en el otro «desde el deseo».
    Un beso.

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