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Crónica de un desencuentro: 1969, intento de fusión de Elda-Petrer

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NOTA: Artículo publicado originalmente en la revista Festa 2005

A cualquier forastero que transite entre los pueblos de Petrer y Elda le llama la atención la inexistencia de alguna señal o linde que indique, de algún modo, la separación geográfica entre los dos pueblos. Sencillamente no existe. Una gran mayoría de vecinos que por allí transitan o habitan no dudarían en afirmar que la amplia y alargada Avenida de Madrid bien podría ser la línea divisoria pero, sin embargo, se equivocan. En realidad, una antigua acequia de riego, hoy fuera de uso, desde las postrimerías del siglo XVII fue aceptada de forma oficial como límite físico que separaba ambos términos municipales. En la década de los años sesenta, todavía era posible observar el manso transcurrir del agua por alguno de sus tramos abiertos. Pero si hay que destacar un aspecto singular de este fenómeno, es el uso habitual del topónimo «Frontera» para referirse al territorio que ocupa la zona oeste del territorio de Petrer. Sólo los estados tienen fronteras para separar soberanías; los pueblos se conforman con términos y linderos marcados con mojones, puentes o bien cauces de ríos que definen jurisdicciones administrativas. Es por tanto «la Frontera» una denominación atípica que nos revela la existencia de un conflicto secular entre sus moradores todavía no resuelto.

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El cronista de Elda Alberto Navarro nos recuerda que, ya en 1934, la sociedad de viviendas La Fraternidad había solicitado el inicio de gestiones con Petrer para que continuaran las alineaciones de las calles que evitaran la anarquía urbanística. En la década de los 50, la creciente demanda de viviendas, ante la ausencia de una normativa urbanística común, favoreció la construcción incontrolada, con la consiguiente desaparición de los límites visibles de ambos términos.

Esbozo histórico y sociológico

A mediados del siglo XX, la rápida ocupación del suelo y la construcción de viviendas en Elda tomó dirección este, aproximándose en muchos lugares a los lindes de Petrer. El cronista Alberto Navarro nos recuerda que ya en 1934, «la sociedad de viviendas La Fraternidad, cuyas calles finalizaban en el término municipal de Petrer, solicitó del Ayuntamiento eldense que realizara gestiones con el de Petrer para que las calles en aquel término continuaran las alineaciones de las eldenses para evitar una anarquía urbanística» (Alborada, 1973). Sin embargo, los buenos deseos del gobierno municipal republicano de la vecina ciudad quedaron en el olvido.

En la década de los cincuenta, la creciente demanda de viviendas para alojar a las familias inmigrantes llegadas a nuestros pueblos atraídas por la industria del calzado favoreció una incontrolada construcción de viviendas que, ante la ausencia de una normativa urbanística, ocuparon en ocasiones ambos términos con lo consiguiente desaparición de los limites visibles. No es una exageración cuando algún vecino de la Frontera cuenta que sin salir de su casa «come en Petrer y duerme en Elda».

Con el paso de los años, la interrelación de la trama urbana entre los dos pueblos ha llegado a tal nivel que se puede afirmar, sin riesgo a equivocarnos, de la existencia de una fusión territorial o conurbación física que alimenta sin cesar interconexiones sociales, tejidas, día tras día, por los habitantes de los dos pueblos. En este sentido conviene señalar algunas características de estos factores que se manifiestan en la década de los sesenta:

A. La industria del calzado existente en Petrer creció al amparo de los nuevos mercados internacionales abiertos por la Feria Internacional del Calzado de Elda, creada en 1959 sin apenas participación de los fabricantes de Petrer durante los primeros años (entrevista a Roque Calpena).

B. Las cerámicas de Petrer destinaban la mayor parte de su producción a las incesantes promociones de viviendas en Elda.

C. Cerca de mil quinientos trabajadores de Petrer se desplazaban diariamente a Elda para ganar un salario en las fábricas de calzado (José Mª Bernabé).

D. El crecimiento urbano del barrio de la Frontera se apoyaba fundamentalmente en el desbordamiento espacial de Elda. Tanto la mayor parte de la población inmigrante como los familias que trasladaban su domicilio de Elda a esta zona, no se sentían ciudadanos de Petrer y su vida social y de ocio la continuaban desarrollando en Elda. Centenares de amas de casa de Petrer se trasladaban los martes y los sábados al mercado central de Elda para hacer la compra de alimentos. Con menos intensidad, también cabe destacar las compras que se efectuaban en los tiendas de ropa que ofrecían mayor variedad, calidad y moda.

E. Los numerosos cines con los que contaba Elda ofrecían estrenos de películas que por el número de habitantes no podían proyectarse en Petrer hasta pasado unos años. Del mismo modo, las salas de baile eran numerosas y los jóvenes de Petrer no dudaban, dada su proximidad, en acudir regularmente.

F. Las academias privadas de enseñanza media eran aulas obligadas para los estudiantes de Petrer hasta la puesta en marcha del Instituto de Enseñanza Media Azorín en 1967.

G. En el ámbito municipal, se habían alcanzado acuerdos relevantes en cuanto a la construcción de un Instituto de Enseñanza Media, una red de alcantarillado o la propuesta de elaboración conjunta de un Plan de Ordenación Urbana.

Petrer contaba en 1960 con 10.615 habitantes y Elda con 28.151. En 1970, el padrón de Petrer registró 15.804 habitantes y el de Elda 41.511. En el transcurso de esa década, Petrer creció en un 48,8° y Elda en un 47.4%.

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Las cerámicas de Petrer, que destinaban su producción a las incesantes promociones de viviendas en Elda, formaban, junto con algunas viviendas, núcleos aislados del casco urbano.

La proximidad de ambas poblaciones repercutía positivamente, en el caso de Petrer, en sectores como la industria de calzado o la construcción, en detrimento de servicios tales como alimentación, vestido y ocio. La ciudad de Elda ejerció como capitalidad de comarca durante décadas. Las nuevas corrientes de moda o el cambio de costumbres pasaban en primer lugar por nuestra vecina ciudad. El eslogan popular «Elda, París, Londres» que ha llegado hasta nuestros días, nos muestra una época de progreso y desarrollo en la que todo parecía posible. Es evidente que el pueblo de Petrer se enriqueció con la incorporación masiva de inmigrantes manchegos, andaluces o murcianos en una simbiosis de culturas que dieron por resultado a un sector de habitantes que algunos denominan de «Petrer, Petrer», en contraposición y diferencias con los petrerenses llegados de otros lugares y entre los que se incluye a habitantes del barrio de la Frontera.

El profesor Gabino Ponce, en su libro Análisis urbano de Petrer, nos ofrece los resultados de una encuesta realizada a principios de 1990 que nos pueden servir de referencia. Los habitantes de la Frontera, a la pregunta de que si se sentían petrerenses, el 30% señalo sí, el  6% regular y el 64% rotundamente no. Acerca de señalar el límite entre los dos pueblos, un 38% no supo responder, el 25% ambiguamente señaló todo el barrio de la Frontera, un 37% trazó límites más precisos como la Avda. de Madrid y sólo un 4% intentó trazar un cierto límite que comprendía el barrio de San Rafael. Queda patente que para la inmensa mayoría no existía un límite preciso que separase Petrer de Elda.

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Otro ejemplo de la industria en torno a la pujante construcción.

Conviene señalar que el Ayuntamiento de Petrer se sentía sin medios ni recursos para controlar, vigilar y dotar de servicios e infraestructuras el rápido crecimiento urbano que estaba generando el barrio de la Frontera. En el aspecto político y administrativo, en la década de los sesenta, los Juzgados son trasladados de Monóvar a Elda y el Cuartel de la Guardia Civil de Petrer fue cerrado e integrado en la vecina ciudad. Por último, es obligado señalar que este breve esbozo sociológico tiene por finalidad dar a conocer las relaciones de convivencia entre Petrer y Elda, como preámbulo a la peor crisis que iba a tener lugar a partir del mes de mayo de 1969, un año después de que la Dirección General de Carreteras adoptara la controvertida decisión del nuevo trazado de la Carretera Nacional por el término municipal de Petrer.

El desvío de la Carretera Nacional

En la década de los años sesenta, era habitual que las carreteras nacionales se adentraran en los pueblos y ciudades formando parte de su trazado urbano. La vecina ciudad de Elda se beneficiaba del paso de la carretera nacional Alicante-Ocaña y sufría también las molestias, los peligros y los atascos durante los meses vacacionales. En contrapartida, la industria y el comercio de la ciudad se beneficiaban por estar mejor comunicados.

En el año 1962, la Dirección General de Carreteras desestimó una propuesta de desvío de la carretera que había sido proyectada por Petrer a través de la Avenida de Madrid, alegando su escaso ancho, cifrado en veinte metros, ya que en aquellos años la normativa exigía un mínimo de 31 metros. Se procedió por este motivo a localizar otra vía alternativa para la variante, encontrándose «como zona más despejada la contigua al edificio de la Cooperativa Vinícola». En una carta dirigida al Ayuntamiento, la Jefatura de Obras Públicas de Alicante instaba a no permitir la edificación en esta zona y, además, solicitaba incluir estas limitaciones en el Plan de Urbanización local: «… la rapidez en este asunto proviene de la gran expansión de los pueblos de Elda y Petrer, por lo que la edificación en esta zona es muy rápida y abundante».

Una semanas más tarde, el alcalde D. Nicolás Andreu comunicaba a la Delegación Provincial de Obras Públicas la aceptación por unanimidad del proyecto de desvío «… situado a la parte Norte de la Coop. Vinícola que atraviesa la zona de ensanche desde la prolongación de la calle Castilla hasta la senda llamada del Campico». También daba cuenta de la rectificación del Plano de Alineaciones al no existir Plan de Urbanización.

En los primeros años sesenta, el tejido urbano de Petrer y Elda se encontraba unido y revuelto en la zona de la Frontera. Su eje principal lo conformaba la Avda. de Madrid y calles adyacentes a ambos lados, sin continuidad, con casas baratas levantadas en su mayor parte por la iniciativa privada.

La línea divisoria de los dos pueblos tiene como referencia secular una acequia de riego que queda oculta, en buena parte de su recorrido, bajo los cimientos de las viviendas construidas en ocasiones de forma ilegal, por lo que es frecuente encontrar edificaciones que ocupan suelo de los dos términos municipales.

El otro eje trasversal está formado por el trazado de la antigua carretera provincial, hoy Avenida de Elda. Esta vía une a los dos pueblos de este a oeste y en los años sesenta dejaba a ambos lados un extenso territorio sólo ocupado por las cerámicas y algunas edificaciones aisladas de viviendas construidas por promotores privados como Afrodisio Barbero o Ignacio Ribelles. La zona de la Frontera quedaba muy alejada del casco urbano de Petrer, alrededor de dos kilómetros, y por tanto el Ayuntamiento no tenía demasiado interés en que el barrio creciera por la proximidad a Elda y por el escaso presupuesto de ingresos para mantener servicios como el de limpieza, alumbrado o vigilancia. Pruebas de esto las encontramos en las constantes negativas de la autoridad municipal para dar licencia de apertura de actividades comerciales o de ocio. En el año 1961 no se autoriza un salón de baile en la calle Alcázar de Toledo -hoy calle de Toledo-, con la excusa de que «está lejos y hay pocos guardias».También se prohíbe a otro vecino abrir un salón recreativo en la calle Castilla. A diferencia del casco urbano, la instalación del agua potable en el domicilio fue a cargo de los vecinos. En 1967, la vecina Carmen Durá solicitó permiso para celebrar bailes s en el barrio de la Magdalena, sin éxito. Sin embargo, los cines Aguado, Goya y Capri fueron autorizados en los primeros años de los sesenta (1960-1961), a pesar de estar totalmente adosados a la línea divisoria, decisión motivada seguramente por la relevancia económica de sus propietarios y sus posibles influencias en el Gobierno Civil de Alicante, que tenía la última palabra en la autorización, por encima del preceptivo informe municipal.

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En esta foto de los primeros años 90 aparecen en primer término ya construida la autovía Madrid-Alicante, que circunvala Petrer por detrás del castillo manteniendo el desvío de la antigua carretera nacional, según el trazado propuesto a final de los años 60 por el Ayuntamiento de Petrer, y aceptado por el MOP, que eliminaba el paso de la carretera por el interior de Elda.

Aunque ubicados en término municipal de Petrer, estos cines estaban orientados fundamentalmente al ocio eldense. Prueba de ello la encontramos en una carta de la Alcaldía de 18 de mayo de 1962 dirigida a la empresa del cine Goya en la que se advierte «que en adelante y en toda propaganda, tanto en carteles, prensa o radio, habrá de hacerse constar la localidad donde está instalado el cine, que es únicamente Petrel y no Elda».

La proyectada modificación del trazado de la carretera nacional, en estudio desde 1962, se puso sobre la mesa como proyecto definitivo en marzo de 1968. El alcalde de Petrer, Pedro Herrero, y parte de los concejales habían sido renovados y el acuerdo unánime con el trazado aceptado en 1962 se había modificado sustancialmente. Ahora, sólo un concejal apoyaba el paso de la carretera por la zona citada de la Cooperativa Vinícola. Se trataba del farmaceútico D. José Luis Perseguer de Castro. El apoyo favorable de este concejal estaba acompañado de la propuesta de construir un paso elevado en forma de escalextric a su paso por la zona proyectada y, de este modo, anular el efecto de trinchera que se crearía a ambos lados de la carretera al dividir el pueblo de Petrer en dos zonas claramente diferenciadas.

Un mes antes de estas reuniones de marzo, una moción de la Alcaldía aprobada por unanimidad hacía referencia a los compromisos alcanzados por la Corporación Municipal de Elda en cuanto a la realización conjunta de servicios de interés común que decía: «…se ha llegado a la conclusión de que el Plan de Urbanismo es forzoso, los cascos urbanos de ambas poblaciones están unidos y sus calles son continuación unas de otras. Querer formular un Proyecto de Urbanización separadamente sería desconocer esta unión real que ha de obligar en el futuro a la realización de otros servicios municipales conjuntamente y entre ellos como primordial el del alcantarillado de Petrer». Esta afirmación nos lleva a pensar que las relaciones entre los dos pueblos gozaban de su mejor momento en febrero de 1968.

Unos meses después, las cosas cambiaron radicalmente debido a la total disconformidad del Ayuntamiento de Petrer a que la carretera nacional discurriera por el desvío propuesto junto a la Bodega Cooperativa. A continuación, las reuniones con los arquitectos e ingenieros de Obras Públicas, los contactos con el Gobernador Civil y la búsqueda de influencias se suceden. Al final triunfó el sentido común, apoyado con las propuestas y estudios urbanísticos que demostraban, sensatamente, que la variante proyectada, más pronto que tarde, tendría que ser trasladada de nuevo a las afueras de la población como demostraba la tendencia general ante el crecimiento de las ciudades.

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En 1962 se propuso el desvío de la carretera general por las amplias zonas de cultivo que se extendían junto a la Cooperativa Vinícola.

El desvío propuesto por el Ayuntamiento de Petrer, que era el que conocemos en la actualidad y que desde la partida del Reventón y Salinetas discurría por detrás del Castillo para enlazar en el Guirney y la partida de Santa Bárbara, fue por fin aceptado. Algunos de los testimonios recogidos afirman que la perseverancia del alcalde de Petrer, Pedro Herrero, tuvo un papel fundamental en la decisión. Se cuenta que el alcalde insistió a los ingenieros a que comprobaran con él, desde la cima del Reventón, su propuesta de desvío más racional y práctica.

El malestar del Ayuntamiento de Elda no se hizo esperar. En la sesión plenaria del 2 de agosto de 1968, la corporación hace constar su oposición al nuevo trazado «… por los enormes peruicios que el proyecto ocasionará a la ciudad. […] Elda entera como ciudad, su Feria Intencional de Calzado, su comercio, su industria sufrirán daños de toda clase. […] La unidad urbana e industrial que forman Elda y Petrer, en lugar de impulsarse con una vía entre ambas ciudades, tenderá a distanciarse. […] Por último, solicitar del MOP que la carretera continúe con el estado actual a pesar de los reconocidos inconvenientes y molestias, que siempre serán menos graves que los nuevos perjuicios».

Como era de esperar, el Ayuntamiento de Elda adoptó la postura que más interesaba a su ciudad, Petrer actuó del mismo modo. El semanario El Valle de Elda del 10 de agosto de 1968 argumentaba su apoyo al trazado original entre los dos pueblos «considerando que esta vía contribuiría a intensificar la relación entre Elda y Petrer, creando a los lados de la nueva vía una zona de gran vitalidad comarcal y ciudadana que sólo beneficios brindaría a los habitantes del Valle». También llamaba a los eldenses a remitir telegramas y escritos a los organismos competentes y crear una corriente de opinión ciudadana para presionar contra el proyecto aprobado.

Fusión de Petrer por Elda o anexión del barrio de La Frontera

El 14 de mayo de 1969, día de San Bonifacio, los diarios provinciales insertaban una noticia sensacional e inesperada en la primera página. «La noticia del año» titulaba el diario La Verdad: «El Ayuntamiento de Elda solicita la fusión con el de Petrel». En el diario Información de Alicante se podía leer: «Elda pide a Petrel la fusión de ambos municipios». Titulares más reducidos informaban de que si no se llegaba a la fusión de ambos pueblos, se incoaría un expediente para la segregación del barrio de la Frontera argumentando que este barrio era «esencialmente producto del desarrollo de Elda». Nadie podía poner en duda que la caja de los truenos se había abierto en plena celebración de las fiestas de Moros y Cristianos de Petrer fundiéndose las palabras con la pólvora explosionada con los cañones y arcabuces.

El Alcalde de Petrer, D. Pedro Herrero, haciendo gala de buen diplomático, contestaba a las preguntas de la prensa de este modo: «Verá… durante las fiestas no nos queda tiempo para leer la prensa ni para contestar la correspondencia» (Información, de 15 de mayo de 1969,). La verdad era que el acuerdo tomado por la corporación eldense, por su trascendencia, ya era conocido por el alcalde desde la tarde del día anterior. Este acuerdo unánime, tras una breve introducción, se resumía en dos apartados:

1. Manifestar al Ayuntamiento de Petrel que el de Elda considera que sería altamente beneficioso para los intereses de los dos Municipios la fusión de sus términos, por lo que sugiere que se inicie conjuntamente dicho expediente con la mayor brevedad, con la mejor disposición de ánimo y buena voluntad.

2. Hacer constar, asimismo, que, si no se llegase a la fusión de términos municipales por la causa que fuere, el Ayuntamiento de Elda, con el único fin de hacer posible su propio crecimiento natural, incoará el oportuno expediente de segregación de la parte del actual término de Petrel que se estima que ha sido edificada como consecuencia del desarrollo de Elda y de la que precise para su normal expansión en los próximos años.

Con las espaldas en alto, el debate estaba servido. Se suceden las llamadas telefónicas, visitas al Gobernador, opiniones en prensa de autoridades provinciales y locales. Juan Bellot (Tadeo), corresponsal en Petrer del diario Información, el día 18 de mayo escribía lo siguiente: «No lo merecíamos. Amigos de Elda, creíamos no merecer una intromisión tan inesperada en nuestros sentimientos […] Sabemos que la Corporación Municipal de Petrel va a estudiar su posición. No sabemos qué acuerdos se tomarán, pero sí sabemos que ha dolido profundamente por lo inesperado del acuerdo eldense».

Desde el punto de vista eldense, el periodista Mira Candel escribía el día 15 de mayo en el diario La Verdad: «Objetivamente, la unidad de Elda y Petrel no solamente es conveniente sino necesaria (…) El Ayuntamiento de Elda ha sido valiente, pero le ha faltado la diplomacia de quien, estando en la razón, se precipita en hacerla valer (…) Elda se queda pequeña, cada día que pasa se ve encasillada en su término municipal reducido y sin apenas expansión (…) Elda y Petrel son dos pueblos llamados a entenderse y nada ni nadie puede ir contracorriente». Más adelante definía algunas características propias de ambos pueblos: «Elda es más cosmopolita que Petrel, más abierta, más «europea». Petrel es tradicional, demasiado suyo […] No podemos olvidar que la tradición de un lugar es un signo a veces infranqueable que merece una atención y un estudio cuidadoso». El periodista critica la forma de plantear el problema, aunque queda patente que da por bueno el fondo de la cuestión.

Pedro Zaragoza Orts, presidente de la Diputación de Alicante, declaraba de forma ambigua el día 17 de mayo en el diario La Verdad: «Nada es seguro por el momento, pero todo puede suceder y es conveniente . en todo lo que sea unión se puede contar conmigo». Conviene señalar que la anexión por Alicante de los pueblos de San Vicente del Raspeig, Muchamiel, San Juan y Campello, se planteaba como una posibilidad y, por tanto, los acontecimientos de Petrer y Elda representaban un campo de prueba para futuras fusiones.

En Petrer, el rechazo al acuerdo eldense fue unánime. En todos los ambientes se respiraba una sensación de retroceso en las relaciones conjuntas de buena y necesaria vecindad, y era manifiesto que las viejas rencillas que el geógrafo Cavanilles dejó patente en el siglo XVIII, reverdecían y explosionaban con los precipitados «Acuerdos de Mayo».

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En 1968, el Ayuntamiento eldense había llegado a la conclusión de que era forzoso un plan de urbanismo común, ya que los cascos urbanos estaban unidos y sus calles eran continuidad unas de otras.

El 18 de mayo, el periodista Mira Candel, en las páginas del diario La Verdad, dirigió una carta abierta a la Corporación eldense, sugiriendo la creación de una comisión municipal de ambos pueblos proponiendo que «el Ayuntamiento de Elda debe adoptar una segunda postura, airosa, para no desprestigiarse por completo».

La esperada respuesta del Ayuntamiento de Petrer a la propuesta eldense del 12 de mayo, tuvo lugar el martes 20 de mayo en un Pleno abarrotado de público. Más de cincuenta personas aparecieron en la reunión, dándose la singularidad para la época, en la que no existía participación ciudadana, de que el asistente que lo solicitó, una vez acabada la sesión plenaria, pudo hacer uso de la palabra. Alguno de los presentes se manifestó de este modo: «El índice demográfico de Petrel es superior al de Elda. ¿Acaso en un futuro próximo no será Petrel superior a Elda? El estudio de crecimiento demográfico es tres veces superior al de Elda desde el año 50. En la propia personalidad de Petrel ha hecho daño el dicho de que la grandeza creciente de la localidad ha estado condicionada por Elda. No es cierto. Petrel se está dejando muchas de sus utilidades en Elda. No somos retrógrados. Hay muchas fórmulas de asociación económica. Para entendernos con números no hace falta que perdamos nuestra personalidad. Elda tiene derecho a perseguir la fusión, pero no a imponerla» (La Verdad, 21 de mayo de 1969). Estas fueron algunas de las opiniones que fueron vertidas tras el caluroso aplauso al acuerdo unánime de la Corporación, que fue el siguiente: «Se acuerda no tomar en consideración la mencionada propuesta, ya que está invalidada en su origen por el carácter de resolución conminatoria con ímplicitas amenazas en caso de no ser aceptada, anulando con ello su necesaria y esencial condición de poder ser estudiada con toda libertad y objetividad, reflexión y detenimiento en aras de una solución justa de un asunto de tal relevancia y trascendencia para el futuro de este municipio de Petrel».

Finalizado el singular coloquio, el alcalde Pedro Herrero manifestó al diario La Verdad estas palabras: «Yo lo que quisiera es que lo que ha pasado se olvidara y que los dos pueblos continuaran trabajando juntos como habíamos iniciado por la prosperidad de ambos».Unos días después, el Consejo Local del Movimiento se adhería al acuerdo de Pleno dejando patente que apoyaba las conversaciones para mancomunar servicios pero «sin que nunca se permita la más mínima subestimación de la personalidad que define Petrel» (Información, 29 de mayo de 1969).

Como se desprende de todo lo anterior, quedó patente la existencia de una elevada conciencia de pertenencia a una colectividad diferenciada, un amor propio herido por la fuerza, la coacción y el menosprecio que actuaron como repulsivo ante una propuesta que, de haber sido bien planteada y estudiada, podía haber cambiado el curso de la historia de los dos pueblos.

Siguiendo con los acontecimientos, hay que señalar que hasta el 7 de julio, mes y medio después de conocerse la respuesta de Petrer, no se reunió la Corporación eldense. Es obvio que en las dos poblaciones se respiraba un ambiente tenso y de cierto nerviosismo. Para los vecinos de Petrer, hablar de la fusión significaba exasperar los ánimos. Del otro lado, los vecinos de Elda iban asimilando que el procedimiento emprendido no era el más adecuado, vista la reacción de defensa de la personalidad colectiva de Petrer. Mientras todo esto sucedía, los habitantes del barrio de la Frontera vivían al margen de la polémica, pues lo que realmente les importaba era la puesta en marcha de aquellos servicios que carecían o eran insuficientes como el asfaltado, alumbrado o alcantarillado, importándoles bien poco que fuera uno u otro ayuntamiento quien llevara a buen término sus necesidades.

El Ayuntamiento de Elda, con la sensación de que se había precipitado y con el convencimiento de que «rectificar es de sabios», dijo por voz de su alcalde Antonio Porta: «No hemos querido ofender a Petrel. La fusión es labor de mucho tiempo. El asunto vale tanto que si es necesario romper los orgullos particulares, lo debemos hacer». Durante la sesión del 7 de julio, el concejal eldense Muñoz Zafrilla propuso al Pleno una moción que fue aprobada, compuesta de seis puntos que aquí resumimos: 1°. Que no se ha querido lesionar el espíritu de Petrel. 2°. Que la fusión no atenta a los particularismos de las dos localidades. 3°. Se pide disculpas por los posibles malos entendidos. 4°. Que está dispuesto a designar comisiones de los dos municipios que traten el tema de la fusión. 5°. Que debe desistirse de incoar expediente para segregar la parte de la Frontera. 6°. Petrel tiene la palabra.

La pelota se situaba ahora en el tejado de Petrer. Elda rectificaba, pedía disculpas, desestimaba la segregación de la Frontera y pedía la creación de una comisión de trabajo para llevar a buen puerto la fusión. La prensa eldense se manifestaba del mismo parecer «Elda ha tendido la mano a Petrel. Petrel no debe rehusarla. Elda quiere a Petrel. No es una fantochada. Petrel tiene que querer a Elda. Hay que tomar conciencia de ese espíritu de unidad.Todas las autoridades tienen el deber moral de hacer patria de unidad».

El Ayuntamiento de Petrer se dio por enterado dando como respuesta «la necesidad de continuar colaborando ambas corporaciones como hasta el inicio del conflicto, buscando fórmulas que no alteren la individualidad absoluta de los municipios […] con la esperanza de que disentir, por libre apreciación de motivos, sobre la oportunidad de iniciar conversaciones y estudios respecto a la fusión propuesta, no habrá de ser obstáculo para la continuación de esta lógica y eficaz colaboración» (Pleno de 29 se septiembre de1969). Petrer dijo NO. Este trascendental acuerdo se tomó en la sesión plenaria citada, junto con la aprobación inicial del Proyecto de Urbanización y Alumbrado de la Avenida de Madrid y Camino Viejo de Elda de la zona de la Frontera.

A continuación transcribimos, muy brevemente, un par de párrafos elegidos entre las numerosas cartas de opinión publicadas en algunos diarios provinciales:

No a la fusión, porque no es necesaria. [La fusión] sería convertir en barrio una entidad que se expansiona, que crece y prospera, con vida propia. Seria no fundir sino mezclar dos colectividades de origen diferente marcado hasta por la diferencia de lenguaje. Esto es un absurdo. (Juan José Navarro Beltrán).

La fusión se presentará siempre, a mi parecer, espinosa y repleta de dificultades por: diferencia idiomática, temperamentales, porque las urbes ideales son las de 20.000 a 50.000 habitantes como afirman arquitectos y sociólogos actuales. Porque el grande intentará devorar al chico. (Enrique Amat Paya)

Con el rechazo de la «novia» a entablar relaciones con vistas a un futuro matrimonio, se llega al mes noviembre, momento en que el Ayuntamiento de Elda acuerda por unanimidad considerarse desligado de los compromisos con la corporación de Petrel para iniciar conjuntamente expedientes comunes hasta que no se formalice un organismo específico de gestión, llámese mancomunidad u otra cosa, pero que responda a la puesta en marcha de objetivos e intereses comunes con cierto grado de decisión.

BIBLIOGRAFÍA

– BERNABÉ MAESTRE, José M. La Industria del Calzado en el Valle del Vinalopó. Universidad de Valencia. 1976
– PONCE HERRERO, Gabino. VV..AA. Análisis urbano de Petrer. Estructura urbana y ciudad percibida. Universidad de Alicante 1994.
– Archivo Municipal de Petrer.
– Diario La Verdad.
– Diario Información de Alicante.
– Revista: Alborada, Elda 1973.