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Antonio Mañas vivió de cerca el «circo de la velocidad»

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*Nota: Artículo publicado originalmente en la revista Alborada nº 45 – 2001

En la actualidad, está totalmente desvinculado de las motos y «aunque sea una cobardía por mi parte», se cura la tentación de la nostalgia recorriendo las carreteras de Europa con un gran trailer con el que se dedica a hacer transporte de Mercado. Antonio Mañas se ha deshecho prácticamente de todo lo que le ligó a las motos durante tantos años. Lo único que conserva con cariño «es la medalla de plata al mérito deportivo que me entregó la infanta Elena y otra medalla de bronce que me entregó Fraga en tiempos de Franco». Vivió a fondo el mundillo de las carreras de velocidad en la década de los 70, fundamentalmente como mánager, y tuvo mucho que ver con que Ricardo Tormo llegara a ser campeón del mundo, algo que a la postre fue el motivo de su desapego de las motos. También tuvo relación en algún momento con la carrera deportiva de otros grandes pilotos como Víctor Palomo, Ángel Nieto, Benjamín Grau, Miguel Ángel Cortés, Andrés Pérez Rubio, Rafael Sans Toledo, Andrés Sánchez Marín, Joaquín Orts Cañizares, Pedro Cegarra… pilotos que marcaron una época en el motociclismo español y, en algunos casos, mundial. Y también ayudó, cuando pudo, a los pilotos locales trayendo a su tienda los adelantos del mercado, dejándoles motos, facilitándoles repuestos o acogiéndoles en su «escudería». Lo que hiciera falta.

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Con Antonio Mañas pudo contactar la revista alborada en su refugio de la Huerta Nueva aprovechando una de sus esporádicos descansos en Elda. Tras una hora de conversación acelerada, cuesta creer todas las historias que se agolpan atropelladamente en la grabadora y en la mente de este hombre de 58 años, cuyo conocimiento delos idiomas (habla cinco idiomas y escribe cuatro) le permitió desenvolverse por el extranjero, ya fuera viviendo a fondo «el circo del mundial», incluidas las grandes pruebas de Estados Unidos, entre ellas la mítica de Daytona, como yendo a buscar mecánicos, motos, motores o repuestos a Holanda, Alemania o Italia. Amante de las motos por encima de todo, como piloto no consiguió nada, pero como mánager, amigo y aventurero de la velocidad lo fue todo. Conclusión: «A mí me costaron mucho dinero las motos, pero he sido muy feliz y lo di todo por la afición».

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Moteros de Elda en la concentración de Andorra, reparando la Honda Gold Wing 1.100. Antonio Mañas, con gafas, es el tercero por la derecha.

Antonio Mañas sigue fiel a su espíritu nómada y los accidentes no han dejado de acosarle (en una segunda visita para recogerle algunas fotografías estaba esperando curarse pronto una nueva fractura de pierna, como consecuencia, esta vez, de un accidente con el camión para volver a salir a la carretera). Y es que sigue siendo consecuente con la decisión que tomó de la noche a la mañana un día. «Me dije que no seguía más en un trabajo fijo y sedentario, porque no me aguantaba ni yo». Antonio Mañas esconde una biografía de las que dan para escribir una novela o filmar una película, dada la apabullante acumulación de vivencias, lugares y personajes. Poner orden en toda esa avalancha de información necesitaría de otro tipo de dedicación y una mayor predisposición por su parte, que no tiene por el momento. Habrá que contentarse con algunas de las confesiones que dejó caer en la entrevista.

Heridas de guerra. «Yo llevo 27 operaciones en la pierna y tres prótesis de cadera y fémur y tibia y peroné destrozados con 6 cms. menos de pie, porque se me astilló todo y perdí todo el hueso.Y también he sufrido dos operaciones de corazón porque en un piñazo se me rompió una costilla y me produjo una insuficiencia mitral».

Piloto precoz. «Comencé a correr a los catorce años. Me dedicaba a bajar a Monóvar para provocar a la Guardia Civil, que me tiraban el capote para que se me enganchara en la rueda y me cayera. En la Torreta también me daban el alto y no paraba. Era alguna de las cosas que hacíamos. En las carreras de Padre Manjón corrí dos años con una Motovi, de las que distribuía Ribera. Entonces había uno en Elda que, como había sido farmacéutico, le decíamos «El bicarbonato» y tenía una droguería en la calle Martínez Anido. Tenía una MV 400, de las primeras que salieron, y me metí con él para repartirle las cosas de la droguería sólo por coger la moto. Entonces había una casa de mujeres públicas, «La Josefina», que estaba al lado del campo de fútbol, donde yo iba a llevarles todos los productos de higiene. Como corredor no llegué a nada, salvo a ganar alguna de las carreras que se hacían en los pueblos».

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Kreidler «Van Been» de 50 c.c. con la que Tormo derrotó a las Derbi de de Nieto- Grau-Parés.

Relaciones aristocráticas. «Hice mucha amistad con el Marqués de Salamanca, don Javier Tola, uno de los antiguos amigos de Franco, que era el distribuidor en España de todos los vehículos ingleses y americanos. Él tenía una gama de motos muy grande, porque era muy aficionado. Otro marqués, Rodín del Valle, que era presidente de la Federación Internacional de Motociclismo, hizo mucho por las motos. Fue cuando Nieto empezó a correr. Entonces era fácil ganar un campeonato de España porque no había motos, había que meter motos de otras cilindradas porque no había bastantes corredores. También he estado muchas veces con el rey Juan Carlos, que es un gran aficionado. Tenía una Honda Gold Wing que le regaló Nieto. Yo tuve una Harley Sport 3.000 que había sido de Rodín del Valle y que le regalé luego a Miguel Ángel Rico Chico, que ahora está en Méjico, donde tiene dos o tres fábricas de zapatos. También con una Triumph que compré, que había sido de Fraga, nos íbamos Pepe Vera y yo (él tenía una Benelli Tornado), a ver todas las carreras».

Relación con algunos mitos del motociclismo. «Hice una gran amistad también con Giancarlo Morbidelli. Luego, cuando Giancarlo ya no podía llevar el departamento de competición se lo pasó a Benelli Armi y se montó una fábrica para hacer la réplica de Morbidelli, que se llamó MBA (Morbidelli Benelli Armi). Graziano Rossi (el padre de Valentino Rossi) también era íntimo amigo mío, como EugenioLazarini, Walter Villa o Giacomo Agostini, que se casó con una muchacha de Málaga que le presenté yo. También he ido mucho a Inglaterra a casa del padre de Barry Sheen y he conocido en persona a Mike Hailwood».

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Ricardo Tormo corriendo en San Francisco de Sales la prueba de 125 c.c. con Morbidelli, prueba que ganó. Agosto de 1980.

¿Mánager o padrino? «Los pilotos acudían a mí cuando necesitaban algo porque todo era hegemonía: Derbi y tal. El que tenía una moto podía optar a ir adelante, los demás eran comparsas. El equipo Avidesa lo llevé seis años. Unifiqué Avidesa con Géneros de Punto Ferrys porque unidos teníamos más potencia. El presupuesto era entonces de 40 ó 50 millones y había que comprar los hierros».

Pilotos locales «El Maño era un chiquillo muy majo, tenía muchas ganas de moto, venía por mi taller y como le cogí aprecio empecé a dejarle una Kreidler, una moto muy fuerte. Pero sólo llegó a correr cinco o seis carreras, porque se ennovió y perdió la afición. La bronca que tuve con él es porque se me hizo chupatierra. Para mi el cross nunca ha tenido interés, con los chupatierra nunca me he mezclado. Pedro «El Menea» y Rafael Sales Olmedo, que era de Elche y llegó a ser subcampeón de España de 125 cc., corrieron con mis motos. Estaba también Francisco Véliz «El Cañana», que corrió tres o cuatro años el campeonato de España y que no hizo nada porque nunca tuvo hierros. Estaba también Francisco Amorós «El Barri», Antonio Molina, un chico bastante reservado, y Cegarra, de Cartagena, que fue campeón de España porque le dejé los mecánicos, aunque corría con motos derivadas de las de cross. Manolo Gómez fue el primero que compró una Tralla 102. Es una gran persona y me duele no haber podido ayudarle económicamente cuando lo necesitó. Como corredor de cross estaba también José María González «El Churrero», que también es camionero ahora».

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Morbidelli (MBA) que Antonio Mañas trajo de Italia con la que Andrés Sánchez Marín ganó el campeonato de España de 125cc.

Ruptura con Tormo y desapego de las motos.«Ricardo Tormo estuvo conmigo desde que era un chiquillo y lo habíamos hecho todo juntos. Yo le conseguí sus motos y le hice campeón del mundo. La gente aquí lo ha ignorado, pero es así. Tormo tuvo suerte en su vida profesional, al contrario que en su vida personal. Me pilló a mí y a unos cuantos que le ayudamos. El mundo de las motos me lo dejé cuando dejé a Tormo. Surgieron problemas porque nos quedamos sin motos y sin esponsors. Cuando él ya se hizo grande, Derbi dijo que ellos ya tenían su mánager y que yo no podía estar con él. Yo le aconsejé que cogiera aquello porque era su porvenir. Yo no podía retenerlo por egoísmo propio, sobre todo, porque sin una casa comercial un corredor no podía ir para adelante».

Conocedor de los hierros. «España con sus motores de dos tiempos revolucionó el motociclismo y luego los japoneses lo copiaron todo. Las marcas españolas tuvieron también a los mejores pilotos del mundo. En la Transición estuve a punto de montar una fábrica de motos en Albacete con motores italianos para fabricar la «pony». Yo iba de jefe de ventas y de producción. Pero después de todas esas historias no he aprendido nada. Cualquier crío ahora me pega un jabón porque los procesos son tan diferentes, se fabrica tan rápido y los materiales evolucionan tanto… Entonces era todo mucho más lento y los modelos duraban más. Hoy un hierro cambia de un día para otro. Yo fui un pionero, nada más».