Años 60: Una mirada a la gestión municipal

Desde las páginas de Festa 2010, rescatamos estas líneas de Bonifacio Poveda basadas en documentadas investigaciones que refieren cómo el desarrollo y las actividades crecientes configuran un mapa de necesidades sociales en salubridad, enseñanza, formación profesional, instalaciones deportivas, escuelas y otras tantas infraestructuras que precisan soluciones más que eventuales.

Fachada principal del Ayuntamiento. Foto: José Estevez
Fachada principal del Ayuntamiento. Foto: José Estevez

«Una mirada desde el presente no basta para plasmar como si de una foto se tratara, toda la vitalidad que encierra el devenir de un pueblo, laborioso, hospitalario con sus alegrias y sus conflictos. La mirada al Petrer de 1960 es un punto de partida de un ayer que no volverá y que nunca aprenderemos en su totalidad por mucho que lo intentemos. La historia se escribe desde el presente y el historiador con sus herramientas de trabajo tiene la misión de rescatar los restos de aquellos acontecimientos y conflictos pasados apoyándose en los documentos y en los testigo que quedan como testimonios de una étapa histórica, esforzarse para que el análisis y la explicación no sea manipulada por las ideas preconcebidas y la propia ideología del historiador. La historia la hacen los pueblos, sus gentes que lo hacen respirar y caminar hacia el futuro, hay personas en todos los pueblos que aportan con su carisma y su mejor preparación, la confianza de la comunidad en sus propuestas, éstas sirven al progreso de un pueblo inmerso, irremediablemente, en un marco o estructura más amplio definido por el modo de producción que, en última instancia, determina las relaciones sociales y las decisiones corrientes de los protagonistas, dejando, sin lugar a duda, una parcela a lo peculiar y específico de cada pueblo que influye en la formación de una identidad propia de la colectividad local, porque la historia y la cultura actúan como un río que discurre sin cesar trasportando su acervo a las generaciones venideras.

Los ayuntamientos franquistas representaban al poder central en el municipio. D. Nicolás Andréu Maestre había sido nombrado Alcalde de Petrer en el año 1939 por el Gobernador Civil de Alicante, éste por el Ministro de Gobernación que del mismo modo, había sido nombrado directamente por Franco. La estructura vertical del poder político emanaba del “Generalisimo por la Gracia de Dios” y descendía hasta su último peldaño que ocupaba la figura del alcalde en la ciudad o la villa. Este sistema usurpaba el derecho de los vecinos a la elección y a la participación ciudadana en los asuntos públicos. Los ayuntamientos además de las funciones administrativas y gestión municipal, ejercían una función política de control y difusión de las directrices políticas del gobierno franquistas. La apertura de establecimientos comerciales y de ocio, la petición de pasaportes, las asambleas de los clubes deportivos o culturales necesitaban el informe favorable y la aprobación de la máxima autoridad local; nada ni nadie escapaba a su control en la década de los años sesenta. El Alcalde-Presidente, se alzaba como la máxima autoridad del bando de los vencedores, su legitimidad se apoyaba en la victoria de una guerra o “Cruzada”, contra el gobierno legal y constitucional de la II República.

Desde 1945 los concejales eran elegidos o nombrados por las organizaciones corporativas o “tercios” que teóricamente iban a representar. Un tercio de los concejales eran designados por las Juntas del Sindicato, el tercio Corporativo estaba designado por el Gobernador Civil de entre la lista seleccionada por las entidades económicas y sociales de la localidad, por último, el tercio de Representación Familiar, era elegido por los cabezas de familia, es decir, hombres casados mayores de veintitrés años. Con la aprobación de la Ley Orgánica del Estado (LOE) en el año 1967, la representación familiar llegó a las Cortes que, entre otras reformas, haría posible, la elección en cada provincia de dos Procuradores a Cortes con la participación, por primera vez, de las mujeres casadas.

El elemento sustancial de estas elecciones de representación familiar dice (Moreno Fonseret, R.1999, 57) se encontraba en el sistema de selección de candidatos ya que obstaculizaba el acceso a tal condición a un buen número de españoles. Al margen de las condiciones generales de elegibilidad (ser español, vecino del municipio, provincia, o tener más de 23 años, existían otras particularidades más draconianas ya que el aspirante debía de contar con algunos de estos requisitos: haber desempeñado el cargo de concejal en el propio Ayuntamiento; ser propuesto bien por dos Procuradores, bien por tres diputados provinciales, bien por cuatro concejales del ayuntamiento; o estar respaldado por un número de electores no inferior a la vigésima parte del Censo.

En un Bando del alcalde de Petrer de fecha 02 de noviembre de 1957,(Nota) se puede comprobar en que términos se recordaba la “obligación” de votar en la elección de concejales para el tercio de representación familiar, se amenaza a los vecinos que no ejerzan el voto con “la publicación de su nombre como censura”, con un “recargo de un dos por ciento de la contribución” con la “pérdida de un 1% de su sueldo o inhabilita de un destino público al no poder presentar certificado de voto. El franquismo intentaba conseguir con estas elecciones una carta de legalidad en el exterior, sobre la base de una farsa electoral sin las mínimas libertades políticas iba orientada a convencer a los países europeos que contaba con el apoyo de la población.

Nicolás Andreu Maestre, alcalde de Petrer desde1939 hasta 1967 (año 1964). Foto Carlson.
Nicolás Andreu Maestre, alcalde de Petrer desde1939 hasta 1967 (año 1964). Foto Carlson.

Los cargos municipales

En la década de los años sesenta el Ayuntamiento era el centro de la política y de la vida municipal, además de lugar de conferencias y exposiciones ya que no existían en Petrer otros locales aptos para estos cometidos. El cargo de alcalde no estaba retribuido económicamente, tan sólo, los gastos de viajes tenían asignación, de lo que se deduce que el ocupar este cargo quedaba reservado a personas adictas al régimen y que además tuvieran ingresos o rentas de la industria o el comercio El Alcalde Nicolás Andréu Maestre, compartía su cargo con el trabajo de una empresa familiar auxiliar de calzado y de muebles. El Gobernador Civil, el Obispo de la Diócesis u otras personalidades de la época que visitaban la población en fechas señaladas y solían comer en la casa de la primera autoridad, creándose lazos personales de amistad y clientelismo, método infalible para lograr ayudas o subvenciones para los proyectos municipales. Nicolás Andréu, gobernó con poder absoluto los destinos de nuestro pueblo desde el año 1939 a 1967, su talante modesto y poco dado a las conspiraciones políticas en el ámbito de las familias del régimen le valieron su larga permanencia en el cargo que duró veintiocho años sin interrupción.

En 1960 Nicolás Andreu fue condecorado en nombre del Jefe del Estado Francisco Franco, con la Medalla de Oro de Cisneros, cuatro años después y con motivo de la celebración de los “XXV años de Paz” que coincidían con sus veinticinco años en el cargo le fue concedida la Cruz de Caballero de la Orden de Cisneros por el gobierno de la nación, por último, en 1965 la condecoración de la Encomienda Sencilla al Mérito Civil por el Ministerio de la Gobernación. Pocos alcaldes de la provincia gobernaron sus municipios durante tantos años ininterrumpidos, y raramente alcanzaron tantas condecoraciones como el alcalde de Petrer. Las condecoraciones premiaban el mérito político y el incondicional apoyo al Régimen franquista ádemás de la dilatada permanencia en el cargo. La Secretaría General de la Falange Tradicionalista y de las JONS, era la encargada de dictar el reglamento y su aplicación proponiendo los candidatos a las medallas. Lo curioso era que el coste material de estas condecoraciones era sufragado por el propio Ayuntamiento.

La corporación municipal en la escalinata principal del Ayuntamiento (año 1964).
La corporación municipal en la escalinata principal del Ayuntamiento (año 1964).

El Secretario del Ayuntamiento, era después del Alcalde, el personaje que gozaba con el mayor poder de decisión de toda la corporación. El dominio de las leyes aplicables en el municipio, su indiscutible fidelidad al Régimen junto con su dedicación permanente a los asuntos locales, le hacían indispensable en la orientación y toma de decisiones. Ocupaba este cargo en la década de los sesenta, D. Gabriel García Romeu.

Queda patente, como la figura del alcalde se ensalzaba y galardonaba por los más altos estamentos del régimen, mientras que el cargo de concejal, apenas tenía relevancia siendo mínima su participación en la toma de decisiones. La dedicación de los concejales a las tareas municipales se limitada a la asistencia a los Plenos cada dos meses y asistir a los actos religiosos. El relevo de la alcaldía en 1967 y los años finales del Franquismo modificaron esta actitud pasiva de los concejales como se verá más adelante. Las transformaciones económicas y sociales, junto a las protestas de la oposición al Régimen, crearon las condiciones para desde el gobierno de la nación, inciar una apertura política que llamaba a la participación en la vida política a través de asociaciones autorizadas previamente.

Hemos explicado más arriba, que la presentación y elección de los concejales estaba sometida a un control férreo. Si el posible candidato no estaba encuadrada en una de las organizaciones franquistas: Guardia de Franco, la Falange y no mostraba públicamente su completa adhesión a los Principio Fundamentales del Movimiento, resultaba imposible que pudiera optar a ocupar el cargo de concejal, incluso, desde el mismo sindicato vertical se instaba a cribar a los posibles candidatos y así evitar la presencia de quien no estuviera afiliado a la falange o bien que se le observara cierto afan de protagonismo. Los concejales que eran elegidos por el Tercio Familiar, es decir, con los votos de los vecinos cabezas de familia, hombres solamente mayores de veinticinco años y mujeres viudas, tenían que estar encuadrados necesariamente en las organizaciones citadas y a los que se les proponía desde la alcaldía presentarse para su elección. En el año 1960 resultó elegido por este tercio, Evaristo Pla Medina, maestro de profesión y militante de FET con 1.105 votos y Carmelo Poveda Brotóns, de profesión panadero, con 1.003 votos sobre un censo de 2.920 electores lo que representaba un 63% de participación. Cada tres años se renovaban la mitad de los concejales, dos por cada tercio. Por el sector o tercio Sindio resultaron elegidos: Juan Bta. Planelles Beltrán y Adrián Mollá Beltrá a través de un proceso de elección interno complicado y nada trasparente. Por último, el tercio llamado de las Entidades o Corporaciones (labradores, regantes etc) el Gobierno Civil dispuso nombrar a José Román García y a Juan Payá Rico. En los informes que la alcaldía remitía al Gobierno Civil figura la expresa aprobación de los elegidos, que ya habían pasado por una selección a fondo en la que no quedaba la menos duda de su adhesión a la causa franquista y al “Glorioso Alzamiento Nacional”. En la lista confeccionada por el Sindicato, se incluían nombres de trabajadores, posibles candidatos, cada uno de ellos era clasificado y calificado bien como militante, (Falange, Guardía de Franco), adicto al régimen o desafectos según cada caso. El resultado de todo este proceso electoral era una corporación municipal formada por vecinos de conocida militancia o ideología falangista como así queda releflejado en el informe de la alcaldía al Gobernador Civil.

En febrero de 1964 tomaron posesión en el cargo de concejal: el patronista Ismael Poveda Poveda y el farmacéutico José Luis Perseguer de Castro por el Tercio Familiar. Ramón Máñez Verdú y José Maria Amat Alcaraz por el Sindical y Procopio Navarro Poveda y Juan Manuel Esteve Tortosa por el corporativo todos ellos, militantes de la Falange Tradicionalista y de las JONS.

La gestión municipal

El presupuesto económico municipal ascendió a la cantidad de 1.971.000 Ptas. en 1960 alcanzando la cifra de 5.531.393 en 1967, año en que tomó el relevo en la alcaldía D. Pedro Herrero Herrero. El gasto por habitante durante estos siete años aumentó de 185 Ptas. habitante año a 364 Ptas. en 1967 y la población pasó de 10.650 vecinos a 15.158. Durante el trascurso de siete años se fueron incrementando las necesidades de ampliar servicios indispensables para la población tales como viviendas, escuelas o agua potable. Los gastos corrientes del Ayuntamiento representaban el 59% del total de los ingresos y las inversiones y subvenciones no sobrepasaban las 700.000 Ptas. En 1962 la plantilla de trabajadores del ayuntamiento se componía de 23 empleados de los cuales siete de ellos eran funcionarios, siete guardias municipales, dos vigilantes, un alguacil, un sepulturero, una encargada de la limpieza y cuatro contratados. Como ya se ha dicho en otro capítulo, la alcaldía de Nicolás Andreu estuvo presente durante un prolongado periodo de tiempo que abarcó del 1.939 a 1.967 es decir, veintiocho años sin interrupción que encontraron acomodo en las distintas etapas del franquismo.

Para valorar esta larga etapa en Petrer nos sirve como referencia una carta publicada en el diario La Verdad con fecha 16 de enero de 1974 escrita por unos vecinos de Petrer donde muestran su desacuerdo con unas declaraciones efectuadas por el alcalde en esos años Pedro Herrero que omite en sus declaraciones la gestión de su antecesor. En el escrito se dice “que lo que hoy es Petrer no se debe tan sólo a la época que comienza en 1967” y se refiere a continuación a los avances y realizaciones durante los años de alcaldía de Nicolás Andreu en estos términos: “… con un presupuesto tan ínfimo de cinco millones en el año 1967, se encontró Vd. todas las calles del pueblo asfaltadas… ni una sola calle ha sido asfaltada a partir de 1967 y las pocas que se han pavimentado e iluminado ha sido con aportación íntegra de los vecinos. En enseñanza se ha hecho mucho, pero antes también se trabajó firme. Quedan como señales: la ampliación de las escuelas del casco, el Instituto de Enseñanza Media como centro cultural: la biblioteca. En deportes, hasta 1967 quedó hecha la primera fase de la Ciudad Deportiva, por un millón de pesetas, sin contar el terreno. El campo de fútbol también, en cuanto al terrero es de 1967. El servicio de basuras antes de 1967 con un presupuesto mínimo, el pueblo estaba más limpio. En zonas verdes, quizás haya las mismas. Del abastecimiento de agua, en 1967, estaba toda canalizada, la red de distribución tendida, los depósitos construidos. Ahora hay más agua debido a la compra y a los famosos contadores. No se olvide un empuje espectacular en nuestro crecimiento antes de 1967, con la construcción de 200 viviendas de tipo social. De todo esto nada se ha hecho desde 1967”.

Como se puede comprobar, el escrito resume y valora y defiende la política de gestión municipal del anterior alcalde en un momento que ya era posible discrepar dentro de las distintas familias o grupos del régimen franquista ya que en año 1974 el asociacionismo político y las tímidas propuestas de reforma estaban al orden de la calle como hablaremos más adelante.

Centrándonos en la gestión realizada en los últimos años del alcalde Nicolás Andreu, cabe señalar lo reducido del presupuesto municipal y el incesante aumento de la población, bien por la natalidad, como por la inmigración de familias de otros lugares. La necesidad de viviendas, escuelas, servicios sanitarios, agua… no cesaba de aumentar ante unos ingresos municipales insuficientes que como ya se ha señalado ascendían a dos millones de pesetas en 1960 y cinco millones y poco más al final del periodo de 1967. Parte de estos ingresos fueron a parar a la construcción en 1960 de seis aulas escolares elevando un piso en las escuelas nacionales P. Rivera. El Estado contribuyó con una subvención de 450.000 Ptas. y las restantes 50.000 fueron aportadas por el ayuntamiento con el dinero recaudado con la venta de nichos del cementerio y el aprovechamiento de materiales de derribo. Esto puede darnos una idea de la penuria de recursos en estos años.

Con la cesión gratuita de 2000 m2 de terrero que Felipe Brotóns, tenían en la Partida del Guirney se construye una nueva Casa Cuartel de la Guardia Civil en el año 1960, con la aportación del 20% del coste de la obra por el ayuntamiento además de las donaciones que por suscripción popular aportará la población. El cuartel tuvo una vida efímera ya que en el año 1968 desaparecerá dicho puesto integrándose en el de la vecina ciudad de Elda, a pesar de las protestas y los continuos ruegos del ayuntamiento para que esto no sucediera. Petrer cuenta en este año con 16.000 habitantes y desde 1950 ha triplicado la población.

Futbolistas entrando al campo de fútbol de La Victoria (año 1967).
Futbolistas entrando al campo de fútbol de La Victoria (año 1967).

La Ciudad Deportiva

En la zona del Guirney también se compran terrenos a Felipe Brotóns y familia para la construcción de las anheladas instalaciones deportivas que Petrer necesitaba. En los primeros años de la década de los sesenta, el pueblo solamente contaba con el pequeño campo de tierra ubicado en el patio del recreo en las escuelas de P. de Rivera y el campo de Fútbol de la “Cruz Cubierta” situado entre la Avda. de Elda y el Camino Viejo de Elda a la altura de la bodega del vino. Estos terrenos del campo de fútbol fueron adquiridos durante la II República por la Coop. El Faro asociada a la Unión General de Trabajadores para la construcción de viviendas sociales para sus afiliados. Finalizada la guerra civil estos terrenos fueron confiscados y vendidos en parte quedando el resto de propiedad del ayuntamiento en los que en 1942 fueron utilizados para campo de fútbol. En 1953 el ayuntamiento los cede a la Delegación Provincial del Frente de Juventudes para la construcción de instalaciones deportivas. Tres años más tarde, los organismos provinciales desestiman la inversión alegando que no alcanza los metros necesarios para ello, también alega que su ubicación quedaría muy alejada del núcleo de la población y que coste de la compra de terrenos necesarios en su proximidad encarecería el proyecto. Por todo ello el ayuntamiento autoriza en 1956 que el Frente de Juventudes pueda vender los terrenos cedidos y con el efectivo de la operación comprar otros terrenos en otro lugar de la población a un precio más económico. En febrero de 1964 se realiza la operación de compraventa en la zona del Guirney. El importe total de la venta ascendió a la cantidad de 1.037.000 Ptas. de las que 40.000 Ptas. se destinaron la compra de los nuevos terrenos en el Guirney y el resto 997.000 Ptas. quedaban a disposición como aportación de la Delegación de la Juventud para comenzar las obras de la ciudad deportiva. Se desestima por el momento la construcción de un nuevo campo de fútbol.

Elías Bernabé (Bitrir tomo I Pág. 118), estudioso del deporte en Petrer afirma en su escrito: “ Todavía no se entiende cómo las autoridades locales permitieron en aquel entonces dejar al fútbol “en pañales”. Máxime si se considera que el “boom” de la construcción en aquella zona todavía tardó mucho tiempo en llegar…”. A primeros del año 1964 el Atlético Petrelense Club de Fútbol, contaba con doscientos sesenta socios y una cantera de juveniles de más de cuarenta jugadores y en una carta al ayuntamiento se quejaba (Enero 1965) de que “ se ve imposibilitado para participar en competiciones o celebrar partidos amistosos en su propia localidad… llegando incluso a celebrar sus entrenamientos en diferentes y alejados parajes del término municipal, viéndose obligados a habilitarlos de la forma más insospechada para que puedan reunir las mínimas normas de moralidad…”. El Atlético Petrelense además de la precaria actividad deportiva realizada en la vecina ciudad de Elda, fomentó la cultura en Petrer a través de charlas y proyecciones cinematográficas en sus Semanas Culturales. A finales de 1965 a pesar de sus carencias contaba con 300 socios y 94 jugadores según manifiestas en extensas cartas que remite al ayuntamiento reclamando mayor celeridad en la cuestión del campo de fútbol en marzo de 1965 en respuesta a una de sus escritos el ayuntamiento escribía “… Le ruego que en lo sucesivo deje al margen teóricas responsabilidades no hay obligación municipal de fomento del fútbol”… ( Ver.)En mayo de 1967 por fin se pudo jugar el primer partido en el nuevo campo de fútbol denominado “ de la Victoria” escribe E Bernabé que tanto los directivos, jugadores y aficionados hicieron aportaciones en metálico para explanar los terrenos del Barxell donde se construyó el campo. El deporte considerado más para “los de abajo”, la clase trabajadora podía practicarse de nuevo en Petrer.

Hasta finales de 1965 no quedaron finalizadas las obras de la primera fase de la Ciudad Deportiva llamada de “San Fernando” que ocupaban una extensión de 6000 m2 y cuyas obras fueron realizadas por la Delegación Provincial de Juventudes con los ingresos conseguidos por autorización de la cesión del ayuntamiento de Petrer por un montante de un millón de pesetas invertido en el vallado, vestuarios y una pista de balonmano y baloncesto, quedando del proyecto pendiente de realizar, la piscina, el frontón, gimnasio, hogar juvenil, y pistas de mini-básquet.

Durante los primeros años de la década de los sesenta se realiza la pavimentación de las calles céntricas de la villa, tales como C. Del Castillo, G.Payá, A. Torres… La obra es realizada con la aportación del 50% por los vecinos a través de contribuciones especiales aprobadas por una Junta de Vecinos que debían supervisar el reparto de cargas, hay que destacar que dada la complejidad administrativa para repartir las aportaciones de cada vecino y el aumento de trabajo que esto significaba hemos podido comprobar que, el secretario municipal percibía un 0.80% del montante de las obras, así cómo también el Interventor y Jefe Provincial percibían el 0,50% del total de la obra.

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