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1938: María y Josefa Soriano Beltrán, dos mujeres para la historia de Petrer

NOTA: Artículo realizado por el estudioso local Bonifacio Navarro, especlalizado en la Guerra Civil, y el arqueólogo municipal, Fernando Tendero. Es uno de las docenas de brillantes trabajos de Festa 2014 [1], a la venta por cinco euros en librerías y quioscos de la ciudad.

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María Soriano (derecha) y su amiga Lolita. Década de los cuarenta (Archivo de la familia Gómez Soriano).

Quienes crean que la lucha de la mujer por ocupar en la sociedad el lugar que le corresponde, en un plano de igualdad con el hombre, es consecuencia de los movimientos feministas recientes o de la transición a la democracia, se equivocan. Los avances en la equipara­ción en derechos de la mujer con el hombre, en todos los aspectos de la vida, no ha sido una tarea fácil. Hasta hace varias décadas, desempeñar un cargo público no estaba permitido por las leyes, o algo tan cotidia­no como abrir una cuenta corriente en una entidad bancaria no era posible sin la autorización expresa del marido. Los avances logrados por las mujeres no han sido regalos caídos del cielo. Miles de mujeres, cuyo nombre no figura en la historia, han hecho posible con su lucha diaria ir subiendo los peldaños que conducen a la igualdad real de derechos con el hombre.

Entre las mujeres que han sido invisibles de nuestro pueblo, mujeres olvidadas, cabe destacar a María y Josefa Soriano Beltrán. En 1938, en plena guerra civil, hace ahora setenta y cinco años, aquellas dos jóvenes de las Juventudes Libertarias de la CNT ocuparon por primera vez, en la historia del Ayunta­miento de Petrer, los cargos de consejeras -hoy concejalas-, hecho singular que no se volvería a repetir hasta el año 1974 cuando Pilar Trinidad Perseguer de Castro fue nombrada por el Tercio Sindical para ocupar la concejalía de Asuntos Sociales.

Familia Soriano Beltrán

Efectivamente, las hermanas María y Josefa Soriano Beltrán vi­vieron en Petrer en la década de los años treinta del siglo pasado, y tuvieron el honor de ser las primeras mujeres que ocuparon un cargo político en el Ayuntamiento. María Soriano era la más joven de las dos hermanas, contaba tan solo con veintiún años cuando fue designada consejera. Josefa había cumplido veintisiete. Ambas estaban afiliadas a la organización de las Juventudes Libertarias (JJLL), rama juvenil de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Josefa, además, pertenecía a la incipiente e innovadora organización Mujeres Libres (1).

La familia Soriano Beltrán se había traslado desde Yecla, ciudad natal del padre, a Petrer en el año 1930. Los progenitores eran Ramón Soriano Alarcón y Ángela Beltrán de la Fuente, natural de Petrer e hija de Pascual Beltrán. Ramón, cabeza de familia, manejaba con precisión la dinamita; su trabajo especializado de barrenero en las canteras de yeso era una actividad muy peligrosa, que no todos podían o sabían desempeñar. A través de los libros de matrícula indusstrial del Ayuntamiento de Petrer hemos comprobado que en 1941 figura su nombre en la explotación, hoy desaparecida, de la cantera de yeso de El Guirney, enclavada donde en la actualidad se levanta el centro comercial de la Bassa de El Moro (2). Ángela, la madre. estaba emparentada con una de las ramas de la familia Beltrán, de la alfarería del Tío Tonet de la Foia (3).

Josefa y María nacieron en Yecla, la primera en 1911 y la segunda en 1917, y, como ya se ha indicado, se trasladaron junto al resto de la familia a Petrer al comenzar la década de los treinta. Desde muy jóvenes trabajaron en la sección de aparado de la fábrica Calzados Luvi, propiedad del empresario y político Luis Villaplana Reig y otros familiares. Luis llegó a ser alcalde de Petrer entre 1925 y 1930. Calzados Luvi era una de las mayores fábricas de la población, utilizando una maquinaría actualizada y empleando métodos de organización modernos para la época.

El panorama sociopolítico a comienzos de los años treinta

La década los treinta fueron años de duros enfrentamientos la­borales y sociales, las reformas emprendidas por la II República abrieron la esperanza y el convencimiento de que era posible construir una sociedad más justa. Los poderes establecidos no cedían terreno a las nuevas corrientes sociopolíticas más igualitarias que, a pesar de ello, se abrían paso entre grandes dificultades.

En Petrer, desde principios del siglo XX, la fuerza sindi­cal y política mayoritaria fue la Unión General de Trabajadores (UGT) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). El sin­dicato de la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT) y la Federación Anarquista Ibérica (FAI) eran minoritarios, al con­trario de lo que pasaba en la vecina ciudad de Elda, aunque sus decisiones y presencia en el mundo laboral no eran nada desde­ñables. En aquellos años los partidos y sindicatos contaban con organizaciones juveniles en su seno. Las Juventudes Socialistas del PSOE se unificaron en 1936 con las Juventudes Comunistas, creando las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Esta orga­nización juvenil alcanzó un gran número de jóvenes afiliados y un acreditado prestigio por la implicación de sus miembros en la defensa del gobierno legítimo de la República durante la Gue­rra Civil. La rama juvenil de la CNT fue las Juventudes Liberta­rias (JJLL), una organización de inspiración anarquista, creada en 1932, y en la que se manifestaban varias tendencias: Por un lado aquellos que opinaban que las JJLL, al igual que los Ateneos Libertarios, tenían que ser una sección de cultura y propaganda dentro de la FAI. Por otro lado, los que pretendían que fueran autónomas tanto de la FAI como de la CNT. De estas dos posturas, la segunda fue la mayoritariamente aceptada.

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Vista de Petrer, desde el canal de los belgas, a mediados del siglo XX. (Archivo Fotográfico Municipal de Petrer).

La CNT en Petrer estaba integrada por viejos y jóvenes lu­chadores como José Espí [4], zapatero autodidacta y uno de los me­jores exponentes del anarquismo en Petrer junto con Vicente Aracil, perito industrial, un joven, sin duda, de los más formados y preparados del anarquismo local. Junto a los afiliados curtidos en la Dictadura de Primo de Rivera, un grupo de jóvenes con ideales anarquistas se abría paso, se trataba de las hermanas María y Josefa Soriano, los hermanos Juan y Víctor Montesinos, Libertad Brotons [5], Dolores Marcos, Carmen Montesinos, Bonifacio Navarro, Dolores Navarro, María Poveda, José Aracil… La mayoría apenas habían cumplido los veinte años y por supuesto nada podía prede­cir los avatares y sufrimientos que el futuro les iba a deparar.

Las actividades que realizaron las JJLL en los años previos y durante la Guerra Civil eran muchas y variadas, aunque siem­pre relacionadas con la cultura y la ayuda social; los jóvenes y las jóvenes trabajaban en las fábricas que abastecían de armas y ropa al ejército, pasaban temporadas en los campos para recolectar las cosechas abandonadas, ya que durante la guerra nuestro pueblo estaba en territorio de retaguardia y las autoridades municipales, siguiendo las directrices marcadas por los órganos superiores, primaban la necesidad de la producción de alimentos, ropas y armas para las tropas republicanas y, sobre todo, la organización y el acogimiento de las familias refugiadas que huían de ciudades bombardeadas.

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Fábrica Luvi. Sección aparado. (Extraída de «Petrer 1935. Un pueblo en blanco y negro», de Mari Carmen Rico).

Volviendo a las protagonistas del presente artículo y rela­cionado con las actividades que realizaban las integrantes de las JJLL, al acabar la guerra, María Soriano fue acusada de recoger fondos para el Socorro Rojo Internacional (SRl), que se trataba de una organización de solidaridad con los presos que ayudaba también a las familias de los que habían muerto o que habían sido heridos o recluidos en prisión. El SRI dedicaba especial atención a los niños y socorría a los emigrados políticos que eran perseguidos en sus países. María Soriano declaró en el Consejo de Guerra lo siguiente:

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Carteles de las Juventudes Libertarias.

«Que no ha pertenecido nunca al SRI, y no recuerda, o mejor dicho, no ha salido nunca a recolectar fondos para éste (… )»(4). Además de la recaudación de fondos, otra de las acti­vidades desarrolladas por las JJLL fue el teatro. Hubo un grupo artístico en Petrer que estaba dirigido por Alejandro Hernández, en el que participaban Lolita Marcos, Félix Juan, Teresa Poveda, Antonio Espinosa y Teresa Oliver, estos últimos como primer ga­lán y primera actriz. Representaban obras como la de Alejandra Casona Nuestra Natacha o Castilla roja, esta última escrita por el mismo director Alejandro Hernández (5). Resulta paradójico que Libertad Brotons, joven afiliada a la JJLL, participara como actriz en la obra teatral España en sangre, obra escrita y dirigida por el petrerense José Pérez Beltrán, destacado dirigente de las Juventudes Socialistas Unificadas, hecho que demuestra la estrecha colaboración entre los jóvenes de las dos organizaciones duraría los años de guerra a pesar de sus diferencias ideológicas.

Otro aspecto educativo y cultural desarrollado por las JJLL fue la creación de una escuela y una biblioteca en el local de las Juventudes Libertarias (6). Los libros procedían, sobre todo de bibliotecas particulares requisadas en Madrid. Eran bibliotecas cuyos dueños se encontraban en paradero desconocido o bien habían huido a la zona franquista. Según el ideario de las JJLL la educación, escuela y los libros eran los pilares fundamentales para hacer hombres y mujeres, capaces de pensar y actuar por sí mismo con plena libertad y decidir su destino.

Josefa Soriano participó activamente en la puesta en marcha de ambos objetivos. En el consejo de guerra citado más arriba, el vecino J. V., acusó a Josefa y a su compañero cenetista Francisco Martínez Martínez, El Caudetano, de obligarle, bajo amenazas, a desalojar su casa sita en la calle Francos Rodríguez, nº 10, actual Pedro Requena, «… para habilitarla en escuelas de Ias JJLL…» (7).  En el interrogatorio que Josefa Soriano hace durante su detención en la cárcel de Elda, el 17 de agosto de 1939, dice «(…) que sí perteneció a las JJLL porque al fundar estas una biblioteca y ser la declarante muy aficionada a la lectura, tuvo que afiliarse para que le permitieran leer los libros que poseían» (8).

En el Archivo Municipal de Petrer (AMP) se conserva, a través de una donación, un libro índice de las obras clasificadas por orden alfabético de los autores de aquella importante y desaparecida biblioteca que tenía un total de 1.142 volúmenes, cantidad nada despreciable si tenemos en cuenta que la Biblioteca Pública Municipal, cuando se inauguró en 1964 contaba con 1497 volúmenes (9).

La actividad política y sindical de las hermanas Soriano

Tanto María como Josefa trabajaron en la sección de aparado en la fábrica de za­patos Calzados Luvi, S.A. Esta empresa contaba a comienzos de la década de los treinta con una plantilla de más de 350 trabajadores (10) y gozaba de buena fama en lo que respecta al pago de salarios y de­más derechos de la vida laboral. Durante la guerra, Josefa fue elegida miembro del Consejo de Industria de la fábrica, que es­taba integrado en el Sindicato de la Indus­tria del Calzado de Elda y Petrer (SICEP) al principio de la guerra, y un año más tarde de la Cooperativa Obrera de la In­dustria del Calzado (COIC). El sindicato agrupaba a grandes fábricas socializadas y daban empleo a 2.800 trabajadores. Cada una de las fábricas tenía un comité elegido en asamblea. Josefa formaba parte del comité de Calzados Luvi tal y como lo atestigua en su declaración en el consejo de guerra:

«(…) he intervenido en muchas asambleas, digo en todas las asambleas que se han llevado a cabo en Petrer, defendiendo siempre los intereses de la fábrica» (11)

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Obra de teatro «Nuestra Natacha, otra vez el diablo», de Alejandro Casona.

Josefa también formó parte de la organización feminista Mujeres Libres. El objetivo de ésta era sensibilizar a las trabaja­doras de sus derechos y para ello no dudaba en cuestionar la pre­potencia de los hombres para eliminar su idea de superioridad. Luchaban, sobre todo, por emancipar a las mujeres de su triple esclavitud: de la ignorancia, de ser mujer objeto y como produc­tora, ya que el trabajo se concebía como un medio de emanci­pación. En apenas dos años, Mujeres Libres tenía un número de afiliadas que oscilaba alrededor de 30.000 mujeres, era la prime­ra organización autónoma de mujeres y estaba implantaba sobre todo en Cataluña, Madrid y Valencia.

Parece ser que Josefa asistió al Pleno Regional de Mujeres Libres celebrado en Valencia el 28 de mayo de 1938 donde se discutieron las formas de emancipación femenina y se apoyó una lucha paralela entre la liberación de la humanidad y la libera­ción de la mujer. En su ideario se podía leer que sólo mediante la capacitación cultural, económica y social conseguirían las muje­res su libertad. Educación sexual, control de la natalidad, derecho al aborto y al divorcio, combatir la prostitución, guarderías para los niños… No cabe duda que de haber tenido más tiempo el gobierno de la II República, la condición de la mujer en España hubiese dado un cambio cualitativo difícil de predecir.

Además del trabajo en las fábricas de armamento, calzado o ropa, las JJLL se dejaban la piel de las manos, nunca mejor dicho, arrancando la cebada o el trigo sembrado en los campos incauta­dos por el gobierno de la II República. Libertad Brotons (12) cuen­ta como ella y sus compañeros pasaban semanas enteras en los bancales de las fincas cuyos dueños habían huido a la zona con­trolada por el ejército sublevado, como los de la Costa, L’Avaiol, la Casa Castalla…

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Fotografía de estudio de Josefa Soriano Beltrán. (Archivo de la familia Gómez Soriano).

Hasta ahora hemos hablado más de Josefa que de su her­mana María; sin embargo, siendo María seis años más joven, fue la primera mujer que ocupó el cargo de consejera munici­pal. A partir de los relatos facilitados por familiares (13) y amigas de María Soriano. podemos hacemos una idea de cómo en físicamente y el carácter que tenía. Su sobrino Benjamín, hijo de Isaac Gómez y Josefa Soriano, se refería a ella como una mujer guapa, inteligente y algo descarada, con el pelo de color rojo, de ahí su apodo de La Roja. Rosa, hermana de Benjamín, también nos contó varias anécdotas de su tía que muestra el desparpajo que tenía María incluso en situaciones muy delicadas: están en la cárcel de Alicante tras la guerra, un funcionario le preguntó varias veces por los motivos de su condena, tal vez para obtener algún favor sexual, y harta de tanta pregunta le contestó muy seria y contundente «¡Porque quemé a san Pancracio!», afirmación que no era cierta pero que fue efectiva para que no la molestara más. En otra ocasión María fue a reclamar ante director de la cárcel las deplorables condiciones que tenían las reclusas, protestando porque la carne que les daban para comer era invisible y apenas si veían algún hueso» (14). Este carácter de María también fue confirmado por Lolita Marcos, su amiga de las JJLL, ya que la definía como valiente y espontánea.

Muchos años después de su paso por la cárcel, María no consintió en pedir las ayudas de carácter asistencial que le correspondían por este motivo.

Pero volviendo a su nombramiento como consejera minicipal en representación de la CNT, con fecha 20 de mayo de 1938, para cubrir la vacante dejada por José Maestre Maestre, Manotas. En la remodelación de las comisiones a María se le asigna la de Policía Urbana y Rural junto con Manuel Pérez Cabedo y José Chico Herrero. Aprobados los asuntos ordinarios, leemos en el acta:

«(…) el camarada alcalde (Rosendo García) manifiesta haber visto con agrado la designación de vocal de este Ayuntamiento de María Soriano Beltrán y se complace de hacerlo así constar, ya que ello denota el progresivo desarrollo de la vida ciudadana que concede a la mujer idénticos derechos que al hombre, pudiendo por ello compartir las tareas edilicias y desempeñar otros cargos de carácter público y propone a sus compañeros conste en acta la satisfacción del Consejo por dicho nombramiento» (15),

Meses después, el 9 de octubre de 1938, su hermana Josefa también toma posesión del cargo de consejera, en sustitución de Ramón Congost García por haber sido movilizado el reemplazo 1923 al que pertenecía. Llama la atención la declaración de Josefa ante el juez militar que años más tarde la juzga cuando dice:

«(…) fui al Ayuntamiento como consejera para impedir que algunos dirigentes se quedaran sin ir al frente cuando llamaban a sus quintas y que otros que no tenían quién les amparara fueran. Que en una ocasión escribí al Alcalde una carta protestando de la marcha al frente y diciéndole que se negaran todos a marchar a incorporarse para que de una vez terminara la guerra» (16).

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Fachada del Ayuntamiento en la década de los treinta (AFMP).

El final de la guerra, cárcel y traslado a Villena

Con la caída de Cataluña en enero de 1939 la guerra se acercaba a su fin. Los esfuerzos diplomáticos y los intentos de llegar a una paz sin represalias para los vencidos fracasaron estrepitosamente con el golpe militar del coronel Segismundo Casado. A partir del 6 de marzo de 1939 la mayoría de los que habían ocupado cargos de responsabilidad se planteaban seriamente la forma de salir de España y marchar al exilio. Compañeras de María y Josefa de la CNT y de las JJLL, como Dolores Marcos, habían conseguido, a través su organización, un pasaporte expedido por el Gobierno Civil de Alicante con fecha 10 de marzo de 1939 (17) que les autorizaba a abandonar el país. A final del mes de marzo, María se encontraba en Yecla, su pueblo natal, intentando adquirir alimentos para su familia. Por otro lado, Josefa semanas antes se había desplazado a Valencia con su marido Isaac Gómez Ferré, natural de Elche de la Sierra y vecino de Almansa, afiliado a la CNT, teniente y comisario político de la Columna de Hierro, ya que éste asistía a unos cursos en la Academia de Formación de Oficiales. Antes de la guerra, en Almansa, ya hacía gala de dotes de organización y mando al formar parte de un banco de alimentos que eran intercambiados por me­dio de trueque por otros productos.

Aunque se esperaba, el desplome de la II República cogió a muchos de los resistentes lejos de los puertos donde les habían prometido que habría barcos que les sacarían de España. Con sus pasaportes en la cartera, Josefa e Isaac viajaron de Valencia a Alicante en una carretera abarrotada de soldados, mujeres y ni­ños, andando junto a coches y camiones averiados o abandona­dos; como un reguero humano la gente huía de las casi seguras represalias franquistas.

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Buque Stanbrook en el puerto de Alicante. 1939. Fotografía extraída de comisioncivicalicante.wordpress.com

Después de vencer muchas penalidades, Josefa e Isaac lle­garon al puerto de Alicante; era el 29 de marzo y el barco carbo­nero británico Stanbrook ya había zarpado. Alguno de sus amigos y compañeros iban en él, Dolores Marcos y su marido Adrián Torregrosa, otros cenetistas de Petrer como Francisco Torregrosa Pascual, Luis Brotons Maestre y Francisco Martínez Martínez habían podido embarcar a tiempo camino del exilio. En el puerto de Alicante, apiñados junto a miles de republicanos, la pareja per­maneció cerca de tres días a la intemperie a la espera de la llegada de barcos que nunca llegaron (18).

El 31 de marzo y el 1 de abril salieron del puerto miles de republicanos en fila, iban camino del campo de concentración provisional en la zona de La Goteta, conocido más tarde por el Campo de los Almendros. Unos días después, Josefa junto con las demás mujeres y sus hijos fueron trasladados a cines de Ali­cante, habilitados como cárceles; mientras Isaac fue conducido en un tren de ganado al campo de concentración ubicado en el término municipal de Albatera. Durante los días de detención en Alicante, Josefa compartió penalidades con su compañera y ami­ga Carmen Montesinos, Carmeta, también de las JJLL de Petrer.

Mientras tanto, María, al acabar la guerra, huyendo de unas posibles represalias, se había trasladado a su pueblo natal de Ye­cla, a la calle Quevedo n° 17, donde vivía su familia. Con fecha 21 de junio de 1939 es requerida en Petrer a presentarse ante el sargento de la guardia civil, Arcadio Sánchez, para responder ante una denuncia interpuesta por el vecino de Petrer L.V. y que decía lo siguiente:

«(…) y sabe y le consta que pertenecía antes del movi­miento a la CNT y dentro del mismo a las Juventudes Liberta­rias. Constándole también que fue vocal del Comité de las Ju­ventudes Libertarias y Consejera del Ayuntamiento; que exalta en sus conversaciones públicas a la causa roja, insultaba a nuestro Ejército Nacional y a sus Generales. También le consta que re­caudaba fondos para el SRI y que dada su significación política es una mujer de peligro para nuestra causa» (19).

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Foto de estudio de Josefa vestida con traje de fiesta. (Archivo de la familia Gómez Soriano).

Como a la mayoría de las mujeres detenidas, María fue tras­ladada al Ayuntamiento de Elda donde le cortaron el pelo al rape como símbolo de humillación y escarnio. Su sobrina Rosa nos transmitió cómo su tía, en conversaciones mantenidas con ella a los muchos años de finalizar la guerra, le contaba cómo resistió a esta humillación que tenía por colofón un paseo de escarnio por las principales calles de la ciudad. La burla se remataba dejando un mechón de pelo sin cortar al que se le adhería un lazo con los colores de la bandera roja y gualda.

María Soriano fue juzgada en Elda por un tribunal militar en consejo de guerra el día 20 de octubre de 1939 junto con las vecinas de Petrer: Leónides Sarrio, Brígida Valera, Rosa Berna­bé, Rosario Iniesta y Josefina Montesinos por los cargos arriba indicados. Fue condenada a seis años y un día de prisión mayor de los que cumpliría cuatro en la cárcel de mujeres de Alicante, conocida como Casa de Ejercicios Espirituales de los Jesuitas, enclavada justo enfrente del Reformatorio de Adultos de Alican­te. En esta cárcel se encontró con su hermana Josefa una vez fue trasladada desde el cine Ideal de Alicante, donde estaría hasta el año 1943 cuando salió en libertad condicional.

Josefa fue condenada a 12 años de prisión en el consejo de guerra celebrado en Elda el 20 de octubre de 1939, el mismo día que María, acusada de estar afiliada a la CNT y

«(…) ser nombrada consejera del Ayuntamiento de Petrer formando también parte del Comité de Control de las Industrias del Calzado interviniendo en mítines y dirigiéndose al público por medio del micrófono instalado en el local de las JJLL e inter­viniendo en la incautación del domicilio de J. V. donde instalaron unas escuelas (… ) (20).

La condena quedo reducida a cuatro años, y en 1943, como hemos indicado, obtuvo la libertad condicional aunque fue condenada al destierro en Castellón de la Plana. Por otro lado, Isaac, su compañero, fue condenado a muerte y se le trasladó desde Campo de los Almendros al penal de Chinchilla, ubicado en el castillo que domina la ciudad hasta que fue puesto en libertad.

Volviendo a los pocos recuerdos transmitidos por las heemanas Soriano a sus descendientes, ya que de estos temas no se se solía hablar en casa, Rosa, hija de Josefa e Isaac y sobrina de María, nos transmite el miedo que su madre y su tía tenían de los moros que hacían guardia en la prisión, y de los malos tratos sufridos por su padre tanto en el campo de concentración de Albatera como el penal de Chinchilla (21). También que prestaron sus mejores vestidos a una compañera presa de Petrer que iban a fusilar: Estas vivencías no son conocidas por Benjamín, hermano de Rosa, quien no recuerda que sus padres hablaran en ningún momento de las penalidades sufridas en la cárcel. Lo que sí tiene presente es una anécdota que le contó su padre de cómo resolvió en el campo Albatera un problema de geometría bastante complicado y que un alto funcionario del centro de reclusión no sabía cómo solucionar.

Al salir de la cárcel y acabar el destierro, las dos hermanas fijan su residencia en Villena. Benjamín nos transmite un sentimiiento de aprecio a los villenenses ya que piensa que «las gentes de la ciudad les acogieron bien aún sabiendo de su pasado republicano» (23). Villena estaba situada geográficamente en la mitad del triángulo formado por Yecla, ciudad natal de María y Josefa, Almansa, donde residía la familia de Isaac, y Petrer, donde tenían su vivienda hasta la guerra en la partida del Guirney en Petrer, y a la que ya no volvieron, aunque explica Benjamín que su familia siempre guardó un buen recuerdo de su paso por nuestra villa y, concretamente,, de la familia Villaplana, propietaria de Calzados Luvi.

¿Qué quedó al salir de la cárcel y en los años posteriores de aquellas dos jóvenes sindicalistas, libertarias y consejeras que defendieron la legalidad democrática y las reformas republicanas y que por ello pagaron con prisión y sufrimiento como otras muchas personas? ¿Cuál fue su compromiso con la sociedad y su familia? María, la más joven y resuelta, la Roja, permane­ciera, tal vez porque los lazos que le unían a la familia de su hermana eran tan intensos y gratificantes que le impidieron separarse de ellos. Al salir de cárcel muy pronto encontró trabajo de zapatera en la fábrica de la familia Segura y más tarde en la de Juan Rubio Tomás de Villena. Su hermana Josefa fue madre de tres hijos: Benjamín, Rosa y Ángela (23) y se quedó trabajando en casa cuidando de su familia; además también atendió, junto a hermana María, a sus padres Ramón y Ángeles, que ya tenían una edad avanzada. Isaac, se convirtió por el estudio y la práctica en un reconocido maestro de obras en Villena llegando a tener su propia empresa con una plantilla de más de 45 trabajadores. Ninguno de ellos volvió a participar activamente en la política durante el resto de sus días. Los años de cárcel y el ambiente de represión en la posguerra condenaron al silencio los ideales por los que habían luchado: los proyectos para cambiar la sociedad, repartir mejor la riqueza o modificar la situación de la mujer; atenuad­os con la edad y otras experiencias vitales, fueron guardados en el ámbito familiar hasta la llegada de la democracia.

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María (izquierda) y sus amigos Carmen Montesinos y su marida en el paseo Ruperto Chapí de Villena. 1951. (Archivo de la familia Gómez Soriano).

 

Josefa Soriano Beltrán falleció el 7 de agosto de 1997, a los 86 años de edad. María murió ocho años después, el 15 de febrero de 2005 a los 88 años. Están enterradas en el cementerio de Villena junto a sus padres e Isaac. Descansen en paz.

Como todas las historias que se escriben y se cuentan, ésta sólo recoge una parte insignificante de la vida de sus protagonistas, Somos conscientes que esta aproximación trata de rescatar del olvido a dos mujeres, vecinas de Petrer pero ciudadanas del mundo que vivieron en un momento histórico fundamental para España donde el compromiso de progreso, sindical o político era ineludible para cualquier mujer u hombre con un mínimo de conciencia social. María y Josefa tuvieron el honor de ocupar por primera vez historia de Petrer un cargo municipal hace ahora setenta y cinco años. Hemos intentado aproximarnos a su trayectoria en la vida, supaso por la cárcel, su destierro y su rehacer vital en la ciudad de Villena que les acogió con afecto y solidaridad.

Notas:

(1) Testimonio de Libertad Brotons y Dolores Marcos. Fecha de la enrevista: 30-IX-1996 y 25-IV-2006, respectivamente,

(2) Archívo Municipal de Petrer (AMP). Libro de matrícula industrial del año 1941.

(3) Por último, y para terminar estas líneas dedicadas a conocer escuetamente las  raíces familiares de las hermanas Soriano, cabe añadir que en la entrevista realizada a la familia, nos indicaron que también existía un parentesco, algo lejano e impreciso con la familia Villaplana de Petrer que no hemos podido confirmar.

(4) Archivo General e Histórico de la Defensa (AGHD). Madrid. Con­sejo de Guerra N° 3.174.

(5) Navarro Díaz, P. (1996), «Música, luces y sueños. La historia del teatro y la zarzuela en Petrer», Festa, Ayuntamiento de Petrer.

6     Rico Navarro, M.a C. (2005): La lectura en Petrer. La biblioteca munici­pal 1964-2004, Ayuntamiento de Petrer.

7     AGHD. Madrid. Consejo de Guerra N° 3.388.

8     AGHD. Madrid. Consejo de Guerra N° 3.388.

9     Rico Navarro, M.a C. (2005): La lectura en Petrer, Ayuntamiento de Petrer, p. 55.

10   Navarro Amat, P. (1995): «Luis y Ricardo Villaplana», Festa, Ayunta­miento de Petrer.

11   AGHD. Madrid. Consejo de Guerra N° 3.388.

12   Entrevista a Libertad Brotons Andreu realizada el día 30 de septiem­bre de 1996.

13   Hay que agradecer a Piedad Puche y a Salva Martínez que nos pusier­an en la pista de la familia Soriano Beltrán en Villena para que pudiéra­mos entrevistarlas y poder realizar este trabajo.

14   Entrevista a Rosa Gómez Soriano realizada el día 27-111-2013.

15   Acta del Ayuntamiento del día 20-V-1938 (AMP).

16   AGHD. Madrid. Consejo de Guerra N° 3.388.

17   Entrevista a Dolores Marcos realizada el 22-XII-2008.

18   La tragedia del puerto, la desesperación y la impotencia ante su control y ocupación más tarde por las tropas italianas del general Gambara se encuentra detallado en el artículo de la revista Canelobre n° 7/8, «Puer­to de Alicante», del historiador Tuñón de Lara y en el libro titulado La muerte de la esperanza del periodista Eduardo de Guzmán. Los dos fueron testigos de los hechos.

19   AGHD. Madrid. Consejo de Guerra N° 3.174.

20   AGHD. Madrid. Consejo de Guerra N° 3.174.

21   Entrevista a Rosa Gómez Soriano realizada el día 27-111-2013.

22   Entrevista a Benjamín Gómez Soriano realizada el día 29-1-2013.

23   Agradecemos enormemente las facilidades dadas por los hijos de Josefa Soriano e Isaac Gómez por transmitirnos los recuerdos de sus familiares y por facilitarnos las fotografías que acompañan al presente artículo.

 

•                    crean que la lucha de la

 

 

 

 

 

 

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■ Fachada de la calle Pedro Requena, 10, antigua Francos Rodríguez, utilizada de escuelas de las JJLL.