1904: El año de los prodigios

Antonio Maura.

El paso de Antonio Maura por la estación de Elda y la concesión del título de ciudad

El jefe del Gobierno pasó por la Estación de Elda en la tarde-noche del 25 de abril de 1904. Maura procedía de las islas Baleares, donde estuvo acompañando al rey en viaje oficial, y había decidido regresar a Madrid a través de Alicante. A las 17,20 h. entraba en el puerto de la capital de la provincia el crucero «Río de la Plata» a bordo del cual había hecho la travesía. Allí fue recibido, al pie de la escalerilla, por el comandante de marina, el gobernador civil y el diputado Juan Poveda, representante en las Cortes del distrito de Villena. En una lancha del mismo crucero, Antonio Maura fue trasladado al Real Club de Regatas, donde le esperaba el alcalde de Alicante, el gobernador militar, el presidente de la audiencia y otras autoridades, así como distintas comisiones. Después de los correspondientes saludos el ilustre viajero pasó al tren que había preparado al efecto la Compañía de Ferrocarriles de la Explanada de España; en ese momento algunas personas profirieron silbidos, arrojaron piedras contra los vagones y se escucharon algunos mueras que se intentaron ahogar con los aplausos de la representación oficial. Las muestras de desagrado se intensificaron al arrancar el convoy, compuesto por dos vagones de primera clase que fueron conducidos a la estación de Madrid para unirlos al tren correo. En el momento de partir, aseguran las crónicas, se dieron sonoros vivas al rey y a Maura que fueron secundados por el público.

Con el político mallorquín viajaba un pariente suyo, el jefe de su escolta y dos agentes de policía; le acompañaba hasta Madrid el mencionado Juan Poveda y se sumaron al grupo el gobernador civil, Juan Tejón Marín, y Luis de Rojas en labores de asistencia hasta el límite de la provincia, pero ambos decidieron bajarse en San Vicente. Poco después de salir el tren de la estación de Alicante, desde un sitio llamado El Disco, un grupo de 30 hombres «lanzaron silbidos, muchas piedras y algún disparo de arma corta», agresión que no causó daños de importancia en el convoy; poco después los revoltosos se dirigieron a las calles de Alicante donde los acontecimientos degeneraron en una verdadera algarada con rotura de algunos escaparates, por lo que tuvo que intervenir la Guardia Civil para dispersarlos, sin que se produjera detención alguna.

La prensa conservadora responsabilizó de estos hechos a los republicanos federales, en tanto que el gobernador civil presentó su carta de dimisión, renuncia que no le fue aceptada por el Ministerio de la Gobernación.

Una vez en Madrid y en respuesta a preguntas de los periodistas sobre su recibimiento en Alicante, el Presidente del Consejo de Ministros manifestó claramente la indignación que le habían producido estos sucesos, calificándolos de verdadera salvajada. Otro periódico recoge, con todas la cautelas, una frase que le atribuyeron a Maura referida a la capital alicantina: No quiero saber nada de aquella gusanera.

No obstante, a lo largo de las paradas reglamentarias del tren correo, la situación se normalizó y tenemos noticias de que Maura fue bien acogido en las estaciones de S. Vicente, Sax y Villena. Al llegar el convoy a la estación de Elda salieron a saludarle el alcalde y los concejales, acompañados por la Banda de Música, por cuya actuación el Ayuntamiento le abonaría 50 ptas. Bien fuera como resultado de aquella magnífica acogida dispensada al jefe del Gobierno o como reconocimiento de la importancia industrial, económica y demográfica que estaba adquiriendo Elda, hay que convenir que la mediación de Maura ante el rey fue decisiva para que éste otorgara la condición de ciudad al municipio que hasta entonces tenía la consideración de villa. En todo caso se trataba de un nombramiento meramente honorífico, cuyo texto íntegro reproducimos a continuación:

Gobierno de la Nación Ministerio de la Gobernación Madrid Su Majestad el Rey (q.D.g.) se ha dignado expedir por este Ministerio el Real Decreto siguiente: «Queriendo dar una prueba de mi Real aprecio a la villa de Elda, provincia de Alicante, y en atención al aumento de su población, importancia industrial y comercial y su constante adhesión a la Monarquía Constitucional: Vengo en concederle a dicha Villa, el título de Ciudad». Dado en San Sebastián a 24 de agosto de mil novecientos cuatro. -ALFONSO.- El Ministro de la Gobernación, Juan Sánchez Guerra. Sr. Alcalde del Ayuntamiento de Elda.

Carroza de la Industria en la Plaza del Ayuntamiento.

Al llegar este real decreto al Ayuntamiento, la máxima autoridad local convocó una sesión extraordinaria para dar conocimiento oficial a la corporación, pero los ediles no mostraron mucho entusiasmo ya que no se pudo celebrar por falta de quorum, aplazándose para dos días más tarde. El 2 de septiembre, con la mitad de los concejales, se realizó el pleno que tanto anhelaba el alcalde; en su intervención informó del nuevo status de ciudad otorgado a Elda, dejando bien patente que el nombramiento se debía a las gestiones del Sr. Maura «pues dadas las simpatías que ha demostrado por esta población, y a una leve indicación que le hizo la presidencia no cabe duda alguna que á su indicación [sic] se le ha concedido dicha gracia», con lo cual José J. González Amat estaba reivindicando su parte de responsabilidad en este logro. En base a toda su exposición, el alcalde propuso tres puntos que fueron aprobados sin discusión y por unanimidad:

1°) Declarar a Antonio Maura y Montaner Hijo adoptivo de Elda.
2°) Cambiar el nombre de la calle de la Esperanza, «una de las más hermosas de la ciudad», por el de Antonio Maura.
3°) Que se diese el nombre de Capitán Aguilar a una calle que se estaba construyendo en el barrio de Rafael Romero «en agradecimiento a los buenos servicios que prestó dicho Capitán en la penúltima huelga que hubo, evitando un día de luto á la población».

Con posterioridad se acordó poner letreros a la entrada de la población con el título de ciudad, así como proceder a la rotulación de las nuevas denominaciones del callejero. Por último, dado que el jefe del partido conservador había sido nombrado Hijo adoptivo de la ciudad, se le debía expedir esta distinción mediante un diploma que fuera «una cosa digna de tan preclaro personaje», autorizando al presidente de la corporación a buscar un buen calígrafo y que se le pagara del capítulo de Imprevistos. Cinco meses después, el 30 de enero de 1905, el alcalde y el concejal Vicente Maestre Sempere son comisionados para entregar personalmente a Antonio Maura -que por entonces había dejado de ser Presidente del Gobierno- el mencionado pergamino, hecho que se produjo al mes siguiente, a la vez que aprovechaban el desplazamiento a Madrid para recabar la ayuda del Estado en la construcción del nuevo puente de la estación.

Fiestas del III Centenario

Uno de los más importantes acontecimientos previstos para 1904 era la celebración del III Centenario de la Venida de los Santos Patronos durante las fiestas septembrinas de aquel año. Al parecer la idea de conmemorar con unas fiestas extraordinarias la legendaria llegada de las imágenes del Cristo del Buen Suceso y de la Virgen de la Salud fue expresada por Agustín Cavero Casáñez en un discurso pronunciado el 20 de septiembre de 1903. Esta idea fue entusiásticamente acogida por los eldenses y ese mismo mes comenzaron los preparativos con la publicación del primer número de El Centenario, revista que, con carácter mensual y una duración prevista de un año, dirigió Juan Vidal Vera. El Centenario se constituyó en el órgano oficial de las Mayordomías nata y extraordinaria nombrada para 1903-1904, donde se aglutinaron todas las iniciativas, sugerencias e inquietudes tendentes a conseguir una mayor brillantez y esplendor en el desarrollo de las fiestas.

Revista 'El Centenario' número 12 del año 1904.

La población bullía en actividad. Se organizan por todas partes comisiones de vecinos para adornar sus respectivas calles; surgen grupos de eldenses residentes en Alicante y Barcelona que colaboran económicamente. Por su parte, las Mayordomías establecen distintas comisiones (de suscripción voluntaria, de tómbola y aguinaldos, de rifas, etc.) con el objeto de recaudar fondos. El deseo de allegar recursos monetarios condujo al alcalde a obligar a un circo que estaba instalado en la plaza Sagasta a que realizara una función en beneficio de la Patrona. La Asociación de Hijas de María prometió regalar a la Virgen, y así lo hizo, un corazón de oro exornado con una corona de rubíes y esmeraldas con los nombres de las asociadas. Otras entidades que aportaron su colaboración económica y personal fueron los Gremios de -zapateros y del comercio, los arrendadores de la huerta y la empresa concesionaria de los consumos, además de la obvia participación municipal y eclesiástica. El Centenario convocó un concurso de ideas para incluir en los actos festivos al que concurrieron propuestas más o menos pintorescas, que fueron desestimadas, como la disputa de una carrera hípica, de una carrera de cintas o la apertura de una cuenta de 1.000 ptas. en la caja de ahorros al niño o niña que naciera el 8 de septiembre de ese año. No corrió igual suerte la proposición de celebrar una «Cabalgata histórica», efectuada por Miguel Tato y Amat, que al fin y a la postre se convertiría en el acto más importante y recordado de los festejos.

El resultado de los trabajos de preparación fue un apretado e intenso programa que dio cuerpo a las Fiestas del III Centenario, celebradas con la ciudad completamente engalanada y luciendo una artística iluminación entre los días 6 y 20 de septiembre de 1904, a lo largo de los cuales tuvieron lugar solemnes oficios religiosos (misas, entrada triunfal de los Patronos, tedéum, procesiones, vísperas, novenario, etc.) que alternaron con otros de carácter cívico (Cabalgata histórica, batalla de confetti y serpentinas, etc.), artístico (Alborada, bailes populares, concurso de mantones de Manila, castillos de fuegos artificiales, veladas musicales, disparo de morteretes, etc.), caritativo (reparto de bonos de comida y limosnas entre los pobres) y lúdico (cucañas, despegue de un globo aerostático, etc.).

En las fiestas tomaron parte distintas sociedades musicales, como la Banda «Primitiva» de Alcoy, la del Regimiento de Infantería de la Princesa, con guarnición en Alicante, la Banda Civil de Muchamiel y la Banda de Música local, así como la Orquesta Artística, dirigida por Francisco Santo, y la orquesta y coro preparados para la oportunidad por el maestro Ramón Gorgé, contando con la destacada actuación de la soprano Milagritos Gorgé.

Fuentes y Bibliografía

– Archivo Municipal de Elda:
– Libros de actas, 1903-1905.-
– Expediente de solicitud de cargos municipales por parte de licenciados del Ejército.
– Expediente de arriendo del impuesto de consumos y sus recargos para los años 1905, 1906 y 1907.
– Expediente de rectificación del Padrón de vecinos para 1905.
– Expediente general para el deslinde y amojonamiento de este término municipal.
– Expedientes de elecciones de concejales 1903 y 1904.
– Presupuesto y memoria para fuentes de vecindad.
Boletín Oficial de la Provincia de Alicante, n° 68, 24 de marzo de 1904.
El Centenario. Revista católica… Elda, 1903-1904.
El Centinela. Periódico democrático de La Marina. Benisa, mayo-junio de 1904.
El Correo de Alicante. Diario liberal-conservador. Alicante, 1904.
– CRESPO, Paco, «Un año de grandes acontecimientos». En: Fiestas Mayores, n° 6, 1989.
El Graduador. Periódico científico y literario. Alicante, 1904.
– GRAS SEMPERE, Eduardo, «Cómo nació el Teatro Castelar». En: Alborada, IX, 1963.
– NAVARRO PASTOR, Alberto, «Elda setenta y cinco años ciudad». En: Alborada, XXV,1979.
Historia de Elda. – Alicante, 1981, tomo II .
– NAVARRO PASTOR, A., MARTINEZ MENA, M. y VALERO ESCANDELL, J.R., Elda durante el primer tercio del siglo XX. – Alicante, 1980.
– El Pantano. Periódico acuático. Elda, 1903.
– PAYÁ VIDAL, José, «Lo que puede la voluntad». En: Albor, nº 1, 1933.
– SOLDEVILA, F., El año político de 1904. – Madrid, 1905.
– Villa de Elda. Programa de los festejos que en el año actual y durante los días del 6 al 10 de septiembre celebrara la citada población en honor a sus Excelsos Patronos… Elda, 1904.
El Vinalopó (sic). Revista de ciencias, artes… Elda, 1902-1903.
La Voz de Alicante. Alicante, 1904.

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