Que reflexione la derecha

En asuntos claves para el desarrollo de la sociedad española, la derecha no puede adoptar posiciones eclécticas, contemporizadoras, pensando que “un puñado de votos” pudiera darle la victoria electoral. Ha de confiar más en la formación política  de los españoles y arriesgar en ello.

La Educación y la Energía son dos cuestiones troncales, entre otras, para el desarrollo de España. En Educación, el Sr. Rajoy está dispuesto a pactar con el ministro Gabilondo principios elementales que salven nuestra Enseñanza del caos en que se encuentra.  Por sintetizar: de entrada, todo lo que no suponga un retorno de las competencias esenciales de esta actuación al Estado; que en cualquier parte del territorio nacional un español pueda estudiar en el idioma español sin más requisitos; cambiar la filosofía del “buenismo “y mínimo esfuerzo del alumno por la exigencia y responsabilidad; y reforzar la autoridad del profesorado, será iniciar un camino sin meta, perder el tiempo. Esto no lo está exigiendo el Sr. Rajoy. En Energía la señora de Cospedal se opone a que Yebra, de Guadalajara, aspire a instalar en su término un almacén de residuos nucleares, consecuente con una serie de compromisos al respecto firmados con el Psoe de Castilla-La Mancha, compromisos que nunca debió firmar porque o se está o no se está a favor de la energía nuclear y, que sepamos los españoles, el PP está a favor de esta energía.

La posición dulzona de Rajoy respecto a Educación, y la enérgica e incoherente de Cospedal referente a la energía nuclear, lo único que pueden generar es confusión o desánimo y desasosiego. No cabe el politiqueo en asuntos fundamentales si el político quiere que se confíe en su capacidad para gobernar. Dar gusto a la irreflexión de algunos es demagogia, de eso ya tenemos de sobra con ZP. Pensar que ecologistas trasnochados e izquierdistas anclados en utopías les van a votar por estas ambigüedades es no conocer la realidad. España, hoy más que ayer, precisa de políticos serios que recuperen la confianza del pueblo y que no se vendan por “un puñado de votos” de la calle o del Parlamento.

 A ver si buscando lo incierto se pierde lo cierto.

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