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Tomar conciencia de la Naturaleza

En este escrito no quiero recriminar nada a nadie sobre las acciones que, desde las intenciones más respetuosas, a veces se cometen inconscientemente en las salidas al campo. La finalidad de este texto es tratar de ilustrar, humildemente, algunas de las situaciones evitables que ocurren cuando practicamos nuestra afición favorita (ya sea el paseo, el montañismo, etc.) en un medio tan delicado como el natural.

En primer lugar, quería destacar un hecho que ocurrió en la primavera del año pasado. En una de mis salidas al monte descubrí a principios de marzo que una pareja de águila real estaba anidando en un barranco del municipio y estuve 3 semanas observando como la hembra incubaba 2 de sus huevos, un espectáculo tierno que es un prodigio poder contemplar. Sin embargo sucedió algo que me indignó, cuando comprobé al mes la salida de la pareja de águilas, dejando huérfanos a las dos futuras crías. La pareja desapareció de la zona, ¿a qué se debía?

El águila real, una rapaz muy cauta. [1]
El águila real, una rapaz muy cauta.

La respuesta me la dieron las vías de escalada que un grupo de escaladores había abierto a escasos metros del nido en plena época de cría. Las águilas, como cualquier otra ave, especialmente las rapaces, son muy cautas a la hora de criar (como reconoce la ley, pues prohíbe el acercamiento a menos de 500 metros durante este período) , molestadas en la época de incubación, de forma inconsciente pero continuada, habían acabado abandonando el nido.

¿Cómo se podría haber evitado esta agresión no deseada? Simplemente con una llamada a los forestales, preguntando si podían abrir esas vías de escalada, habrían sido informados de que allí anidaba el águila real, pues esta majestuosa ave está controlada, debido a su escasez, cuenta en muchos casos con transmisores que permiten conocer su posición en cualquier momento.

Una simple llamada a los forestales les habría advertido de la presencia del águila, pues todas llevan transmisor. [2]
Una simple llamada a los forestales les habría advertido de la presencia del águila, pues todas llevan transmisor.

Este es un ejemplo, puede poner más, de situaciones similares donde, convencidos ecologistas y/o vecinos respetuosos con el medio, como son en este caso los escaladores, pueden perturbar de forma inconsciente el equilibrio natural. Yo mismo, que amo la Naturaleza y no podría vivir sin ella, he cometido errores y deslices en mi infancia y juventud de los que luego me he dado cuenta; sirva este texto para alertar sobre esos descuidos, fruto de la falta de información, que todos hemos tenido y que todos deseamos evitar. Puesto que el medio es tan frágil, informarse bien de las condiciones del lugar que visitamos y cuidar donde pisamos se antoja esencial.