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El pasado domingo 15 de mayo se cumplieron 5 años del inicio del movimiento ciudadano 15M, que tomó las plazas de miles de ciudades y pueblos de España bajo el lema «Indígnate», que propuso el maestro Sampedro.
Cientos de miles de ciudadanos nos unimos en asambleas que tomaban las plazas, para expresar nuestra indignación ante los casos de corrupción política, que dilapidan las arcas públicas; ante tantos desahucios que llevaban a la desesperación a miles de personas; contra la impunidad de los bancos cuya codicia no tiene ni límites, ni ética. Contra unos recortes en los Servicios Públicos que trajeron más miseria y sufrimiento, pero que darían suculentos beneficios a las empresas privadas. Nos indignamos, en palabras de Sampedro, “para tratar de no sucumbir bajo el huracán destructor del consumismo voraz y de la distracción mediática mientras nos aplican los recortes, indignaos sin violencia, como cantara Raimon contra la dictadura: digamos no”.
Muchas conciencias dormidas se han despertado desde entonces, y se ha iniciado el proceso del «compromiso y del trabajo», que apuntaba S.Hessel. Para mí, formar parte del 15M me aportó, además, el conocer y poder trabajar con personas- muchas de ellas jóvenes- comprometidas y conscientes de que otro mundo es posible, aunque la realidad sea sombría y gris. Porque continua de plena actualidad el eslogan «no hay pan para tanto chorizo”. Porque rescatando a los bancos, nos hemos endeudado aún más y ha habido más recortes. Tenemos leyes que se alejan mucho de la democracia: Ley Mordaza, Wert, Reforma Laboral, Amnistía Fiscal, subida del IVA cultural y hasta un impuesto al Sol.
El espíritu del 15M sigue vivo en las mareas, en la PAH , en las Marchas por la Dignidad, en los sindicatos de estudiantes, y en cientos de colectivos sociales que han asumido el compromiso de trabajar para un mundo con mayor justicia social.