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Probablemente Dios (no) existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida.

Hay una canción del recordado Ovidi Montllor donde pone en boca de la gente bienpensante la palabra «progressiste», dicha a l’alcoyana, para insultar a los que no piensan como ellos. Segurament usó este eufemismo para eludir la censura. En otras circunstancias de más libertad hubiese escrito «comuniste», «anarquiste» o «ateu». Refiriendome a la última palabra, ateo, creo que todavía hay gente que cree que es insultante o, peor todavía, autoinsultante. Nada más lejos de la realidad. Tan digno es ser ateo como ser «teo», es decir, creyente. Me explico: pasa que como los humanos somos seres inteligentes y tenemos libres albedrio, unos llegan por el camino de la fe a Dios, «su Dios», porque a lo largo de la historia de la Humanidad ha habido, y continua habiendo, muchos, miles de dioses. Otros, por el camino de la razón, llegan a la conclusión de que Dios no existe. Tanto unos como otros podemos vivir juntos y convivir libremente. De hecho lo hacemos.

El denominado bus ateo [1]
El denominado bus ateo

Dice el buen ateo al buen creyente: «Vd. Puede creer en su Dios, el que sea, que yo negaré su existencia.» Replica el buen creyente al buen ateo: «Vd. Puede no creer en Dios, que yo afirmaré mi fe religiosa.» Hasta aqui no pasa nada. Convivencia.¿Cuándo empiezan los problemas? Cuando en nombre de una de las dos opciones se persigue la otra con medios delicados o sutiles o de manera atroz y salvaje ¿Y cómo evitar que eso pase? Pues viviendo en un Estado Laico. Respetando la creencias religiosas pero evitando que estas creencias esten en el origen de cualquier decisión política, educativa, sanitaria, económica, social, etc. Aceptemos los poderes necesarios, los que emanan del juego democrático, por imperfecto que nos parezca, pero no aceptemos otros, por enraizados que estén en una supuesta tradición histórica. Esta es la gran victoria del Humanismo y la Ilustración. Dios, los dioses, pueden formar parte de nuestras conversaciones, de nuestros ritos, de nuestras íntimas creencias, de nuestra forma de educar en familia, pero no pueden ocupar el espacio público del debate político y ciudadano.

Las teocracias por definición són malas. Imponer mi criterio porque lo dicta un Dios a través de unos hombres (o mujeres, pocas, por cierto) investidos del poder de la interlocución a través de la interpretación de unos textos que tiene miles de años y de una fe no racionalizable por definición puede impedir el no entendimiento (vease como ejemplo, si no, el conflicto entre Palestina e Israel).

Palestinos e israelís matan en nombre de Dios. Ellos no disfrutan la vida, ni siquiera la viven, porque están seguros de que Dios existe y les ordena exterminar al enemigo. [2]
Palestinos e israelís matan en nombre de Dios. Ellos no disfrutan la vida, ni siquiera la viven, porque están seguros de que Dios existe y les ordena exterminar al enemigo.

Así que como ateo (niego la existencia de Dios) o, dicho más eufemística y amistosamente hacia mis amigos creyentes, agnóstico (afirmo la inaccesiblidad del entendimiento humano hacia lo absoluto), pero sobre todo como librepensador (no acepto ninguna autoridad dogmática, ni siquiera la de aquellos que, creo, piensan como yo), soy capaz de afirmar al mismo tiempo que «probablemente Dios no existe» y que «probablemente Dios existe», ¿y qué? Lo que sí tengo claro es una cosa, que mientras ese «probablemente» no pase a «con toda seguridad», yo me apunto, y te invito a que lo hagas tu tambien, al «carpe diem» del mensaje: «deja de preocuparte y disfruta la vida».

Por eso, unos consejos antidogmáticos: no seas anticlerical, aunque seas ateo; disfruta de tu sexualidad libre (con condón, si es necesario; y con los de tu mismo sexo, si te van), aunque seas creyente; entiende las religiones, aunque seas ateo; no admitas que a tus hijos e hijas les enseñen religión en la escuela, eso, que para ti es muy importante, hazlo en casa, aunque seas creyente; no te niegues a participar en tradiciones y expresiones colectivas que tengan una base religiosa, tu espiritualidad -que no religiosidad- es tuya y la ejerces como te da la gana, aunque seas ateo. Y por último, colegas agnósticos, buenos amigos creyentes: no os dejeis manipular por ninguna autoridad ni religiosa, ni civil ni -¡ay!- militar. Sed librepensadores y librepensadoras. Eso es lo que realmente jode al Poder.