El tango, entre otras cosas

Mis escritos, como podéis comprobar, no mencionan nunca el tema “político”(aunque a decir verdad cada cual tiene su alma en el armario), porque siempre he pensado que la política es para el que viva de ella, unos con gran honradez y moralidad(pocos, pero los hay) y otros con la manga ancha a través de la cual caben muchas cosas. Hoy, dejando por completo de lado el tema “política”, va a ser el Tango, con mayúscula, el que va a ocupar este pequeño espacio.

No os podéis imaginar la emoción que siento al oír la música de alguno de ellos (hay muchos); me gustan todos pero principalmente los interpretados por mi ídolo, el malogrado (murió muy joven) Carlos Gardel.

El cantante Carlos Gardel, maestro del tango.
El cantante Carlos Gardel, maestro del tango.

La música del tango es dulzona, sensual, con una letra en ocasiones quizás un poco chabacana, pues casi siempre el tema que expone gira sobre la infidelidad, el abandono del hogar, tristezas, añoranzas de tiempos pasados, etc.  La música de casi todos ellos, sin embargo,  es una gozada, sobre todo cuando oigo la música de la Cumparsita, que nunca pasará de moda y que ya me emocionaba en mi niñez cuando la escuchaba. Sé que el tango no tiene tantos seguidores como antaño, pero aún tiene muchos, y se mantiene vivo, como vemos por ejemplo en lo mucho que ha cambiado la forma de bailarlo. En mi tiempo se trataba más bien de un acercamiento entre dos personas que, sin tantas “piruetas” como las de hoy -que más bien parecen movimientos acrobáticos como si de un espectáculo circense se tratase-, se sumergían en un juego de miradas y seducción íntima (real o no) con acompasados movimientos. Pero todo cambia, las nuevas generaciones van dejando su marca en sus gustos, y a veces los más veteranos podemos admirar esos cambios y otras veces, como ahora, creo que no ha sido bueno, pues ya no queda nada de aquel tango, repito, en el que las parejas apenas cambiaban palabras entre sí, estando inmersas en aquellas melodías que sin darte cuenta conducían tus pasos, siguiendo la cadencia que el tango llevaba consigo, pero como todo se acaba en esta vida (letra de un tango), mi cuerpo no resiste más (letra de otro tango).

Intento aportar reflexiones útiles a la sociedad de hoy, pero a mis noventa años me paso mucho tiempo comparando unas cosas con otras, creo que es algo de la edad y que todos lo hacemos (o lo haremos). En este sentido, ¿saben qué no cambia nunca? Las películas del Oeste, que me encantan, aunque lleve años viendo las mismas escenas: el pistolero malencarado, el hombre bueno al que jamás se le cae el sombrero por dura que sea la pelea, etc. No me pierdo nunca la serie Ranger de Texas, creo que las he visto todas, y aunque sean muy violentas y cada capítulo parecido al anterior, no me aburren precisamente por eso, algo me reconforta sabiendo que Watson siempre sale vencedor. Por otras razones, también soy forofa de las películas de suspense, donde tardas un tiempo en conocer al asesino/a, casi hasta última hora.

Total, que aunque en mis escritos creo que muchas personas mayores pueden identificarse en cierta medida, sé que no muchas personas de más de 70 años usan Internet (antes de esa edad yo los veo como ‘muchachos’), así que si me lee la juventud sólo quiero decirles que traten de tener muchas aficiones y distracciones, y alguna sedentaria, porque luego uno llega a cierta edad y debe distraerse en lo que pueda. Mis distracciones, por ejemplo, ya ven que algunas son poco educativas, pero es que no podemos hacer muchas cosas, es ley de vida y no podemos (aunque queramos) ir en contra.

Ahora me encantaría aprender inglés, creo que aprender es una de las mejores cosas de la vida y no hay que dejar de hacerlo nunca. Pues bien, quiero hacerlo, pero a mi edad los desplazamientos son un problema y así parece que lo entienden muchos. Digo esto porque hace dos o tres años me acerqué a un centro municipal donde ofertaban clases de inglés para adultos, y tras entrevistarme con el chico que había allí, este me dijo que había plazas y que no había ningún problema y que me llamarían cuando empezaran las clases. Pero las clases empezaron y nunca nadie me llamó. ¿Por qué sería? ¿Por mi lejana juventud? ¿Iba a ser una carga? Creo que una sociedad demuestra inteligencia y respeto cuando se preocupa (un poco) por sus mayores, pero esa historia ya me importa un pimiento…., porque lo voy a aprender por medio de Internet. ¿Qué os parece? ¡Ah, actual juventud…, todo llega y todo pasa!

3 thoughts on “El tango, entre otras cosas”

  1. Eufemia si los «mayores» tuvieran acceso facil a Internet y os pudierasis organizar,comuniczros, daríais miedo
    Eres una adelantada a tu tiempo, porque yá me dirás con casi 90 años y escribiendo en un periodico digital,reivindicando tu espacio, el espacio de la verdadera experiencia.
    ¡ Chapeau Eufemia !

  2. Eufemia, díganos quien le negó estudiar inglés en los cursos municipales, que nos gustaría conocer para reprobar su actitud. Un abrazo.

  3. Fue hace unos cuantos años y no recuerdo el nombre, pero me cabreó porque el que me respondió me pareció que no me hacía el menor caso, no me tomaba en serio. Pero ya digo, ahora estoy con internet. Un abrazo a todos.

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