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El 15M cinco años después

El próximo domingo 15 de mayo se cumplen 5 años de la irrupción del Movimiento Indignado a lo largo y ancho de la geografía peninsular. La incertidumbre política, pero sobre todo la social y económica, en la que seguimos encontrándonos 5 años después, hace imprescindible una reseña de lo que significó la primera impugnación del régimen nacido de la transición y lo aprovechable y actual de su legado.

El #15M materializó el inicio de un nuevo ciclo político social. El renacimiento de la esperanza de cambio tras años de hegemonía neoliberal. Fue como una jarra de agua fría en el despertar de las conciencias ciudadanas adormecidas durante años. Al grito de “no somos mercancías en manos de políticos ni banqueros”, el pueblo perdía el miedo y salía a la calle para recordar que no hay nada perdido, que ese 1% “no nos representa” y por lo tanto que “sí se puede”.

Al contrario de lo que se suele pensar, el #15M no nació por generación espontánea, existía un caldo de cultivo, esas condiciones objetivas y subjetivas de la que hablaban los clásicos. Por un lado las desastrosas consecuencias de una crisis provocada por la avaricia especulativa y por la que miles de familias enteras fueron golpeadas y expulsadas literalmente del sistema productivo. Esta gran crisis ha llegado a ser civilizatoria ya que va mas allá de los aspectos económicos (crisis financiera de la economía real, de deuda…) ya abarca aspectos globales como el ecológico, el abastecimiento de recursos básico (crisis alimenticia), la guerra y la violencia global. Aquí en nuestras tierras, la crisis se transforma en estafa cuando nos venden, sacarnos supuestamente de ella, aplicando políticas neoliberales, y para ello era necesario las dos reformas laborales, la reforma de las pensiones y el desmantelamientos sector público y las políticas del control del déficit y la austeridad impuestas por la Troika. Éstas fueron algunas de las armas utilizadas por la oligarquía del régimen para aumentar su “acumulación por desposesión”, proceso por el cual bienes públicos y servicios, anteriormente considerados como derechos, pasaron de nuevo a estar sometidos a la lógica privada.

El rescate a la banca, el desprecio por la mayoría social afectada por la crisis, la putrefacción de un modelo que ha institucionalizado la corrupción y el latrocinio fueron condiciones objetivas detonantes de la desafección ciudadana. La maquinaria de generar consenso social del régimen empezaba a fallar y por primera vez se cuestionaba al innombrable: el sistema capitalista.

Pero no olvidemos las condiciones subjetivas, esas que están relacionadas con el nivel de conciencia política y de organización de la ciudadanía y con la disposición de éstas para la lucha política. Debemos recordar a Juventud Sin Futuro, organización creada en febrero de 2011, que nace de la iniciativa de diferentes colectivos universitarios sensibilizados con la situación de precariedad que afecta a la juventud y con el agravamiento de la misma a raíz de las medidas emprendidas por el Gobierno desde 2008, de diversas plataformas como las plataformas contra el paro y la precariedad, No en nuestro nombre, o la propia plataforma convocante, Democracia Real Ya. Sin esta voluntad organizativa previa, posiblemente el Movimiento Indignado no se hubiera dado.

Sintetizando, el programa marco del movimiento ahondaba en la puesta en marcha de una democracia real, denunciando a la casta política y sus obsoletas instituciones. Rechazaba las políticas implementadas para salir de la crisis y anunciaba que el capitalismo había entrado en una crisis de legitimidad por la cual hacía falta iniciar la construcción de otro modelo profundamente democrático al servicio de las personas. Y todo ello se hacía impregnado de una praxis asamblearia ejemplo de autorganización y en un proceso pedagógico de grandes dimensiones.

Podemos concluir que el #15M ha sido una escuela práctica de democracia y gracias a las acampadas y a las asambleas populares, se podía reclamar que otra forma de hacer política era posible.

Tomando el ejemplo de las revoluciones democráticas en el los países árabes y el caso de Islandia, no sólo en la utilización de las redes sociales para coordinar y difundir las revueltas, sino también como modelos no violentos de alcanzar y profundizar en la democracia, el #15M y el movimiento indignado comenzó su andadura. En unas pocas semanas este viento de esperanza se contagió por toda Europa. De Madrid y Barcelona a Atenas y Turquía, luego a Nueva York con #OccupyWallStreet, a Brasil y México, y finalmente hasta Hong Kong, en todas partes las plazas fueron ocupadas por campamentos y/o asambleas de soñadores y soñadoras que aspiraban a construir una nueva forma de democracia directa y participativa.

Cinco años más tarde el movimiento de las plazas resurge en Francia con #NuitDebout. Desde el 31 de marzo, los franceses ocupan la Plaza de la República. Su lucha, que es la nuestra, va más allá de la reforma laboral. #NuitDebout representa un nuevo impulso en la lucha mundial contra la dictadura de las finanzas, la explotación de las personas y la destrucción del medio ambiente. El legado del #15M sigue intacto. El proceso constituyente está pendiente. No podemos limitar la democracia a los parlamentos ni a las instituciones. No hay democracia si no subvertimos las relaciones de explotación, si no democratizamos la economía y convertimos en común la riqueza que generamos como clase trabajadora. Necesitamos volver a la calle, necesitamos activar la movilización y la presión social. Ahora que los astros se han conjugan otra vez, es el momento.

Firma: Toma la plaza Elda-Petrer / 15M Vinalopó Mitjà