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Apología de la democracia

Según la Real Academia de la Lengua Castellana, DEMOCRACIA es: 1) Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno. 2) Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado. ¿Por fin lo ven ahora?

La realidad no corresponde con la ficción que nos hacen tragar: no vivimos en ninguna Democracia. Si cogemos el primer punto, las diferencias saltan a la vista. Para optar a una silla en la administración del Estado español, tienes que estar afiliado a un partido, es decir, no puedes ejercer el derecho a la opinión libre, a sumar como persona autónoma y única que eres… no, debes casarte con toda la burocracia e ideología de un partido político; obviamente, ya tienes que seguirle bastante el juego para poder subir allá arriba, donde ‘l@s privilegiad@s’; si vas por libre… no eres nada, te quieren sólo por un triste voto engañado cada cuatro años. Dicho de otro modo, el sistema ‘democrático’ español NO ‘favorece la intervención del pueblo en el gobierno’. El segundo punto, es más radical con nuestra realidad ficticia: “predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado”. Si nuestros saberes no nos engañan, el 31,5% (conseguido en noviembre de 2011 por el PP), no es ninguna mayoría; al contrario: es minoría. Pues bien, el PPSOE lleva años repartiéndose el bacalao, consiguiendo mayorías absolutas que le permiten hacer y deshacer como les plazca, incluso vendiendo los derechos sociales y laborales de LA MAYORÍA REAL: el pueblo. Esto es gracias a la Ley D’Hondt, donde se elimina la máxima democrática del sufragio universal “una persona, un voto”. ¿Estará el PPSOE deteriorando la Educación Pública para aumentar nuestra idiocia, si cabe?

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El juego de la transición nos engañó a tod@s. Pensábamos que seríamos libres, que el Estado del Bienestar se podía conseguir con espíritu de concordia y diálogo… pero al observar que hay gente que opta a más posibilidades sociales que tú, solo por nacer en esta familia o aquella, o tener este o ese trabajo… algo falla; esa igualdad de oportunidades que lucen las mejores Cartas Magnas, es efímera. Una Democracia reside en las decisiones del pueblo y, el juego de votar cada cuatro años unos proyectos (que podemos ver que sólo son promesas incumplidas), debió estar bien para un principio transitivo entre un estado militar-dictatorial (franquismo) y la actual pseudo-Democracia descafeinada que nos toca padecer. Una vez pasan casi cuatro décadas, el pueblo debe ser libre para elegir, mediante plebiscitos y consultas continuas, cuál es la verdadera línea que debe seguir el Estado español. Eso es Democracia. No hablamos de partidos, ni ideologías: hablamos de HUMANISMO. Cada persona debe ser autónoma, libre… cada persona debe tener sus necesidades paliadas por la política, para eso existe… y no para crear una clase social, como sucede hoy. Una Constitución que no fue elegida por el 75% de la actual población española, no nos representa; una constitución creada bajo el yugo del ejército, con el caudillo presente en la memoria de los redactores, no está actualizada.

Pero si no vivimos en una democracia, ¿en qué sistema vivimos? Muy fácil: en una DICTADURA ECONÓMICA, llamada capitalismo. Aquí no manda el pueblo, como en la democracia, no. Aquí mandan los mercados, aquí mandan los bancos… son ellos los que te marcan tus posibilidades. Y para que la gente permanezcamos impasibles, ponen en marcha todo un aparato de manipulación mediática. Así acabamos tod@s, con el Síndrome de Estocolmo: amamos a l@s opresoras, y odiamos a l@s oprimid@s, por mucho que Amnistía Internacional y el Relator de Derechos Humanos de la ONU expongan que la policía española tortura “sistemáticamente”. Eso sí, los medios de ‘información’ ya se encargarán de señalar a l@s mal@s de la película: la ciudadanía que pide libertad, justicia e igualdad.

Por Antoni Mira Moreno y Enric (Catxap) Campello