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Vida más allá de los rovellones

Ya avisamos en nuestro artículo sobre la aparición de las primeros rovellones en el término [1], hace unas semanas, que la afición por su búsqueda y recolección alcanzaba cada año nuevas cotas. Los días posteriores han confirmado que esta fiebre por el rovellón está ya en unos extremos que van a hacer necesario una regulación de la actividad en próximas campañas, como ocurre en otras poblaciones. El preciado hongo es el centro de todas las miradas, pero en nuestro término podemos encontrar otras setas comestibles que no le desmerecen, como las setas de olmo y de cardo.

Las setas de cardo, de carne blanca y compacta y color variable, es una de las variedades más identificables, pues siempre crecen cerca de las matas de cardo, de cuyas raíces se nutre. Ello hace que su recolección deba ser muy cuidadosa, cortándola  y no arrancándola y prestando atención en no esquilmar el setal. En la cocina es una seta de gran sabor que mucha gente la consume sencillamente a la plancha pero que también acompaña muy bien a la carne y el pescado, ya sea en cazuela, al horno, etc.

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La otra variedad que también se busca en nuestro término, aunque en menor medida, es la seta de olmo, considerada de menor valor gastronómico que la de cardo, pero sin embargo más abundante. Son setas que se reúnen en grandes grupos, partiendo de una misma base y formando pisos o escalones. No sólo crecen en olmos, sino en otros árboles caducifolios, como chopos o sauces (que no abundan en el término, claro está), y en ocasiones incluso sobre cepas de vid envejecidas. Es muy tradicional su consumo a la parrilla.

Todos los años, desde instituciones oficiales, se recuerdan algunos consejos a la hora de ir a la recogida. Trascribimos ahora algunas de las recomendaciones más importantes:

En los bosques crecen especies tóxicas que pueden llegar a ser mortales. Es por tanto, absolutamente imprescindible hacerlo con las mayores garantías, por ello es recomendable ir las primeras veces guías de campo y acompañados por expertos. Si se tienen dudas, mejor abstenerse.

Evitar recoger setas en lugares próximos a las carreteras, industrias o vertederos donde se concentran sustancias tóxicas. En la zona, por ejemplo, antiguamente crecían champiñones en la ribera del Vinalopó; hoy, de haberlos, mejor dejarlas estar, por la contaminación del río.

Nunca coger más de seis kilos por persona, a partir de ahí se considera aprovechamiento forestal y se necesita permiso especial. Nunca coger, tampoco, tras lluvias fuertes, pues las setas se pudren rápidamente.

A la hora de su recolección, es muy importante cortarlas con una navaja, y no arrancarlas, y dejar algunos ejemplares para asegurar su reproducción. Colocar en cestas de mimbre y no en bolsas de plástico.

A la hora de cocinarlas, antes hay que limpiarlas bien y airearlas. Deben consumirse en poco tiempo, mientras conserven el sabor y el aroma, y no es recomendable consumirlas crudas. En caso de aparecer molestias, acudir al médico.