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Un ciudadano de paso

David se define como un hombre inquieto, incapaz de pasar dos noches en un mismo sitio. Natural de Ciudad Real, la ruptura con su chica y con su trabajo de albañil fueron el punto de partida de una nueva etapa. Y es que desde ese momento, este hombre cambió una vida acomodada por un día a día cargado con una mochila a su espalda. Desde entonces, y hasta el día de hoy,  con 39 años,  sigue recorriendo los pueblos y ciudades de España; también ha pasado por alguno de Portugal y Francia. Le acompaña un cartel que dice: “Estoy en la calle y voy de paso sólo pido una pequeña ayuda”.  Esa ayuda de los ciudadanos permite que David se mueva de un pueblo a otro.

Parada en Petrer

Recién llegado del sur de España, el mochilero ha realizado una pequeña parada en Petrer. Llegó ayer martes. Es la segunda vez que viene a la localidad. Esta vez, ha ubicado su estancia en la puerta de la Oficina de Urbanismo. Pasó la tarde de ayer allí, recogió algunas monedas y por la noche durmió en el albergue de Cáritas, donde se ha podido duchar después de dos semanas sin hacerlo. Esta misma mañana ha vuelto  a la puerta de la Oficina. Pero en unas horas parte de nuevo con su mochila a la espalda. “Estoy en un sitio cada día, por la tarde cogeré mis cosas y me iré a otro lugar”, afirma David.

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David sobrevive de la limosna de los ciudadanos y de algunos trabajos temporales en el campo.

Durante la entrevista, un agente de policía se acerca a él y le pide la documentación. “Ayer por la tarde ya se pasaron otros policías”, le comenta David al agente, quien educadamente le informa de que si no molesta a los ciudadanos no hay ningún problema en que siga en el lugar. Le explica también que puede pasar por Cáritas si necesita ayuda  y que le pueden proporcionar  un billete de autobús para viajar donde quiera. Una vez que el agente se ha marchado, David comenta que esa situación la vive diariamente. “En cualquier sitio donde voy, siempre tengo a la policía detrás”.

Próximo destino

David todavía no tiene claro cuál será la siguiente parada en ese camino que forma su vida. Lo que si sabe es que el verano lo quiere pasar en el norte, en el País Vasco, por lo que viajará de pueblo en pueblo hasta llegar allí. “En verano se vive muy bien por allá arriba, muy fresco. Soy el que mejor vive de España en esa época- comenta entre risas David- . Pero  lo peor es el invierno, dormir en la calle es muy duro, se pasa mucho frío”.

Mochilero y temporero

A pesar de declararse como carrilano (nos explica que así se denomina a las personas que viven recorriendo los pueblos de España subsistiendo con lo que recogen de los ciudadanos) cuando a David le surge la oportunidad de trabajar, lo hace sin problemas. Combina trabajos temporales en el campo con la vida en la calle. “A mí el trabajo no me asusta” comenta. “Estoy uno o dos meses trabajando, en la vendimia o cogiendo fresas o lo que sea y durante ese tiempo me alquilo una casa. Cuando se acaba el trabajo, cojo mi mochila y comienzo a recorrer pueblos de nuevo. Pero  hoy en día el problema es que las horas en el campo las pagan muy mal, a 3 Euros, y yo por ese dinero no trabajo. Prefiero estar aquí pidiendo que gano mucho más y yo con 10 ó 15  euros al día que recoja me sobra para vivir. Yo no tengo vicios.  Prefiero vivir así a estar atado a un trabajo durante el resto de mi vida. Eso no va con mi personalidad. Ahora soy mucho más feliz que con la vida que llevaba antes».

Una vida solitaria la de David, y es que el mochilero prefiere vivir sin compañero de viaje. Tiene amigos en cada punto de España, “pero no quiero juntarme con ellos porque acabaría mal”, confiesa. Sus padres creen que trabaja en Asturias, “cada cierto tiempo recojo dinero y voy a visitarlos. Les cuento otra historia diferente  a la de mi vida, me quieren un montón y no quiero decirles la verdad”.

Su visión de futuro

Los planes de futuro de David son vivir en la montaña. Cuando envejezca tiene pensado irse allí a vivir, a algún pueblo pequeño ubicado en los Pirineros. “Hay muchos carrilanos que se han jubilado y viven en las montañas, con una pensión de 400 Euros. Así me veo yo”.

David se siente feliz así,  recorriendo lugares e imaginando ese futuro entre montañas. Le gusta esa forma de vida,  sin ataduras, sintiéndose libre. Una forma de vida atípica y nada convencional, pero en definitiva se trata de la vida que él ha escogido vivir.