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Marcos Ana: “Yo no he luchado para vengarme, sino para cambiar esta sociedad”

El escritor y poeta Marcos Ana presentó anoche su libro “Decidme como es un árbol” en el salón de actos de la Unión de Festejos de San Bonifacio Mártir, en un acto organizado por el Ateneu Cultural Republicà de Petrer. El poeta,  con sorprendente lucidez a sus 91 años, narró su paso por la cárcel entre 1941 y 1964 y su experiencia como activista contra el régimen de Franco a lo largo de Europa y América Latina.

Marcos Ana junto con Vicent Brotons, presidente del Ateneo Cultural Republicano de Petrer [1]
Marcos Ana junto con Vicent Brotons, presidente del Ateneo Cultural Republicano de Petrer

Marcos Ana [2], nacido en el seno de una familia pobre en un pueblo de salamanca, ingresó en prisión en 1941 con 18 años acusado de triple asesinato durante la guerra. Tras condenarle dos veces a pena de muerte, condenas que fueron conmutadas por 60 años de prisión,  Marcos Ana encontró la libertad 23 años después, gracias a un decreto de Franco mediante el cual se liberaría a todos aquellos presos que hubiesen permanecido ininterrumpidamente más de 20 años en prisión por algún motivo relacionado con la guerra, un decreto que en todo el país solo afectó al propio poeta.Con 41 años sale de la cárcel, habiéndose dejado tras los muros del penal de Burgos su juventud y parte de su vida. Y una vez fuera, huyó hacia Francia gracias al aparato clandestino, donde comenzaría a desarrollar su actividad por países europeos y latinoamericanos.

El autor relata sus primeros días fuera de la cárcel como una época de tensión, en la que la única solución posible era salir del país y comenzar fuera de España su particular lucha contra el régimen franquista, una lucha que será llevada pronto al cine.  Sus primeros días en libertad, y en concreto la historia del primer encuentro sexual del poeta con una prostituta a los 41 años (y sin haber tenido nunca una relación sexual), sedujo al mismísimo Pedro Almodóvar, que en 2008 adquirió los derechos de su biografía y que, como reconoció su editor Osman Valdés, empezará a rodar la película a partir del próximo otoño.

Fernando Macarro (su nombre real) fue un personaje enfrentado a la España de Franco. El testimonio de su paso por las prisiones durante los años 40 y 50 le sirvió de punta de lanza contra el régimen del dictador, hecho que lo puso en el punto de mira. El activista trasladó su punto de partida a un pequeño local de París, (“financiado por un comunista millonario”, señala), donde estableció el primer CISE (Centro de Información y Solidaridad con España) y sobre el que sentó las bases de su activismo. A partir de ahí, Marcos Ana dirigió todo su esfuerzo en relatar por numerosos países del mundo las torturas y horrores vividos entre las rejas del régimen, una historia que posteriormente materializó sobre el papel con el libro “Decidme como es un árbol”.

El libro llegó tras la insistencia de sus más allegados, incluido el poeta chileno Pablo Neruda, quien tras las constantes  negativas del propio Marcos Ana a escribir sus memorias este le recordó que si no lo escribía “las palabras se las llevaría el viento”.  «En un principio solo pensaban realizar unas 8.000 copias como mucho. A día de hoy lleva vendidas más de 80.000», explica Valdés. Y ayer, tras el acto, se agotaron todas las copias disponibles.

“Les hice mucho daño, les estorbaba”, relataba el autor ayer al público asistente con respecto al gobierno de Franco. Tanto molestó que Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo por entonces, publicó un folleto titulado Marcos Ana, asesino, en el que reiteraban las acusaciones contra Ana que le habían supuesto su condena a muerte, un folleto que se mandaba a las embajadas de los países por los que Marcos Ana pasaba.

Sin embargo, su editor, Osman Vega, recordó la visita del poeta por Chile en 1963, poco después de su liberación, y relató como más de 5000 personas arroparon y escucharon atentas los relatos que Marcos Ana contaba sobre las cárceles del régimen de Franco. Y así un país tras otro.

La de Marcos Ana es una vida de intensa actividad, dedicada a la difusión, la lucha y la solidaridad;  “una vida dedicada a los demás es la mejor manera de vivir para uno mismo”, reza una frase en el blog.  La vivacidad con la que Marcos Ana cuenta su paso por la cárcel le hace uno pensar que, a sus 91 años, el poeta está cobrándose cada año que ha pasado en prisión y que  ser nonagenario no es un impedimento para que el autor siga presentado por toda España su libro (más de cien presentaciones desde su publicación en 2007) y mantener una frenética agenda de actos relacionados con la aplicación de la ley de Memoria Histórica. “Mi vida es una locura”, reconoce.  Pero resiste, se mantiene. “Como un milagroso árbol en medio de un bosque mermado”. Y con él, el testimonio de una vida y los relatos de un testigo directo de la historia de España. “Sin rencor, sin venganza, pero sin olvido”.

¿ A cuántos poetas anónimos conoció en la cárcel?

A muchos. Yo mismo cree en la cárcel una tertulia que se llama ‘La Aldaba’. Y era nuclear, para todos los que tenían inquietudes artísticas y literarias. Y también creamos un periódico en la cárcel que se llamaba igual, ‘La Aldaba’, que era un periódico literario. Hicimos muchos homenajes a Miguel Hernández, sobretodo uno muy especial del que hicimos una obra de teatro y que todavía se representa basado en el libro ‘Sino Sangriento’

Y si, había muchos poetas que se hacían allí. Porque la poesía surge del sufrimiento,  como surge del desamor, que es un terreno muy apropiado para los poetas. La cárcel era un terreno  muy apropiado para la poesía, y hubo muchos poetas sin nombre que escribían a sus familias.

¿Le parece que se está aplicando adecuadamente la ley de Memoria Histórica?

Yo creo que la promulgación misma de la ley en 2007 fue muy escuálida, muy insuficiente. Y luego la han metido por vías muertas. Por ejemplo, una de las cuestiones era terminar con toda la simbología franquista y eso es algo que se puede imponer por ley. Sin embargo hoy te paseas por los pueblos y plazas del país y todavía quedan muchos. Yo, que vengo ahora de Oviedo,  he visto que  todavía hay una plaza dedicada a la división azul. Y me encuentro en Madrid con calles dedicadas al general Yagüe, por lo tanto no se ha cumplido la ley.

Por eso tenemos que luchar por una memoria histórica que sea  justa y que acabe con toda esas mentalidades que están todavía en los entresijos del estado y que corresponden parte del pasado.  El caso de Garzón, que le han procesado por investigar casos producidos durante el franquismo,  demuestra que la memoria de los vencedores es la viva, y con poder en algunos casos, y tenemos una democracia que desgraciadamente es muy endeble, muy inmadura,  con mucho condicionamiento al pasado. La fuerza del pasado está todavía muy presente en muchos sitios. Y si no mira la última resolución del Tribunal Supremo, denunciando anular el proceso de la pena de muerte de Miguel Hernández.  Eso demuestra en que país vivimos.

Después de lo que está rodeando al Juez Garzón, ¿confía  ud.  en la justicia?

Yo creo que necesitamos justicia y necesitamos reparación y eso no nos lo han dado todavía. Por lo tanto es muy difícil confiar en la justicia que todavía está en dique seco, sobre todo para reconocer nuestras reparaciones y nuestros derechos. Esta justicia está muy condicionada en el pasado. Y no se consigue para nadie, ni para Miguel Hernández. Yo mismo acompañe la Vicepresidenta del Gobierno y el Ministro de Justicia para entregarle a la familia de Miguel Hernández un pliego de reparación moral, en el que se señalaba que el juicio había sido injusto.   No fueron capaces de anular la condena porque dicen que jurídicamente es muy difícil. Pero el pasado sigue vivo en la judicatura. Lo de Garzón demuestra que este país algunos siguen teniendo impunidad, y hay que seguir luchando por la justicia y por la verdad.

¿Qué consecuencias tendría que la justicia dejara al Juez Garzón continuar las investigaciones de los crímenes del franquismo?

Seria interesantísimo, porque eso serviría para que las futuras generaciones sobretodo supieran de verdad que es lo que pasó en España. Y sería el fin de la impunidad. No queremos venganza, solo queremos justicia. La venganza no es un fin revolucionario ni un ideal político. Yo no he luchado para vengarme, sino para cambiar esta sociedad.

En este contexto de crisis y pesimismo sociopolítico, ¿cree posible una tercera república?

Yo creo que sí, porque la republica fue otra cosa. Con la republica cambiarían muchas cosas. Además sería una reparación, porque la república fue vulnerada por las armas. Lo que pasa es que hay que reconocer que en la época de la transición el problema real no estaba planteado entre la monarquía y la república, sino más bien entre la dictadura y la libertad.

Pero ahora no, ahora luchamos por el advenimiento de una tercera República. Cada vez hay más ateneos, más clubs republicanos en España y la república  se está convirtiendo en una perspectiva. No digo que se vaya a producir mañana, pero hay que conseguirlo porque es legítimo. Primero porque su legitimidad fue fusilada en el año 36 y luego porque es una forma de gobierno más justa, más equitativa y más razonable que la monarquía que, entre otras cosas, nos cuesta un dineral mantenerla.