Situada en un lugar inaccesible, oculta por la maleza, en la parte alta del Barranc de la Pereta y no lejos del Plà dels Caragols, se encuentra la llamada Cova del Carlista o también Cova de los Morteros de la Pólvora.
Se trata de una cueva de unos 10 metros de profundidad en la que, a su parte derecha tras acceder a ella, hay una bancada inclinada de unos 6 metros de longitud, en la que se encuentran tallados en la roca 3 morteros.
Los morteros se encuentran en perfecto estado de conservación, al igual que la cueva, que se mantiene intacta. Por la disposición de la bancada, no parece aventurado suponer que la intención del constructor (o constructores) de los mismos era aumentar su número.
Muy poco se sabe de la Cueva de la Pólvora, aunque siempre se la ha conocido como la del “Carlista”. “No hemos encontrado hasta la fecha ninguna referencia fiable que nos explique los orígenes de la misma y de hecho su ubicación exacta muy pocos vecinos la conocen”, comentan desde la Asociación de Amigos del Valle de L’Avaiol.
Desde la misma asociación han iniciado contactos con la Universidad de Alicante para realizar un pequeño estudio sobre los morteros, todo ello con la finalidad última de que esta singular cueva, y su todavía desconocida historia, sea incluida en el Catálogo de Bienes Protegidos del Plan General del Ayuntamiento de Petrer.
Cómo se hacía la pólvora
En los morteros se mezclaban los componentes utilizados para la fabricación de la pólvora, esto es, salitre, azufre y carbón vegetal triturado.
Dos de los componentes no eran difíciles de adquirir, el azufre y el carbón.
El salitre era más complicado de obtener, pues es un material terroso impregnado de sales de nitrato, que se encontraba adherido a las paredes de las cuevas, en el suelo de los establos o en la superficie de los muros antiguos, y debía ser separado de estos lugares, para que luego los expertos lo disolvieran en agua hirviendo, que luego de 24 horas decantaba por el reposo, al cabo de las cuales el salitre aparecía cristalizado en el fondo de la vasija.
Los materiales se mezclaban en el mortero, y después de triturarlos y majarlos durante varias horas, se sacaba la pasta todavía húmeda (para evitar que la mezcla explosionase, se trabajaba con la emulsión humedecida, con la popular “pólvora mojada”) para llevarla a granear. Finalmente, la pólvora se granea, se alisa, se seca y se criba.