[1]
En uno de sus años de mayor actividad y mortal violencia (más de 40 muertos ha dejado este verano en China), la avispa asiática (Vespa velutina) ha llegado a Petrer. Y ya ha comenzado a picar, con sus 5 cm. de largo, su aguijón de 6 milímetros y su legendaria agresividad: el primer testimonio lo hemos recogido ni más ni menos que de nuestro colaborador Néstor Rico, reconocido fotógrafo de naturaleza. Las topó el pasado fin de semana cuando paseaba por el pueblo por el oeste del término municipal. «Vi al perro dar un salto a lo lejos. Cuando me acerqué, tenía el lomo cubierto de avispas, de unas avispas más del doble del tamaño de las habituales. Y en unos segundos, salieron decenas de un horno de avispas, como de una oquedad del ribazo que acaba en una especie de bola de barro. Salieron y atacaron salvajemente», relata.
[2]
Néstor echó a correr campo a través junto al perro, como alma que lleva el diablo. Le picaron cuatro, en la boca, en el cuello y en el brazo. «Un dolor intenso como yo no he sentido antes, y me han picado avispas, abejas, de todo. Yo diría que me dolió cinco veces más que una picadura normal de avispa. Las picaduras se me hincharon mucho más de lo normal, con unas ronchas de unos 8-10 centímetros, y me han dejado una muy molesta sensación de quemazón». Su perro, Koke, se llevó más de media docena de picaduras. «También muerden. De hecho, se te enganchan con la boca en el cuerpo y si pueden, además de morder, pican. Llevaba una camisa gruesa de algodón y la traspasaron como si tal cosa. Corrimos más de cien metros el perro y yo en la huida», rememora Néstor, quien no tiene dudas: «las pude ver perfectamente, ¡que tuve una en el brazo toda la carrera! Eran avispas asiáticas». Desde la publicación intentaremos realizar una fotografía, aunque no prometemos nada: «yo desde luego no vuelvo», nos dice Néstor.
[1]Los primeros avistamientos en la Península del agresivo insecto se vieron en 2011. Fue en varias ciudades del norte de España; se especula que entraron a partir de un cargamento que llegó a Francia. Si bien no está muy claro cómo llegaron, es indudable su acción y efectos potencialmente muy dañinos: además de la avispa autóctona -la europea-, a la que puede acabar desplazando, la avispa asiática amenaza a la abeja. Les triplica en tamaño y son su presa predilecta: las atacan en las colmenas, les arrancan la cabeza de un movimiento y usualmente las devoran allí mismo. Sólo cien avispas asiáticas pueden destruir una colmena de abejas entera. La buena noticia era que apenas habíamos tenido noticias de ellas en el sur del país. Hasta ahora.