La Mina de Puça, que recobró su natural actividad este marzo tras 20 años de sequía [2], ha sido la atracción del verano: su rambla, regada diariamente con un caudal de más de 20 litros por segundo, ha visto más visitantes que nunca; sus saltos de agua, uno de ellos aprovechados por un grupo de jóvenes para levantar un embalse artificial [3], se ha convertido en un punto de baño y esparcimiento en lo indómito del paisaje. La noticia del año, sin embargo, ha comenzado ya a declinar, y aunque todavía exhibe un sano caudal, este ya ha comenzado a menguar.
Era algo inevitable, pues son varias las partidas de campo de la población -repletas de vecinos este verano- que este verano han comenzado a hacer uso de su agua. La partida del Esquinal lo lleva haciendo desde que comenzará el estío y desde hace unas semanas también está disfrutando de ella las casas de los Aiguarrius, por lo que el caudal que se está vertiendo a la rambla es aproximadamente la mitad del original.
No obstante, y teniendo en cuenta las fechas en las que estamos, es prácticamente seguro que el agua de la Mina de Puça sobrevivirá al verano y no se secará. De hecho, el semestre que lleva en activo ya ha sobrepasado las expectativas iniciales. Seguiremos atentos a todo lo que dé de sí el rebrote del histórico caudal, como venimos haciendo en la publicación.