Nuevos desafíos en la trigésima ruta del Casino Eldense

Más de cien miembros del Casino Eldense (104 contados) se personaron de buena mañana en el entorno de Caprala la mañana del pasado domingo, dispuestos a pasar una jornada conociendo el valle de L’Avaiol y sus múltiples atractivos en compañía de la Asociación de Amigos del Valle de L’Avaiol.

La visita comenzó en la Casa de la Esperanza, hoy convertida en una casa rural (que cedieron el aparcamiento para la gran cantidad de vehículos), donde el arqueólogo e historiador Gabriel Segura, que comandaba la expedición eldense, recordó algunas de las peculiares historias del enclave. Desde ahí, y en dirección hacia el nacimiento de Caprala, el grupo asistía a los comentarios de Segura sobre el antiguo enclave de la villa romana de Caprala, haciendo hincapié en la importancia del agua y las canalizaciones, luego perfeccionadas por los árabes, con las balsas y antiguos lavaderos como testigos de esa perenne preocupación en el hombre. Explicó también Segura cómo la antigua puerta de de la Casa de Segaisa, hoy hostal rural «La puerta del agua», era la del mismísimo castillo de Elda, entre otras aportaciones históricas que el respetuoso grupo atendía con atención.

El grupo prosiguió su camino hacia la finca de L’Avaiol subiendo desde el estrecho por la rambla del Alt de Peret. En el camino, pudieron ver uno de los puestos de comida y agua para la fauna salvaje (escondite de observación incluido) que los Amigos de L’Avaiol mantienen en toda la finca. Tras entrar dentro y ver todas sus particularidades, tomó la palabra el colectivo ecologista de la mano de Néstor Rico, que expuso a los presentes el trabajo de conservación y divulgación que realizan, al tiempo que advertía de la gran importancia y variedad de especies del ecosistema (tanto animales como vegetales) y su frágiles dinámicas de vida en un «reducto natural de cada vez mayor importancia ecológica en la provincia».

La sabina milenaria, de vuelta al camino de la rambla, fue la siguiente parada. Esta visita al longevo ejemplar (catalogado como el más longevo, de hecho, de la Comunidad Valenciana) fue muy aplaudida por el grupo, casi tanto como la explicación que improvisó Néstor, ante la vista de nidos de carpinteros tanto en almendros jóvenes como ya secos: «cada año, el carpintero busca un árbol nuevo para hacer su nido, dejando así, cada año, los nidos de los años anteriores desocupados. Estas oquedades, incluso cuando el árbol está seco, sirven de cobijo a muchos animales, desde el mochuelo hasta mamíferos como la garduña y la comadreja. Luis Villaplana, miembro de la asociación, siguió ahondando en esta idea de interconexión y equilibrio, comentando la importancia de la «labor de campo: además de los siete puntos de agua y comida, es de vital importancia labrar, abonar y sembrar la mayor parte del terreno que se pueda en el valle. Este año hemos realizado una impresionante labor en ese sentido, plantando cuatrocientos kilos de pipirigallo, cebada, avena, trigo, yeros, pipas y garbanzos. Tal y como está acompañando la climatología, podemos esperar una primavera con un colorido y una vida espectacular, yo diría que histórica».

La sabina milenaria, punto de interés de la visita.

De ahí, el grupo continuó su remonte de la rambla hasta alcanzar la Casa del Yeso, donde la asociación tiene montada su charca más grande y significativa, coronada con una fuente solar que provee de continua agua en movimiento, aspecto clave para que ciertas aves se paren a beber. En el mismo lugar, los presentes asisten a una explicación sobre el horno que da nombre a la casa y que estaba dedicado a uno de esos oficios hoy extintos.

La mañana acabó en las Casas de Villaplana, cerca de la una del mediodía, donde el nutrido grupo departió por el espacio de una hora bajo el sol de la primavera. Disfrutando del almuerzo, Néstor mostró su book fotográfico y la asociación la reciente publicación del Libro guía del Paisaje Protegido Cid-Maigmó, en medio de un ambiente cordial donde todos coincidieron en lo agradable de la jornada y en lo positivo que resulta el encuentro entre «colectivos vecinos y hermanados en la defensa de nuestro territorio».

«Ha sido la trigésima ruta cultural que realizamos y sin desmerecer las otras, nos ha acercado como pocas el patrimonio natural de nuestro entorno», sentenciaba Segura.

El Casino Eldense y los Amigos de L'Avaiol pasaron una gran jornada cultural y de hermandad en un entorno privilegiado.

 

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