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La ermita del Chorrillo: la búsqueda del oratorio perdido

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Nota: Artículo publicado en la revista Festa 2002.

A modo de breve introducción, diremos que la partida rural del Chorrillo se encuentra emplazada dentro de tres municipios alicantinos: Sax (Chorrillo Alto), Elda (Chorrillo Bajo) y Petrer (Pedreres Baixes). Ocupa una de las terrazas formadas por el minúsculo río Vinalopó, que, al mismo tiempo, la atraviesa de Norte a Sur. El ferrocarril Madrid-Alicante desgarra el pequeño cerro amesetado, cuya máxima altura es de unos 460 metros sobre el nivel del mar.

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Vista general del Chorrillo, donde se aprecia el pequeño cerro. Al fondo, el Cid.

Sobre estos campos se podría hablar mucho: su agricultura de secano, compartida con la pequeña huerta que se abastecía de las aguas desviadas de varios azudes del río y de un pequeño manantial (de ahí el topónimo del Chorrillo); de su ganadería y de sus granjas. También de sus primeras industrias: molinos harineros y de pólvora, bodegas y almazaras; de sus pozos de nieve que abastecían a las cercanas poblaciones, las canteras, la antigua fábrica de curtidos y la olvidada central eléctrica «Luz Elda, S. A.», cuyas ruinas pueden visitarse todavía.

Su historia es apasionante. Podría escribirse un grueso volumen sobre su pasado. En la parte alta del pequeño cerro existe un importante yacimiento ibérico. En sus cercanías apareció la escultura de un toro de esa cultura, hoy en paradero desconocido. En las márgenes del río se han localizado cerámicas romanas, posiblemente de algunas villas. Durante la Baja Edad Media, El Chorrillo sirvió de frontera entre los reinos de Castilla y Aragón (allí se encontraban emplazados los mojones fronterizos), viéndose envuelto en la guerras entre ambos estados. Todavía aún se le denomina a la colina «El portazgo» (de «portazgo»: impuesto de origen medieval que se solía pagar por pasar de un lugar a otro, una especie de paso fronterizo). Fue también una zona de conflictos comarcales, sobre todo entre Elda y Petrer desde la fijación de los términos municipales (1703) hasta finales del siglo XIX por cuestiones de impuestos. Durante la guerra civil (1936-1939), la cercana finca del Poblet fue sede del último gobierno republicano.

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Mojón que separaba los antiguos términos municipales de Sax, Elda y Petrer. Todavía se encuentra en pie.

En este trabajo no vamos a tratar nada de lo que hemos citado de pasada, aunque quizás lo hagamos en estudios posteriores. Nos centraremos en la localización y recopilación de datos sobre una pequeña ermita rural de la que no hemos podido encontrar ni restos ni emplazamiento exacto, pero, en cambio, es citada y descrita por diversos autores, los cuales han creado cierta confusión y hasta una posible duplicidad, como veremos más adelante.

El Chorrillo, al igual como otros caseríos de Petrer, tuvo su ermita, de la que lamentablemente no tenemos grabado alguno o dibujo. Fue construida por los moradores del lugar, probablemente durante los siglos XVII o XVIII, siguiendo los modelos valencianos de edificación. Solía cumplir un doble propósito religioso y social. Religioso porque para aquellos campesinos, hombres y mujeres profundamente creyentes, era necesaria una capilla pues el pueblo quedaba alejado y el trabajo de la tierra resultaba muy duro, donde poder realizar las plegarias cotidianas (rogar por buenas cosechas, alejar las sequías y las plagas de langosta, las pestes y el odiado pedrisco); y social, porque la ermita era el lugar de encuentro dominical. Allí solían celebrarse romerías, bodas y bautizos.

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Detalle de la torrecilla del caserón donde inicialmente pensábamos que podía localizarse la ermita del Chorrillo.

En sus proximidades se organizaban bailes y reuniones. Puede decirse que la vida rural estaba un poco supeditada a la presencia de la ermita. Las misas solían acordarse con la parroquia del pueblo y tanto la visita del sacerdote como los gastos de mantenimiento corrían por cuenta de los mismos labradores, aunque, si la ermita se encontraba adosada a una finca, solía ser propiedad de una familia determinada y el mantenimiento corría por cuenta de sus propietarios. Así era la fe de unas gentes sencillas, algo totalmente incomprensible para los tiempos en los que vivimos actualmente.

A continuación vamos a pasar a enumerar a todos aquellos estudiosos que aportan datos de interés para el estudio de este oratorio:

La duda se plantea a la hora de emplazarla, y para ello acudiremos a las fuentes escritas. La primera noticia que hemos podido localizar sobre esta ermita nos la proporciona Josep Montesinos y Pérez (1745-1828), gramático de Orihuela, quien entre finales del siglo XVIII y principios del XIX recorrió los pueblos del obispado de esta gobernación para la preparación de su obra Compendio histórico oriolano, que no llegó a publicarse nunca. Al hablar de las ermitas de Petrer dice:

«HERMITA DE SANTA TERESA DE JESÚS

Construida en la partida de este término llamada comúnmente Pedrera, como una hora de esta Villa de Petrer, mirando entre Poniente y Tramontana como en ángulo que forman las lindes con otros términos, aunque mediana es aseada y muy primorosa, todos los comarcanos profesan mucha devoción a la Santa quien se los paga con varios prodigios o milagros que continuamente hace a su favor» (tomo IX, folios 1.050-1.112, p. 1.101).

Montesinos también habla de las ermitas de la cercana villa de Elda en la misma crónica, y curiosamente cita una ermita rural en el Chorrillo.

«HERMfTA DEL SALVADOR

Esta mediana hermita, titulada del Salvador, es rural, sin dotación, se fundó en el de 1721, en el partido llamado el Chorrillo, a expensas de sus Vecinos los labradores, a un cuarto de legua de la Villa, está bastante deteriorada» (tomo XV, folios 605-780, p. 707).

Hasta aquí todo parece correcto. Se llega a pensar en la existencia de dos ermitas distintas. Ambas tienen diferentes advocaciones: una a Santa Teresa de Jesús y otra al Salvador. Las dos son de capacidad media, pero, mientras la primera es «aseada y primorosa», la segunda está «bastante deteriorada». La duda se presentará algunos años más tarde.

A primeros de octubre de 1816, el entonces obispo de Orihuela, Don Simón López Dionisio, envió a su secretario personal, Don Diego Flores Abellán, deán y canónigo de la iglesia colegial de Alicante, a realizar una visita a la villa de Elda para elaborar un inventario y estudio de la situación de los bienes eclesiásticos. Se llevó a cabo una visita a las ermitas rurales del término municipal, entre la que incluye a la ermita de Santa Teresa en el Chorrillo. Dada la enorme importancia que tiene para nosotros incluimos íntegro el informe de dicha visita:

«HERMITA DE STA. TERESA

Se halla esta hermita distante como a una ora de esta villa, hacia la parte del norte en el Partido llamado del Chorrillo, y es de la pertenencia del Doctor Don Luis Bartolomé Rico de Petrel y de Juan Francisco e Ysabel María Ana García, y de los hijos y herederos de su difunto hermano Joaquín García; esta anexa a la casa de campo que poseen dichos hermanos, y procediendo el Señor visitador acompañado del Doctor Don Miguel Sempere Presbítero, y de mi el infraescrito Secretario a la visita e inspección de ella se halló lo siguiente:
– El cuadro o lienzo de Santa Teresa de Jesús que es el que forma el Altar, descortezado, remendado e indecentísimo.
– Mesa de Altar muy baja.
– Frontal roto e indecente.
– Ara muy retirada del Labio del Altar.
– Tres toallas o paños de Altar.
– Sacra y Evangelio de San Juan, sin lavabo, todo indecentísimp
– Cruz con pedestal, y otra sin crucifijo.
– Dos cuadros laterales, el uno del Salvador y el otro al parecer de San Ingnacio de Loyola.
– Las paredes de la hermita llenas de Estampillas y papeles de conclusiones, muy indecente todo.
– Una casulla de raso encarnada con galón de plata falso, manípulo y estola, todo roto e indecente.
– Cubre cáliz de damasco floreado roto y sin forro. Una bolsa para corporales de tafetán encarnada muy vieja e indecente.
– Corporales de lino claro, tela de algodón.
– Un Alba remendada rota e indecente.
– Un amito de medio uso.
– Un cíngulo indecente.
– Tres purificadores.
– Un paño de vinajeras remendado e indecente.
– Una ventana con solo la reja sin tenerla de madera para poderse cerrar.
– Las paredes y el techo de la hermita descortezado y sin enlucir.
– La puerta rota e indecente.

Visto el mal estado general de la hermita y que sobre ella se había construido una habitación, en contra del derecho, se recogieron los ornamentos, ara y demás enseres, decidiendo no habilitarla hasta que todo estuviera con la debida decencia y surtida de campana de la que carecía».

Creemos que los habitantes del Chorrillo debieron seguir las recomendaciones del señor visitador y proceder a reparar la ermita y subsanar todas las «indecencias» que tenía el pequeño oratorio, porque en 1846 ya aparece esta partida rural en el Diccionario Geográfico-Estadísticio-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, obra monumental de Pascual Madoz e Ibáñez (1806-1870):

«CHORRILLO: caserío de la provincia de Alicante, partido judicial de Monóvar, término jurisdiccional de Elda. Situado al Norte de la misma, y comprende 10 casas diseminadas, y 1 ermita, en la que se celebra misa algunas temporadas por los eclesiásticos que nombran y pagan los moradores. Para su gobierno hay una especie de alcalde pedáneo, llamado diputado de justicia. POBLACIÓN: 10 vecinos y 38 almas» (tomo I, p. 311).

Por último, el escritor eldense Lamberto Amat y Sempere (1820-1893), en su obra Elda, su antigüedad, su historia…. en un capítulo dedicado a las ermitas eldenses afirma:

«También hay otras tres ermitas en este término la de [¿?], en el partido del Chorrillo, bastante antigua, la de Los Dolores en el de Las Cañadas, y la de La Concepción en el de La Jaud, estas dos modernas, sostenidas las tres por la piedad y devoción de los dueños de sus respectivas haciendas» (tomo I, pp. 42-43).

Ignoramos los motivos que tuvo este estudioso hombre para dejar en blanco el nombre que tenía la ermita del Chorrillo, ya que probablemente tuvo que tener acceso al manuscrito de la vista del obispado de 1816, del que sabemos copió muchas referencias Pueede que tal vez dudase si la ermita estaba dedicada a Santa Teresa o al Salvador.

Nuestro buen amigo Ramón Candelas Orgilés, que ha estudiado las ermitas de la provincia alicantina con profundidad y conoce la obra de Josep Montesinos, cree que para esta capilla caben dos posibilidades: que se trate de diferentes ermitas o que, como era muy frecuentemente, se le cambiara el nombre.

En cambio, el escrito de Sax, Vicente Vázquez Hernández, sitúa la ermita dentro del término sajeño, concretamente en una finca de la zona del Chorrillo que pertenece a esta población, que en 1761 era propiedad de Juan Torreblanca de Chico, en cuyo caserón tenía anexa una ermita, que fue absorbida por dicha edificación y de la que actualmente quedan una pequeña torrecilla y algunos arcos y molduras.

Nosotros, por nuestra parte, creemos que la ermita estudiada no se encontraba tan adentrada en Sax (los mojonas del término se localizan en el cerro), y por otra parte, hasta 1836 Sax pertenecía al obispado de Cartagena, por lo que es difícil que el secretario del obispado de Orihuela visitara una ermita que en 1816 perteneciese a otra diócesis. Hasta las ediciones de las separatas de la Crónica de Josep Montesinos de Petrer (1993) y de Elda (1997) nosotros también creíamos la versión de Vázquez Hernández, hoy suponemos que podía encontrarse junto a alguna de las casas de campo del pequeño cerro, muy cerca de los referidos mojones: «Mirando entre Poniente y Tramontana; .. como el ángulo que forman las lindes con otros términos» (Montesinos, Op. cit.). Sobre el cerro confluyen los tres términos municipales. Otro dato importante lo encontramos en la referida acta de 1816, donde el secretarlo Don Diego Floras Abellán indica la existencia en la ermita de Santa Teresa de «dos cuadros laterales, el uno del Salvador y el otro al parecer de San Ignacio de Loyola». Y después de esto podemos pensar que tal vez Montesinos no visitara las ermitas que describe en su Crónica y se informase mal. Quizás un campesino le hablara de que la ermita estaba dedicada a Santa Teresa y otro le dijera que no recordaba el nombre, pero que allí había un cuadro del Salvador. Sabemos que el gramático oriolano no era muy detallista. Dicho todo esto, creemos más en la observación del señor Candelas: que ambas pueden ser la misma.

Para concluir este trabajo, añadiremos que esta ermita (llámese de Santa Teresa de Jesús o del Salvador, encuéntrese en Petrer, Sax o Elda) ya no existe. Desapareció como fue su existencia, silenciosa, nadie la recuerda. Desapareció como algunas otras hermanas ermitas petrerenses, la del Rosario (Finca de Rabossa); San Vicente Ferrer (Puça) y Santa Bárbara (de ésta queda inexplicablemente una pared). Únicamente quedan en pie San Bonifacio y el Santísimo Cristo, en el casco urbano, y la Purísima Concepción en los valles de Catí, esta última del siglo XVII, preciosa capilla que ha desafiado el paso del tiempo, las guerras y el vandalismo. Hasta ha sido loablemente restaurada por el Ayuntamiento petrerense.

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La ermita de Catí antes de su restauración.
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La ermita de Catí en la actualidad.

Aquí quedan estos testigos del arte religioso popular de siglos pasados, se resisten a morir del todo, por eso cuando se reedita alguna vieja crónica, como la de Montesinos, vuelven a revivir y nos hablan de aquellas sencillas misas campestres, de aquellas alegres romerías que hoy en día nosotros no podemos comprender porque estamos sumergidos en nuestra complicada tecnología y alocado consumismo.

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Interior de la ermita de Catí.

Las siete ermitas

 

El canónigo Josep Montesinos (1745-1848) recogió en su Crónica, publicada parcialmente en el libro Apuntes sobre la fundación de la ilustre villa de Petrer, la situación aproximada de las siete ermitas existentes en Petrer el año 1790, cuando la villa contaba tan sólo con una población cercana a los 2.000 habitantes. Algunas de estas construcciones religiosas tradicionales y populares han resistido el paso inclemente de los siglos, como la de Catí y Rabossa. Lamentablemente, otras, como la de Les Pedreres y Santa Bárbara, se han perdido para siempre.

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Las ermitas y el cuartel de la Guardia Civil en una retrospectiva.

La ermita de Santa Bárbara, bajo la advocación de esta santa (de la que nos solemos acordar cuando truena) se encontraba situada al norte de la población, concretamente en un lugar antaño denominado partida de la Noguera, nombre con el que se denominó un barranco. Esta ermita y su finca tenían titulo de marquesado y fue construida por la familia condal de Elda, con propiedades en esta zona de Petrer. En el interior de esta casa, que todavía se mantiene en pie, se construyó la ermita, que desgraciadamente no ha sobrevivido.

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La Casa de la Capellanía.

La ermita de Santa Teresa de Jesús, construida en la partida de Les Pedreros (identificada como el oratorio del Chorrillo), se encontraba mirando entre poniente y tramontana, poco más o menos junto al camino de Caprala, en el caserío existente a 4 kilómetros de Petrer. No queda rastro de ella.

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Estas edificaciones son testigos del arte religioso popular (fotografía de Francisco Pascual Maestre Martínez).

La ermita de San Vicente Ferrer, patrono del Reino de Valencia, estaba situada en la partida de Puça. Se calcula que fue construida en el año 1580 (treinta años antes de la expulsión de los moriscos), siendo remodelada en varias ocasiones. Estaría  ubicada en la conocida como Casa de la Capellanía, cuya propiedad se remonta al padre de Luis Poveda, apodado el Capellà de Monis. Más arriba existía, porque todavía se conserva parte de otro altar, otro lugar de culto en la Casa Castalla, donde a mediados del siglo XX todavía se celebraban misas.

En otro paraje petrerense, en Rabossa, en lo que hoy día es el albergue del Centro Excursionista Eldense, se edificó una de estas sencillas y recogidas capillas en honor a la Señora del Rosario, en la que también, hasta no hace muchos años, tenían lugar oficios religiosos.

Otra de estas ermitas rurales se dedicó al culto de la Purísima Concepción y se puede visitar en uno de los parajes más bellos del término: Catí. En este lugar se concentraban periódicamente todos los habitantes de las numerosas fincas existentes en esta zona rural.

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La ermita del Santísimo Cristo del Monte Calvario.

Dentro del casco urbano, y con gran número de fieles, persisten las ermitas de San Bonifacio (1634), patrón de las fiestas de Moros y Cristianos, y del Santísimo Cristo del Monte Calvario (1674), que cuentan con una arraigada tradición en la villa.

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Ermita de San Bonifacio Mártir.

Tomado de Concha Romero, «Las siete ermitas», Petrer Mensual, nº 15, marzo 2002, pp. 14-15,

Bibliografía

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– VÁZQUEZ HERNÁNDEZ, Vicente, «La antigua ermita del Chorrillo», Sax, Moros y Cristianos, 1986.
– VÁZQUEZ HERNÁNDEZ. Vicente, Historia de las casas rurales de Sax, Sax. Ediciones «Villa de Sax», 2001.