La cópula de la perdiz

Pasar horas en el campo es una actividad que siempre tiene recompensa por sí misma, pero hay momentos únicos en la naturaleza cuya contemplación es básicamente una cuestión de fortuna. Si ya tuve la inmensa suerte de asistir a la caza de una serpiente -y que recogimos en este documental, a partir del minuto 3:24-, hace poco los hados me volvieron a regalar otra escena para el recuerdo muy difícil de poder ver: la cópula de la perdiz.

En L’Avaiol, contemplé el ritual completo: el canto del perdigón, su engalanamiento, su exhibición de plumajes y posturas corporales, la resistencia inicial de la hembra y finalmente el aproximamiento, la parada y la cópula, de apenas diez segundos. Poco después, un nuevo acoplamiento, siguiendo los imperativos de la especie para asegurar una descendencia.

Pueden seguir todo el proceso amatoria en esta serie de fotografías y el pequeño montaje que hemos realizado.

Esta imagen, de hace unos años, demuestra el principio del ritual para el culmen de la cópula.
El macho se engalana, despues de un baño de tierra y comienza el cortejo, exhibiendo el plumaje y su jerarquía.
Primero la 'para', y...
...comienza la cópula.
La sujeta con el pico por las plumas del cuello para ayudarse.
Un descanso de dos segundos y...
...otra vez a la carga para asegurar la fertilidad de esta primavera.
Poder asistir al acto amatorio de la perdiz roja en libertad es un privilegio.
En esta imagen se ven los espolones del macho.
Todo acaba después de unos ocho o diez segundos; el macho erguido y satisfecho con su trabajo momentos después de la cópula.

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