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Estando en una de mis caminatas domingueras, me sorprendió la salida escandalosa desde una rama de un almendro cercano de un pito real. Creo que me asusté casi tanta como él, pero tuve la curiosidad de acercarme a ver el porqué de tanto escándalo y allí descubrí el agujero de su nido. Fue entonces cuando pensé: si otros han podido, yo también. Después de pedir consejo a iniciados y expertos en la materia, me construí una «topera» (hide) y me dispuse con mi cámara a disfrutar del espectáculo (con paciencia,eso sí), que se iba produciendo en las cuatro sesiones que pude dedicarles.
Me di cuenta que los padres no entran en el nido directamente, sino que se posan en alguna rama donde se aseguran que está todo tranquilo y entonces sin dejar de controlar, descienden de espaldas y sólo entonces se dirigen al agujero del nido, donde esperan los pollos ansiosos. La mayoría de las veces era el padre el que les daba de comer y siempre el que limpiaba el nido. Eso sí, a la hora de ahuyentar extraños estaban muy unidos, como ejemplo tuve la ocasión de verlos actuar con una urraca que se posó en un almendro cercano y el espectáculo fue asombroso por lo ruidoso. Por otro lado, los pollos se turnan por estar asomados al exterior, llamando sin descanso cuando la visita paterna se alarga y desapareciendo en el nido a la menor señal de peligro por parte de los padres.
En fin, una gozada que se me ha hecho muy corta.
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