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El año del águila real

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El 2001 fue para mí sin duda el año más emocionante en lo que a naturaleza se refiere, aunque quizás fotográficamente no tanto: podríamos decir que me quedo más con los buenos momentos y no tanto con buenas fotografías.

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Águila real saliendo del nido. Imagen tomada en la localidad, como todas las del reportaje.

Fue un gran año, entre otras cosas, porque fue el año del águila real. En el 2000, mi compañero Jara y yo, que hemos colaborado juntos en este y otros proyectos, tuvimos la oportunidad de conocer los hábitos y costumbres del ave, así que nos la prometíamos muy felices en 2001, pero el nido del año anterior estaba claramente desocupado, y por mucho que lo intentamos, no conseguimos confirmar la ubicación del nuevo nido.

Fue el azar el que finalmente nos echó una mano: habíamos estado escondidos por la zona y sólo observábamos algún vuelo del macho que no ayudaba mucho. Tras varias horas, decidimos retirarnos por ese día  y al salir mi compañero del escondite y andar unos metros para estirar las piernas, 25 o 30 quizás, en una revuelta del risco, descubre por casualidad el salto y vuelo de una preciosa hembra, más cerca de lo que hubiese soñado nunca poder observar.

Nos dimos cuenta entonces que era imposible descubrir su ubicación desde nuestro «observatorio»; de hecho, el macho había estado entrado continuamente este día y muchos otros, siendo imposible que nosotros hubiésemos podido verlo.

Una vez llegados a este punto, el procedimiento es el de siempre, siendo lo primero un exhaustivo cálculo del nacimiento de los pollos. Tras unas semanas pudimos comprobar en una lejana observación que habían nacido dos blanquitos e inestables pollos, que en algún momento de su crecimiento acabó quedando solo uno, cosa bastante habitual desgraciadamente entre las águilas reales.

Era entonces el momento de montar el hide fotográfico, que debía ser muy reducido y que quedo todavía más angosto al cubrirlo con arbustos de la zona. Mis esperas en él, ya solo, medio sentado en el suelo, eran una verdadera prueba de dedicación y resistencia, que solo compensaba el vuelo próximo de uno de los progenitores, bien para llevar alguna rama de pino para arreglar el nido, bien para traer comida a sus crías.

Conforme avanzaron las semanas las visitas de los padres a la plataforma se fueron espaciando en el tiempo, tal y como había leído en alguno de los manuales que consultaba habitualmente, y las esperas acabaron quedando en horas de observación del pollo cuando éste asomaba buscando en el cielo la silueta de sus padres.

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Una de las primeras tomas que conseguí del águila real emprendiendo el vuelo.
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Uno de los padres observando el entorno desde la privilegiada posición de su nido.
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Entrada al nido con una rama de pino en el pico; fíjense en el tamaño de las garras del animal.
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La cría esperaba largas horas la visita de alguno de sus progenitores.
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En esta toma se observa la membrana nictitante, que es como un segundo párpado semitransparente, que da protección al ojo de ciertas aves, al mismo tiempo que permite mantener la visión. Este parpado lo usan de un modo reflejo para realizar ciertos movimientos bruscos, como por ejemplo durante la caza.
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Jara y yo en el hide.
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Si la fotografía queda en un segundo plano, y lo que nos gusta de esta afición de la caza fotográfica es el contacto con la naturaleza y la posibilidad de insertarte en sus dinámicas, entonces 2001 fue un gran año.