Conociendo a nuestra fauna (II): El pito real

Seguimos hoy con la serie que comenzamos la semana pasada, ‘Conociendo a nuestra fauna’, y esta vez presentamos a otra ave, una diferente a las demás por su comportamiento y aspecto particular, tanto que ha trascendido a la cultura popular. Se trata del pito real (Picus viridis), más conocido por su apodo «el carpintero». El pito real es el único de la familia de «los carpinteros» (más de 200 especies) que habita el Paisaje Protegido, realizando una labor de plaguicida natural de nuestros montes muy importante. Vamos a conocerla mejor.

Macho adulto, lo sabemos por la bigotera roja.
Hembra de pito real, con la bigotera negra.

Identificación:

Su tamaño no es superior a los 35 cm. de longitud. La cabeza es ancha y el cráneo es muy duro, para amortiguar los célebres impactos que dedica a los troncos, ya sea para realizar el nido o buscar alimento. El pico, en consonancia, es largo y fuerte, en forma de lanza, y su lengua puede llegar a medir hasta 10 centímetros por delante del pico.

Otra característica importante es la cresta, de color rojo fuego, y por supuesto las «mejillas», que usamos para diferenciar entre sexos rápidamente. En su rostro, bajos los ojos, tienen unas franjas llamadas bigotes: las del macho son rojas y las de las hembras de color negro.

El pecho es de color beige y las alas de color verde militar que, junto a un dorso amarillo-verdoso, lo hacen ser un ave de llamativos colores.

Si pueden, suelen acudir al menos una vez al día al abrevadero, dependiendo de la estación del año.
Vemos salir a la hembra del nido, cuya construcción empezó en marzo-abril.

Comportamiento:

Es un ave gregaria, abarcando siempre un mismo territorio. Este debe alternar entre campos de cultivos, en el que existan árboles como almendros y olivos principalmente -que serán los que le servirán de nido y refugio-, y zonas algo más boscosas, pues también debe haber en las cercanías pinos, donde buscarán su principal alimento, orugas e insectos escondidos entre sus cortezas.

En esta ocasión, es el macho quien se asoma por la apertura del nido.

Su alimentación, decimos, es básicamente insectívora: le encantan las hormigas, que consigue introduciendo en el interior de los hormigueros sus más de 10 cm. de lengua, y las orugas de procesionaria (ya saben, las que causan la enfermedad en los pinos, incluso secarlos por completo). Esta última es una de las razones que hacen del pito real un ave de gran interés, por la labor tan beneficiosa que realiza en nuestros bosques.

Son aves muy limpias y cuando pueden se bañan y acicalan su plumaje.

El celo y la cría

El celo del pito real comienza con la entrada de la primavera a últimos de marzo. En estas fechas, los machos empiezan a exhibir sus cualidades para impresionar a las hembras, y funciona tal que así: cuando el macho detecta a una hembra, se va hacia ella y le para. Conseguida su atención, el macho empieza a ejercer una danza, primero desplegando todo el esplendor de su plumaje, y luego comienza un baile de movimientos con la cabeza de derecha a izquierda, movimientos casi bruscos y muy cortos,  intercalados también con fuertes golpes al suelo con su pico para demostrar su fuerza a la posible pareja.

Aquí vemos un macho secándose al sol después del baño.
Su principal arma es su robusto pico, capaz de perforar gran variedad de árboles.

Cuando el macho es aceptado, llega la larga y laboriosa elaboración del nido, otro comportamiento distintivo de la especie. El pito real elabora el nido perforando troncos de distintos especies de árboles, aunque jamás veremos un nido de pinos (conífera), pues estos contienen resina y sería la perdición para su plumaje. Así pues, normalmente los árboles elegidos son almendros, olivos y olmos.

El nido será construido por ambos individuos, y este comenzará con una perforación de unos 7 u 8 centímetros de diámetro en la abertura del nido, para seguir hacia el interior del tronco unos 30 cm. más, lugar en el que levantarán la plataforma o base para la incubación y la cría.

En época de cría, la ceba es compartida por la pareja. El ir y venir al nido es constante.
Gracias a su colorido plumaje, es de fácil identificación.

Es increíble, por cierto, ver in situ un nido realizado por estas aves. Uno apenas puede explicar cómo lo hacen,  la perfección y dificultad que conlleva perforar con el pico una materia tan dura…

La puesta de huevos se realiza por los meses de abril y mayo, suelen ser de 4 a 6 huevos, a veces más. Estos tardarán más de 30 días en eclosionar. Los pollos, cuando tienen pocos días de vida, permanecen ocultos en la base del nido, a unos 30 cm. del exterior, y conforme van creciendo van trepando y asomándose a la boca del nido, donde esperarán los cebos de sus padres.

Otra de sus cualidades es la de trepador, tanto en roca como en los troncos.
Su alimentación se basa en insectos principalmente, gustándole particularmente la oruga de la procesionaria y las hormigas.

Cuando ya están listos y abandonan el nido durante las primeras semanas, los hermanos suelen desplazarse juntos, o al menos varios de ellos.  A los pollos voladeros se les diferencia de los adultos porque en la parte del pecho tienen unas pintas negras que las perderán a los varios meses, antes de cumplir el año.

El vuelo es intermitente entre subidas y bajadas, como una ondulación.
La cresta roja y el amarillo verdoso del dorso lo hacen visible y por ende, también vulnerable ante sus enemigos.

Para finalizar, hablaremos de su debilidad. Al ser un ave de vuelo lento y tan vistosa suele caer presa de diferentes enemigos, tanto aves rapaces  -gavilán, azor, etc.- como de mamíferos -garduña, comadreja, ginetas, etc.-, que incluso cazan a las crías introduciéndose en el interior del nido en plena noche.

El gavilán es su principal enemigo.

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