Luces montañeras del Mediterráneo

El centro cultural de Petrer acoge hasta el 29 de febrero la exposición de «Luces montañeras del Mediterráneo», de la pintora y montañera Maruja Iborra. Una exposición que nos presenta Juan M. Maestre:

«Que la luz del  Mediterráneo es única, es algo admitido a lo largo de los tiempos por muchos artistas: escritores. poetas y pintores, que supieron descifrar los mil matices de la luz, proyectada en el brillo de los pinares que cubren nuestra orografía; en los tonos suaves y delicados pétalos de los almendros y cerezos en flor, y en las diminutas flores del tomillar levantino.

Maruja Iborra es una de esas privilegiadas almas, capaces de captar esos sutiles destellos que impregnan el ambiente de la montaña mediterránea y saben dar, en el trato amable de sus pinceles, la textura exacta a esa mágica luz blanca y pura, casi neutra, que confiere a cada color su entidad propia. Lo vemos en cualquiera de sus múltiples aplicaciones técnicas: desde el bodegón, que es brillante y luminoso, al desnudo humano, que usa al astro rey para suavizar y enriquecer los sensuales contornos. Pero es en ésta, su primera colección paisajística, donde se proyecta con todo su esplendor y donde Maruja ha sabido mezclar el aura efervescente del ser humano que, extasiado por la grandeza que le rodea, aporta y da carta de propiedad al paisaje.

Detiene el tiempo del escalador, en ese instante en el que busca el difícil camino entre la roca: encuentra y nos muestra, sin verlo, la chispa del admirador excursionista que se proyecta más allá del sendero.

Es una pintora humanista que escribe, con letras pinceladas e iluminada pasión, los sencillos encuentros del ser humano con la montaña levantina, convirtiéndolos en pequeñas historias pictóricas de nuestro montañismo mediterráneo».

La propia Maruja Iborra se define así:

«Hija y nieta de artistas alfareros, de ellos heredé la pasión por el arte en general.

Cautivada por la pintura, la naturaleza y la música, que siempre han sido los motores de mi pequeño mundo, comencé un poco tarde la afición pictórica de la mano del pintor eldense Francisco García, aunque espero que ello no me impida expresar lo que siento.

Y, si desde mis primeras pinceladas he podido dedicar poco tiempo a mis lienzos, ahora disfruto compaginándolos con largas excursiones por el monte.

De ahí esta pequeña muestra por mis dos pasiones: la montaña y la pintura que, por primera vez, me atrevo a unir y presentar en esta exposición.»

 

 

Floral.
Florido Petrel.
Manzanilla de Els Xaparrals.
La senda del Benicadell.
La cueva del Agua.
La casa de Rabosa.
La capilla de Rabosa.
El pino negro de El Carche.
Dos palomas.
Blanco Petrel.

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