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Sobre la polémica de la Chusma

¡Ay mi chiquirritín! ¡Pero qué cosa más bonica tengo, madre!… Sí, ya lo sé. Y conste que me contengo todo lo que puedo, pero los sentimientos, son los sentimientos. Me está pasando lo mismico, lo mismico, que cuando fui padre por primera vez… bueno, por primera, por segunda y por tercera, que siempre algo nuevo parecía asaltarme el pecho, enervándome el espíritu para llenarme de una especie de orgullo nuevo. Ahora es igual, o parecido… no sé. No consigo ponerme de acuerdo con otros abuelos. A lo mejor es que no hace falta saberlo, ni entenderlo, y es suficiente con sentirlo.  ¡Pero qué chulo va mi solete vestido de Moro Marroquí! Y eso que sólo tiene 10 días, el traje es prestado y le sobra tela por los cuatro costados y fieltro hasta en la teja. Hablando de fiesta, menudo follón se ha montado con La Chusma de Petrer.

Me cuentan, me dicen, que sacar la referencia a la Fanfarria zingara en La Chusma de Petrer, tiene su origen en un incumplimiento de dicha banda musical con la propia Chusma, después de haber comprometido su actuación en un desfile para volverse atrás, tres días antes, argumentando que las gentes mayores de la comparsa, no querían desfilar con La Chusma porque no le gustaban sus parodias; qué tenían muy mala sombra u otras cosas por el estilo. Por descontado que La Chusma en su comunicado oficial, nada dice al respecto, y no sé si será un detalle de elegancia, o no querer entrar a ningún trapo más. Me gustaría pensar que son las dos cosas. O es eso o mi informador me ha engañado, cosa que dudo.

¡Hombre! yo creo que, de ser cierta la información, por un lado hay que ser más serios en lo mercantil o quitarse del mercado, pues cobran naturalmente sus actuaciones y se contratan para actuar en otras ciudades, donde es posible que no sepan cual será el entorno de sus interpretaciones. Por otro lado, considero lógico que los parodien, respondiendo a la “ofensa” recibida (entrecomillado, ya que cada cual se ofende con lo que quiere), otra cosa es que lo hicieran con mayor o menor gracia, pero criticar ahora a La Chusma después de más de 120 años, es evidente que no es nuevo, es ser tan poco actual (por no decir lo que todos) como las personas mayores de la Fanfarria zingara que no soporten la falta de seriedad en fiestas. ¡Manda huevos! que diría Trillo, tenían que ser precisamente Los Zingaros, ellos que con su «mogollón» y otras estridencias en los desfiles, se han estado saltando las nomas hasta hace bien poco, riéndose de lo que pensasen los demás comparsitas, bajo el argumento que ellos son Los Zingaros. Tanto les cuesta entender que también los otros, los de Petrer, son La Chusma y “se salen del tiesto” de la fiesta, tanto como se han estado saliendo Los Zingaros.

El nieto de Juan Manuel, nacido para la Fiesta. [1]
El nieto de Juan Manuel, nacido para la Fiesta.

Jota no puede meterse con la Chusma, no le compete y lo sabe, y seguramente lo que busca es mediar de buena fe para apaciguar los ánimos. En las Entradas, La Chusma sale después de que los municipales del ayuntamiento cierran el desfile, lo cual deja la pelota en manos del alcalde, y Pascual sabe que La Chusma es como cualquiera de las manifestaciones humorísticas que todas las fiestas tienen; más todavía si cabe, pues vuelvo a recordar que La Chusma tiene más de 120 años de tradición. Elda también tiene manifestaciones humorísticas y no siempre resultan tan graciosas como cabría esperar, es normal que eso ocurra y no cabe rasgarse las vestiduras por ello. Parodiar o caricaturizar nunca debería tomarse como una ofensa, y los “depende” que argumentan burla, suelen tener mucho que ver con la salud y el humor de los imitados.

Imagínense que, por la misma regla de tres, para los amantes de la música también podrían resultar ofensivas las notas musicales que se escapan sin control y sin arte, a causa de la bisoñez de algunos de los intérpretes de las voluntariosas, y hoy más que nunca necesarias collas y fanfarrias, e incluso de bandas musicales, y por ello nadie se lanza a increpar al músico novato por su mal oído, gusto musical, o como en este caso, poco acierto en el manejo del instrumento, (léase parodia), por ende mucho menos se culparía a la agrupación entera.

Quiero decir con todo esto, que debió de ser poco afortunada la actuación o interpretación del cuadro de La Chusma que escenificó el tema zíngaro, y punto. Pero que esto es broma, y fiesta, y es diversión. Que hicieron una mala parodia, seguramente ya lo saben ellos. Pero ¿Se han dado cuenta los componentes de la Fanfarria que ellos también actuaron mal, provocando con ello la parodia? De los Contrabandistas que también quieren seguir echando leña al fuego haciendo camisetas para llamar la atención prefiero no hablar, pero los presidentes implicados deberían moderarse y no volver a rasgarse las vestiduras si, al año que viene, son ellos los que salen en otras camisetas o parodias de La Chusma o de quién, a su vez, se sienta ofendido por los dirigentes o festeros de Elda. Y así, por una nota malsonante, mal interpretada, llegaremos al cuento de nunca acabar.

¡Andrés Moreno, baja! Vuelve y acaba con tanta intransigencia y niñería. Recuérdales a unos y a otros que la fiesta, es como dice Pocholo ¡FIESTÁ! Y todo lo demás ganas de joderla.

De este tema, por mi parte, sólo avisar al hipotético lector molesto por lo dicho, que no pienso entrar al trapo de nadie, en memoria del buen amigo y festero que nos dejó.
¡Pero qué bonico está mi machote! Me lo ha quitado la abuela, que anda algo celosa porque el marroquí me mira más a mí que a ella. Ya le digo yo que por algo será. No se da cuenta pero el nenico me sigue mirando, aunque sea la abuela quien lleve el carro.
Con tanta fiesta la montaña la tengo aparcada, que no olvidada. Le ocurre lo que a escribir, que no sé si es por el calor pero las dos cosas me dan pereza. Prefiero leer y me llevo otro chasco, uno más. Cuando lo encontré en una librería anticuaria pensé que era una joyita de libro por su título: “De Madrid al Círculo Polar”. Se trata de una primera edición de 1931 escrita por el Dr. A. Perera, que yo me prometía como una extraordinaria expedición polar de antes de nuestra guerra civil, de la que nunca había tenido conocimiento, y resultan ser recuerdos de un viaje de verano del autor a los países nórdicos, durante su asistencia como médico a conferencias antituberculosas. Menos mal que relata bien paisajes y gentes. (Nota: escribir luego a mi editorial y recordarle a la directora cuán importante es la concordancia entre título, portada y obra).
De cualquier manera, además de hacerme recordar aquella tierra de glaciares y fiordos, vuelvo a constatar que un libro enseña siempre. Me llama la atención el final de la introducción titulada “Cuatro palabras”. Dice así:

…Y como resumen emocional de la excursión el confirmar, una vez más, la conciencia cívico-social de tantas naciones, monarquías y repúblicas, en las que el ciudadano sabe lo que quiere y por qué lo quiere, tan lejos del individualismo impulsivo de los españoles, en los que, más intuitivos que reflexivos, aún la incultura cívica (no la técnica, en muchos es excelente), los hace tan propicios al conformismo gregario como la sugestión colectiva, promovida unas veces por impulsos nobles o románticos, pero que otras nos convierte en tristes marionetas de móviles interesados y exóticos. ¿Hasta cuándo?

Han pasado casi 80 años y yo suscribo también: ¡Eso!, ¿Hasta cuándo?… De momento yo hasta otro día.
Nena, ¡Déjame el carro, que ya me toca!