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Diario de un abuelo (II)

26 de mayo, Santa Mariana de Jesús de Paredes
(Para muchos la gran final europea del Barça)

Lo de Jesús de Paredes me suena más a mis años mozos cambiando la preposición y añadiendo signos de exclamación ¡Jesús qué paredes! Pero tiempo habrá para batallitas montañeras, que haberlas ahílas. Me preocupa hoy lo de Roma –¡Qué día llevo!— Deseando estoy que acabe la final europea (hoy me refiero a la de futbol, que de la otra tiempo tendré de hacer algún comentario). Ya cansa la guasa de culés y madridistas. Yo espero que gane el Barça a pesar de no querer ser un equipo español, a ver si recolectan el ego necesario y los suficientes cataplines y se hacen su propia liga catalana, e invitan a los vascos a jugarla, así se evitarían ambos, y nos evitarían a los demás, vergüenza ajena, por el ridículo que hicieron en la final de la copa del Rey. ¡Ché nen!, ¡Arabaki! (Oye nene, resumiendo), que si no queréis ser españoles, ¿Para qué jugáis la copa del REY DE ESPAÑA? Poner en liza la copa LAPORTA y la copa IBARRETXE y así por lo menos estos dos indocumentados dejarán de decir tonterías en áreas que no les competen.

Menos mal que el solete del pequeñín me alegrará la tarde antes del partido, evento que si no lo remedio tendré que ver con el padre de mi nieto, partidario y seguidor del equipo catalán –que ésa es otra– pues digo yo: ¿Cómo se puede ser español y ser forofo de un equipo independentista…? ¡Señor qué cruz! Otra falta de sentido común que habré de explicarle al chiquillo en cuanto me atienda, pues lleva un ritmo con el sueño y los biberones que no veo la hora de robarle una sonrisa. Su abuela dice que eso es lo que toca y que deje dormir al nenico, pero ¿cómo se puede uno resistir a esta criatura?

Otros que tal bailan son los gabachos, quienes teniendo el honor y el privilegio de que Rafa Nadal, el número uno del tenis mundial, se presente al Roland Garros para luchar por su quinta victoria; lo cual, dicho sea de paso, le da interés y prestigio al torneo galo, van y en el primer partido se ponen en contra del balear, y a favor del brasileño Marcos Daniel. Pues mira “agua, ajo y repaso”, y van 29 victorias consecutivas sobre la tierra de París. Parece que estos franchutes no han logrado superar aquello de que su portentoso ejército napoleónico, tan pulcro y bien peinado, tuviera que salir con el rabo entre las piernas, y por ídem, delante de unos mal pertrechados campesinos españoles. Para algunos, la historia es muy dura de asimilar. ¿Vendrá por ello desde aquel tiempo la inquina a los productos del campo de Iberia, y por ende los asaltos a camiones españoles? ¡Quieto parao! Que nadie me argumente que los defensores de la fraternite, legalite e igualite, hacen causa común con el más débil, por sentimiento de nobleza, que eso no cuela. Basta ver lo que ocurrió la misma tarde cuando el suizo Federer vapuleó al español Beto Martín, allí también estuvieron de parte del de Basilea. Lo dicho, la envidia cochina que es muy mala. Me dirán algunos que estas no son maneras para procurar la buena convivencia. Pues eso, que lo mismo digo, pero tú primero, que yo estoy con mis bisabuelos y digo igual, ¡Que viva la Pepa!

Comprendo que nadie crea que soy abuelo. Ni yo mismo me lo creo todavía. A todo esto, no he cubierto ni una cuartilla aparte de este escueto diario. Varios capítulos de un recién iniciado libro andan arrinconados en la mesa, casi tan olvidados como volver a sentir el vértigo de la escalada. ¡Señor, que letanía! Si no reacciono pronto caeré en el chocheo irremediablemente… y el caso es que me gusta perderme en los ojos del nene, aunque duerma. Para postre mi buen amigo Elías me hace un regalo inesperado dando en la diana de mi punto más débil: un libro. “Rapsodia Española” de Antonio Burgos, la más bella antología de la poesía popular que he tenido oportunidad de leer. El contrapunto que le faltaba a mi espíritu enaltecido tras el natalicio. De entre todos los muchos y buenos, me llegó en estos momentos, más tierno que nunca, “El Piyayo” y esa historia de los siete chiquillos que inmortalizase José Carlos Luna: ¡A chufla lo toma la gente!… ¡A mí me da pena y me causa un respeto imponente!

¡Recorcholis! (por no decir joder) ¡Cómo me afecta la mezcla de crisis, nieto y poesía! Dejaré para otro día una de errores judiciales que tengo entre ceja y ceja, uno más de tantos que a buen seguro nadie juzgará. Juego de palabras, cábala indescifrable de la España oscura y misteriosa, o actual y triste realidad. Ya se verá, que no tengo el cuerpo hoy para exaltaciones. ¡Hay Ochaita! ¿Qué dirías tú qué es? Cualquier cosa, seguro, cualquier cosa, menos Pomporé.