Escritos de un joven indecente (XXVI): Escribir por escribir

Escribir está bien.
El problema reside en cuánto
se puede llegar a escribir.
En mi mejor época:
Altea
   mujeres,
      drogas,
         madrugadas,
                  insomnio...
solía alumbrar en la misma noche
entre 3 y 5 poemas,
un relato porno
y un microrrelato poético.

Pero era distinto:
Altea,
  mujeres,
     drogas,
        madrugadas...

Por aquél entonces
gustaba
a alguna chica,
escribía
algunos versos
y me colaba
en sábanas
de mimbre y azahar...

AHORA...

Ahora
SÓLO
escribo
para
CALMAR a mis demonios,
matar el tiempo,
cumplir con la columna semanal.

Para imaginarme
dentro de la habitación
que ganará el primer premio
en un concurso de poesía;
la habitación helada
en la ciudad de los MUERTOS
donde yo,
metido en la cama,
le SUSURRO
un cuento
a la protagonista.

Creo una historia
sobre la náyade de un pueblo
con mar
para estar
en el tarareo de la sirena
de Althaia
que se ducha un martes por la noche
con agua caliente
y el vaho
de su piel
desprende aroma
a verso libre...

Pero...
¿saben una cosa?
Me gustaría
no escribir tanto,
renunciar al título de «poeta»
para siempre
si fuese necesario
y pasar una noche
desempolvando
mis dedos de pianista
en la carne de alguna chica.

Una noche,
sólo
               una.

¿Acaso eso es pedir demasiado?

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