Escritos de un joven indecente (LXIII): reflexión en la eterna brevedad de una ola

Sin título-1

La vida está escrita
en lo que dura
una ola.
Una metáfora
de lo que SOMOS.
Te sientas en la orilla,
rodeado de piedras
y miras
fijamente,
abstrayéndote
de TODO
y centrando
la mirada
en el vaivén
del agua
que se enciende
y se APAGA
en cuestión
de segundos.
Pero ahí…,
¡ahí está la vida
ENTERA!:
Naces del impulso,
como el último
suspiro,
y creces
por inercia.
Permaneces
en el aire
unos segundos
como
cuando
estás enamorado.
– ¡NADIE puede pararte! –
pero estando
en la cúspide,
la gravedad,
el peso
de los años
que te han llevado
hasta la orilla,
termina por hundirte
y…
– ¡NADIE puede salvarte! –

Desapareces
entre
las piedras,
la espuma,
que es tu alma,
permanece
inerte,
peleándose
por no volatilizarse…
pero es TARDE.
Dejas de SER
y tu recuerdo
se convierte
tan solo
en el sonido
que yace
del xilófono
de piedras
y caracolas
que te cubren
y te entierran
para SIEMPRE.

Quién nos recordará
entonce
si tras una MUERTE
llegan
otras MUERTES
instantáneas
que se asientan
encima
(como una fosa común)
de tu cadáver
que ya es la NADA.

Ni la luna
en pleno día,
ni las golondrinas
que te vieron
llegar a la orilla,
ni la MAR,
madre creadora,
recordará
más allá de un
instante
que fuiste
POETA.
Un poeta más
(insignificante
para la élite
que son la masa)
dentro de una
ESTIRPE
sobrevalorada.
Los ingenieros,
médicos,
investigadores,
doctores en física,
obreros,
labradores,
guerrilleros,
mineros…
ELLOS
son
el orgullo
de la VIDA.

Qué es un poeta
sino un pseudoesteta
ególatra
que sólo
cuenta sus miserias…

¿Para qué sirve su obra?

¡Que desaparezcan!
Que se extingan
todos
como
las olas
que llegan
sin fuerza
a la orilla
de la NADA.

Eso sí, que lo hagan
en otras playas
porque ALTEA
es sólo mía.

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