Desde la más remota antigüedad, la utilización del hielo y de la nieve ha sido muy importante, tanto para la conservación de los alimentos perecederos como para la elaboración de sorbetes y helados, así como para un dudoso uso terapeútico. En nuestra villa también hubo un activo tráfico de nieve y hielo.
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Sobre la venta de la nieve y del hielo, hemos podido localizar una abundante bibliografía que habla de un importante comercio que tuvo la villa de Elda durante los siglos XVIII y XIX y que, inexplicablemente, pasan por alto viajeros y cronistas como Cavanilles, Laborde, Montesinos o Pascual Madoz cuando describen la economía eldense.
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Queremos rendir homenaje a los RIBACEROS, es decir, a aquellos laboriosos y anónimos constructores de ribazos que, en su afán de aprovechar el terreno para la agricultura de secano, edificaron unos muros de contención, algunos de ellos verdaderas obras de ingeniería, que surcan nuestro valle, dando a nuestros montes esa arquitectura en el paisaje, como bien define Mercedes Compte en su obra El libro de oro de los oficios.
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